Want U Back (1: Soledad)

Por fin toco algo entre las sábanas, sonrío triunfal hasta que me doy cuenta de que eso es demasiado blando como para ser lo que busco... ¡¿Pero que cojones...?! Estoy tocando una mano... Una mano en mi cama... Una mano que creo que no es la mía... Bueno, hasta donde yo sé tengo solo dos...

Dejadme por favor robaros un momento de vuestro tiempo.

Soy nuevo por aqui, gracias a un conocido acabo de descubrir esta página. No he tenido mucho tiempo para leer muchos relatos de por aquí, pero se ve que hay un nivel muy alto.

No pretendo dármelas de entendido en esto de escribir, ya que soy joven y acabo de empezar a ello.

Espero que os guste este pequeño proyecto que me he propuesto llevar a cabo.

Muchísimas gracias.

¡¡¡PPPIIIIIIPPPPIIIIIIPPPPIIIIIIIPPPIIIII!!!

Un pitido horrible me taladra la cabeza. El maldito sonido se mete por mis oídos y tengo la sensación de que me están centrifugando el cerebro... Mierda, ¿por qué no para el sonido? Los parpados me pesan mucho, casi no soy capaz ni de abrirlos... Joder, ¿que hora será?... mejor dicho, ¿que día es hoy? Me siento idiota, no soy capaz de pensar con claridad. De pronto mi cabeza parece que se ha activado, casi soy capaz de escuchar el 'click' de mi cabeza cuando pasa de off a on .

Finalmente reacciono...

¡MIERDA!

Lo que suena es mi móvil, sin todavía incorporarme de la cama en la que estoy tumbado y empiezo a revolver las sábanas buscando desesperado mi teléfono. ¿Dónde lo habría podido dejar?

Por fin toco algo entre las sábanas, sonrío triunfal hasta que me doy cuenta de que eso es demasiado blando como para ser lo que busco... ¡¿Pero que cojones...?! Estoy tocando una mano... Una mano en mi cama... Una mano que creo que no es  la mía... Bueno, hasta donde yo sé tengo solo dos...

-¡Joder!- Grito incorporándome rápidamente de la cama.

Mala idea... La cabeza me da vueltas y pierdo la visión momentáneamente. Cuando por fin consigo levantarme a duras penas de la cama miro a mi alrededor...

Los recuerdos y la verdad me golpean como una maza, vuelvo a apoyarme en la cama para no caerme de la impresión. La visión que tengo ante mí sería bastante cómica... en otras circunstancias.

Un salón amplio está lleno de gente, todo sería normal si no fuera porque toda esa gente está por los suelos dormida. Chicos y chicas están todos tirados en el salón durmiendo cada uno en una postura diferente. Encima de la mesa, otros debajo, en el sofá, en los sillones, la mayoría están simplemente en el suelo.

Paseo la mirada por lo que creo recordar que hasta hace poco era el salón de mi casa... Dios... ¿Qué he hecho?

El sofá está volcado y tiene varias manchas de algún liquido indefinido, las lámparas que antes colgaban del techo ahora están repartidas por el suelo del salón. La televisión de plasma que no tenía ni un mes ahora está volcada y tiene un bonito agujero en la mitad de la pantalla. Todo sin contar con que el suelo está lleno de botellas de alcohol, latas y vasos... Todavía no he llegado a lo mejor, ¿por qué demonios está mi cama en la mitad del salón? ¿Cómo ha llegado hasta ahí?...Y aún más importante... ¡¿Por qué estaba yo en la cama con un tío?!

¡¡¡PPPIIIIIIPPPPIIIIIIPPPPIIIIIIIPPPIIIII!!!

Mi movil otra vez... ¿Dónde estará? No me acuerdo de mucho de la anterior noche... El sonido viene de la cocina. Corro hasta allí, cuando entro prefiero no fijarme en el desastre que hay ahí montado. Veo mi móvil tirado en el suelo. Lo cojo y miro la pantalla. Es mi madre la que me llama... No se si cogerle la llamada... Mi madre cuelga y me fijo en que... ¡16 llamadas perdidas!

