Wallapop, ahora con polvo de regalo

Una venta de wallapop terminó convirtiéndose en el polvo de su vida

Aquí me hallaba, en la puerta de mi casa, con un vestido muy mono, esperando al chico de wallapop que iba a venir a comprarme un juego para la switch.

Era sábado y mi estado natural un sábado era pijama, o bragas, según la época del año. Lo normal es que me la sude cómo me vea gente cualquiera, pero esta vez me esforcé demasiado por estar guapa.

Estuve un par de días hablando con este chico en wallapop, iba a venir a mi casa a comprarme un juego, lo retrasamos y de vez en cuando charlábamos. Solo por ese “de vez en cuando” sabía que en pijama no quería recibirlo, posiblemente en bragas sí, o sin ellas, pero no echa un desastre.

Ni siquiera sabía cómo era fisicamente, pero cada palabra que salía de su teclado era entre una caricia en mi juju y un vuelvo en el corazón.

Llamaron al timbre y me puse nerviosa…

“Tranquila, no te pongas nerviosa, solo tienes que darle el juego, él te dará el dinero, igual habláis durante un minuto y ya se acaba el contacto para siempre después de la valoración en wallapop”

Me dije eso a mi misma, me puse la mascarilla y salí a la puerta.

Benditas mascarillas, gracias a ella no pudo ver cómo me mordía el labio al verlo.

Era alto, canoso de ojos verdes, algunos años mayor que yo. En ese momento wallapop debería de tener el slogan “Wallapop, fantasía en la puerta de tu casa en un flipflop”.

Mientras rebuscaba el dinero en el bolsillo me contaba cómo le había costado encontrar mi calle y se disculpaba por traerme tanta moneda. Yo estaba a punto de desmayarme o de arrancarme el labio a pedazos. Mi vista se iba turnando entre esos ojazos y la mano moviéndose por el bolsillo sacando monedas. Como siguiera tardando acabaría metiendo mi mano y buscando otros tesoros perdidos por el pantalón.

Me había dicho por el chat que quería probar antes el juego, por lo que cuando sacó todo el dinero y me lo dio nos pusimos en un banco en el jardin para que lo probara en su consola.

Estabamos demasiado cerca el uno del otro, de nuevo le daba las gracias a la mascarilla, porque allí debajo seguramente habia una barba que me volvería loquisima.

Por estar con la cabeza donde no debía estar se me cayó el dinero al suelo y nos agachamos los dos a la vez, alineándose nuestras miradas. Esta vez pude sentir la electricidad con mayor fuerza, ya daba igual la mascarilla, mis ojos desataban tal deseo que estaba viéndolo reflejado en los suyos.

Bajando la vista hacia sus manos pude notar por el pulso que estaba poniéndose algo nervioso. Hmm lo que daría por esos dedos deslizándose por dentro de mis bragas.

A la mierda la mascarilla, por las 4 veces que hablamos por chat de wallapop sabía que llevaba toda la semana en casa, y yo igual, este calor nos tenía muertos del asco, así que me la quité, por dos motivos:

  1. Me estaba ahogando entre el calor y la tensión sexual
  2. Ese tio no iba a salir de mi casa sin al menos un beso

Entonces él también se la quitó y efectivamente, había barbita.

  • ¿Cuántas veces más te mordiste así el labio llevando la mascarilla? - dijo con una sonrisa pícara, la cual me hizo entrar en bucle.
  • Bueno, ahora antes de que te vayas tengo que usar el cupón que me dieron en wallapop, PASAUNBUENRATO - le dije con una sonrisilla acercándome a él y desabrochándole el primer botón de la camisa. Podía sentir su respiración y eso me excitaba mucho.

Le desabroché un botón tras otro, empezando con las dos manos en su pecho y luego bajando una lentamente hacia el paquete por cada botón que habría.

Estaba segura de que cualquier cosa que le dijera de hacer iba a hacerla, podía ver en sus ojos (y en su pene) lo jodidamente cachondo que estaba. Pero no era ese el papel que quería interpretar, a no ser que él me lo pidiera. Yo quería estar bajo su control, y a él por lo visto ganas no le faltaban, pues en cuanto bajé un poco la guardia me empujó y me llevo hasta la pared.

Allí me tenia, empotrada contra la pared, pasándome los dedos por boca y susurrándome las ganas que tenía de mí desde que llegó a mi casa. Bajó los dedos lentamente desde mi boca hacia los pezones, duros como una roca, poniéndome la piel de gallina por cada milímetro que rozaba.

Acto seguido empezó a chuparme los pezones a la vez que masajeaba y jugaba con mis pechos.

Estaban entrándome unas ganas enormes de darle la vuelta a la situación y empujarlo contra la pared opuesta pero estaba demasiado débil, cachonda y temblorosa para ello.

Le dije que entráramos al sofá, pues no era un sitio muy adecuado. Según subíamos las escaleras, él detrás de mí, me coló la mano por debajo del vestido, y pudo comprobar lo mojada que estaba.

Se quitó los pantalones y se sentó en el sofá, entonces fue mi momento. Me puse sobre él y antes de recorrer su cuerpo milímetro a milímetro me perdí en su boca, exploré cada rincón mientras jugaba sutilmente con su polla, dejándolo con ganas de más.

Me agarró del cuello y me suplicó que bajara, yo obediente lo hice. Fui bajando muy lentamente desde la boca, pasando por la barbilla, deteniendome a morderle el cuello…segui bajando por el pecho hasta llegar abajo, entonces me detuve y le miré desde abajo con mi mejor cara de puta, me agarró del pelo y me metió la polla de una embestida, estaba deseando que se la comiera, y yo también.

Empecé chupar como si no hubiera un mañana, la lengua de arriba hacia abajo, de abajo hacia arriba, trazando circulos en la punta. Fui aumentando el ritmo y entonces me apartó violentamente, me puso a cuatro patas y empezó a follarme por detrás, como nunca antes lo habían hecho. Cada embestida era un gemido, lo suficientemente discreto para no parecer un cerdo en celo pero sí para que él oyera cómo me ponía, lo bien que lo estaba haciendo y cómo disfrutaba de ello.

Me volvió a tumbar bocarriba y llevó la cara directo a mi coño chorreando. Sentir el roce de su barba me volvió loca, se paseó lentamente por dentro de los muslos, pero estaba deseando meterse a comer, igual que yo. Me apretó el coño con ambas manos, masajeandolo, y rozandome el clitoris con dos dedos. Entonces llegó el momento que tanto esperaba: se lanzó a comerme el coño, de una manera increíble

Después de un rato saboreando mi coño volvió a besarme de esa forma que me ponía la piel de gallina, me apretó las tetas y empezó a follarme.

Un gemido tras otro llevó al orgasmo final, donde los dos acabamos en un río de placer.

Acababa de echar el polvo de mi vida con un tio de wallapop, y sinceramente, no me arrepentía de nada.