W.c. man -2-
Por fin la continuación, perdón por la espera. Al fin ha llegado el Lunes. ...
Por fin llegó el día, ya era lunes, el lunes acordado para hacer la mudanza a nuestra nueva casa, alquilamos una furgoneta y en un par de viajes pudimos hacer todo el traslado, al llegar a la casa, que por cierto ninguna de las chicas conocía, parecían alucinar, nunca pensaron vivir en una casa como esa, poco a poco, nos fuimos organizando, distribuyendo las habitaciones y cada una acomodándose y ordenando sus ropas y sus cosas, yo era el único que no llevaba ningún tipo de equipaje, es más, nada más llegar y a instancias de Angélica tuve que desnudarme completamente y llenar la primera bolsa de basura con todo lo que llevaba puesto, “ya nunca más lo iba a necesitar” según ella.
Habían acordado que ese día no se trabajaría, que lo dedicarían al traslado y a poner todo en su sitio, entre otras cosas yo mismo, y en cierto modo así fue, una vez instaladas cada una en su habitación nos reunimos todos en el salón de la casa, acordaron las zonas de trabajo con los clientes y cosas de ese tipo entre ellas, y cuando terminaron empezaron conmigo, me asignaron una pequeña habitación, la cual sería donde esperaría siempre a que alguna de ella me llamara o precisara de mis servicios, discutieron sobre como me avisarían, unas dijeron de poner unos timbres, pero eso precisaba que yo estuviera en mi habitación, si por casualidad estaba con alguna otra, entonces no me podía dar cuenta de que alguien me estaba llamando, fue entonces cuando Angélica, otra vez, nos dijo a todos que tenía una conocida en Bucarest que regentaba el gabinete Sado más famoso de toda la ciudad, que se había puesto en contacto con ella y que precisamente estaba esperando un paquete que le había mandado con algunos artilugios, pero mientras esperábamos su llegada, tenía unas fotos de los mismos y nos explicó cómo funcionaban, yo cuando los vi empecé a temblar, nunca imaginé tal grado de sofisticación en ese tipo de cosas, se trataba de dos piezas independientes, una era como una especie de jaula de acero quirúrgico para colocar el pene dentro, de tal manera que en su estado normal lo albergaba completamente y una vez colocado se accionaba una especie de resorte de un solo uso (una vez accionado se rompía y no había lugar de vuelta atrás), este resorte accionaba un mecanismo interno dentro de los tubos de la jaula que hacía que decenas de pequeñas agujas más o menos de un centímetro cada una salieran hacia el interior de la jaula y oprimieran hasta clavarse en el pene, nos explicó Angélica que el ángulo que conformaban las agujas era el contrario a la salida de la jaula, lo que hacía prácticamente imposible de sacar a no ser que se desgarrara completamente el pene, además las agujas en su punta eran de forma arponada con la finalidad de que una vez que se habían clavado en el pene ya no se pudieran desclavar independientemente del estado de erección, y como colofón del aparatito en la punta donde se cruzaban los tubos y que coincidía con la uretra había un tubo hueco (para poder orinar sin quitarlo) de unos cinco milímetros de diámetro y tres centímetros de largo que se albergaba dentro de la mencionada uretra y que a su vez también se accionaba con el resorte de las agujas haciendo que una vez colocado todo el aparato en su sitio, de los bordes exteriores del tubo surgieran doce agujas de las mismas características que las de la jaula para clavarse en el interior de la uretra de una forma totalmente irreversible. Yo estaba temblando al ver las fotos y escuchar las explicaciones, pero a pesar de ello mi estado de excitación era máximo con una erección descomunal, ellas también se dieron cuenta y se animaron más todavía, me estaba volviendo loco esto no había comenzado y me albergaba la incertidumbre de si podría soportar todo lo que todavía no sabía que se me venía encima y a la vez ardía de ganas de que todo comenzara cuanto antes. Angélica prosiguió con la descripción del siguiente aparato que su amiga le había mandado desde Bucarest se trataba de un balls stretcher de última generación, básicamente era un cilindro de acero inoxidable partido en dos piezas que se unían entre sí mediante tornillos de un solo sentido (solo se pueden apretar, nunca aflojar) el cilindro era de unos cinco centímetros de largo y seis de diámetro y un hueco de unos tres centímetros y medio y pesaba unos ochocientos gramos el cual se colocaba en el escroto aprisionando con el peso los testículos hacia abajo y según Angélica con el tiempo produciendo un estiramiento forzado del escroto, lo cual serviría para ir añadiendo mas piezas similares, hasta el punto, según ella, de que llegaría un momento en que los testículos arrastrarían por el suelo, primero estando de rodillas, y quién sabe si algún día también estando de pié, pero lo realmente sorprendente del artilugio es que este iba a ser el sistema por el cual yo tendría que saber que alguien de la casa precisaba mis servicios, Angélica nos explico a todos que el aparato constaba de un sofisticado sistema que emitía descargas eléctricas regulables en intensidad a elección de la interesada y todo ello desde un mando a distancia con multitud de posibilidades, nos explico por encima que todo estaba alimentado con unas baterías especiales que se cargaban con el calor corporal y con el movimiento y que desde el mando además de la intensidad de las descargas estas podían ser incluso programables de forma que cada una de ellas (si, porque había encargado siete mandos) además de llamarme según un código que tendríamos que establecer y ensayar, podría según le viniera en gana jugar con el mando a su antojo provocando en mi escroto las descargas por ellas deseadas o simplemente programarlo para que con la frecuencia deseada emitiera el tipo de descarga que quisiera, y yo pensaba, todo eso multiplicado por siete, no me lo podía creer, pero mi erección cada vez iba a mas.
