Voyeur zoo
Una acertada decisión y pude contemplar a mi ex con mi sustituto
Voyeur zoo
Estábamos tomando café en casa de mi ex Patricia con nuestros vecinos, amigos de siempre, para una ocasión de mejorar el trato entre nosotros dos y retomar algo de cordialidad. Nada teníamos de enfrentamientos ni abogados. Yo quería normalizar.
Mientras estábamos en el tresillo del jardín, Toby se acercó un par de veces a donde estaba mi ex a la que le puso el morro entre sus piernas y de inmediato ella la lo apartó sin mirarlo, solo comprobando si nos habíamos dado cuenta. Los vecinos no, por que estaban enfrascados en una discusión entre ellos a propósito de lo que estábamos comentando, pero yo sí noté como nuestro perro estaba haciendo algo acostumbrado. Mi gran afición a la zoofilia últimamente, me daba un conocimiento instintivo de cómo actúan los perros y más mi ex perro, Toby, al que había criado.
Aquello me dejó expectante por si se repetía a lo cual aposté conmigo mismo que si. Y no me defraudé. Casi un cuarto de hora después Toby volvió a insistir, esta vez mientras ella se había levantado para servirnos sangría casi helada. Teniendo una copa en una mano y la jarra en la otra el perro se le puso detrás y le largó un lametazo en todo su perineo, solo tapado apenas por el cordón de la tanga, casi aprecié como le dejaba la zona babeada y brillante. El segundo lametón aún pudo propinárselo antes de que ella se girara de golpe y le gruñera, a lo que ya sin permiso el perro se volvió a marchar cabizbajo. Todo pasó como lo más normal sin que ninguno de nosotros comentásemos nada, todos teníamos perros pero yo adiviné algo.
Mientras volvía a casa me estuve pensando si habría habido relación íntima entre nuestro perro Toby y mi ex mujer. Ella estaba sola y no le sabía acompañante ni salidas con amigas para ligar. Su naturaleza le debía de pedir algo más que unos dedos ocasionales, para rebajar tensiones. Y me decidí: iría a mirar sin ser visto.
Nuestra finca, de ella ahora, tenía jardín. Al fondo media docena de árboles, después la piscina y la casa, con la entrada principal por la calle de la urbanización. Total unos 2000 m2 de parcela. Llegué por la puerta de la tela metálica que cerraba por detrás de los árboles, de la que guardaba una llave para cualquier contingencia. Pasé los árboles y arrimado a la valla pasé la piscina. Con los arbustos y plantas mi ex no me podía ver.
Era verano y todo estaba medio abierto. Agucé el oído para localizar dónde podría encontrarse. Eran las cinco y la siesta la hacía en el salón mirando la tele. Pensé que si me olía Toby no se extrañaría pues ha convivido conmigo casi dos años y los perros recuerdan los olores, sobre todo de los que les dan la comida. Me acerqué lentamente y miré por la ventana del salón: bingo! Ella y Toby estaban en el sofá, ella echada y el perro lamiéndole la boca. Debían de llevar un buen rato puesto que la cara de Patricia era una careta de babas que con la lengua, cuando el se la dejaba libre, intentaba recogerlas y sorberlas. Estuve un cuarto de hora mirando mientras me ponía cachondo. Ella se levantó y mirándolo le habló como compañero
-Anda cariño, ya me tienes casi comida. Vamos a nuestro dormitorio a continuar como siempre.
Me quedé rígido al pensar que se había acabado mi suerte pero de inmediato reaccioné, parecía tonto, si era mi ex casa, la que había yo diseñado. Parecía que este “como siempre” daba a entender algo. Me retiré cautelosamente y me subí por la reja de la otra ventana que conducía al balcón de mi, nuestro, bueno, solo de ella ahora. Estaba la persiana abierta casi del todo y la ajusté un poco para poderme mover si los actores cambiaban de posición. Justo acababa de dejarlo todo a punto cuando los dos entraron al dormitorio. Antes di un vistazo y me extrañó no ver ropa sobre la cama sino tan solo una gasa transparente pero de nylon, muy fina y que debía de ser impermeable.
