Voyeur (2)

Nuevas aventuras de nuestro personaje Javier

VOYEUR 2

Hola de nuevo, me llamo Javier, soy un tío normal, lo que pasa que espiar a la gente me pone a cien, me gusta me excita y consigo unos orgasmos que de otra manera no los tengo.

Hace unos meses vino a vivir a mi bloque de pisos una chica, bueno una mujer, ronda los cuarenta años, como yo, y es la típica rubita pija, ojos claros, pelo rubio liso, un metro setenta aproximadamente, para mi gusto escasa de pecho, pero bueno, el conjunto es más que aceptable. Viste muy bien, es ejecutiva, por lo que he podido averiguar, de cuentas en una agencia de publicidad, tiene un mini deportivo, y lo mejor es que es algo promiscua en cuanto a sus relaciones sexuales, y eso me gustaría comprobarlo.

Desde que entró a vivir en el bloque comencé la manera de poder meter una cámara de fotos o video en su casa. Se me plantearon varios problemas desde un primer momento, e incluso intenté ligar con ella, pero la verdad que en un par de ocasiones que probé algún acercamiento, lo único que conseguí fueron miradas hoscas y peores miradas, así que tiré la toalla con esa vía.

En nuestro bloque tenemos portero, y él tiene una llave de cada uno de los que habitamos allí, ¡joder! comprobé que el tío este se toma muy a pecho su trabajo y no pude hacerme con el juego de la casa de mi vecina, que se llama Yolanda por cierto, ya que el portero parece más un policía o un guardián que un portero de casa.

Un día de los que libro, que suele ser entré semana, ya que trabajo como encargado en una tienda de ropa, y por casualidad me topé con una chica latino americana en el ascensor, de Perú para ser más exactos. Una chica guapa, ojos negros, pelo largo negro y rizado, labios gruesos y sensuales. Entramos en el ascensor, dí los buenos días y le pregunté cortésmente a que piso iba, al tercero me dijo ella, vaya al mismo que Yolanda, y como no la había visto nunca, le pregunté si hacia mucho tiempo que se había mudado al bloque, cual fue mi sorpresa cuando me contestó que ella era la chica que limpiaba el piso de Yolanda. Se me abrió el cielo y comencé a trazar un plan el cual me permitiría meter la dichosa cámara en el piso de mi vecinita.

Lo primero que hice, fue agenciarme una cámara nueva, esta vez me compré un modelo inalámbrico con el cual podría ver en directo lo que sucediera en el sitio que la colocara, ¡vivan las nuevas tecnologías!

El plan a seguir sería el siguiente, me intentaría ligar a Daiana, que es como se llama la chica en cuestión y así tendría la ocasión para poder meter el ingenio electrónico en su casa.

La verdad que solo de pensarlo, me excitaba, además soy persona al que le gustan los retos, si a parte de colocar la cámara, echaba un polvo a Daiana, mejor que mejor, de este modo mataría dos pájaros de un tiro.

Con Daiana comencé con la táctica de hacerme el despistado y el encontradizo, estudié bien, los días en los cuales iba a limpiar y ajusté mis libranzas a sus días de trabajo, desde la ventana de mi habitación veo la parada del autobús donde ella se bajaba, así siempre me la encontraba por las escaleras o esperando el ascensor. La saludaba, era cortés, educado y de vez en cuando hacia alguna gracia, vamos lo típico y lo normal cuando se intenta uno ligar a una chica, vamos eso creo yo.

Después de un par de meses de acercamientos, decidí pasar a la acción y ver que resultado obtenía, era un poco arriesgado pero necesitaba lanzarme ya, si no funcionaba probaría otra cosa para poder meter la dichosa cámara. Un buen día, pregunte a Daiana, a que hora terminaba de trabajar, y si le apetecía tomar algo en el bar de la esquina o en casa, me sorprendió gratamente, ya que aceptó la invitación. Ese primer encuentro me sirvió sobre todo para confirmar los horarios de trabajo de Yolanda, bueno y también me sirvió para intimar algo más con Daiana.

A la semana siguiente la invité a cenar y tomar algo, ya con su teléfono móvil en mi poder, me era más sencillo manejar la situación. El día de la cena, la fui a buscar, y me encontré una mujer de una belleza exótica y arrebatadora, Daiana tiene un encanto especial, es bonita e inteligente, durante la cena y luego que fuimos a tomar algo, descubrí una mujer inteligente, culta y con unas ganas terribles de comerse el mundo. La invité a la última copa en mi casa, accedió. Al subirnos en el coche la cogí del hombro y la atraje hacia mí, nuestros labios se unieron, nuestras lenguas se unieron en un beso húmedo y caliente, me gustó aquel beso. Al llegar a casa y cerrar la puerta, la sujeté con la misma y comencé a besarla, mientras con la otra mano la iba despojando de su ropa, al llevar falda la bajé las bragas con facilidad, la cogí en volandas y le metí mi falo de un golpe, ella sonrió y gimió, comencé a follarla, de ahí pasamos al sofá y allí la quité el sujetador, Daiana tiene unos pechos bonitos, no muy grandes pero muy bien puestos, se separó de mí y me hizo tumbar boca arriba, me empezó a besar la boca, el cuello, mis pezones, mi tripa y llegó a mi pene, la lamía y me acariciaba los huevos con habilidad, sabía lo que tenía entre manos y lo hacia bien, no pude, y tampoco quise evitarlo y le solté un chorro de leche en la cara, me sonrió.

Comenzó a comerlo y chuparme de nuevo, consiguió sacarme otra erección, esta vez se sentó encima de mi y comenzó a follarme, era tremendo como lo hacia y como se movía, estaba excitadísimo y ella era como un volcán en plena erupción, sus pezones marrones, estaban duros como piedras y mientras saltaba encima de mi, mi falo la taladraba una y otra vez, ella se tocaba por todas partes, de pronto paro en seco, dio un par de sacudidas más con su pelvis, mi polla pedía clemencia, se había corrido, yo que estaba echo polvo pero a punto de correrme, la tumbé, me puse encima y se la metí, empecé de nuevo a bombear, ella gemía también, y en pocos golpes de cadera la inundé de nuevo con mi leche, la abracé y nos inundó un sueño que nos noqueó totalmente.

Amanecimos abrazados y lo más curioso es que estaba a gusto junto a ella, como se suele decir, fui a por peras y salí escaldado, en las cosas del follar y del amor hay veces que quedas sorprendido y no puedes controlarlas.

Dirá usted, "¿y lo de ponerle la cámara a Yolanda?", se la puse pero eso es otra historieta.

Continuará