Vuelo JK631, pasión a 30.000 pies de altura

Un avión, dos azafatas, un pasajero, mi mujer y yo, un cocktel explosivo que nos llevará a pasar una de las noches más inolvidables de nuestra vida.

- LAST CALL FOR PASSENGERS OF FLIGHT JK651 DESTINATION SINGAPORE.PLEASE BOARD ON GATE E-31.- la voz metálica sonó por los altavoces del aeropuerto.

  • Ahí está la puerta- dije yo con la respiración entrecortada por la carrera.

Eva y yo corríamos esquivando como podíamos a los viajeros que abarrotaban la Terminal 1 del Aeropuerto de Zurich. Al llegar a la puerta me detuve frente al mostrador y entregué las tarjetas de embarque y nuestros pasaportes al personal del aeropuerto intentando recuperar el resuello.

  • Ves como llegábamos de sobra.- dijo ella con una sonrisa burlona mientras se inclinaba hacia delante con las manos en las rodillas respirando aparatosamente.

Me giré furibundo con la intención de darle una reprimenda, pero permanecimos unos segundos mirándonos fijamente a los ojos hasta que rompimos a reír.

Como era costumbre en ella, se había detenido a mirar todas las tiendas del Duty Free haciendo caso omiso a los avisos por megafonía y a los carteles que nos indicaban que el tiempo estimado hasta nuestra puerta de embarque era de 10 minutos.

  • Enjoy the flight, sir. – dijo con una sonrisa el joven que se encargaba del embarque mientras me devolvía la documentación.

Agarramos nuestro equipaje de mano y comenzamos a caminar por el pasillo que nos llevaba al avión.

Después de un duro año de trabajo, por fin íbamos a disfrutar de nuestras merecidas vacaciones en Vietnam. Veinte días descubriendo ese maravilloso país y después una semana más de descanso en un paradisíaco hotel de Bali.

Dos de las auxiliares de vuelo nos esperaban sonrientes en la puerta del avión.

El dicho ese de que "las comparaciones son odiosas" cobró un nuevo sentido para mí. Después del viaje Madrid-Zurich con Iberia, atendido por unas azafatas cincuentonas vestidas con el horrible uniforme de la compañía, ahora me encontraba delante de dos verdaderas bellezas asiáticas. Altas, morenas, con el pelo recogido en un moño decorado con alfileres de fantasía y luciendo una flor rosa parecida a la del loto sobre su oreja izquierda. Y que decir del uniforme, un vestido de seda estampado de colores vivos, ceñido a su esbelto cuerpo. Con sus facciones orientales perfectamente maquilladas se asemejaban a dos muñecas de porcelana. Ambas nos sonrieron mientras con un suave movimiento de sus brazos nos invitaban a entrar por el pasillo. Al pasar junto a su lado pude percibir el olor suave de su perfume.

No se si habréis volado alguna vez con Singapur Air Lines, pero cuando entras en uno de sus aviones entiendes por que esta considerada, si no la mejor, una de las mejores compañías aéreas del mundo.

El avión en cuestión era un Boeing 747-400, coloquialmente conocido como "Jumbo". Nos dirigimos hacia el fondo del avión con el resguardo de nuestros billetes en la mano mirando atentamente la numeración de los asientos.

  • Aquí es, cielo.- dije a Eva señalando los asientos- 56 D y E.

El 747 tiene 11 asientos por fila, 3 en un lado, 5 en el centro y 3 en el otro. A nosotros nos había tocado el 1º y el 2º en la zona centro de la última fila.

Eva se sentó en la parte interior dejándome a mí el pasillo a sabiendas de mis frecuentes excursiones al servicio. Junto a ella había sentado un matrimonio de unos cuarenta y pico años. Por sus facciones y su acento bávaro deduje que serían alemanes, austríacos o de un país de por ahí. El hombre, cuando Eva se sentó junto a él, le dedicó una sonrisa de cortesía y continuó con la conversación que mantenía con su mujer.

Sobre nuestros asientos había una bolsita que contenía: una pequeña manta, un minúsculo kit de cepillo y pasta de dientes, un diminuto bote de desodorante y unos calcetines con base antideslizante. Tras abrir la bolsita Eva me miró con los ojos como platos. Acostumbrados que la mayoría de las compañías te cobren hasta por los buenos días, el presente hizo que nos encontráramos bastante cómodos ante las 13 horas que nos esperaban de vuelo. Eva se acercó a mi oreja y dijo:

  • En la bolsita se les ha olvidado poner lo más importante, la cajita de condones.