Un momento, ¿que día es? No puede ser que...

Mi movil vuelve a sonar, otra vez mi madre... Le cojo.

-Hola mamá- le digo intentando parecer tranquilo.

-¡Héctor! - me grita mi madre desde el otro lado del teléfono... - ¡Te llevo llamando toda la mañana! ¡¿Por qué no cogías el móvil?! - mi madre está histérica, mal asunto.

-Es que me acabo de despertar... - Bueno, por lo menos no le estoy mintiendo.

-¡¿Que qué?! - me aparto el móvil de la oreja, si sigue gritandome así va a conseguir que se me reviente un tímpano. - ¡¿Pero tú sabes qué hora es?!

La verdad es que no tengo ni idea ni de en que día vivo, pero como no le voy a decir eso a mi madre...

-Sí mamá lo siento mucho, pero es que... - Piensa Héctor... ¡Piensa! - no he pasado buena noche y al final me he quedado dormido después de desayunar...

Por favor que haya colado...

Mi madre resopla al otro lado...

-Más te vale estar enfermo... Como se te haya ocurrido hacer algo...

-Claro que no mamá, ya sabes que soy muy responsable...

Creo que me tengo revisar el cocepto de "ser responsable"... No creo que lo haya terminado de entender.

Y para recalcar lo que le acabo de decir a mi madre nada mejor que aparezca un chico al que no conozco de nada en calzoncillos en mi cocina y me suelte:

-Oye tio creo que alguien ha vomitado en la cama de tus padres...

No se si echarme a llorar o a reír...Todo es demasiado surrealista.

-De hecho...- continúa el chico desconocido- no estoy seguro si he sido yo...

-¿Es una broma no?...- cojo aire y le miro mejor al chico que tengo delante.

La verdad es que no está nada mal, bueno vale, está muy bueno y así en calzoncillos se me hace difícil enfadarme con él...

¡Joder Héctor centrate!

-Que fiestón tio!

Dicho esto el chico sale de la cocina dejándome todavía demasiado conmocionado como para creérmelo... ¡¿Que habia hecho el QUÉ?!

-¡Héctor!

Mierda, es mi madre chillándome por el móvil otra vez... Se me había olvidado que todavía no ha colgado.

-¿Estás con alguien? - me pregunta mi madre cogiendo mucho aire. - ¿No estabas enfermo?

-Estoy solo mamá, es que... tengo la tele puesta.

-Ya veremos hijo... Alberto y yo estamos en camino, llegaremos a casa en una media hora mas o menos.

Espera... ¡¿QUÉ?!

-Pero... ¿No llegabais mañana?

Intento controlar mi voz para que no se me note que estoy realmente aterrado... ¿En media hora? ¿Y que hago yo para arreglar este desastre en tan poco tiempo? Soy hombre muerto...

-Al final hemos decidido volver antes... ¿No te alegras?

-Esto...

Que ocurrencias mamá... ¿Alegrarme?... ¡¿Alegrarme?!

-¿No estabas enfermo?- me pregunta mi madre.

-Aaa... Claro, si si... Me... Me alegro mucho si.

-Te veo ahora hijo. - me responde mi madre y cuelga.

-Hasta ahora mamá... - le respondo a nadie en particular ya que mi madre ya ha colgado.

Vale, tengo media hora para desalojar y limpiar la casa... O también puedo ir haciendo la maleta porque seguro que como poco me echan de casa...

A ver, pensemos con claridad... Mi madre y Alberto están al llegar... ¿Pero por qué tendría que venir con él?

¡Justo él!

Me tengo que centrar, pero con este dolor de cabeza es bastante complicado centrarse.

Salgo de la cocina y entro otra vez en el salón... Me fijo por fin en el chico con el que me he despertado en la misma cama...

