Want U Back (5: Vuelta a la realidad)

Debo admitir que es bastante guapo...Si no fuera claro por esa sonrisa de loco que se le ha formado en cuanto me ha visto...

Antes de nada ofreceros mis más sinceras disculpas por haber tardado tanto en publicar.

Por temas de salud se me ha hecho imposible tener listo antes este capitulo.

No quiero haceros esperar más.

Gracias por leerme.

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-Joder David ya creía que no me cogías... Ya lo siento haber salido tan...

-¿Quién eres?

-¿Cómo que quién soy...?¿Estás de broma?

-¿Se puede saber quién eres?

-Yo... ¿Quién eres tú?

-Tú eres el que ha llamado.

-Mira... Estoy llamando al móvil de David...

-¿Querías hablar con David?

-Pues claro.

-Pues ahora no se puede poner, está... Ocupado.

-¿Cómo que ocupado? Además, ¿se puede saber por qué coges tú el móvil de David?

-Tranquilo fiera. Da igual quién soy yo. La pregunta es, ¿quién te crees tú que eres como para interrumpirnos?

-¡¿Se puede saber qué interrumpo?!

-David ya te llamará cuando termine conmigo.

Abro los ojos y me incorporo de golpe.

Tengo la frente cubierta de sudor.

Mi pecho sube y baja rápidamente acompasando así mi agitada respiración.

Joder...

Menuda nochecita.

No he parado de soñar en algo que se podría titular como:

"Las 500 diferentes formas de las que David podría haberme puesto los cuernos."

Lo sé.

Muy divertido...

Supongo que no he podido evitarlo, la conversación de ayer con quienquiera que fuese ese chico me ha afectado más de la cuenta.

De pronto un insoportable pitido inunda mi habitación.

Miro con odio el despertador.

Como si ese estúpido aparato tuviera la culpa de todos mis problemas.

Alargo un brazo hacia mi mesita de noche.

Tengo la repentina necesidad de coger el despertador y estamparlo contra la pared...

Pero no.

Me conformo con apagarlo de un golpe.

Bostezo abriendo mucho la boca.

Si solo pudiera dormir un poco más...

No he descansado nada esta noche.

Estoy recostándome de nuevo cuando alguien empieza a aporrear la puerta de mi habitación.

Mierda...

-Ya voy mamá...- suspiro cansado.

Me quedo mirando a la nada unos segundos...

Vaya.

Normalmente mi madre me suele decir algo así como "vas a llegar tarde..." o "se te va a enfriar el desayuno..."

Parece que esta mañana mi madre no está muy charlatana...

Me levanto de la cama y paseo mi mirada por mi habitación.

Encuentro mi móvil y lo cojo.

Por desgracia me lo imaginaba...

Ni una sóla llamada, ni siquiera un mensaje.

A lo mejor si le envío ahora un mensaje...

No.

Definitivamente va a ser mejor hablarlo en persona.

Las palabras del chico de ayer se me siguen clavando en la memoria...

Aunque tengo claro que no pienso darme por vencido tan fácilmente.

Sería muy fácil lamentarme y hundirme...

Pero me importa demasiado lo que tengo con David y pienso luchar por ello.

¿Y si realmente me estoy rallando por una tontería?

Si.

Definitivamente tiene que ser eso.

Bueno, o eso espero.

Sacudo la cabeza.

Bajo de la cama lentamente y me pongo de pie.

Con un gran bostezo me estiro.

Paso al baño y ahí me mojo la cara para despejarme un poco.

Me miro al espejo y...

Vaya.

La cosa es peor de lo que creía.

Mi pelo negro está totalmente despeinado.

Exageradamente despeinado.

Las únicas explicaciones posibles serían:

1-Un grupo de gatos cabreados se han ensañado conmigo por la noche.

2-Sonámbulo he metido los dedos en un enchufe.

Si, supongo que así os lo podréis imaginar.

Tengo la cara un poco roja y mis ojos azules están ligeramente inchados.

