Vuelo nocturno

Diez horas de vuelo por la noche van a dar para mucho en aquel avión.

VUELO NOCTURNO

Son las once de la noche y me encuentro en Barajas a punto de embarcar en el avión, cada vez que viajo a Brasil, elijo el horario nocturno para dormir durante la travesía. Son diez horas de vuelo y al día siguiente me espera un día intenso en Brasilia, así que, si consigo dormir, tendré mucho ganado.

Soy ingeniera mecánica. Desde hace un año la empresa para la que trabajo está montando un parque eólico en Brasil, por esa razón cada quince días vuelo a su capital Brasilia, ya que soy la que supervisora la construcción de uno de los mayores parques eólicos de todo Sudamérica.

Reconozco que no es lo habitual que una mujer opte por la carrera de ingeniería. Durante mi etapa universitaria, era de las pocas mujeres que estudiaba la especialidad, llegue a acostumbrarme a estar siempre acompañada de hombres con personalidad lógica, pero estar rodeada de súper machitos nunca me amilanó a la hora de cumplir mis objetivos. Ahora soy una mujer liberal con las ideas claras, tengo cuarenta años y llevo casada diez años con el padre de mis hijos, él es profesor de instituto y es quien se encarga en mayor medida del hogar. Por mi trabajo, paso largas temporadas fuera de España, y por esa razón, podríamos decir que tenemos los papeles cambiados si nos comparamos con otras parejas.

Después de todos estos años de matrimonio, las mariposas en el estómago y la cara de boba han dejado paso a la monotonía y a los reproches continuos. En estos momentos nuestra pareja está en un punto muerto, ese bache difícil por el que muchas parejas pasan a lo largo de la relación, y que a menudo te obliga a replantearte el futuro y te genera dudas e incertidumbre.

Realmente no sé cuál será el secreto para conseguir que el enamoramiento perdure en el tiempo… si alguien lo conoce me encantaría que me lo revelase. Dicen que lo malo de ser viejo, no es ser viejo, lo verdaderamente malo es haber sido joven… con el amor pasa igual, lo malo no dejar de amar, lo verdaderamente injusto es haber sentido esa sensación y perderla. Realmente es una putada, saboreas ese torrente de sensaciones adictivas que te mantienen en un estado de felicidad constante, y de repente desaparecen… y quien era la persona que te alegraba el día, ahora pasa a ser quien te lo amarga

Muchas veces cuando esto pasa, tendemos a buscar esos momentos en otras personas, al igual que el yonqui intenta encontrar desesperadamente su dosis diaria de droga, intentamos suplir esa carencia afectiva, recuperar las mariposas en el estómago y volver a sonreír con cara de boba cuando lo vemos llegar.

Lo reconozco, no soy una mujer fiel… desde hace unos años he tenido relaciones esporádicas con varios tíos… la mayor parte han sido rollos ocasionales con compañeros de trabajo o chicos que he conocido en algún viaje, pero hace un año, mantuve una relación en la sombra durante unos meses con un chico quince años más joven, este chaval terminó colándose por mí, y a pesar de que me follaba como nadie lo había hecho hasta entonces, tuve que romper con él porque no podía permitirme el lujo de enamorarme.

A pesar de haber cumplido los cuarenta sigo despertando pasiones en los tíos. Tengo el pelo caoba con media melena ondulada, mis ojos son claros y los labios carnosos. No soy alta, pero tampoco baja, acostumbro a llevar tacones para estilizar mis piernas y tengo un estilo es más elegante que provocativo. Mi cuerpo ya no es el de una cría de dieciocho años, pero tampoco lo quiero, creo en la figura de una mujer con curvas y pechos generosos y eso es algo exploto como nadie.

Es junio y hace un calor horrible en Madrid, pero lo que me espera al llegar a Brasil, es lo mismo pero multiplicado por una sensación de humedad, por esa razón elijo siempre vestidos cómodos y frescos para el viaje. Hoy llevo uno vaporoso evasé con estampado floral y largura media, lo complemento con unas sandalias abiertas.  Siempre me gusta mezclar la comodidad con lo casual, sin olvidar el toque femenino y sexi. Creo que como nos vestimos y arreglamos, dice más de nosotras que cualquier otra cosa que podamos hacer o decir.

Por suerte la compañía para la que trabajo es una de las más punteras a nivel mundial en energías renovables, y siempre que es posible viajamos en clase business. Cuando haces al mes varios vuelos transoceánicos, viajar cómoda es un detalle de vital importancia.