No puede ser...

Estoy mirando a la última persona del mundo a la que me gustaría ver ahí...

No puede ser que él y yo... ¿Y si anoche nosotros...? ¿Podría haber pasado...?

Tengo la sensación de que me voy a marear de un momento a otro, tengo ganas de llorar... ¿Por qué me pasan estas cosas a mi?

Me estoy planteando seriamente la idea de salir corriendo, correr y huir de todo... Pero sé que es una locura... ¿O a lo mejor no lo es tanto?

Me siento en el suelo entre la mierda que hay en este y miro a mi alrededor... Las lagrimas caen por mi rostro...

¿Cómo he llegado a esto? ¿Cómo lo he podido permitir...?

TRES MESES ANTES

Todavía no me hago a la idea de lo que está a punto de pasar... Es como si alguien me estuviera apretando las entreñas, alguien con muy mala leche por cierto... El calor de Agosto me agobia y hace que esté más cansado de lo que debería.

La gente va a paso rápido por los pasillos, nadie se fija detenidamente en su alrededor. Todos tienen prisa por llegar a su destino, es curioso cómo a veces el no fijarnos en nuestro entorno nos ciega a tantísimos pequeños detalles. Casi nadie se ha fijado en la señora que está sentada en la puerta pidiendo dinero, ni en el niño que llora porque no va a ver a su madre en un tiempo, tampoco habrán visto a una señora que al llegar se ha sentado en un asiento con la mirada perdida en el suelo, ¿puede ser que nadie la estuviera esperando?

Y ahí en la mitad de tal caos me encuentro yo, seguramente nadie se habrá fijado en mi... A nadie le importa un chico que acompaña a una amiga suya, pero lo que no saben es que ahí en la mitad del aeropuerto tengo la sensación de que mi vida se está resquebrajando sin remedio.

  • No queda nada para que tenga que irme... - me dice Silvia con nerviosismo.

Noto su mirada clavada en mí, pero en este momento no puedo mirarla a la cara... No puede ser que mi mejor amiga, bueno, mejor dicho... Mi única amiga se vaya un año entero a estudiar a Los Angeles.

Todavía recuerdo cuando me lo dijo, al principio me alegré por ella... Pero no pude evitar sentir un vacío en mi tripa. ¿Qué iba a ser de mí sin ella? Siempre hemos sido como uña y carne, desde pequeños ella ha sido la persona más importante en mi vida. Un año entero sin ella... No me podía estar pasando esto.

-Héctor... ¿Estás bien?- me pregunta Silvia con cara de preocupación.

-Si... Lo siento, es que no me hago a la idea de que te vas.

-Yo tampoco...

Creo que es de las primeras veces en mi vida que Silvia es capaz de estar tan callada. Desearía que no tuviera que pasar por este momento, las despedidas nunca se me han dado bien. Veo que Silvia se frota mucho las manos, la conozco y sé que eso significa que quiere decir algo pero que no está segura de si debería decirlo.

-Dimelo anda...- le animo.

Ella lejos de sorprenderse me sonríe, parece mentira lo bien que nos conocemos.

-Tienes que prometerme algo...

-Claro, lo que quieras- le respondo.

-Prométeme que vas a estar bien sin mí.

Le miro fijamente a los ojos durante un instante y luego aparto la mirada. Las dos últimas palabras que me ha dicho se me clavan como estacas.

-Eso voy a intentar...

-Hector, hablo en serio, me lo tienes que prometer.

Silvia me coge de las manos y me mira a los ojos. La miro y suspiro...

-Está bien, te lo prometo.

Veo que me intenta sonreír. Sé que no estaría tan preocupada por mi si no fuera por "el asuntillo sin importancia" como lo suele llamar ella.

Voy a decirle que no se preocupe por nada otra vez cuando una molesta voz nos interrumpe por megafonía.

"Aviso a los señores pasajeros del vuelo con destino a Los Angeles, por favor, embarquen por la puerta..."