Se quitó el bikini y la tanga quedando desnuda del todo, aún estaba buenísima a sus 41 años. Patricia se echó de espaldas sobre la cama, dejando sus pies sobre el suelo y separó las piernas. Toby estaba a la expectativa, seguramente esperando las últimas poses de ella para comenzar y así fue. Bajando sus manos Patricia se separó al máximo los labios mayores de su vulva, la que advertí, al estar a apenas a metro y medio, que se le había agrandado. De inmediato el amante, creo era la palabra adecuada, puso su morro entreabierto sobre toda la superficie del chocho de mi ex y a continuación sacó su colosal lengua y la metió hasta donde le llegaba que era mucho.
Ella lo miraba gracias a haberse colocado una almohadón detrás de su cabeza y lo animaba
-Vamos mi amor, cómele el chocho a tu dueña… así… así…
Levantó sus piernas todo lo que pudo y quedó de forma que el perro tenía ahora su ano además de su chocho, a los que prodigó unas lamidas increíbles de intensas y lentas. No conocía como actuaba de extraño mi ex perro, debía de estar educado en ralentizar sus, de por si, vertiginosos movimientos.
-Eso es… uhmmm… que buena lengua tienes… cómeme el culito!
Me recordaba cuando me lo pedía a mi. Y Toby fregó y refregó toda su lengua por el perineo sacando brillo, se paraba a veces forzando tanto la vulva como el esfínter para poder entrar su apéndice bucal hasta donde les gusta a los dos. Ella estaba con la sonrisa de boba y los ojos en blanco, me pareció que le resbalaba una baba.
-Uhau! … cómo me gusta… te mereces… un… premio…
Y de pronto un ahhhhh y el orgasmo completo. El macho sorbía toda la mucosa que le salía del chocho a Patricia y me di cuenta de que el primer acto había acabado. Lo del salón no lo cuento, fue una simple “obertura” en comparación con lo que venía.
Patricia rodeó con sus piernas el cuerpo del perro y lo empujó hacia ella, al tiempo que agarraba sus patas delanteras y las acercaba a sus hombros. Toby solo tuvo que brincar con las fuertes patas traseras y de pronto el estaba a cuatro patas encima de ella, con la coincidencia calculada de tener el forro, con la incipiente polla roja asomando, sobre su mismísima cabeza. Ella le pasó una mano por todo su vientre acariciando su tibia carne sin pelo y con la otra abarcó el forro peludo y lo forzó cuidadosamente hacia atrás. No le costó nada que de aquella funda semi rígida saliera un trozo rojo cárdeno, goteante, lleno de venas y cada vez más grueso, hasta quedar su mano entre la salida polla y el pequeño bulto final que cuando creciera, sería el bulbo de abotonamiento.
Cuando la tuvo toda fuera, la punta goteante estaba sobre los labios de mi ex que de inmediato abrió la boca y sacando la lengua comenzó a lamerlo como una paleta de caramelo, sorbiendo ruidosamente aquellos transparentes jugos que emanaban del vergón del perro. Toby estaba super feliz pues no se movía un ápice. Al cabo de un buen rato en que yo me estaba poniendo nervioso pues todo me parecía muy lento, vi que ella forzaba, con el brazo que no tenía la polla y mientras la mamaba ya toda dentro de su boca, e incluso pasándole la garganta, de forma que el perro moviera sus patas poco a poco y se encontrara el chocho recién ordeñado de su hembra. Volvieron a reanudar el mamado de sus sexos en un 69 tremendo, ahora de forma intensa por parte de ella que parecía que quería que el perro se corriera en su boca, cosa que pensé imposible por asquerosa. Esperé con ansia qué seguiría en el programa pero no se movía ninguno de los dos hasta que ella, convulsionándose de forma orgásmica, gimió y removió todo el cuerpo pero no la postura de la cabeza, pues su boca estaba llena con la polla de el hasta los huevos enormes que gastaba y que se los estaba vaciando precisamente en aquel momento, directamente en el estómago, de ahí los gemidos guturales y las convulsiones de ella al tragar los copiosos chorros de semen.