Hoy he tenido suerte, el asiento contiguo al mío está vacío, tan solo hay ocupadas el 30% de las plazas en businesss, así que voy a tener la ocasión de despatarrarme en el asiento y no aguantar las impertinencias de nadie a mi lado.

Para poder dormir y dicho sea de paso, para conseguir que el viaje sea más llevadero, tomo una pastilla… por lo general caigo redonda y prácticamente me despierto cuando estamos aterrizando. Este pequeño truco me lo enseñó mi compañero y amigo Txema, que en los primeros viajes me acompañaba y fue un poco mi mentor en Brasil.

El vuelo ha salido a las 23:30 horas, va sin retraso y si las previsiones son correctas, estaré allí a las 04:30, hora de Brasilia. Prácticamente llego con el tiempo justo para trasladarme al hotel, acomodarme, desayunar e ir al parque.

Una vez que hemos despegado y podemos desabrocharnos los cinturones, pido a la azafata un vaso de agua para tomarme la pastilla, después reclino el asiento y cierro la persiana de la ventanilla haciendo desaparecer los destellos de la ciudad que se dibujaban a lo lejos. He cerrado los ojos para dormir pero el aire acondicionado me ha hecho sentir frio. Después de un tiempo viajando, aprendes a llevar en la maleta lo realmente importante, así que saco la suave manta de viaje que siempre llevo conmigo y me tapo con ella.

Me quito las sandalias y me acurruco sobre mi misma utilizando mi asiento y parte del contiguo. Tras unos minutos, siento el embriagador embrujo del sueño que me arrastra hasta su reino, pierdo la conciencia del aquí y el ahora, y me dejo caer en brazos de Morfeo.

Abro los ojos, me he despertado sobresaltada y con un resuello en mi respiración. Todo sigue oscuro. Miro el reloj… todavía son las cinco de la mañana y me quedan varias horas de viaje. He tenido un sueño perturbador y eso ha hecho que me sienta acalorada e inquieta… andaba por una calle oscura de Brasil y varios desconocidos me asaltaban, yo quería que me dejaran y les ofrecía mi dinero, pero ellos solo me deseaban a mi… uno tras otro tomaban de mi lo que querían y yo me resistía, pero mi resistencia tan solo era un papel, un intento teatral por negar lo que mi cuerpo anhelaba, sabía que en lo más profundo de mi ser, lo deseaba… esto era algo que jamás reconocería, pero ser forzada por varios desconocidos, era una de mis fantasías inconfesables.

En la semioscuridad de la estancia todos duermen, incluso la azafata parece haberse tomado un descanso y se mantiene en su asiento traspuesta. Tan solo se escucha el sonido sordo y continuo de los motores en el exterior, pero bajo mi manta, una de mis manos se mueve de forma sinuosa buscando el calor de mi rincón más íntimo.

Protegida por la manta de miradas inquisitivas, mi mano serpentea por encima del vestido, se posa sobre el monte de Venus y presiona con delicadeza…. siento su calor a través de la fina tela y cierro los ojos, me concentro en las sensaciones, en el embriagador gusto que me produce el roce. El placer comienza a apoderarse de mí, pero necesito más… me incorporo levantando el trasero de mi asiento, disimulando saco mis braguitas, las desenrollo de mis piernas y las guardo después en el bolso.

Bajo la manta mi mano se mueve… ha recogido la falda, se ha colado entre mis piernas y ha alcanzado el lugar donde anhelaba estar, ahora mis dedos acarician mi puntito de placer. Lo siento palpitar y las falanges se impregnan de su cálida humedad. Mi respiración se acelera, pero mi instinto me hace abrir los ojos… en ese momento mi mirada se da de bruces con la suya… dos filas más adelante y al otro lado del pasillo, un hombre me observa bajo la penumbra… durante unos segundos nuestras miradas quedan ancladas, después intento disimular y por vergüenza volteo mi rostro.

