Vuelvo a la ferranchina, siendo follado de nuevo.
Ya habían pasado 3 días desde que había acudido a la ferranchina a lo del transformador, y todavía mi cuerpo se estremecía, recordando la follada que me había terminado dando el viejo ferranchinero. Cada vez que me había duchado, cuando mi mano pasaba por la raja de mi culo, mi cuerpo se estremec
Aquella semana había acudido a la ferranchina para ver si Leonardo, el viejo dueño de esta me podía rebobinar un pequeño transformador, y además de conseguir que me lo rebobinara, había terminado con el culo abierto y su larga polla llenándome el culo de leche. Me había follado poniéndome a 4 patas sobre el viejo camastro que tenía en la ferranchina.
Al principio me había sorprendido y hasta preocupado la proposición que me había hecho, no me gustaba que la gente supiera de mi gusto por las pollas, aun no tenía bien asumido lo de mi homosexualidad, y que el viejo ferranchinero fuese tan directo y que supiese aquello de mí, al principio me asustó un poco, luego ya pude enterarme por lo que me había dicho, que había sido el hijo de puta del zapatero. Este me había descubierto una noche siendo follado por 2 tíos, debajo del viaducto, y el muy cabrón aprovecho la ocasión para darme por el culo, prometiéndome de que él no diría nada a nadie. Pero por lo visto el muy cabronazo, no pudo mantener la boca cerrada por mucho tiempo, había presumido delante de su amigo el ferranchinero al que conocía de hacía muchos años, el culito que se había conseguido y al mariconcito que tenía dándole pinga. Y lo que son las cosas, aquel jovencito, había acudido a la ferranchina, para que le rebobinara un pequeño transformador. Claro que le iba a rebobinar aquel transformador, para él aquello era como un juego de niños, y no solo le iba a rebobinar el transformador, sino que iba a conseguir hacerlo suyo, le iba a meter la polla por el culo y preñarlo bien preñado, si el cara de cona del zapatero había tenido la gran suerte de cogerse a aquel lindo mariconcito, y estar follándoselo de vez en cuando, él no solo iba a conseguir darle por el culo y dejarlo bien preñado, él iba a hacerlo adicto a su verga. Iba a hacer que aquel jovencito, suspirara por que le metiera su polla en el culo y le rogara que lo preñara con su leche.
Y así había sucedido hasta el momento, ya se lo había follado, y estaba seguro de que esa misma semana, se lo volvería a follar, de momento lo tenía en sus manos, le había prometido rebobinar el transformador y cobrarle solamente el material que usase, regalándole la mano de obra. Mano de obra que estaba seguro se la iba a desquitar follándose aquel lindo culito que tenía el mariconcito aquel.
Ya habían pasado 3 días desde que había acudido a la ferranchina a lo del transformador, y todavía mi cuerpo se estremecía, recordando la follada que me había terminado dando el viejo ferranchinero. Cada vez que me había duchado, cuando mi mano pasaba por la raja de mi culo, mi cuerpo se estremecía, recordando la follada que me había dado. Estaba deseando volver a la ferranchina, y no solo por saber del transformador, estaba deseando que me volviera a dar por el culo, quería sentir de nuevo a aquella polla entrando por mi culo de nuevo y que me dejase en lo más hondo de mis entrañas, su semilla. Quería que el viejo ferranchinero, me abriera de piernas volviendo a hacerme suyo.
Con esa idea clavada en mi cerebro, acudí aquel miércoles a la ferranchina, con la disculpa de saber como iba lo del transformador. Había esperado a última hora de la mañana para acudir, con la clara intención de que él viejo ferranchinero antes de que cerrase para ir a comer, me volviese a hacer suyo, moría de ganas porque me abriese de piernas y me volviera a follar. Cuando entré en la ferranchina, iban a dar las 13:20, sabiendo que el viejo cerraba a las 13:30 para ir a comer, volviendo a abrir la ferranchina a las 16:30. Cuando entré no había nadie, solo se encontraba el viejo ferranchinero sentado junto a la mesa que tenía a modo de despacho, estaba con una vieja libreta, donde escribía a mano unos apuntes. Este al verme entrar, se me quedó mirando fijamente, pudiendo ver yo como sus ojos se fijaban en mí, empezando a brillar a la vez que su boca dibujaba una sonrisa, viendo como yo me iba acercando a donde se encontraba él.
Ve venía a ver cómo va lo del transformador, le dije tartamudeando, medio muerto de vergüenza porque pudiera darse cuenta de las ganas que tenía de que me volviera a follar.
Él que de tonto no tenía ni un pelo, esbozando una sonrisa viendo como yo me enrojecía, me dijo:
Bueno, la verdad es que no esperaba que vinieras tan pronto, habíamos quedado en que pasaras a final de semana a ver como iba, pero ya que has venido, espera que ahora mismo te enseño como va lo del transformador. Aun no lo he podido terminar, pero si todo va bien, el viernes a última hora ya lo tendrás listo. No he podido empezar con él hasta esta mañana, he tenido bastante trabajo y no he podido ponerme con él, iba diciéndome mientras cerraba aquella libreta y la guardaba en uno de los cajones de aquella mesa. Espera un momento que tengo que hacer una llamada y estoy contigo, me decía descolgando el teléfono para hacer una llamada.
