Welcome: primer día. Pequeña te amo.

Gracias por sus comentarios. Esta siguiente parte le recorté algunas partes para que no se volviera tan tedioso leerlo como me habían comentado. Repito, esta historia tiene su parte ficticia pero lo que están por leer fue real.

Welcome: primer día. Martha, te amo.

-Pequeña creo que te amo –me dijo Jesús mientras me abrazaba.

El escenario era tan extraño; Antonio ya hacia dormido en el pequeño sofá de la esquina, supongo que cansado y feliz por lo que había pasado unas horas antes. Jesús y yo estábamos en la cama. Yo recostada junto a él, desnuda y aun herida. A pesar de todo lo que había pasado yo me sentía bien, sus brazos, que rodeaban mi cintura, yo acurrucada en su pecho, todo era simplemente perfecto. El acariciaba mi cabello, maltratado por los estirones que Antonio me había hecho. Con su mano izquierda rodeaba parte de mi cintura, lentamente la empezó a subir hasta llegar a mi pezón, dormido y cansado también después de tanta emoción, acariciándolo y dándole pequeños pellizcos.

-No creo que me ames –le dije al tiempo que me salía de sus brazos-, lo que pasó a noche fue un error, no podemos estar haciendo esto. Lo mejor será que me valla de tu casa hoy mismo.

-¿Irte? ¿Para qué? Créeme que no tiene sentido que te alejes de mí. No pienso dejarte ir. Tú eres la única persona con la que me siento bien y no estoy dispuesto a que te vallas.

-Tu matrimonio es lo primero –le dije al tiempo que me levanté de la cama- ¡mira las marcas en mi cuerpo! Maldición, no podré taparlas. Efectivamente, tal y como Antonio lo había dicho, mi cuerpo estaba lleno de pequeños chupetones, desde el cuello, mis senos e inclusive cercas de mi cara.

-¿Vas a ir a trabajar? –Preguntó Jesús-. Casi no has dormido y esas marcas…

-No te preocupes, voy a bañarme y a maquillarme. Aún falta una hora para entrar a trabajar.

.Voy a despertar a Antonio –dijo Jesús- cuando estés lista te llevaré a tu trabajo. Voy a llevar a los niños también al preescolar. No tardes por favor.

Después de esto, yo salí corriendo al baño para que Antonio no me viera.  Sentía dolor en mi cuerpo, tenía las marcas de las manos de Antonio en mis brazos y muñecas. Maquillé lo más que pude mis heridas y en cuarenta y cinco minutos ya íbamos rumbo a mi trabajo.

El día pasó rápido. Yo no quería volver a esa casa. En mi mente había demasiados pensamientos: Jessica, el matrimonio de Jesús, Antonio, los niños, pero sobre todo, lo que me habían hecho, o mejor dicho, lo que habíamos hecho.

Estaba justo en la clase de las 6 pm, la última, cuando recordé todo lo que pasó: Jesús tomándome como su mujer y Antonio viéndonos, disfrutando, uniéndose a la lujuria del momento. Empecé a sentir que mi cuerpo se incomodaba, sin duda, estaba excitada. Ya no ponía atención a las clases, solo veía por la ventana ansiando salir de ahí. El reloj avanzaba despacio y yo, impaciente, cruzaba mis piernas mientras mordía un lápiz. Recordé la primera vez que Jesús me penetró, cerré los ojos y de la desesperación apreté tanto mis piernas, que pude notar que mi clítoris se estimulaba con el contacto de mis muslos.

Permanecí así durante unos minutos hasta que ya no resistí más.

-Profesora, ¿puedo ir al baño?

-Claro Martha –dijo mientras escribía no sé qué cosa en el pizarrón.

Salí corriendo por el pasillo hacia el baño. Lavé mi cara con agua fría, no podía ser que estuviera tan caliente en la escuela, lo peor era pensar que tenía que llegar a dormir, me encontraría con Jesús y probablemente lo repetiríamos. Quizás yo era la única que se encontraba pensando en eso pero no fue así. Me metí a uno de los baños, cerré la puerta y me senté en el escusado. Debía calmarme para poder regresar a clases pero en ese momento sonó mi celular. Era un mensaje de Jesús.

-Pequeña, no puedo dejar de pensar en ti.

El mensaje venía con un archivo adjunto. Al abrirlo vi una foto del pene de Jesús. Me excité aún más. Ese pedazo de carne que me había hecho tan feliz, se encontraba erecto y completamente caliente como yo.

Mi sesión de Skype estaba abierta, en eso mi celular me notificó de una video llamada, la respondí. Era Jesús, encerrado en la oficina, masturbándose para mí.

-Pequeña, mira como me tienes de caliente. Todo el día he pensado en ti y quise sorprenderte con esta llamada –dijo mientras se acariciaba el pene de arriba hacia abajo-. ¿Tú no estás igual que yo?

-La verdad sí, pero no puedo ahora, sólo salí un momento al baño.

-Tócate para mí, quiero verte venir, por favor.

-No puedo. En verdad, debo volver.

-Vamos a hacer una cosa –dijo- enséñame como se ve tu braga. Si está mojada te masturbas conmigo y si no, entonces te dejo ir, ¿va?

Sabía que iba a perder la apuesta. Todo el día había estado pensando en él.  Además de que el hecho de saberme caliente, en el baño de la escuela y además con una video llamada de él masturbándose, me puso a mil.

-Ok. –dije.

Tomé el celular con mi mano izquierda y con la derecha poco a poco bajé el zíper. Me coloqué el pantalón hasta las rodillas y acerqué el teléfono hasta mi vagina. Estaba muy mojada.