-Ese es el mio... - me dice Silvia ahora sí con verdadero pánico en los ojos.

Intento decirle algo pero no me sale la voz por la garganta, tengo un nudo que amenaza con impedirme incluso respirar. Ella parece que está en la misma situación asi que no decimos nada, ella extiende sus brazos hacia mi y me envuelve con ellos.

Me aferro con fuerza a mi mejor amiga, para mi es como un salvavidas en la mitad de una tormenta. Por ello no la suelto, la abrazo con más fuerza aún, como si mi vida dependiera de su contacto con mi cuerpo. El cuerpo de Silvia se convulsiona entre mis brazos y finalmente se echa a llorar. No me importa que me esté empapando el hombro ya que yo no iba a ser menos y también empiezo a llorar.

Pasamos así un rato hasta que la voz de la azafata nos vuelve a interrumpir, Silvia se separa de mi pero mantiene sus manos aferradas a las mías.

-Te quiero mucho Héctor.

-Yo sí que te quiero... No sabes cuanto...

Y con este último adiós Silvia me aprieta las manos y finalmente me las suelta. Sin decir más palabras se da la vuelta y entra a dónde yo no la puedo seguir. Me dan ganas de gritar su nombre, de correr detrás de ella para poder abrazarla otra vez, sentirla conmigo una última vez más... Pero ahora mismo me encuentro sin fuerzas, me tiemblan ligeramente las piernas y las lagrimas siguen corriendo por mis mejillas.

Doy media vuelta y salgo del aeropuerto con la gran duda de qué será de mi .

Al salir del aeropuerto sigo con los ojos húmedos y rojos de llorar. Me da un poco de palo que la gente me vea así, por ello me dirijo a paso ligero hacia la parada de buses. Cuando llego miro el horario, tengo suerte, en solo cinco minutos pasa el siguiente. Me siento a esperar y pienso en Silvia, ¿estará ya montada en el avión? Seguramente no, es pronto todavía.

Pasan los cinco minutos y el bus llega puntual. No estamos muchos en la parada, por lo que tengo muchos asientos libres. Decido sentarme al final del bus en una esquina, me gusta pasar desapercibido. Los demás se sientan en sus sitios, casi todos son personas mayores o madres con hijos.

La verdad es que mi madre me podría haber hecho el favor de traerme hasta aquí, ya que los padres de Silvia están ya en Los Angeles esperándola. Pero no, como viene siendo habitual en estos últimos meses mi madre pasa de mi ampliamente. Suspiro y me recuesto en mi asiento. Los párpados se me cierran. Es temprano y no he dormido mucho, a lo mejor consigo dormirme un ratito...

Unos gritos me sobresaltan. Una chica está gritándole al conductor de muy mala manera. No entiendo ni una palabra de lo que dice, ya que tiene una voz chillona y de pito. Muy desagradable por cierto.

De pronto un chico entra en el bus y se coloca al lado de la histérica que sigue gritando. El chico le pone una mano en el hombro y la arrastra por el pasillo del autobus con cara de pocos amigos.

Siento como si se me helasen las venas... Acabo de fijarme en el chico y le conozco. ¿Cómo no le voy a conocer? Es el mismísimo Alejandro Hernández.

Alejandro... "Alex" para los amigos, entre los cuales obviamente no me encuentro. Alex es demasiado "guay" y popular como para ni siquiera fijarse en una persona tan poco importante como yo.

Todo el mundo sabe todo sobre él... O eso se creen. No puedo evitar sonreir amargamente siempre que pienso en ello. Lo que no todo el mundo sabe es que detrás de esos ojos azules, pelo rubio y cuerpo de modelo se esconde el chico que una vez fue mi mejor amigo.

De pequeños éramos inseparables y creo que soy el único que conozco todos sus secretos o miedos... Todo era perfecto hasta ese fatídico día en el que todo se fue a la mierda hace ya cinco años... Incluida mi vida. Ya que... él era mi vida.