Abro el grifo de la ducha y el agua templada empieza a recorrer mi cuerpo.

Suspiro.

Una vez que me he duchado y vestido bajo a desayunar.

Cuando estoy saliendo de mi habitación algo vibra en mi bolsillo.

No puede ser.

Rápidamente saco mi móvil.

Un whatsapp.

¿Será él?

¡Tiene que ser David!

Aunque...

No conozco el número del que me envía el mensaje.

Puede que...

Puede que él haya perdido su móvil y lo de ayer solo fuera una estúpida broma de algún graciosillo.

Sí.

Asiento con la cabeza para así ponerle más énfasis a mis pensamientos.

Abro el mensaje.

"Hola, espero que estés mejor. Te veo en clase no?"

Tardo unos segundos en darme cuenta de quién es el que me envía el mensaje.

Y justo cuando le voy a responder entra otro mensaje suyo.

"Por cierto, soy Diego."

Sonrío.

No sé si alegrarme porque Diego se preocupa por mí o sentirme decepcionado porque David sigue sin dar señales de vida.

La verdad es que Diego es un amor...

Dios mio.

¿Acabo de pensar yo eso?

Esas palabras suenan a señora mayor...

Me froto los ojos y le escribo una contestación.

Definitivamente el dormir mal me afecta.

"Todo bien, gracias por preocuparte. Te veo ahora!"

Se lo envío y me doy cuenta de que estoy en la mitad del pasillo sonriéndole a la pantalla del móvil como un idiota.

Cuando estoy llegando a la cocina un maravilloso olor me inunda.

Huele a... Tostadas recién hechas, algo frito y café.

Definitivamente estoy hambriento.

Mi tripa me da la razón con un sonoro rugido.

Aunque ahora que lo pienso...

Mi madre no se suele esmerar tanto con los desayunos a no ser de que sea un día especial.

¿Es hoy un día especial?

Repaso mentalmente las fechas especiales...

Y no.

Hoy no tendría por qué ser diferente a los demás.

Abro la puerta de la cocina y...

-Buenos dí...

No consigo terminar la frase.

Lo que tengo delante es todo un espectáculo.

La mesa de la cocina está a rebosar de cosas.

Bollos, tostadas, huevos fritos, zumo, café...

Todo perfectamente ordenado y limpio.

Pero lo que realmente hace que me quede con la boca abierta es la persona que tengo delante.

Esa persona que me mira sonriente apoyada en la mesa de la cocina, con las manos en los bolsillos de los vaqueros y con una expresión de total normalidad.

Con esos ojos verdes...

-¿David...?- pregunto todavía sin creérmelo.

-¡Sorpresa!- exclama él.

Vale.

Recapitulemos un momento.

Personaje 1 se piensa que el Personaje 2 le ha engañado.

Personaje 2 aparece a la mañana siguiente con un desayuno de ensueño y sorprende así a personaje 1.

Si esto fuera el guión de cualquier película americana todos sabríamos lo que va a pasar:

Personaje 2 le va a decir a Personaje 1 que le quiere y la escena terminará con el abrazo de dichos personajes.

Todos los espectadores soltarán un suspiro y pensarán en lo bonito que es el amor.

Vale.

Bien.

Pero resulta que esto no es una de esas estúpidas películas americanas y nosotros no somos Personaje 1 o 2.

Así que saliéndome del guión establecido me quedo con una mano en el pomo de la puerta y con la boca abierta.

Si.

Con esa expresión de idiota que se me queda cuando me sorprenden así.

Y por si todo esto fuera poco la que aparece de pronto en la cocina es mi madre.

-Bueno chicos, yo me voy que tengo que trabajar.- dice mi madre sin nisiquiera mirarme.

-Eee...- no sé muy bien qué decir- Vale mamá.

-Ten un buen día cariño.- me dice mi madre dándome un beso y yéndose de la cocina.

No tardo en escuchar cerrarse la puerta de la entrada.