Angélica terminó diciendo que como mucho en veinticuatro horas recibiríamos el paquete, porque ya hacía unos días que habló con su amiga y le había confirmado la fecha de llegada. Entonces tomó la palabra Helena, yo creo que como eran las veteranas y eran las que se habían estado documentando, tenían como más confianza a la hora de exponer sus ideas, y dijo que como ahora vivíamos en un chalet, le encantaría tener un perro, un perro grande, un labrador, un pastor alemán, o mejor aun un gran danés, bueno en principio un perro, pero que si la cosa iba bien, que a lo mejor sería más interesante que tuviéramos varios, por ejemplo, tres o cuatro, prosiguió diciendo que no se preocuparan sus compañeras por el cuidado de los mismos porque para eso también estaba yo, y que había estado documentándose e informándose de que existen profesionales que consiguen “adiestramientos especiales” y “a medida”, lo que ella tenía pensado es que había que adiestrar a los perros (si, los perros, porque ya habían decidido que en principio iban a ser dos gran danés) a que yo estaba a su servicio igual que para ellas, que además de darles de comer y asearlos correctamente, yo sería el encargado de atender todas sus necesidades fisiológicas, iban a ser adiestrados para que cada vez que tuvieran que orinar o defecar me buscaran y bien con mordiscos en mis testículos o manotazos (habéis visto alguna vez las manos de un gran danés) en mi pene enjaulado, me hicieran ponerme en disposición de atender con mi boca sus necesidades, a lo cual estarían vigilantes de que no se derramara nada y si así fuese que con los mismos métodos hicieran que lo dejara todo limpio, no contenta con todo esto, Helena siguió diciendo, que puesto que los perros serían machos, también los adiestrarían para que sus necesidades sexuales también fuera yo el encargado de atenderlas, bien con mi culo o con mi boca, dijo también que hoy en día existen productos que multiplican el celo en los animales (una especie de Viagra canino) y que sin ningún lugar a dudas una vez adiestrados los íbamos a probar. Las miradas de todas ellas, cada vez que se lanzaba una idea de este tipo, se dirigían hacia mí y al darse cuenta de mi estado de excitación, parecía que este era contagioso porque hacía que se animaran entre ellas como para ver a quien se le ocurría algo más fuerte, lo cierto es que sus ojos brillaban de una forma muy especial, creo que había desencadenado algo que no sabría hasta donde podría llegar, pero mi erección seguía cada vez más fuerte.
Andreea dijo que por supuesto, una vez que empezaran a trabajar al día siguiente, todos los condones usados se vaciarían en mi boca, así como si alguna hacía algún tipo de servicio a los clientes sin condón, entonces me “llamarían” para limpiar el receptáculo, también dijo que puesto que yo estaría de un lado para otro con mi particular atuendo (a saber la jaula del pene y el cilindro en el escroto, ¿?) no me podían ocultar a los ojos de los clientes y que lo mejor era que les explicarían cual era realmente mi cometido en la casa sin ningún tipo de tapujos, por si acaso alguno quería probar o simplemente contemplar, como a modo de espectáculo, de cuales eran mis habilidades, incluso si alguno se le ocurriera alguna idea para que las chicas hicieran conmigo.