O por lo menos una parte muy importante de ella.

No quiero sonar demasiado cursi, pero entededme, para un niño la pérdida de su mejor amigo, de su confidente, de su único compañero de aventuras... Si no llega a ser por la llegada de Silvia a la ciudad no creo que hubiera podido superarlo. De hecho... ¿Lo he superado ya?

En este momento no tengo mucho tiempo para pensar en ello ya que Alex viene directo hacia mi... Bueno, o por lo menos hacia el final del bus. Miro por la ventana para que parezca que no le he visto... Cosa que sería imposible a no ser de que fuera ciego o sordo... Bueno o las dos cosas, ya que Alex arrastra a una histérica que no para de gritar y por otro lado... Bueno, es Alex. A ver quién es el listo que no se para para mirarle.

Alex parece que no me ha visto al principio pero veo que me mira por primera vez. Al principio parece un poco desconcertado, pero luego me deleita con una de sus maravillosas sonrisas.

Vale, ahora el que está desconcertado soy yo.

Normalmente Alex cuando se digna a bajar de la nube de popularidad en la que vive y repara en que yo existo lo único que hace es mirar hacia otro lado.

Pero la cosa no acaba ahí, creo que la cara que tengo es todo un poema porque Alex viene en mi dirección y no solo eso. Se acaba de sentar a mi lado.

Asi que ahí estoy yo, sentado en un bus con una chica la cual presenta sintomas de histerismo que rallan la locura y con Alex el cual ahora me extiende una mano para estrechar la mía.

Se que es de mala educación no devolverle el saludo a la gente, pero en este momento estoy tan pasmado que no puedo ni moverme. Supongo que Alex se da cuenta de mi estado, asi que por no quedarse con la mano extendida como un idiota me da un par palmaditas en el hombro.

-¿Que tal Héctor?

Si señor, ahí está el que una vez fue mi mejor amigo saludándome como si todo fuera como hace unos años y no se hubiera olvidado de mi existencia durante los últimos años.

Reconozco que la loca que lleva Alex como acompañante me resulta insoportable, pero con un sonoro hipido que suelta me saca de mi estupefacción.

-Puees... Aqui...

¡GRANDIOSO!

Muy bien Héctor, creo que esta contestación es de las mejores de la historia. Gracias a la inteligencia que acabo de demostrar me darán un premio o algo.

-Ya...- Alex parece que no sabe muy bien que decirme. -¿Y que hacías en el aeropuerto?

-Yo... En... A si, en el aeropuerto... Pues veras...- Vale, me sudan las manos y estoy nerviosísimo. ¿Se puede saber qué me pasa? Le miro a los ojos, en esos ojos azules encuentro interés en mis palabras e incluso un poco de calor. Cojo aire profundamente y me relajo un poco. - Le estaba acompañando a Silvia para despedirme.

-¿A Silvia?- Su interés ha aumentado, Silvia no es de las que pasan desapercibidas aunque lo intente.- ¿No es un poco tarde para irse de vacaciones?

-Si, pero es que... Se va y... no vuelve. -Al decir esto noto que mis ojos peligran con inundarse otra vez, parpadeo varias veces. No quiero llorar delante de Alex.

-Vaya...-Alex parece impresionado.

-A ver, no es que no vaya a volver nunca. Solo va a pasar este curso fuera.

-Que bien... -Alex sonríe, pero de pronto se pone serio y me aparta la mirada por primera vez.- Entonces si ella... Tu... Bueno, ya sabes, vosotros sois muy buenos amigos...¿Estás bien?

Abro mucho los ojos. Alex se está mordiendo el labio inferior, está nervioso. Es una manía que tiene desde que éramos pequeños. No me mira y tampoco ha dicho mucho, pero no necesita decirme más. Le he entendido. No se si me fastidia que se haya dado cuenta que sin Silvia yo estoy solo o me impresiona que... Bueno, se podría decir que... ¿Se está preocupando por mi?