  • No jodas, ¿no has visto el tamaño de las cosas que han metido en la bolsa?. Si los condones van en sintonía sería como hacerme un torniquete en la polla.- dije yo en voz baja. Eva soltó una carcajada. El alemán la miró y volvió a sonreír ajeno al nuestro tema de conversación.

El avión emprendió el vuelo. Constantemente éramos agasajados con presentes y atenciones: Toallitas frías para refrescarnos, caramelos, etc. Era como estar en primera pero viajando en turista.

Cada vez que pasaban las azafatas yo las seguía con la mirada embobado. Una de las veces Eva me dio un golpecito en el hombro mientras me decía:

  • Mira, uno está ahí y el otro enfrente, debajo de ese asiento.- dijo señalando al suelo delante mía.

Mire hacia donde me dijo y no vi nada.

  • ¿Que es lo que tengo que ver?- repliqué.

  • Tus ojos, que se te han salido de las orbitas, ¿no los ves?. Uno esta ahí y el otro rueda pasillo abajo por ahí.- dijo riéndose.

  • Imbécil.- protesté yo poniendo cara de un niño al que su madre le ha pillado haciendo alguna trastada.

  • Toooooma cieeeeeelo, límpiate la baba.- dijo ofreciéndome un pañuelo de papel conteniendo la risa.

Yo cogí el pañuelo y me lo pasé por la barbilla siguiéndole el juego.

Pasamos el rato viendo una película en la pantalla individual que teníamos en el respaldo del pasajero de enfrente mientras cenábamos, hasta el personal de vuelo apagó las luces. El avión quedó en penumbra, solo unas luces indirectas escondidas en el techo quedaron encendidas dando un aspecto lúgubre a la cabina. Visto esto, nos dispusimos a dormir.

Pasado un rato intentando acomodarme, comencé a entrar en ese estado de duermevelas cuando algo comenzó a rozarme la pierna. Abrí los ojos y vi la mano de mi mujer sobre mi muslo. Giré la cabeza y la vi, pegada a mí, mirándome con esa sonrisa maléfica en su cara. Conocía perfectamente esa mirada, la había visto infinidad de veces desde nuestro "encuentro" en casa con unos amigos (ver relato La nueva Eva).

  • Cariño, haz el favor de comportarte.- dije yo en voz baja mirando incomodo de un lado a otro.- mira que te conozco y este no es el sitio mas indicado para….

  • El sitio indicado es cualquiera, el momento indicado es ahora mismo.- me interrumpió ella.

MI mujer siempre había sido muy recatada y tradicional en cuanto al sexo se refiere, pero después de aquella cena, la despedida de soltera y algunas situaciones que ocurrieron después, nuestra vida sexual se había convertido en una montaña rusa.

Seguía siendo esa maravillosa mujer de la que me había enamorado hacía tantos años. Bella, cariñosa, inteligente… Manteníamos esa complicidad de cuando éramos novios, acabábamos las frases del otro y nos seguíamos las bromas de una manera tan natural que hacía que constantemente tomáramos el pelo a nuestros amigos. Pero dentro de ella se había desarrollado otra Eva, como en el caso del Doctor Jekyll, que aparecía esporádicamente.

Lejos de molestarme, la existencia de ese "Mister Hyde " había hecho que la fascinación que sentía por mi mujer aumentara de manera considerable. Ante mí se había formado una mujer mas completa, dulce y recatada en los momentos familiares, y fogosa y apasionada en los íntimos (y en ocasiones no tan íntimos).

Las ganas de echar un "kiki", como ella lo llamaba, podían venir en cualquier momento. La cosa mas insospechada la podía hacer excitar, y si llegaba a ese estado, no había marcha atrás. Había que saciarla estuviéramos donde estuviéramos.

Ya nos habían expulsado de unos grandes almacenes y de un restaurante, aunque aquí, a 30.000 pies de altura, lo tenían jodido para echarnos.