Mientras él llamaba por teléfono, yo sin saber que hacer, me puse a observar lo que había en aquella ferranchina, esperando a que él terminase de hablar por teléfono.
Estaba viendo unas viejas y destartaladas lavadoras, cuando al cabo de un buen rato sentí como Leonardo, el viejo ferranchinero, colgaba el teléfono, cerraba la puerta de la ferranchina, acercándose luego a donde yo estaba.
Podía escuchar sus pasos acercarse cada vez más a donde yo me encontraba. Estaba cada vez más nervioso y excitado, no dejaba de recordar aquella verga dándome por el culo, teniéndome a 4 patas sobre el viejo camastro. El pelo se me erizaba y la piel se me ponía en carne de gallina, notando como cada vez él se acercaba más a mí.
Ven, me dijo Echando su mano a mi culo a la vez que me daba una palmada y apretaba uno de mis cachetes, llevándome hacia aquel cuarto donde tenía aquel viejo camastro donde me había enculado poniéndome a 4 patas.
Yo iba muerto de nervios, cada vez estaba más excitado y caliente, notaba su mano posada sobre mi culo, y como me había apretado el cachete cuando se acercó a mí. Estaba deseando que me volviera a dar por el culo como lo había hecho la otra vez.
Abrió el cuarto y nada más entrar, apretándome de nuevo el cachete del culo, se agacho un poco llevando su boca a mi nuca y cuello, empezando a mordisquear mientras me susurraba al oído, mmm, que rico estás, que ganas tengo de probar tu culito de nuevo. Me pegó más a él empezando a restregar su polla por mi culito, a la vez que me rodeaba con sus brazos, llevando sus manos a mi entrepierna, donde empezó a manosearme, mientras seguía mordiéndome el cuello y oreja, pudiendo notar como estaba yo de empalmado.
Yo que ya estaba que me derretía de gusto, muerto de nervios, dejaba que me fuera metiendo mano e hiciese conmigo todo lo que quisiera, estaba totalmente entregado a él, solo deseaba tener su polla de nuevo dentro mía.
¡Uy que calentita está mi nenita! Me decía sin dejar de magrear mis genitales, notando como estaba mi polla de empalmada.
¿Tienes ganas de pollita, eh mi nenita? Me susurraba sin dejar de mordisquear el cuello y oreja, mientras magreaba mi entrepierna pegándome a él a la vez que restregaba su verga por mi culo.
¿Quieres polla, verdad? Me decía.
¿Quieres que te de por el culito, eh mi nenita? Me repetía mordiéndome la oreja.
Siií, le contesté retorciéndome de gusto, pegándome más a él, notando su polla restregarse por mi culo, mientras él me mantenía abrazado e iba metiéndome mano, calentándome cada vez más.
Poco a poco fue aflojándome el cinturón mientras me mantenía abrazado por la espalda, para una vez aflojado este, empezó a desabrocharme el pantalón, y una vez pudo empezar a bajarlo, fue tirando de él hacia abajo con una de sus manos, tan pronto lo hubo bajado un poco, metió su mano por dentro de mi slip, hasta que tuvo mi culito por completo al aire. Luego sin perder tiempo levanto mi camiseta, dejándomela sobre la cabeza, y como si de una competición se tratara, bajó la cremallera del buzo que llevaba puesto, dejando este completamente abierto y con su polla y huevos de fuera.
¡Ohhh que gusto! Decía pegándome de nuevo a él, pudiéndole notar yo su verga totalmente empalmada, sintiendo el calor que desprendía esta junto a sus huevos, mientras me volvía a abrazar pegándome más a él, ¡ooohhh que ganas tengo de probar de nuevo este culito! Gritaba restregándome la polla y huevos por mi culo, mientras me abrazaba a él.
Sin poder contenerse más, llevó una de sus manos a mi culo, buscando con sus dedos el orificio de mi ano, pudiendo notar al momento como yo ya había venido preparado. Me había lubricado el culito antes de venir.
¡Ohhh mi nenita! Gritaba, notando como entraba su dedo por mi culo, pero si ya me vienes preparadita, ¡Ay que putita me eres! Tantas ganitas tenías de pollita, ¿eh mi nenita?
Yo que apenas podía moverme, ya que tenía el slip y pantalón a la altura de las rodillas, a punto de caerse ambos a mis tobillos, y la camiseta sobre mi cabeza teniéndome los brazos apresados a media altura, gemía y temblaba, notando como su dedo entraba por mi culo haciendo que mi esfínter se fuese abriendo, ¡ohhh! ¡ooohhh! Gemía, empezando a temblar de gusto.
Viendo que ya estaba lubricado y que había venido preparado, sabiendo lo caliente y excitado que yo ya empezaba a estar, sin poder resistirse más, llevó la punta de su verga hacia mi ojete, y manteniéndome así abrazado con una de sus manos, empezó a meterme su polla por el culo.