-Mmmmmmm –dijo Jesús mientras se tocaba- creo que alguien acaba de perder.

-Pues que querías, si en todo el día no he podido sacarte de mí mente.

-Ok. No voy a obligarte a masturbarte, solo tócate poquito para mí. Coloca el celular en el depósito de agua del escusado y tú siéntate de frente a él. ¿Si entiendes cómo?

Asentí con la cabeza. Coloqué el celular recargado a la pared, justo sobre el depósito. Me quité el pantalón. Era muy pequeño el baño por lo que era difícil moverme mucho. Yo me senté sobre  el escusado, pero en posición opuesta, como si estuviera montándolo. Poco a poco me fui reclinando hasta que mi cabeza y parte de mi espalda tocaron la puerta del baño. Después, toqué mi vagina, mojada, abrí un poco las piernas y metí la mano bajo mis bragas, encontrando mi clítoris, hinchado por la excitación, lleno de mis jugos. Entonces, empecé a rozarlo lentamente, lo acariciaba de arriba abajo, primero con un dedo, después con dos.

-Mueve tus dedos en círculos –me dijo Jesús mientras se masturbaba.

Asentí nuevamente y comencé a mover mis dedos en círculos sobre mi clítoris, mi humedad vaginal aumentó y el calor en cuerpo también.

-Mmmmmm –exclamé mientras abría más mis piernas.

-Así pequeña, sigue así.

Continué haciéndolo más y más rápido, mi cuerpo empezó a relajarse y mis piernas a abrirse mucho más. No podía gritar ni gemir muy alto porque alguien podría escucharme, pero de un momento a otro eso dejó de importarme, mis gemidos se hicieron más fuertes.

-Metete los dedos pequeña –dijo Jesús- imagínate que soy yo.

Abrí las piernas, pero la posición que tenía me era muy incómoda, por lo que apoyé mis piernas en la pared directamente, de lado a lado, me recargué en la puerta y di todo la vista de mi vagina directamente a la cámara. Yo observaba que Jesús también se relajaba y gemía más y más. Empecé a mover más rápido mis dedos sobre mi clítoris, con la otra mano subí mi blusa hasta mi cuello, me levanté el bra y pellizqué mis pezones muy fuerte. Mi excitación era tanta que empecé a meter primero un dedo, solo la punta, después dos, directo al fondo de mi vagina.

­-Ahhhhh –sin querer, grité.

Veía a la pantalla, Jesús estaba igual que yo, los movimientos de su mano era rápidos, yo seguía manoseando mis senos e introduciendo mis dedos en mi húmeda vagina. Me pareció escuchar ruidos. Efectivamente, la puerta se abría. Eran mis amigas que estaban buscándome.

-Martha, ¿estás bien? –Dijo mi amiga Aby-, ya casi termina la clase. Diana y yo venimos a buscarte sin que la maestra se diera cuenta.

Observé mi reloj, eran las 6:45 pm, llevaba casi una hora en el baño. Tenía que pensar en un pretexto para que se salieran del baño y poder vestirme.

-Es que me siento mal –dije- Aby, ¿podrías ir por favor al salón por mis cosas y avisarle a la maestra que no podré regresar? Y tu Diana, ¿me podrías traer una pastilla para los cólicos por favor?

Todo esto lo dije mientras seguía viendo a Jesús a través de la pantalla, aún tenía las piernas apoyadas en la pared y seguía masturbándome, por lo que me era muy difícil hablar sin jadear. La situación de tener a mis amigas afuera, esperando por mí, mientras yo me masturbaba me excitó mucho. Mi orgasmo estaba por llegar. Estaba segura que mínimo tardarían 10 minutos cada una en cumplir mis peticiones. Yo no tenía mucho tiempo porque estaba por correrme.

Dijeron que sí y después de escuchar que se fueron, me concentré en lo importante: mi orgasmo. En cuestión de segundos, vi como Jesús se corría bestialmente, ahogando sus gritos porque el seguía en su oficina. El calor en mi cuerpo aumentó más y más. Mis dedos se movían rápidamente, dentro y fuera, los demás, acariciaban mi clítoris y de vez en cuando mis pezones. Arquee mi espalda, abrí lo más que pude mis piernas y empecé a convulsionar. Mi maravilloso orgasmo estaba surgiendo en ese momento. Jesús veía maravillado a través de la cámara.

-Mmmmmmmmmmmmmmmm –fue lo único que pude decir, cerrando mis ojos y dejándome llevar por tan increíble sensación.

No podía gritar por miedo a que me descubrieran, solo gemí fuerte. Mordí tanto mis labios para no gritar que inclusive me corté con mi propio colmillo. Jadeante como estaba, traté de empezar a recobrar la calma. Le mostré a Jesús mis pezones excitados y después mi vagina chorreante. Me despedí de él y corté la llamada sin que me dijera nada más. Rápidamente acomodé mi bra, ordené mi blusa y tuve que quitarme las bragas y guardarlas en una bolsita de plástico que por suerte encontré, no podía usarlas porque en verdad estaban empapadas. Me puse el pantalón y Salí a mojarme la cara nuevamente. En ese preciso momento entraron mis amigas, justo los diez minutos después.

-¿Puedo quedarme en tu casa Diana? Es que hoy necesito que alguien me cuide bien.

Después de eso, salimos del baño y nos fuimos en el auto de Diana. No quería ir a la casa, sabía que Jesús estaría esperando así que me fui con mi amiga. Jesús enloquecería, pero eso lo cuento hasta la siguiente parte de esta historia.

Comentarios a mi Skype por favor. martha.zombie

Gracias.