¿Por qué debería hacerlo ahora? En su momento él me dejó de lado y ha hecho como si no existiera desde entonces. ¿Se siente mal? Tengo la cabeza hecha un lío. Desde que me dejó solo le he intentado odiar, he llorado mucho por él, he intentado olvidarme de esa persona que tanto daño me hizo...

Pero en este momento delante mío con esa expresión de preocupado me recuerda tanto a aquel niño que solía ser mi mejor amigo... ¿Podría quedar algo de ese niño en el chico que tengo delante?

Toso un poco para aclararme la garganta.

-Bueno... ¿Y tú qué hacías en el aeropuerto?- Prefiero cambiar de tema, lo de Silvia está muy reciente.

Alex parece que sale también de sus pensamientos y me mira.

-A pues... - mira hacia la chica que tiene al lado que por fin ha dejado de chillar.- Nada importante.- me dice mientras se vuelve hacia mí.

Al oír eso la chica abre mucho los ojos y me mira con ojos rabiosos, como si yo tuviera la culpa de todo lo malo de este mundo.

-¡Alex!- grita la chica- ¡¿Cómo que nada importante?!

Alex pone los ojos en blanco y mira hacia el suelo.

-¡Que a Molly se la lleven a Francia sí que es muy importante!- me grita a mí la chica casi levantándose de su asiento.

-Esto... ¿Molly?- pregunto yo echándome un poco hacia atrás no sea que a la chica se le ocurra que yo también tengo la culpa de eso.

-¡MI PERRA! - me chilla y acto seguido se echa a llorar otra vez.

Por lo menos se ha callado...

Una perra... En Francia... En un avión... Los gritos... Lloros... Una perra en un avión...

Sacudo la cabeza y decido que la chica es un caso perdido.

-Si bueno...- Alex me mira otra vez y cambia de tema.- ¿Sabes que el otro día pasé por el lago?

-El lago...- respondo sin creérme que me saque ese tema.

Alex parece desconcertado.

-Claro, no me digas que no te acuerdas de la casa que hicimos...

Pues claro que me acuerdo, ¿cómo no me iba a acordar si fueron de los días más felices de mi vida? Mi madre nos llevó un fin de semana a un lago a las afueras de la ciudad y allí nos lo pasamos genial entre otras cosas construyendo una "casita".

-Pues no... - Alex me mira con ojos dolidos, casi parece un poco triste... Algo me estruja las tripas. ¿Fue importante para él también?- de lo único que me acuerdo es de un loco que se le ocurrió hacer una casa en un árbol y casi se abre la cabeza al caerse de él...

Alex me mira y me sonríe. Es más, se empieza a reír. Yo también sonrío.

-Tienes que reconocer que la idea era buena, aunque sí que dolió.- me dice Alex riéndose.

-Estaba claro que ese árbol con las ramas tan finas no iba a aguantar... - le digo sintiéndome cómodo por primera vez desde que he entrado en el bus.

Alex me mira un poco sorprendido.

-Vaya... ¿Todavía te acuerdas de cómo era el árbol?

Miro para otro lado. ¿Qué le iba a decir? ¿Que me acordaba perfectamente? ¿Que todavía sueño a veces con ese fin de semana y me despierto de buen humor? No, no puedo. Me duele bastante su abandono.

-¿Tú no?- le pregunto intentando no sonar demasiado infantil.

-Pues bueno... no mucho... Pero...- me dice Alex mirando hacia otro lado.

-¿Y de la casa?- le corto con cierta brusquedad. No se lo que me pasa, las palabras brotan de mi garganta sin que yo lo desee.

-Un poco...- me empieza responder un poco incómodo.

-¡¿Te acuerdas de algo?!- casi le grito haciendo que la mitad del bus nos mire. Cinco años de sufrimiento se filtran a través de mis palbras.