Mi madre se ha ido...

Y yo sigo esperando a que alguien me diga dónde está la cámara oculta.

Vuelvo a mirarle a David, el cual me mira divertido.

-Esto...- empiezo.

Pero no consigo seguir con la frase porque David se empieza a reír con ganas.

-Tendrías...que verte la cara...- me dice David entre carcajadas.

-Pero tú... Mi madre...

Lo sé.

Soy así de locuaz cuando me sorprende algo.

David me sonríe y me mira directamente a los ojos.

Se acerca lentamente a mí.

Cuando lo tengo frente a mí, con sus ojos a pocos centímetros de los míos me doy cuenta de que sigo con una mano fuertemente aferrada al pomo de la puerta.

-Oye, no entiendo...- empiezo a decirle.

Por segunda vez esta mañana no consigo terminar una frase.

David se inclina sobre mí y suavemente me besa en los labios.

El gesto me pilla de sorpresa, pero no tardo mucho en recuperarme del asombro.

Suelto por fin el pomo de la puerta y le rodeo el cuello con mis brazos.

Él me rodea la cintura con los suyos.

De pronto me encuentro totalmente volcado en el beso que nos estamos dando.

Bebiendo de él como si de la fuente de la vida se tratase.

Sus labios acarician los míos con suavidad y su lengua juega suavemente con la mía.

Y es entonces cuando me doy cuenta de que lo ha vuelto a hacer.

Da igual que ayer me respondiera otro a su móvil, da igual que puede que me haya engañado...

Da igual.

Porque con un simple beso es capaz de romper cualquier muralla o barrera que se interponga entre nosotros.

Si.

Tenéis razón.

Soy débil.

Caigo fácil.

Pero no es culpa mía...

Había que darle un buen final a esta escena de película.

Finalmente nuestros labios se separan y nos quedamos abrazados con las frentes la una sobre la otra.

-Sorpresa.-me susurra David.

-Me encantan las sorpresas...- le susurro.

Él me guiña un ojo y nos separamos.

-Vamos a desayunar que esto se enfría.- me dice sonriente.

-Pero... ¿Todo esto?- le pregunto mientras nos sentamos para desayunar.

-Lo he preparado yo.

-No te creo...- le digo con la boca abierta.

-Bueno vale... - me dice riéndose- puede que tu madre me haya ayudado un poco...

-¡¿Que mi madre qué?!- me sorprendo.

-Bueno, no te pongas así, que la idea ha sido mía.- me dice guiñándome un ojo.

-Ya sabes que no lo decía en ese sentido.- le digo riéndome.

-Ya, pero me encanta verte sonreír.- me responde.

Le miro a los ojos y me pierdo en ellos.

Verdes, me miran con una ternura increíble.

Yo me sonrojo ligeramente y empiezo a desayunar sonriente.

Desayunamos los dos en abundancia y sólo cuando estamos a reventar paramos.

-Este ha sido sin duda el mejor desayuno de mi vida.- le digo a David levantándome.

-Pues no te acostumbres que me ha costado mucho tiempo prepararlo todo.- me dice burlón.

-¿Se puede saber qué le has dicho a mi madre para que te deje entrar en casa y montar todo esto?

-Ese es un secreto que me llevaré a la tumba...- me dice guiñándome un ojo.

Le sonrío y aprovecho que sigue sentado en su silla para sentarme en sus piernas.

Acto seguido me recuesto sobre su pecho y cierro los ojos.

Cuando David me rodea con sus brazos siento que si el paraíso existe, no debe de ser muy diferente a esto.

-Vale, ahora explícame por qué has hecho esto.- le digo sin abrir los ojos.

-¿Necesita un porqué?- me susurra David al oído.

Siento que me derrito, pero me mantengo firme.

-Pues claro que sí. ¿Qué celebramos?- le pregunto.

-En ese caso...- me dice David girándome delicadamente la cara con una mano.

Es en ese momento cuando sus labios se juntan con los míos.