De nuevo cierro los ojos, pero me siento observada, algo me dice que aquel hombre sigue ahí en la oscuridad, con su mirada obscena escrutando mi imagen, disfrutando de la escena, deseando mi cuerpo… me excita saber que me miran, me enciende saberme deseada y no hay nada que me ponga más cachonda que poner…

Vuelvo a abrir los ojos y sigue ahí… esta vez no me amilano, continuo con el desafío y los mantengo fijos en él. Su mirada lasciva me atraviesa, pero le provoco… tiro ligeramente de la manta para dejar al descubierto mi muslo desnudo. Acerco mi dedo índice a la boca y lo lamo con disimulada sensualidad para desafiarlo…

Mi corazón da un vuelco en el pecho cuando veo que se levanta, se acerca a mi asiento y se sienta a mi lado… sin decir palabra, su boca se cierne sobre mi cuello y me devora. Me estremezco al sentir sus dientes en mi piel expuesta y el roce de su presión me provoca una oleada de escalofrío.  Su mano se cuela bajo mi manta y se pasea por mi cuerpo. Siento la ansiedad de sus besos y me derrito. Las yemas de sus dedos bucean bajo mi vestido y acarician con desesperación muslos, caderas, pechos…

Abro la boca sin pedir permiso a la razón, su lengua comienza a saquearme con avidez, y mi lengua se funde con la suya en un baile lascivo y húmedo. Mi piel arde, y el placer toma al asalto mi cuerpo. Me retuerzo en su boca y a cada roce de su lengua es un paso al no retorno.

Su mano magrea mi cuerpo con ansia, suelta los botones del vestido y extrae uno de mis pechos del sujetador. Lanzo un gemido ahogado al notar la presión de sus fuertes manos estrujándolo. Siento la acometida de la sangre endureciéndolo. Tensando el pezón. Esta tan sensible que no puedo ahogar un jadeo cuando lo pellizca.

Me asusta saber que he perdido cualquier atisbo de razón. Me dejo arrastrar por el deseo y la desesperación, y me olvido por completo de las posibles consecuencias de mi comportamiento.

Me remuevo sobre el asiento y le doy la espalda ofreciéndole mi trasero. Su mano recorre mi muslo interno y llega a mi sexo que recibe su caricia con un gemido ahogado. Sus dedos entran en mí y se impregnan de la cálida humedad que desprendo. Siento su presión en mis entrañas y muevo el culo en círculos intentando aplacar el gozo que me consume. Ahora es su otra mano la que se posa sobre mi boca, con la única intención de acallar mis jadeos.

Cualquiera nos podría ver…, escuchar…, cualquiera allí mismo podría percatarse de lo que estábamos haciendo, y si así fuera… la vergüenza me acompañaría por siempre, sin embargo, no podía parar, el deseo y la locura habían nublado por completo mi razón, y tan solo atendía a mi instinto irracional.

Siento su ansia que me devora. Arqueo mi trasero ofreciéndome y lo entiende, ya lo creo que lo entiende. Utiliza mi manta para ocultarse y se baja los pantalones… me siento como una perra en celo y solo quiero recibir su alivio dentro de mí

Su erección se encaja en la entrada de mi vagina. Mi mano la sujeta y la acomoda. Siento su dureza, textura y calor. No pierde el tiempo y me embiste… noto su verga abrirse paso, las paredes vaginales ceden y se hunde por completo en mí. Esa primera sacudida me hace gemir, pero es amortiguado por la mano que sigue cubriendo mi boca.

Cierro los ojos, no puedo creerme lo que estoy haciendo… ahora su mano se cierne sobre mi cadera para ayudarse a empujar. Recostado de lado tras de mí, sus movimientos me empalan una y otra vez. Mi estómago se encoje al sentir sus sacudidas. Quiero que se hunda en mí, quiero ser suya, quiero sentirlo…

De repente abro los ojos… en ese instante mi mirada se cruza con la de otro chico que no pierde detalle de mi momento, este viaja junto con su novia en el otro pasillo, pero ella permanece ajena y duerme plácidamente en el asiento contiguo, mientras, su novio disfruta de la escena.

Las embestidas comienzan a ser más secas y posesivas. La velocidad de su respiración lo delata. El ritmo de bombeo es desesperado, y por fin, se derrama, dejándose ir por completo mientras se hunde por última vez en mí.

Mientras se viste, siento su cálido semen que sale de mis entrañas y se vierte por el muslo. No dice nada, tan solo se sube el pantalón con disimulo bajo la manta y vuelve a su asiento. Cierro los ojos, todavía respiro con dificultad. Me tapo con la manta para acomodar mi ropa. Rezo para que no hayamos despertado a nadie más, y una vez que creo estar visible, me levanto para ir al baño.

