Vuelta a clase
Así es como deseo que sea mi vuelta a clase después del confinamiento. Mi mejor encuentro con mi profesor.
Por fin volvemos a clase después de tantos días. En este tiempo he aprovechado para seguir hablando casi diariamente con mi profesor. Todo estrictamente académico, pero no quería perder el contacto con él hasta que volviésemos a vernos.
En cuanto entro a clase noto su olor característico, el olor de esa colonia que tanto me pone. Al acercarme a hablar con él, otro olor inunda mis fosas nasales y esto me hace mantener con él una breve pero sugerente conversación.
-Has tomado café, ¿a que sí?
-Sí, uno muy rico.
-No sé cómo sabrá, pero huele muy bien.
-Sabe mucho mejor de lo que huele.
-¿En serio? Entonces será delicioso.
-Lo es.
-Pues me encantaría probarlo.
-Quédate al final de la clase y te explico cómo llegar al sitio.
-Perfecto, gracias.
Cuando la clase termina me acerco a él para saber más detalles del bar donde sirven ese café que huele tan bien. Me hago la tonta para conseguir lo que quiero. Una vez termina de explicarme cómo llegar mantenemos la siguiente conversación.
-Eso es todo, ¿te ha quedado claro cómo llegar?
-No mucho la verdad, es que yo me oriento fatal, perdona.
-Nada, no te preocupes.
-¿Me podrías acompañar hasta el sitio?
-Eres mi alumna, no creo que sea adecuado.
-Venga, que hay confianza, además, sólo es para saber cómo llegar hasta allí, no tenemos que tomar nada.
-Bueno, de acuerdo, pero que quede entre nosotros.
-Por supuesto.
-Tendremos que ir en mi coche, ¿te parece bien?
-Me parece fantástico.
Salimos del centro educativo y vamos caminando hasta su coche. Él entra y pone las llaves en el contacto, yo me subo en el asiento del copiloto. Vamos los dos sentados en silencio, hasta que ocurre lo siguiente.
Pongo mi mano en su rodilla y veo cómo su cara muestra una breve expresión de sorpresa, pero no dice nada. Muevo la mano hacia su muslo dejando atrás la rodilla.
-¿Te molesta? —pregunto.
-Que va, no te preocupes.
-¿Y te gusta? —pregunto subiendo mi mano todavía más.
-Sí —contesta temblorosamente.
Seguimos así un rato más hasta que vuelvo a arriesgarme y subo mi mano hasta casi rozar su entrepierna. Miro sus pantalones y observo que un bulto ha comenzado a crecer en ellos, entonces me arriesgo aún más.
-Se nota que te alegras de que volvamos a vernos —digo mientras agarro su paquete.
-Mucho —dice sin poder ocultar su erección.
Llegamos al bar y consigo convercerle para que se tome un café conmigo. Cuando pagamos la cuenta y vamos a irnos decido arriegar más todavía.
-Me pone mucho el sabor y el olor del café —le susurro al oído.
-¿Nos vamos? —pregunta con voz temblorosa.
-Tengo que ir al baño.
Mientras me dirijo hacia los baños me doy la vuelta y le sonrío con una mirada sensual. Él capta la indirecta y viene detrás de mí.
Cuando estamos delante de los servicios me acerco y rozo sus labios suavemente para apartarme enseguida y hacer que me siga. Entra conmigo en el cubículo del baño y me empuja contra la pared mientras me besa con pasión. Yo respondo a su beso y recorro su cuerpo con las manos mientras él me atrae hacia sí agarrándome por las caderas.
Después de unos cuantos besos le hago sentarse en la tapa del váter. Le desabrocho los pantalones y saco de sus calzoncillos su enorme miembro erecto. Me quito los pantalones y las bragas y me siento sobre su pene mientrás él gime. Le cabalgo un poco hasta que se corre. Me levanto y me agacho para dejar su polla bien limpia.
Cuando estamos en el coche de nuevo es él quien se lanza, pone su mano sobre mi pierna y va subiendo. Luego habla.
-¿A que tenía razón y es muy bueno este café?
-Buenísimo, el mejor que he probado hasta ahora.
-Te lo dije.
-Pues cuando quieras nos tomamos otro.
Así acaba nuestro encuentro producido en la vuelta a clase después del coronavirus.