Alex abre la boca pero no le salen las palabras. Me mira con tristeza.

Parece que me va a contestar algo, pero veo que cierra la boca y se queda en silencio.

Solo sacude negativamente la cabeza.

Agacho la cabeza para que no vea la decepción en mis ojos. ¿Por qué se debería acordar de algo así? Si no fue importante para él no tendría que acordarse de nada. Se olvidó de todo, incluso de nuestra amistad... Ese día...

Ese día en el que tonto de mí no me di cuenta de lo que pasaba. Era demasiado ingenuo y joven como para darme cuenta. Tendrían que pasar algunos años para darme cuenta de que esa persona que me había dado la espalda tenía un lugar especial en mí.

¿Se podía llamar amor?

A esas edades nunca se sabe...

Solo sé que ese día descubrí una parte de mí mismo que no conocía, una parte que no admitiría ante nadie hasta hace poco para que Silvia la nombrara como "el asuntillo sin importancia".

Una fastidiosa voz me hace levantar la cabeza.

-Un momento Alex, nunca me habías contado que habías estado en el lago. - Es la loca, parece que ha seguido nuestra conversación con atención.

-Yo...- Empieza Alex sin saber bien qué decir.

-Es más, ¡la última vez que te dije de ir ahí me dijiste que no te gustaba nada ese sitio! ¡¡Me dijiste que lo odiabas!!- le grita acusadora ella a Alex.

Una daga helada me atraviesa el pecho.

Tonto de mi, por un momento me he creído que el que tenía al lado era el Alex que una vez fue mi amigo. Pero no, ese niño murió hace tiempo.

Siento como si me hundiese en el fango, siento que me falta el aire. ¿A quién quiero engañar? Me he quedado solo y no voy a engañarme más a mí mismo.

Todo el bus nos observa. No se quejarán de aburrirse, tienen espectáculo para rato.

Vuelvo a oír fragmentos de la discusión que están teniendo a mi lado Alex y la chica.

-...no me cuentas las cosas Alex, en una pareja lo primero es la comunicación. Además, ¿quién es y de dónde ha salido este tipo?- pregunta la chica mirándome con furia en los ojos.

-¡Ya vale!- le grita Alex que parece realmente enfadado.

Pero ya nada me importa, no se que hago hablando con esta persona que tanto daño me ha hecho.

Finalmente siento como el autobús ha frenado y las puertas se abren. Sin pensármelo dos veces y sin mirar atrás me levanto y salgo rápido del bus sin hacer caso a la voz del que una vez fue mi amigo llamándome.

El frío de la mañana se me clava como estacas en el cuerpo, me invade por dentro y se instala en mí.

Y por primera vez desde hace ya bastante tiempo, en la mitad de la ciudad, en una atípica fría mañana de agosto siento como la soledad, como una losa, me aplasta y me roba el último aliento de esperanza que me quedaba.

Solo.

Otra vez.

Solo.

Ya han pasado tres días desde que Silvia se fue. Tres días desde el reencuentro con Alex. Tres días de soledad. Tres días de dolor.

He pasado tres días encerrado en mi casa sin salir a la calle. Supongo que podría haberlo hecho, pero... ¿A dónde iba a ir solo?

Son las cuatro de la tarde y estoy en mi cuarto tirado en la cama. Escucho música con mi Ipod y miro al techo, bueno, mejor dicho no mira a nada en particular.

Alargo el brazo y cojo mi móvil. La verdad es que no sé ni para qué lo tengo, tampoco me va a llamar nadie...

Suspiro.

Supongo que esta situación es culpa mía. Tendría que haber salido más y tendría que haber hecho más amigos. Pero desde lo de Alex tengo un miedo atroz a cogerle cariño a la gente... Supongo que tengo miedo de que me vuelvan a hacer tanto daño. Lo de Silvia supongo que fue una excepción.

Una excepción que me ha salvado de estar solo estos últimos años.