Oí el ruido de mi cremallera al bajarse. Rápidamente cogí la manta y me la puse encima para ocultar las acciones de mi mujer. Miré al Bávaro. Dormía profundamente recostado en su asiento con la boca abierta.

Aunque me pone muy nervioso hacerlo en lugares públicos, he de reconocer que me excita mucho, así que cuando Eva sacó mi pene del pantalón, no tardó mucho en llegar a su tamaño máximo. Ella comenzó a mover su mano arriba y abajo, mientras me miraba fijamente a los ojos.

Para los que no hayan leído mis otros relatos, he de decir que Eva es una mujer bellísima. Tiene 34 años. No muy alta, su pelo liso color caoba le llega a los hombros, sus ojos marrones ligeramente espigados le dan un aire felino. Es una mujer con curvas, pechos grandes, caderas anchas y un culo que me deja sin sentido cada vez que lo veo.

Ahora tenía "esa mirada", me hacía sentir como un ratón que ve como se le acerca un gato, consciente de que lo tiene acorralado, sin escapatoria, y se recrea gozando con cada paso que le acerca a su presa.

Mi estado de excitación iba en aumento, su mano seguía dándome placer cuando se inclinó sobre mí. Con la mano libre levantó la manta que cubría mi sexo y metió su cabeza debajo sin hacer ruido. Pronto noté como mi polla era envuelta por algo cálido y húmedo. Los movimientos de su cabeza bajo la pequeña manta daban fe del acto que tenía lugar entre mis piernas.

En ese momento una pequeña luz se encendió diez filas delante mía y un instante después una de las azafatas pasó junto a mí sin percatarse de lo que hacíamos. Se agachó para escuchar la petición del pasajero y girándose volvió en nuestra dirección.

Estaba seguro que esta vez nos iba a pillar, así que le hice un gesto a Eva para que dejara lo que estaba haciendo y volviera a su sitio, pero mi mujer no suelta su presa tan fácilmente, y continuó con su tarea haciendo caso omiso a mis advertencias.

Ya estaba casi a nuestro lado, yo no sabia donde meterme. La azafata caminaba relajada observando como dormían los pasajeros, cuando casi estaba a nuestra altura, se percató del movimiento de mi manta, y aminorando el paso pude ver como en su cara se reflejaba una mueca de curiosidad. Es mueca duró poco, cuando llegó a nuestro lado y vio mi cara de apuro y como el cuerpo de mi mujer desaparecía entre mis piernas bajo la manta, sus ojos se abrieron como platos y sonrojada miró violentamente hacia otro lado mientras aceleraba el paso desapareciendo a continuación tras la cortina.

  • Ala, al llegar a Singapur, primera parada, comisaría.- pensé yo.

Oí cuchicheos detrás de la cortina que tenía tras mi asiento y a continuación esta se abrió y la cabeza de la otra azafata se asomó por la abertura mirando en nuestra dirección. A diferencia de su compañera, esta última se quedó mirándonos descaradamente durante un rato con una media sonrisa en su cara hasta que volvió a desaparecer.

Unos segundos después apareció con una bandeja portando una bebida. Pasó por nuestro lado sin mirarnos y se dirigió diez filas más alante, entregó la bebida al pasajero y con un movimiento suave apagó la pequeña luz sobre su asiento. Yo la miraba hipnotizado, con sus movimientos de bailarina se dirigió hacia nosotros. Al llegar a nuestro lado se detuvo, miro en todas las direcciones y levantó la manta que tenía en mi regazo.

La cabeza de Eva y su acción prohibida quedaron al descubierto. Lejos de avergonzarse, Eva la miró de reojo desafiante sin dejar de chuparme la polla. La azafata la miró sonriendo, y dado que los tres asientos de ventanilla de mi izquierda estaban libres, levantó el reposabrazos y se sentó frente a nosotros como una espectadora que asiste a una función de teatro. Eva sacó mi polla de su boca y sin dejar de masturbarme me miró sonriente.

  • Tenemos que ir pensando en cobrar entrada.- dijo en voz baja y a continuación siguió con la mamada.

La cortina se volvió a abrir, y por los gestos de negación de la chica, parecía que su compañera estaba emperrada en que volviera a su sitio, orden que por supuesto no obedeció.

