Voyeur

Javier es un voyeur, hace lo que sea para espiar a la gente.

VOYEUR

Hola me llamo Javier, siempre me he considerado una persona normal, tanto mental como físicamente. Soy un tío extrovertido, agradable, educado y culto. Y físicamente, mido 1,85, peso 80k, estoy fuerte, tengo bigote, el pelo corto y moreno, y unos ojos verdes, uso gafas de pasta negra. Llevo gafas y no lentillas por que me he dado cuenta que ligo mucho más con las gafas que sin ellas.

Trabajo en una tienda de moda, soy el encargado, y tengo un horario de cuarenta horas por lo que roto con una compañera, ya sea de mañana o de tarde.

Dicha compañera se llama Maribel, es una chica maja, mide 1,65, no es muy alta, es morena, lleva el pelo liso y tiene unos bonitos ojos marrones, pero lo que más destaca de ella son sus pechos, tiene unas tetase de escándalo, y además ella que lo sabe se pone unos escotes de vértigo que a uno le quitan el hipo.

Al tener turno rotativo, solo coincidimos durante media hora al día ya que en ese tiempo nos intercambiamos información a cerca de la tienda y de los problemillas que nos hallan podido surgir durante el turno.

Siempre he fantaseado con la posibilidad de llevarme a la cama a Maribel, sus pechos me tienen hipnotizado y ya sabemos que los hombres perdemos rápidamente los papeles por este motivo.

El cuarto de baño de las chicas está pegado al de los chicos y hace unas semanas decidí hacer un taladro en la pared que los comunica, se que usted pensará que soy un depravado, pero es que espiar a las personas u observarlas es una de mis fantasías, y además aquí se unía la posibilidad de espiar los pechos de Maribel, aunque cual fue mi sorpresa que acabe viendo otra cosa.

Hoy en día hay ingenios electrónicos al alcance de cualquiera, vía Internet me hice con una cámara, instalada en un tubo, la cual coloco todos los sábados cuando llego. Con la excusa de abrir antes la tienda para preparar antes las cosas, llego media horita antes y lo coloco todo con precisión, no sería muy agradable que me descubrieran.

Al llegar a casa descargo en el ordenador todas las grabaciones y me quedo con lo que más me gusta, con ello me masturbo y consigo unos orgasmos que no consigo tener en mis relaciones con mujeres de carne y hueso, a pesar de que tengo una buena polla, sigo disfrutando más viendo y espiando que follando, a parte de que la posibilidad de que me pillen me excita de una manera brutal, creo que soy un "Voyeur" en toda regla.

Es más la última vez que lleve a casa a una chica, solo conseguí correrme, después de que nos pusiéramos a ver una peli porno, por supuesto a la chica no la hizo ninguna gracia, pero es que soy así.

Mis grabaciones clandestinas iban viento en popa y a toda vela, los sábados gravaba como se cambiaban de ropa mis compañeras y los domingos me hacia buenas pajas viéndolo.

Un sábado por casualidad me pasó algo genial; me puse malo, esto por supuesto no fue lo genial. El sábado como de costumbre llegué con mi media hora de antelación a la tienda, coloqué la cámara y la puse a grabar como siempre, a eso del medio día me comencé a sentir mal, y a la hora de comer Maribel me dijo que no se me veía muy bien, que me fuera para casa, que ella se encargaría de cerrar caja y arreglar la tienda, la verdad que la chica cerraba todos los sábados y se quedaba a recoger la tienda.

Pasé por el médico, me dio un jarabe y me mandó a casa, al llegar a casa me dí cuenta que me había dejado la cámara puesta, en un principio me preocupe e incluso estuve tentado de ir a la tienda por mi ingenio, pero desistí ya que podría ser algo sospechoso ir a la tienda y pasar solo al baño y también porqué pensé que si nunca la habían descubierto no lo harían ahora, además la cámara grabaría hasta quedarse sin batería y punto.

El lunes cuando volví a la tienda lo primero que hice fue ir al baño y recuperar la cámara, que como había predicho estaba sin batería, la recuperé y me dediqué a pasar el día currando como cualquier día.

Al llegar a casa me dispuse a ver lo que había grabado mi amiga en mi ausencia, lo habitual, los enormes pechos de Maribel al aire mientras se cambiaba, fui pasando la cinta, estaba lo normal, pero a eso de las 22,30h que ya no debería de haber nadie en la tienda, entró Jaime que es un dependiente y sacó los cubos de fregar el suelo, jolín que tío más majo que va a ayudar a fregar a Maribel, mi sorpresa fue cuando al momento volvió a entrar en el baño y Maribel detrás de él cerró la puerta y comenzaron a besarse, ¡joder que sorpresa! Esto si que era bueno.

Jaime se bajo los pantalones y se sentó en la taza del water, ella se arrodilló ante el y comienzo a lamerle la polla y a masturbarlo, al ver esto tuve una erección tremenda y me comencé a tocar el pene. Jaime tenía la cabeza echada hacia atrás y hacia gestos con su lengua a la vez que movía con sus manos la cabeza de Maribel hacia arriba y abajo, esta se había despojado de la parte de arriba de su ropa, aunque no lo veía muy bien porqué estaba de espaldas, ahora le estaba haciendo una cubana en toda regla, o por lo menos eso se intuía, mi polla iba a reventar, estos dos montándose una fiesta y yo por suerte lo había grabado todo, esto era mejor que tirarse a Maribel. En un momento ella dejó de jugar con el pene de Jaime y se sentó sobre su polla tiesa, no llegaba al tamaño de la mía, pero parecía que el muchacho sabia usarla, el lamia sus tetase y las tocaba mientras ella lo cabalgaba sin descanso, pedazo de polvo se estaban marcando aquí los dos, joder así siempre insistía en cerrar Maribel la tienda. Ella cambió de posición, ¡bien! Ahora tenía las tetase frente a mi mientras follaba a Jaime. Vaya pechos como se movían, y sus pezones apuntaban al cielo, parecían que se iban a salir del sitio, paró en seco de moverse, Jaime se había corrido, efectivamente, ella se dio la vuelta y se abrazó a el, yo también había conseguido tener un buen orgasmo.

El martes al llegar al trabajo, todo siguió su normal desarrollo, las semanas han ido pasando y yo he seguido grabar sus polvos.

Ahora ha venido una nueva vecina a mi bloque de pisos, está bien buena, estoy pensando en como meter una cámara en su habitación sin que se entere, un día de estos voy a la cárcel, mientras tanto seguiré disfrutando.