Me incorporo de la cama y miro por la ventana. Hoy hace sol y calor. Sería un día perfecto para ir a la playa...

Si tuviera con quién ir.

Escucho que alguien toca la puerta de mi habitación.

-¿Si?- pregunto.

-Héctor, ¿puedo pasar?- es mi madre. Pongo los ojos en blanco y suspiro.

-Si mamá, pasa.- no me apetece hablar con nadie, pero no quiero que se moleste conmigo.

Mi madre entra en la habitación y se sienta en la cama a mi lado. Parece preocupada.

-Oye hijo, sé que es duro que Silvia se haya ido... Pero no te puedes pasar el resto de las vacaciones aquí encerrado.- Mi madre me mira muy seria.

-Si mamá.- le respondo sin ganas.

-Sé que no me vas a hacer caso... ¿Pero por qué no llamas a alguien y sales de casa?- me dice esperanzada mi madre.

-Si claro, como soy tan popular y tengo tantísimos amigos...- No me gusta hablar de este tema con mi madre.

-Bueno hijo, pues sal y conoce a gente.

-Si fuera tan facil...- miro hacia otro lado.

No quiero que mi madre se piense que su hijo es un fracasado, pero no puedo hacer más.

-¿No piensas salir de casa entonces?- me pregunta mi madre alzando las cejas.

Le miro a los ojos y noto algo raro. Está demasiado tranquila, aún así le respondo.

-No.

-Está bien.- Mi madre me sonríe y se levanta de mi cama.

Espera... ¿Está bien? ¡¿Está bien?! ¿Qué clase de madre le responde eso a su hijo? ¿Le da igual que me quede solo? Sin mirarme otra vez mi madre sale por la puerta de mi habitación.

Mi cara debe de ser un poema, no me esperaba esta reacción.

Segundos mas tarde mi madre se asoma otra vez por la puerta de mi habitación y con una sonrisa me dice algo que va a cambiar mis próximos días de manera drástica.

-Por cierto, vete haciendo la maleta, nos vamos.

Y sin más explicaciones cierra la puerta de mi habitación.

¿Nos vamos? ¿Qué quiere decir con eso? ¿A dónde?

Me levanto de la cama y voy detrás de mi madre. La encuentro en la cocina recogiendo algunas cosas.

-¿Cómo que nos vamos?- le pregunto a mi madre.

-Sí, he decidido que necesitamos salir de casa unos días.- me responde sin nisiquiera mirarme.

-Pero... Así tán derepente...- le digo a mi madre todavía sin creérmelo.

-¿Tienes algo mejor que hacer estos días?- me dice mi madre mirándome por fin a los ojos.

Vale ahí me ha pillado, incluso diría que ha sido un poco cruel. Aunque así es mi madre, directa y sin pelos en la lengua. Supongo que mi madre y yo en lo único en lo que nos parecemos es en el físico. He heredado sus ojos azules intensos, su pelo ondulado negro y las pequeñas suaves pecas que cubren mi nariz.

-No.- le respondo.

-Eso creía,- me dice mi madre sonriendo pícaramente- bien, pues quiero que para mañana por la mañana tengas la maleta hecha. Supongo que estaremos fuera una semana más o menos, voy a sacar ahora mismo los billetes de avión.

-¿Mañana?...- no pierde el tiempo mi madre...

Mi madre me sonríe y se larga de la cocina dejándome todavía con la boca abierta.

-¿Pero a dónde nos vamos?- le pregunto a mi madre que ya se ha ido.

Escucho cómo ella se ríe desde el salón de mi casa.

-Eso es sorpresa hijo.- me responde misteriosa.

Espero que os haya gustado, sabed que esto acaba de empezar asi que me reservo cosas mejores para más adelante.

Sea cual sea vuestra opinión os agradecería que me la hicieseis llegar asi que si no es mucho pedir hacédmela saber por los comentarios.

Muchas gracias otra vez.

Thot