Nos volvemos a besar.

El beso dura lo que a mí me parece una eternidad.

Y si nos separamos es porque necesitamos respirar.

-En ese caso... Celebramos que te quiero.- me susurra David al oído.

Después de eso me muerde de manera suave y juguetona el lóbulo de la oreja.

Yo me estremezco en sus brazos de placer.

-Para... Que vamos a llegar tarde.

-Tú y tus prisas... Voy a empezar a pensar que no te gusta estar conmigo.

Me pongo de pie y lo miro.

Él me mira sonriente.

Sonrío.

-Si fuese así ya te habría echado de mi cocina hace rato.

David se levanta y se acerca a mí.

-¿Así que eres capaz de echarme e?- me pregunta divertido mientras me roba un beso.

-¿Quieres comprobarlo?- le provoco sonriente.

-Uy que miedo tengo...- me susurra sonriente mientras me rodea con sus brazos.

-Deberías tenerlo...- le respondo para después besarle con fuerza.

En esas estamos cuando noto que algo me vibra en el bolsillo.

-Vaya, pues si que te alegras de verme...- me susurra divertido David.

-Idiota...- le respondo riéndome.

Saco el móvil del bolsillo y veo que me ha llegado un whatsapp.

Cuando lo abro David me vuelve a besar.

Sin muchas ganas lo aparto de mí.

-Oye que así no puedo leerlo.

-Déjalo para luego.- me susurra él.

Abro el whatsapp y veo que es de Diego.

En ese momento David empieza a besarme el cuello.

Sus labios depositan suaves besos sobre mi piel.

Eso hace que me estremezca.

-Para...- le pido no muy convencido de ello.

-¿Y qué si no paro?- me responde David.

Dicho eso comienza a subir por mi cuello hasta llegar a mi lóbulo derecho.

-Ay, para ya...- le pido ya con la respiración agitada.

-Si claro...-me responde divertido.

Yo me doy la vuelta y le doy la espalda.

Él no para y me rodea la cintura con sus brazos.

Bueno, por lo menos así puedo leer el mensaje.

"Para eso estamos, cualquier cosa que necesites ya sabes dónde estoy."

Al leer esto empiezo a sonreír como un idiota.

Sin duda se hace querer el chico.

A todo esto noto que David ha apoyado la barbilla en mi hombro y aprovechando que es más alto está mirando también el mensaje.

-¡Cotilla!- le recrimino.

-Asi que Diego... ¿Quién es?- me pregunta curioso.

-El tío perfecto que tengo de compañero de pupitre.- le digo intentando picarle.

Aunque de hecho, cuando le digo esto me doy cuenta de que es realmente lo que pienso.

-¿Perfecto? Ya será para menos...- me dice David mientras se pega aún más a mi espalda.- ¿Debería estar celoso?- se ríe.

-Celoso...- le respondo y estas palabras me salen en un tono bastante amargo.

Y es entonces cuando pasa.

De pronto dejamos la estúpida escena americana para volver de golpe a la realidad.

A mi mente llegan de golpe las palabras de ese chico que me respondió.

Los sueños de esta noche.

Y no solo eso.

Me acuerdo de Alex borracho.

De Alex llorando en el salón de mi casa.

Y me doy cuenta de todos los problemas que tengo...

Casi puedo escuchar una voz en mi cabeza que dice:

"¡Bienvenido Héctor a la realidad!"

Supongo que David se da ha dado cuenta de que algo va mal porque me abraza más fuerte.

-¿Todo bien?- me susurra con delicadeza.

-Yo... David, tenemos que hablar.

David me suelta y se pone delante de mí.

Me mira serio y un poco triste a los ojos.

-Vale, pero hablamos por el camino que ya vamos tarde.

Asiento con la cabeza y tras recoger en silencio un poco la cocina salimos de mi casa.

Ya en la calle y con el aire fresco de la mañana me siento más despejado.

-Oye David... Ayer al salir del colegio...