¡Ohhh! ¡ooohhh! ¡ooohhh ohhh! Gritaba yo, notando como su polla iba entrando por mi culo. Ya me tenía ensartado en su polla, me la había metido hasta los mismísimos huevos.
Así mi nenita, asiií, ¡Ohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! Gritaba él, enterrándome toda su verga en lo más profundo de mí.
Podía notar su pelvis y pelotas pegadas a mi culo, y como la punta de su verga llegaba a lo más profundo de mis entrañas, haciendo que pegara un respingo cada vez que él empujaba su polla, enterrándola más en mí.
¡Ohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! Gritaba él una y otra vez, empezando a culearme, manteniéndome allí de pie, mientras me daba por el culo, haciéndome suyo de nuevo.
Yo que apenas podía moverme, empezaba a no poder parar de temblar, sintiendo como el viejo ferranchinero, me hacía suyo de nuevo. No tenía donde poder sujetarme o apoyar, solo estaba agarrado por las caderas, sujetado por sus manos, sintiendo como su polla entraba una y otra vez por mi culo, mientras estaba siendo follado por él. Y por encima, apenas podía mover los pies, ya que el pantalón y slip que ya habían caído a la altura de mis tobillos, apenas me dejaban mover estos.
Dios, si yo tenía ganas de que el viejo ferranchinero me follara, él estaba que se moría por darme por el culo y hacerme suyo de nuevo. No esperó ni a ponerme en pelotas ni siquiera sacarse él el buzo de trabajo que llevaba puesto, tan solo se limito a bajarse la cremallera de este, sacarse la polla y huevos, y así como me tenía a medio desnudar, ya me había enchufado la verga por el culo, sin poder aguantarse más. Joder, si ni siquiera me tumbó en aquel viejo camastro, como podía haber hecho.
Así mi nenita, asiií, ¡ohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! Te gusta la pollita, ¿eh putita?
Te gusta, ¿verdad mi linda putita?
Te voy a hacer mi putita, vas a ser mi putita y yo le daré la pollita cuando mi linda y hermosa nenita lo quiera, ¿Verdad?
Siií, gimoteaba yo, sin poder dejar de temblar, mientras el viejo ferranchinero me daba por el culo.
Ahora aquel magnifico follador, no solo me estaba dando por el culo, sino que llevó su mano a mi entrepierna, y agarrando mi polla con su mano, me iba pajeando al ritmo de sus enculadas, ¡ohhh! ¡ooohhh ohhh! Gimoteaba yo sin poder dejar de temblar, sintiendo un gustazo que me hacía delirar.
Asiií, asiií, grita y disfruta. Mira como tu macho te hace gozar, me decía meneándome la polla al ritmo de sus enculadas.
Era tanto el gusto que estaba sintiendo, que no pude aguantarme más. Noté como se estremecía todo mi cuerpo, empezando a soltar varios trallazos de semen, mientras estaba siendo enculado.
¡Ohhh! ¡ooohhh! Me corro, me corro, gritaba empezando a eyacular, ¡ooohhh ohhh! Grité mientras mis piernas temblaban, a causa del tremendo placer que estaba sintiendo.
El viejo ferranchinero, al notar como mi culito apretaba su verga y mi cuerpo no paraba de temblar, mientras yo tenía aquel tremendo orgasmo, empezó a gritar que se corría.
Me vengo, me vengo, gritaba empezando a culearme más rápido y profundo, ¡ohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! ¡ooohhh ohhh! Gritaba derramando su semilla en lo más profundo de mi culo, dejándome preñado con su semen.
¡Ohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! Jadeaba mientras iba recuperándose de la tremenda follada que acababa de darme, ¡ohhh maricón que gustazo me has dado!
Dios que culito tienes maricón, me decía dándome una palmada en el culo, mientras de su polla iban escurriendo las últimas gotas del esperma con el que acababa de preñarme.
Una vez nos pudimos recuperar, dejando que pusiera bien mi camiseta, empecé a subir mi slip y pantalón, pudiendo abrocharlo y una vez hubo limpiado la corrida que había soltado yo sobre el suelo de aquel cuarto, me abrazó a él, y luego de magrearme metiéndome mano todo lo que quiso, me dijo que yo le gustaba mucho, que quería volver a follarme, que cuando yo quisiera, solo tenía que ir por allí o llamarle por teléfono y así poder quedar con él cuando yo quisiera.
Por supuesto que yo también quería volver a ser follado por él, me encantaba su polla, y como me hacía gozar. Definitivamente me estaba volviendo adicto a la verga de aquel viejo ferranchinero.
Por último, me enseñó como tenía el transformador, y luego de darme un papel con su número de teléfono, me dijo que fuese el viernes a última hora, que seguro que ya me tendría el transformador. Me dio una palmada en el culo a la vez que apretaba mi cachete, y abriéndome la puerta de la ferranchina, salí marchándome para mi casa.
Iba andando por la acera, notando como mi culo aún algo abierto por la follada que acababan de darme, palpitaba aun caliente, guardando dentro del, la semilla con la que me había preñado Leonardo, el viejo ferranchinero. Sabía que, dentro de 2 días, iba a volver a ser preñado por aquella polla a la que me estaba haciendo adicto.
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