Con un movimiento lento comenzó a recoger su falda, la cual iba subiendo poco a poco desde sus tobillos dejando al aire libre sus preciosas piernas. Su ropa interior quedó expuesta. Llevaba un diminuto tanga blanco del que se despojó rápidamente. Dada la poca luz no pude disfrutar de los detalles de su sexo, pero si pude observar como una de sus manos comenzó a jugar con él.

Eva la miraba mientras me chupaba la polla. Yo sabía que la situación la excitaba tremendamente y comencé a pensar hasta donde podríamos llegar. La respiración de mi mujer comenzó a acelerarse. Notaba su respiración entrecortada sobre mi pelvis. Habíamos pasado muchos momentos excitantes hasta ahora, y me extraño que se excitara tanto solo ante la visión de una azafata masturbándose.

Miré a mí alrededor y todo cobró sentido. Eva tenía el botón y la cremallera de sus shorts desabrochados, y la mano del Bávaro se movía frenética entre sus piernas.

Nunca supe su nombre, pero aquí le llamar酅.. Hanss, por ejemplo.

Miré a Hanss, estaba encendido. Aun con poca luz pude ver su cara congestionada por el placer, enrojecida las venas se marcaban en su cuello y su sien. Con una mano daba placer a mi mujer, mientras con la otra se masturbaba. Tenía una polla tremenda, de tamaño algo mas larga de lo normal, pero extremadamente gruesa. Estaba tan cubierta de venas que parecía que tenía puesto un condón de pana.

Eva se incorporó en su asiento, y mientras me masturbaba con la mano izquierda, comenzó a hacer lo propio a Hanss con la derecha.

Ahí estaba ella, sentada entre nosotros, pajeándonos al unísono. Se acercó a mi y me dio un apasionado morreo, acto seguido se giró y besó a Hanss. Miré a la Azafata, seguía dándose placer frente a nosotros, pero esta vez pude ver como la cabeza de su compañera asomaba entre las cortinas sin perderse ni un detalle del espectáculo.

Sin mediar palabra Eva me abandonó engullendo de un golpe el inmenso pene de Hanss. Por sus resoplidos, el Bávaro estaba disfrutando como nunca.

Yo me sentí abandonado, pero el disgusto me duró poco. La azafata se levantó, recompuso su vestido, me cogió de la mano y me llevó tras la cortina.

Al llegar ahí su compañera empezó a recriminarla en voz baja. Obviamente yo no entendía ni una palabra de lo que decía, pero por los gestos y aspavientos no le parecía correcta mi presencia ahí, pero mi belleza asiática no hizo el menor caso a sus palabras.

La estancia era pequeña, y el zumbido del avión era mas intenso ahí. Había dos sillas ancladas a las paredes y su compañera se sentó en una de ellas avergonzada.

  • My name is Lynn.- dijo .- and she is Mae.- y sin mediar palabra se pegó a la pared y recogiéndose de nuevo el vestido me hizo una señal para que me arrodillara. Obedecí y frente a mi apareció uno de los coños mas extraordinarios que había visto jamás. Estaba totalmente depilado y su piel blanca parecía de seda.

  • Oscar.- dije yo con la voz entrecortada por la excitación. Lo abrí con mis manos y comencé a chupar su clítoris con la punta de mi lengua. Me sabía a gloria, sentía ese gusto en mi boca, entre salado y dulce. Humedecí uno de mis dedos y lo introduje en su interior. Ahí me detuve un rato follándola con un dedo mientras del comía el clítoris.

A continuación le metí dos, y busqué hasta encontrar en su pared superior ese botoncito que llamamos "punto G". Lynn disfrutaba como una loca, depie se retorcía como una anguila ante el placer de mi lengua y de mis dedos. Mire a Mae, estaba sentada mirándonos fijamente, tenía uno de sus dedos en su boca y con él acariciaba sus labios y la punta de su legua. Conocía perfectamente ese tipo de señales; esta no tardaría en caer.

Decidí tomar las riendas, me levanté e hice que Lynn se girase apoyando sus manos en la pared. Su culo en pompa fue una invitación que no pude rechazar. La cogí por detrás y comencé a introducir mi miembro en su interior. Su coño era muy estrecho y notaba como sus pareces hacían una presión algo inusual en mi pene, cosa que resultó de lo mas placentera. Es sabida la fama que tienen los penes de los orientales, por lo que deduje que el estándar Occidental resultaba un tamaño poco usual para su anatomía. Una vez la tuve dentro, comencé a follarla lentamente. Ella comenzó a soltar gemidos a cada una de mis embestidas.

