We found love in a hoppeless place.

A partir de ese día surgirían las primeras chipas de nuestro épico romance prohibido.

Nada sería igual después de eso... nunca nadie imaginó sentirse la persona más amada del mundo por un profesor del instituto, perder su virginidad junto a él, y mucho menos  permanecer hasta ahora juntos, enamorados y felices.

Lunes 5, empieza la semana de nuevo con su incesable rutina, se me hace eternamente lento con la mala suerte de que hoy empezamos la tediosa semana de exámenes. Me llamo Nora y soy una de las pocas brillantes estudiantes de 16 años del instituo más caro de mi ciudad. Mis padres decidieron apuntarme ahí porque "supuestamente" me hará cambiar de parecer ante mi -según ellos- absurda idea de ir a África a combatir en la lucha por el SIDA; yo en cambio pienso que me está amargando la existencia a pesar de sacar unas notas con broche de oro.

Todo pintaba ser igual en el transcurso de este aburrido nuevo día hasta que llegó la hora de ir a recojer a mi prima Daura de sus actividades extraescolares. Al llegar al patio cojo y me siento tranquilamente a esperarla como de costumbre, mientras tanto me da por fijarme en unas atléticas piernas que corren de un lado a otro del patio tras unos niños de infantil cual vaquero llevando a su ganado de reses. Ah.. es Él. El monitor de fútbol del colegio, ¡valla novedad! Hacía ya tiempo me había fijado en él pero, enseguida se me quitó la idea de estarle mirando y pasé de él. Esta vez fue diferente, sí, una de estas lo pillo mirándome fijamente a los ojos, mi boca, mi cuerpo en sí... Yo ruborizada le aparto rápidamente la mirada y él, al darse cuenta sigue con lo suyo aunque, al echarle un vistazo de refilón observo como sigue mirándome por el rabillo del ojo. A todo esto y no sé muy bien por qué, empiezo a sentir una extraña sensación de orgullo, satisfacción y sobretodo curiosidad, una curiosidad por saber más acerca de ese chico que no hace apenas 5 minutos se hallaba inmóvil en el patio mirándome con sus penetrantes ojos marrones.

Alejandro ese es su nombre. Pasaban los días y Alejandro iba aunmentando tanto el número de veces que osaba mirarme como la intensidad que en ellas invertía. Cada vez los cortos "encuentros" que teníamos se iban sintiendo más sentidos y por mi parte he de admitir que mi mente ya podía decirse que estaba ocupada con sueños nocturnos mios, suyos, nuestros.

Miércoles 7, he decidido apuntarme a clases de fútbol ya que tengo que aprobar por narices E.F. y mi juego es penoso... Terminan las clases y me dirijo hacia la cancha donde me espera mi monitora de fútbol. Hoy he optado por vestir pantalón corto azul de deporte, camiseta nadadora blanca de licra, calcetines cortos y deportivas blancas. Al subir las escaleras y entrar en la cancha me encuentro con una delicada situación: mi monitora se ha fracturado la rodilla y no va a poder darme clases por lo que voy a tener que suspenderlas y darlas por perdidas cuando de repente Él se ofrece ha sustituirla y empezar las clases ahora mismo. Imaginaos la estampa: mi pobre monitora con la pirna escayolada, Él y su mirada desafiante y yo, presa del pánico y el deseo. Pues bien, una vez que se han llevado a Lori, mi ex-monitora, Álex y yo nos adentramos a la acción. (Sí Álex - es su nombre de pila- es como prefiere que le llamen sus alumnos).

  • Bueno siento mucho lo de Lori, espero que se recupere pronto...- dijo él-.

  • Sí yo también espero que vuelva pronto-me apresuré a contestarle-.

-Primero vamos a empezar con algo sencillito ¿sí?- asentí con la cabeza- vale, entonces comienza dando 5 vueltas completas a la cancha, luego te vienes a los bancos estos y los saltas de lado a lado en 3 series de 15 y acabas el calentamiento haciendo 50 abdominales y 50 flexiones puras.

  • Em...

-¿ Todo bien, algún problema? - sugirió en tono burlesco-.

  • No, ninguno. Descuida- acto seguido comencé a hacer todo lo que me había pedido, terminé agotadísima y me tumbé en el suelo como signo de mi cansancio-.

-¿Cansada?, uy que mal te veo Nora. Pues bien, quiero que te pongas a practicar el dominio de la pelota.

Empecé a darle patadas como buenamente supe al balón mientras notaba como Álex posaba sus ojos marrones en mí. Me estaba intimidando y poniendo nerviosa y esa es una de las pocas cosas que destestaba en una persona: su poder de influir en mí. Tan era el nerviosismo que al momento me da un fuerte tirón en el cuádricep posterior provocándome un intenso y molesto dolor. Me caigo al suelo y grito de dolor. Álex acude inmediatamente a mi encuentro:

  • ¿Nora qué sucede? ¿ Te encuentras bien, que le pasa a tu pierna? - me preguntó alterado y asustado-.

  • ¡Au! ¡Ay! ¡Ayayayay!, ¡ me duele muchísimo!. Aquí, aquí detrás- le señalé el muslo posterior-.

  • Valla creo que ya sé lo que ha podido pasar, Nora, ¿no has estirado previamente al correr y al hacer todo lo que te he dicho no?

-No... lo siento no se me había ocurrido... - Dios qué imbécil por mi parte-.

  • Bueno no te preocupes que yo te ayudaré a estirar el músculo ¿vale?. Habe túmbate en esta colchoneta, bien ahora voy a ponerme encima de ti para poder estirarte la pierna ¿sí?

  • Sí sí, sin ningún problema pero  ¡quítame este dolor ya!

Álex cojió mi muslo y lo fue estirando hacia fuera poco a poco a la vez que a mí se me escapaban de cuando en cuando algunos gemidos de dolor. Mientras lo hacía nos mirábamos contínuamente: solo estábamos Él y yo. Nadie más podía interrumpir ese momento de los dos. Al terminar con una siguió con la otra, esta vez se apresuró demasiado y se apolló de más sobre mí. Yo " lo " notaba, caliente , grande, y abultado y él lo sabía. Si en ese preciso instante hubiera entrado alguien a la cancha y se hubiera encontrado con semejante estampa yo no sé que hubiera sido capaz de pensar...

A partir de ese día surgirían las primeras chipas de nuestro épico romance prohibido.

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