En el minúsculo habitáculo me miro al espejo e intento reconocerme… limpio los restos del momento vivido, y permanezco durante unos minutos apoyada en el lavabo. Intento reorganizar mis ideas, y no estoy segura si lo que he vivido ha sido un sueño. Me lavo la cara y me percato que las bragas están en el bolso, tras unos minutos, y después de que mi respiración ha vuelto a la normalidad, abro la puerta…

Me encuentro de bruces con él, es el chico que viaja con la novia, lo ha visto todo y ahora quiere su parte del botín…

Sin dejarme salir, entra en el pequeño baño obligándome a desandar lo andado, cierra la puerta tras de sí, sus manos se posan en mis caderas y me alza dejándome sentada sobre el minúsculo lavabo. Su boca muerde mi cuello, mi piel se eriza y cientos de escalofríos se extienden por mi cuerpo como un incendio sin control.

No hago nada, me dejo llevar y me entrego a él… sus manos sueltan los botones de la parte delantera del vestido y extraen mis senos de las copas, después los agarra con rudeza con ambas manos y su boca los succiona, primero uno, después el otro. Sus dientes atrapan uno de los pezones y lo estira para volverlo a soltar. Sus labios lo abrigan y la humedad de su lengua recorre la rugosidad y tersura del pezón

Calor… de nuevo el calor se apodera de mí. Descompuesta por la lujuria jadeo… él atrapa mis jadeos con su boca y se los come. Siento sus labios arder sobre los míos y ahora es su lengua la que saquea mi boca con avidez.

Con la necesidad ansiosa del deseo irracional se baja los pantalones y me embiste de una forma salvaje  golpeando contra mi pubis… ahogo un grito que intento disimular. De nuevo se sumerge en mi interior. Mi cuerpo se estremece y lo recibe ansioso. Cierro los ojos e intento abrazarme a él para no perder el equilibro.

Sus manos pasan por debajo de mis piernas y continúa bombeando como si no hubiera un mañana, una…, dos…, tres…, cuatro…, una y otra vez me empala contra el espejo del lavabo, y a cada sacudida le sigue un gemido que intento acallar.

Su rostro congestionado se planta frente a mí, nuestras respiraciones trabajosas se funden hasta convertirse en una sola. Noto la musculatura de su cuerpo tensarse con cada acometida. Siento su erección penetrarme, abrirse paso entre las paredes de mi vagina y golpear contra mi útero.

Me estoy clavando el grifo del lavabo, pero no me importa. Mis manos se entrelazan sobre su cuello, las suyas se aferran con fuerza a mi culo para ayudarse a empujar y follarme como un salvaje. Echo la cabeza hacia atrás y contraigo mi pelvis. Mi vagina se contrae con cada acometida, noto como la succiona                 para después dejarla salir.

En la diminuta estancia, el ruido de nuestros gemidos se mezcla con el chasquido constante y repetitivo de nuestros cuerpos chocando.

Sé que el final está cercano, ambos estamos en un punto de no retorno, ese momento en el que los dos sabemos que pasará… sigue entando en mí y yo lo recibo, por fin grito de placer al sentir la llegada del clímax, él se deja ir también hundiéndose en varias embestidas secas. Su última acometida se clava en mí, y permanece durante unos segundos dentro hasta que su cuerpo se relaja.

Bajo del lavabo, me acomodo el vestido y no me dice nada, ni siquiera me mira a la cara. Se sube los pantalones y me deja dentro recuperando el aliento como a una vulgar prostituta, me deja con su semen recorriendo en finos riachuelos mi muslo interno.

Después de unos minutos salgo del baño y vuelvo a mi asiento, me tapo con la manta y cierro los ojos, enseguida el sueño me atrapa, lo siguiente que recuerdo es la azafata que me despierta cuando estamos a punto de aterrizar.

Mientras me abrocho el cinturón e incorporo el asiento intento recordar… ¿ha sido un sueño? Otra cosa no tendría explicación. Me convenzo a mí misma, me siento confusa y durante un tiempo lo creo, pero al abrir el bolso… aparecen a te mí la confirmación en forma de braguitas de encaje de lo vivido en aquel vuelo nocturno.

Este relato es un pequeño homenaje la escena más famosa de la película “Emanuelle” probablemente uno de los films que más influencia han tenido en el cine erótico del siglo XX.

Espero que lo hayas disfrutado.