  • Despacio, por favor.- dijo Lynn en un deficiente Español.

  • Coño.- pensé.- No llevo ni quince segundos follándomela y ya la he hecho hablar Español. ¡Mi polla es una mina!, voy a revolucionar el mundo de los cursos de idiomas, ríete tú de Opening, Home Inglish, y todos esos sistemas. Polling Spanish, dos pollazos y las convierto en Doctoras Honoris Causa en filología Hispánica.- ante este pensamiento, una sonrisa se dibujó en mi cara.

Lynn miró a Mae y , entre jadeos, le dijo algo que no entendí. Mae se quedo quieta unos instantes como valorando la situación, pero un momento después se levantó y se dirigió hacia nosotros. Con movimientos lentos comenzó a desabrochar el vestido de Lynn sin que yo dejara de poseerla por detrás. Una vez desbotonado la gravedad hizo el resto y el hermoso cuerpo de Lynn quedó al descubierto. Era una diosa de marfil, su delgado y pálido cuerpo de niña me puso a cien. Sus pechos eran bastante más grandes de lo normal para una mujer de su raza y sus rosados pezones se balanceaban adelante y atrás en cada una de mis acometidas.

Lynn volvió a decirle algo a su compañera y esta, sin pensarlo dos veces, comenzó a desvestirse. Su cuerpo era algo menos exuberante que el de su compañera, sus pechos eran pequeños y sus caderas estrechas, pero aun así era una mujer de lo más apetecible.

Se acercó a nosotros mojando sus labios con la lengua mientras nos miraba sedienta de sexo. Se puso a mi lado y me besó apasionadamente. Pude notar como su suave lengua recorría el interior de mi boca. Aceleré el movimiento de mis caderas y Lynn comenzó a soltar grititos. Mae dirigió su mano hacia el sexo de su amiga y comenzó a masturbarla mientras yo la penetraba. Lynn la miró con los ojos entreabiertos por el placer y la correspondió llevando una de sus manos a la entrepierna de Mae.

Los tres estábamos depie en esa pequeña sala, agarrados los unos a los otros jadeando al unísono. Saqué mi polla de su interior e hice una señal a Mae para que la chupara. Se arrodilló sin rechistar y comenzó su trabajo. Lynn se giró y pegó su sexo a mi pierna, restregándose excitada abrazada a mi.

En ese momento me acordé de mi mujer y una duda recorrió mi mente, ¿qué estaría haciendo en este momento?. Me separé de las chicas mirando hacia atrás. Ellas se miraron con cara de resignación y abrazadas se fundieron en un húmedo beso.

Yo abrí la cortina lo justo para asomar la cabeza en dirección a nuestros asientos, pero ahí ya no había nadie. Pude ver a la mujer de Hanss profundamente dormida junto a los asientos vacíos. Cuando volvía con las chicas, oí ruidos extraños cuando pasé junto a uno de los aseos. Miré el avisador de la puerta y estaba en verde, así que sin pensármelo dos veces abrí la puerta. Mi polla casi estalla ante la imagen que tenía frente a mí. Eva estaba sentada sobre el lavabo mirando en mi dirección y justo delante, pegado a ella, estaba Hanss penetrándola salvajemente.

La cara de mi Eva era todo un poema. Los ojos como platos y la boca abierta jadeando sonoramente. Con sus brazos agarraba a Hanss clavando sus uñas en su desnudo torso. Era como cuando un jinete le clava espuelas en el costado del caballo para que acelere el ritmo. . La sudorosa espalda de Hanss estaba salpicada de arañazos.

Las embestidas del Bávaro eran brutales, estaba como poseído y las tetas y las piernas de Eva subían y bajaban cada vez que la penetraba

Eva me miró y, con una sonrisa maléfica, alargó una de sus piernas y comenzó a cerrar la puerta en mis narices.

  • Pobrecico mío.- pensé.- que bien que va a dormir este tío esta noche.

Volví con las chicas. Mae estaba apoyada en la pared, y Lynn la estaba obsequiando con una maravillosa comida de coño. Mae jadeaba moviendo la cabeza hacia un lado y hacia otro. Agarraba la cabeza de su compañera apretándola contra su empapado coño.