-Héctor,- me corta David- si te molestó que me fuera, lo siento. Ya sabes que los miércoles no puedo llegar tarde a la piscina.

-¿A la piscina?- me pregunto en voz baja.

David me mira extrañado.

-Claro, ya sabes que tengo entrenamiento... ¿Héctor te pasa algo?

Si, sé perfectamente que los lunes, miércoles y algunos viernes David tiene entrenamiento de waterpolo (lo sé, suena genial lo de decir que tengo un novio que hace waterpolo... El problema es que no tengo a quién decírselo...) lo que no sé es cómo se me ha podido olvidar.

Entonces...

Puede que todo haya sido un malentendido...

-Héctor, ¿estás bien?-me insiste David que me mira preocupado.

Me doy cuenta de que me he quedado mirando al suelo mientras andamos sumido en mis pensamientos.

-Esto... Si,- le respondo- bueno verás, es que ayer te llamé...

-Pues estaría entrenando...

-Ya, sería eso...

¿Entonces?

¿Quién era el de ayer?

-Es que me respondió alguien a tu móvil...

David pone en ese momento una expresión bastante rara...

Pero la pone durante tan poco tiempo que me digo a mí mismo que me lo habré imaginado.

Su cara de sorpresa lo dice todo.

-¿En serio?- me dice todavía con cara de no creérselo.

-Si...

-Pues no me lo han robado ni nada...

-La próxima vez ten más cuidado.- le digo zanjando el tema.

Esto ha sido raro.

Por un lado estoy más tranquilo porque ahora sé que David no me ha engañado...

Pero...

Sigue habiendo algo raro en el asunto.

David está más serio de lo normal...

Sacudo la cabeza.

No.

Definitivamente se acabó lo de rallarme por este tema.

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Los días pasan con normalidad.

Bueno...

"Normalidad"

Me refiero a normalidad cuando hablo de David estando más raro de lo normal y cada día más serio, Diego intentando hablar conmigo sobre Alex cada dos por tres y conmigo temblando cada vez que veo a alguien rubio por los pasillos del colegio hasta que me doy cuenta de que no, no es Alex.

Y así, en esa "normalidad" los días pasan y poco a poco llega octubre.

El curso cada vez se va poniendo más complicado y la primera tanda de exámenes está a la vuelta de la esquina. El agobio se nota en el ambiente.

Yo no puedo evitar excusar así el cada vez peor humor de David.

Por mucho que me duela admitirlo, mi novio cada vez está más serio y un poco irascible.

Nunca antes nos habíamos peleado por nada y en los últimos días nos hemos peleado más de una vez por las razones más absurdas.

Por otra parte las cosas con Diego siguen tan bien como siempre. Ya por fin comprendió que no quiero hablar de Alex y ya no insiste sobre ese tema. Yo sinceramente agradezco tenerle de compañero, su inacabable buen humor y su apoyo se me están haciendo indispensables en contrapeso con el humor de David.

Y Alex...

Bueno, para ser sinceros no le veo demasiado. Y si le veo es de lejos en los pasillos del colegio. Desde nuestro último y catastrófico encuentro él ni me mira y yo no me acerco a él.

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Es viernes y ha sido uno de los días más largos de mi vida.

¿La razón?

Por un lado el hecho de que he tenido un par de exámenes, los cuales creo que si apruebo sería un milagro.

Y bueno...

Por otro lado está el hecho de que Diego hoy no ha venido a clase y sin él a mi lado éstas se hacen eternas.

Por fin escucho el timbre que anuncia el fin de las clases.

Sin demasiada prisa me estiro todavía sentado en mi silla y empiezo a recoger los libros.

Según voy metiendo libros en mi mochila me voy dando cuenta de la cantidad de trabajo que tengo para el fin de semana...

Suspiro.

Menuda mierda.

Me levanto de la silla, me echo la mochila al hombro y salgo de clase.

Miro hacia la clase de David y veo que no queda nadie.