Aquello acabó en mamada doble y comida de semen del macho por parte de la hembra, si confeccionáramos un programa de una obra de teatro que es lo que a mi me pareció, aunque como único espectador.
Se tumbó Toby sobre la cama, a recuperarse y ella le pasó el brazo por el cuello, le acercó la boca y se la abrió. Vi perfectamente que la tenía llena de blanco semen, del perro, claro, y el le metió la lengua en la boca de ella, para compartir o limpiársela, supongo, todo el coktail que la llenaba. Así estuvieron otro cuarto de hora y yo entusiasmado como Voyeur de mi ex mujer y su amante.
El tercer acto iba a comenzar. El macho ya estaba de nuevo olisqueando la entrepierna y ella lo acarició
-Ya voy, veo que no quieres dejarlo para luego… bueno cariño ya me pongo, yo también deseo que me folles como tu sabes y tanto me agrada… ahhh … siii… soy tu hembra!
Se colocó de rodillas en el suelo apoyando su cuerpo sobre la cama. El se subió enseguida encima de ella y apenas la rozaba con sus dos patas aunque hacía suficiente presión para mantenerse erguido. Ella abrió sus piernas bajando muy poco su cadera, debía de conocer al milímetro las medidas de alto, ancho y fondo para que el encarara sin problemas su punta roja con el chocho de ella. Perfecto. No le costó más que un golpe de riñones y la considerable polla de Toby, mayor que la mía aunque me pese, entró hasta la mitad en la vagina de Patricia. Ella se echó para atrás de la impresión, no de dolor, no vi exclamación alguna sobre daño o justeza, por lo que me di cuenta que el chocho de mi ex ya estaba calibrado a la medida de la polla de su macho. Y empezaron a follar.
Aquello era tremendo para mi. Ni en mis mejores fantasías como simpatizante de la zoofilia me había imaginado ver una follada como la que estaba viendo. Mi perro se estaba follando a mi mujer, quise pensar para darle más morbo, y yo cornudo, lo estaba viendo y disfrutando. Mi polla ya no pudo mas cuando ya llevaban media hora de penetrarla sin parar, con gemidos y ayes dramáticos por el goce y el gusto que sabía ella desarrollaba en su interior puesto que en nuestros veinte años de matrimonio así me lo explicaba: “no sabes como me he corrido hoy, una corriente como eléctrica me ha hecho temblar y mi vientre se ha exprimido dentro de mi misma”. Eran sus orgasmos casi salvajes. Patricia no callaba
-Eso… así… fóllame toda…siii… dámelo todo! … joder que bueno
Yo me la destrocé y manché todo el balcón. No me importaba si lo descubría. Volví a mirar dentro y vi como estaba abotonada y gozando con la inyección de semen que le metía su macho y me marché. No quería que salieran a respirar después de aquella bacanal zoo y me viera allí como un pajillero sin recursos.
Por el mayor contacto que tuvimos, después de varios acercamientos entre amigos y por la confianza que teníamos, sin rencores por los motivos de ambos en el divorcio, tuve los santos huevos de decirle que sabía que tenía sexo con Toby. Se quedó pasmada pero como siempre sin afectarse mayormente.
-SI? pues es lo que hay, lo tomas o lo dejas.
-Vale, no me importa en absoluto, es más, me gustaría verte…
Desde entonces que estoy de voyeur pero con permiso, de forma que contemplo desde la butaca del salón o del dormitorio, como mi perro Toby se folla a mi esposa Patricia y eso me pone y mucho.