La cosa iba en aumento, entre ellas se animaban y se felicitaban las unas a las otras de las ideas que iban saliendo a la luz. Roxi intervino diciendo que para que todo fuera más fácil de limpiar, había pensado en usar alguna crema o algún método definitivo de depilación de la totalidad de mi cuerpo, a lo que todas asintieron, Raluca también apuntó sobre la posibilidad de que con lo de la jaula y el cilindro permanentes y la depilación también permanente, que estaban modificando mi cuerpo de una forma irreversible y que ya puestos, ella había pensado en grandes y pesados piercings definitivos en diversos lugares de mi cuerpo, en el tabique nasal, en las orejas, en la lengua, en los pezones, en el escroto, etc., así como escarificaciones, inserciones subcutáneas, incluso marcas al fuego, llegado este momento no pude más que pedir la palabra para intentar decirles si no creían que se estaban sobrepasando un poco, pero no me dejaron ni hablar, me dijeron que no me preocupara, que por supuesto que mañana no me iban a hacer todo eso, pero que ellas me habían tomado la palabra al pié de la letra y que mi futuro ya no estaba en mis manos, que además había firmado un contrato, y que poco a poco irían transformándome a mí y a mi cuerpo, que por supuesto todo lo que estaban diciendo les parecía bien, pero no suficiente, lógicamente se trataría de una forma progresiva pero, que ni ellas mismas sabrían decirme ahora cual era el límite, a lo cual viendo mi estado de excitación con mi erección a punto de reventar, hacía que agachara la cabeza y les diera la razón.
Alexandra tomó la palabra diciendo que cuando trabajaba en el club tenía un cliente bastante retorcido que tenía una granja con caballos, burros, vacas y cerdos, que ella la había visitado, que no estaba muy lejos del chalet, y que había pensado en su afán de hacer de mi vida un infierno, la posibilidad de hablar con el cliente, el cual estaba convencida de que accedería a su petición, para que cuando se les ocurriera, hacer sesiones fuertes con todos los animales, podrían ser visitas de un día, como entretenimiento, y volver a la casa, o estancias de fin de semana o vacaciones o ya se les ocurriría, en las cuales mi cometido sería el de siempre y lo mismo que tenían pensado hacer con los gran danés, pero en la piara de los cerdos, o en los establos de las vacas, los burros o los caballos. Cada vez se animaban mas, de verdad que ya no sabía que podía ser lo siguiente, pero como siempre, independientemente del miedo, mi excitación llevaba su propio camino, ellas siempre me miraban, se daban cuenta y se animaban más todavía.
Por último Alina también intervino y dijo, que puesto que iban a hacer conmigo auténticas barbaridades, había pensado en sacar un provecho, dijo que ella también durante su estancia en el club había conocido a un cliente que tenía una productora de cine porno, que al principio le hizo mucha ilusión por que a lo mejor ella podía participar en alguna película de su cliente, pero este le dijo que el solo producía porno extremo, con las mayores aberraciones que se pudiera imaginar, y que habiendo oído lo que sus compañeras habían ideado para mi, eran algunas de las cosas que el cliente le había dicho que contenían sus películas además de otras muchas más aberrantes y más fuertes, dijo que se pondría en contacto con él para ofrecerme como protagonista de sus producciones, lo cual supondría unos ingresos extra para la administración de la casa, y que ya puestos a sacar beneficios, me ofrecerían a todas sus compañeras de los clubs y las casas de la ciudad incluso de la provincia, así como ofertarme por internet a cualquiera que quisiera experimentar conmigo sus más sórdidas fantasías todo ello a cambio de una pequeña contraprestación económica (pequeña para captar a cuantos más clientes mejor) el objetivo no era ganar dinero sino hacer lo que yo había dicho que quería y además para aprender nuevas formas de hacer conmigo las prácticas mas inconfesables que a nadie se le pudieran ocurrir.
A lo tonto, el día estaba llegando a su fin, entre la mudanza de la mañana, la distribución de las habitaciones, el ordenar todas sus cosas y sobre todo la gran charla en el salón, eran casi las nueve de la noche, ellas se habían pedido unas pizzas para comer, yo también había comido lo que ellas me habían ofrecido, a lo largo del día por lo menos cinco defecaron, unas mas y otras menos, en mi boca y por supuesto todas ellas orinaron, algunas varias veces, se ve que por la excitación propia de la conversación. Ahora me daba cuenta de que mi vida realmente estaba cambiando, antes yo dominaba la situación, iba a casa de Andreea cuando quería y era yo el que ponía las condiciones, iba a lo que iba, pero después el resto del día yo tenía mi vida, mis amigos, mis aficiones, etc., ahora todo era diferente, de momento hacía lo mismo, pero con dedicación exclusiva, era el primer día, no había ingerido nada que no fueran sus orines y sus deposiciones, y estaba completamente hinchado, no me quería ni imaginar cuando empezaran, con todo ese montón de cosas que tenían preparadas para mí, me ponía a pensar en lo de la jaula, en el cilindro, en los perros, en los condones llenos, en los piercings, en las marcas al fuego, en los cerdos, los burros, las vacas y los caballos, en las cosas que no me habían dicho de las películas, en lo de alquilarme a extraños, en las cosas “inconfesables”, ¿?, etc., mi cabeza iba a estallar,…, mi pene también. … (¿continuará?)