Para ser sinceros tampoco tenía la esperanza de que me estuviese esperando en el pasillo.

Ayer tuvimos una discusión por el simple hecho de que le dije este fin de semana no podría verle demasiado tanto por deberes como porque es el cumpleaños de mi tío.

Según él ya no tengo tanto tiempo para él como antes...

¿No es exagerar todo un poco?

Joder, que nos vemos todos los días en el colegio.

Las cosas están cambiando mucho.

Por mucho que me duela admitirlo David está teniendo una temporada...

Difícil.

¿Dónde está ese chico de ojos verdes que me tenía hechizado?

¿Por qué ahora en su lugar solo queda un chico serio e irascible?

No me entendáis mal...

Le quiero.

Le quiero mucho...

Pero...

Está siendo complicado.

Yo intento entenderle, ya he intentado hablar con él unas cuantas veces...

Pero nada.

No le pasa nada... Según él.

Yo sé que algo sí que le pasa.

Por mucho que no quiera contármelo yo voy a estar ahí con él.

Espero que se le pase pronto...

En esas estoy cuando alguien viene por el pasillo corriendo y se para delante de mi.

-¡Héctor!- me grita un chico bajito.

Es de clase de David...

Y la verdad es que no me acuerdo de su nombre.

-¿Qué pasa?- le pregunto sorprendido.

-Tienes que venir...- me dice jadeante por la carrera que se ha pegado para venir a donde mí.

-¿Qué ha pasado...?- empiezo a preguntar.

Pero por desgracia me imagino la respuesta.

-Es David.- me responde el chico.

No necesita decírme nada más.

Bajo corriendo las escaleras y me encamino hacia la salida del colegio.

Me lo veía venir...

David en su vida se ha metido en ningún lío...

O eso me ha dicho.

Con su actitud de estos últimos días no sé por qué, pero me esperaba que algo le iba a pasar.

Salgo a todo correr del colegio y ahí mismo.

En la misma entrada del colegio está David.

Está rodeado de un círculo de alumnos.

En la mitad de ese círculo están él...

Y otro chico.

Por un momento me ha parecido que era Alex...

Por suerte no es él.

Un chico rubio.

Al cual no conozco.

Pero por las caras que tienen tanto él como David...

No puede ser nada bueno.

Rápidamente me acerco al círculo y cuando doy un paso...

Veo que David se empieza a mover.

-¡No!- grito.

Pero nadie me escucha.

David se abalanza sobre el chico que tiene delante.

El otro lo está esperando con los puños en alto.

David le propina un puñetazo en la mandíbula al rubio.

Este se tambalea, pero se repone rápidamente y con un rápido movimiento le pega a David en el estómago.

Veo cómo mi novio grita dolorido.

-¡David para!- grito desesperado.

Por fin llego al circulo e intento apartar a la gente a empujones para poder llegar a donde David.

El chico rubio aprovecha que David sigue dolorido para lanzarse encima suyo.

Debido a su fuerza los dos caen al suelo y ruedan por el dándose puñetazos el uno al otro.

Por fin consigo hacerme un hueco entre la gente y estoy a punto de lanzarme a separar a David del chico rubio cuando alguien se me adelanta.

Un chico alto y rubio se mete entre los dos chicos que se revuelcan por el suelo y consigue sujetar a David por los brazos y levantarlo del suelo.

Yo me he quedado clavado en el suelo al ver quién acaba de parar la pelea.

-Alex...- susurro para mí mismo.

De pronto noto cómo todos me miran.

No me he dado cuenta, pero dado a mi esfuerzo por llegar a dónde David he conseguido entrar en el círculo.

No solo eso, sino que estoy casi en la mitad de este.

Y ahora todos me miran.

Enfrente de mí está Alex el cual sigue sujetando a David de los hombros.

De espaldas a mí está el chico rubio que hasta hace un momento le estaba dando de lo lindo a mi novio.

Siento unas repentinas ganas de abalanzarme sobre el chico rubio y hacerle pagar por lo que le ha hecho a David...