Me dirigí hacia ella, ahora quería probar lo que daba de sí su coño. Le hice una señal a Lynn para que me dejara paso, a lo que ella obedeció sin rechistar. Se sentó en uno de los asientos y comenzó a masturbarse mientras observaba el show.

Mae estaba fuera de sí, miraba como me acercaba con cara de deseo. Cuando llegué a su lado pegó su cuerpo al mío abrazándome y besándome con pasión. La cogí fuertemente por la cintura y la levanté en peso. A continuación pase mis brazos por debajo de sus piernas sujetándola fuertemente por sus muslos.

Ahí estaba ella, colgada de mi cuello, rodeando mi cintura con sus largas piernas, esperando ser penetrada. En esa posición, mi polla quedaba a escasos diez centímetros de su coño, así es que, comencé a bajarla poco a poco. Cuando notó el contacto de mi polla con su cuerpo, bajó una de sus manos, la agarró firmemente, y la embocó en la entrada de su sexo.

Dejé caer su cuerpo hasta que hizo tope con la base de mi polla. Su coño estaba tan dilatado y tan encharcado que entró de un solo golpe.

Yo siempre he sido muy deportista, y gracias a eso y a mis largas sesiones en el gimnasio, me considero un hombre bastante fuerte. Sumado eso a que el delgado cuerpo de Mae resultaba de lo mas ligero, comencé a subirla y bajarla con mis brazos sin apenas esfuerzo.

Ante esta imagen, Lynn comenzó a convulsionar presa de un orgasmo épico. Con una mano se tapaba la boca para no gritar y con la otra destrozaba su jugoso coño con movimientos rápidos. Vernos a Mae y a mí, depie en medio de la pequeña estancia, follando acrobáticamente fue demasiado para ella.

Oí ruido detrás de mí, giré la cabeza sin dejar de penetrar a la azafata. La puerta del servicio se había abierto y tras ella apareció Hanss recomponiendo su ropa. Estaba rojo como un tomate y empapado en sudor. Me miró sonriente y, llevando dos dedos a su sien simulando un saludo militar, desapareció de mi vista. Unos segundos después apareció mi querida esposa. Su cara reflejaba el estado de profunda relajación de su cuerpo. Se quedó unos minutos con su hombro apoyado en la pared mirando como follábamos y a continuación, mandándome un beso con la mano, volvió a su asiento.

Yo ya no podía más, Mae se había corrido al menos dos veces empapando mi afortunada polla, así que la bajé al suelo y les hice una señal a las dos para que se arrodillaran. Agarré mi polla y comencé a masturbarme frente a sus caras. Las dos estaban abrazadas, arrodilladas frente a mi, con sus bocas abiertas esperando recibir mi leche. No las hice esperar mucho, mis piernas flaquearon, un escalofrío recorrió todo mi cuerpo y ríos de leche manaron de la punta de mi polla rociando sus preciosas caras de porcelana.

Y por fin la tormenta dio paso a la calma. Los tres nos miramos extasiados. Me acerqué a ellas, las besé en la frente, abroché mi pantalón y volví a mi asiento dejándolas tumbadas en el suelo empapadas en mi esperma.

Cuando llegué a mi asiento Hanss dormía como un niño, me senté, Eva apoyó su cabeza en mi hombro y cerró los ojos. Una paz, como hacía tiempo no sentía, invadió mi cuerpo y en semejante estado de relajación no tardé en quedar dormido.

El vuelo había llegado a su fin, Eva y yo recorríamos el abarrotado pasillo del avión en dirección a la salida. Al fondo, junto a la puerta, el sobrecargo despedía uno a uno a los pasajeros. Junto a el, sonrientes, estaban Lynn y Mae.

Al llegar junto al sobrecargo le dije adiós.

  • Espero que hayan disfrutado del vuelo.- contestó el en un perfecto Español. Y mirando de reojo a las chicas dije:

  • No lo sabe usted bien.

.- Nota del Autor: Deseo que os haya gustado el relato, espero vuestras valoraciones y vuestros comentarios aquí o en mi correo eanorum@hotmail.com. Este relato tiene continuación, si gusta la publicaré pronto . Gracias.