Pero respiro hondo y me contengo.

De pronto ocurre algo extraño.

El chico rubio se gira hacia mí y me mira fijamente.

Por fin le veo la cara.

Debo admitir que es bastante guapo...

Si no fuera claro por esa sonrisa de loco que se le ha formado en cuanto me ha visto.

De hecho no me suena haberle visto nunca por el colegio.

Veo cómo mueve sus labios mirándome.

Un escalofrío me recorre la espalda.

Tengo la absoluta certeza de que lo que acaba de susurrar el chico rubio es:

"Héctor"

¿Cómo demonios sabe mi nombre?

Lo siguiente ocurre muy deprisa.

David que ha visto cómo el chico rubio me miraba se ha conseguido soltar de Alex y se ha lanzado encima del rubio otra vez.

-¡No!- grita David cuando arremete por segunda vez contra el chico.

El rubio no se sorprende y se prepara para la acometida de David.

Alex también se mueve casi al instante y va detrás de David para frenarlo.

El chico rubio le lanza un puñetazo a la cara a David, pero este que ya se lo esperaba consigue esquivarlo moviéndose hacia la izquierda.

El que no consigue esquivarlo es Alex que justo ha conseguido agarrarle a David.

El puñetazo del rubio con cara de loco impacta en la mandíbula de Alex.

-¡¡Alex!!- se escucha un grito.

Tras esto se hace un silencio sepulcral en el que David me mira con los ojos abiertos y Alex me mira de reojo.

En ese momento me doy cuenta de que el que ha gritado el nombre de Alex he sido yo.

Alex aparta su mirada de mí y le mira al rubio.

-Vete.- le dice Alex al rubio en tono amenazante.

Este último da un paso atrás y sale corriendo pasando por mi lado.

De hecho me roza ligeramente cuando pasa.

Espero habérmelo imaginado... Pero creo que el chico rubio me ha guiñado un ojo cuando ha pasado a mi lado.

Sacudo la cabeza.

No.

Me lo habré imaginado...

Y es entonces cuando todos los que estaban alrededor nuestro empiezan a marcharse.

Para cuando me doy cuenta Alex, David y yo nos hemos quedado solos.

David me sigue observando con una expresión que denota seriedad y...

¿Decepción?

De pronto David se da la vuelta y sin decir nada se marcha.

-David espera...- digo y voy detrás suyo.

Paso al lado de Alex.

Intento no mirarle.

Ahora no.

David se da la vuelta y me mira serio.

-Oye...- empiezo, pero la verdad es que no sé muy bien qué decirle.

David por toda respuesta clava sus ojos verdes en un punto detrás de mí.

Yo me giro ya sabiendo lo que me voy a encontrar ahí.

Los ojos azules de Alex nos obervan serios.

David no añade nada más y me da la espalda para irse.

Quiero salir corriendo detrás suyo.

Realmente es lo que quiero...

Pero por alguna razón mis pies no quieren moverse de donde están.

Creo que ya sé cual es esa "razón".

Puedo sentir los ojos azules de Alex clavados en mi nuca.

Lentamente me giro y encaro ese par de faros azules que me miran serios.

Yo abro la boca...

Pero no me sale nada de esta.

Me he quedado bloqueado.

Alex me sigue mirando, pero esta vez algo ha cambiado.

Ya no me mira serio, esta vez sus ojos brillan ligeramente.

Ahora es él el que abre la boca para decirme algo.

Pero con mi mismo resultado.

Alex sacude la cabeza y lentamente se gira para darme la espalda.

Se va en dirección opuesta de la que ha tomado antes David.

Solo el destino sabe por qué, pero mis piernas sí que reaccionan esta vez...

Y es así cómo salgo tras Alex preguntándome qué demonios estoy haciendo.

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Gracias otra vez por leerme.

Espero no haceros esperar tanto para el siguiente.

Nada más por mi parte.

Hasta la próxima!

Thot