Voy de sorpresa en sorpresa

Por fín conseguí serle infiel a mi mujer, pero la situación no fue todo lo "normal" que aparentemente debía ser, aunque los ingredientes a primera vista parecían perfectos ...., al calor de la pasión la sorpresa apareció ante mis ojos.

VOY DE SORPRESA EN SORPRESA

Por fin conseguí serle infiel a mi mujer, pero la situación no fue todo lo "normal" que aparentemente debía ser, aunque los ingredientes a primera vista parecían perfectos …, al calor de la pasión la sorpresa apareció ante mis ojos.

Hace unas semanas me animé, por primera vez en mi vida, a relatar la experiencia que tuvimos mi mujer y yo en una discoteca. Supuse que sería la primera y única vez, ya que me la tomé como una terapia, pero los comentarios que me han llegado a mi correo me han animado a haceros partícipes a todos de nuestra activa vida sexual.

Recordareis que aquel relato acababa planteando mi deseo de serle infiel a mi mujer. Lo cierto es que desde que sucedieron aquellos hechos hasta hoy le fui infiel varias veces y vivimos varias situaciones que con tiempo os iré contando para que disfrutéis (a ser posible) tanto como yo. Aunque ninguna de las veces que le fui infiel me marcó tanto como la primera y eso es lo que me ha animado a contaros esta historia de hoy, a contaros cómo fue mi primera infidelidad.

Todo comenzó un día que tuvimos una reunión entre compañeros de la Universidad. Ya sabéis que soy catedrático y de vez en cuando tenemos que salir de nuestra ciudad de residencia para impartir cursos, acudir a congresos, etc. Esa vez fue en la ciudad gallega de Santiago de Compostela, habíamos acabado la última sesión de la tarde y nos dispusimos un grupo de cinco amigos a cenar juntos. La velada fue muy agradable, ya que tuvimos una típica reunión de hombres (mi mujer no había ido porque dijo que para irse dos días no se pegaba la paliza del viaje) donde cenamos una mariscada tremenda regada con un albariño de la tierra.

De allí nos fuimos a tomar unas copas a unos locales de la zona vieja que nos recomendó el encargado del restaurante. Sitios muy bonitos, manteniendo lo antiguo adaptado a las nuevas tendencias. Comenzamos por carajillos y continuamos por whisky que es lo bebíamos toda la panda y eso fue haciendo que nos desinhibiéramos poco a poco. Yo en un momento de abandono mental les conté la historia de mi mujer y cómo se comió aquellas tres pollas delante de mí, lo cual les puso tremendamente cachondos. Incluso en la frente de alguno de ellos pude leer su deseo de querer follársela a la primera oportunidad que tuvieran. Eso me gustó, porque soy de la opinión de que primero son los amigos y después el resto del mundo.

Llegamos a un local que tiene un abrevadero de piedra a la entrada y unas escaleras para descender al mismo. Ya eran aproximadamente la 1,30 horas de la madrugada e íbamos con varios copazos encima. Al entrar vimos un corrillo de chicas que nos llamó la atención ya que se las veía muy divertidas y sus risas, en ocasiones, eran más fuertes que la música de fondo.

Pasamos a su lado y todos nos dirigimos unas miradas seductoras pero ahí quedó la cosa, nos fuimos hacia un hueco que había un poco distante y allí seguimos nuestra juerga particular. De vez en cuando nos intercambiábamos alguna que otra mirada con ellas, y sonrisas. Evidentemente nuestros comentarios eran los típicos de un grupo de cuarentones salidos. Mira que cachas tiene esa tía, pues mira la rubia que tetas tiene, yo me la follaba aquí si me dejara, ese culo me vuelve loco, etc, etc.

Rogelio, un compañero de Facultad, que estaba a mi lado me provocaba: Te animas a ir allí y tirarles los tejos?. Seguro que si fuera al revés tu mujer se los tiraba a todos delante de ti. Esas frases en un principio no tenían gran efecto pero a medida que las miradas se hacían más cómplices y que el alcohol corría por mi sangre ese lento goteo iba haciendo mella en mi mente.

Rogelio me dijo: escoge a una, que yo me quedo con la morena de media melena. Me recuerda a tu mujer y será una grata experiencia. Oír aquello me pareció fatal. Mi propio amigo y compañero me estaba diciendo que quería follar con mi mujer y me lo decía en un tono de vicio que hizo que mi polla pegara un salto. Yo, mentalmente, escogí a la más alta, una rubia de piel blanca que se reía por los cuatro costados y que no paraba de mirarme.

Instintivamente desde ese momento se estableció una línea de unión entre la morena y Rogelio y entre la rubia y yo. Al cabo de un rato y siendo tan descaradas nuestras mutuas sonrisas, le dije a Rogelio: ¿vamos a invitarlas a una copa? Me sorprendí diciendo eso, ya que nunca había hecho cosa semejante, pero desde lo de mi mujer voy de sorpresa en sorpresa.

Nos acercamos y dirigiéndome a la rubia le dije: nuestros amigos se van a ir y a nosotros nos gustaría seguir conociendo esta bella ciudad con la más bella compañía. Os podemos invitar a una nueva copa? En ese momento sonaron un montón de risas que no entendimos porqué se producían y casi al unísono tres de ellas dijeron que se tenían que ir, que ya era tarde y que no tenían pensado seguir. La morena miró directamente a los ojos de mi amigo y le dijo: pues yo me quedo, que mañana no tengo que trabajar. Entonces la rubia dijo: pues yo no voy a dejarte sola con estos dos, tenemos que equilibrar la balanza. Así que me voy con vosotros.

Nuestros amigos se marcharon a los pocos minutos, cuando vieron que habíamos cambiado de bando, y quedamos en vernos al día siguiente para tomar los taxis de salida al aeropuerto a primera hora de la mañana. Una vez quedamos los cuatro solos nos planteamos a dónde ir, a lo que una de las chicas dijo que conocía un sitio que estaba muy bien y que ponía música de los años 80, así que decidimos ir allí.

Nos llevó por unas calles estrechas y con quiebros hasta una zona nueva de casas y tras doblar varias esquinas apareció una zona llena de gente en la calle. Había infinidad de locales llenos de gente joven y en uno de ellos pudimos ver a la puerta gente de nuestra edad. Entramos, en ese momento sonaba una canción de Alaska que me decía que tuve mi oportunidad y la dejé escapar y pensé para mis adentros que esa noche no se iba a cumplir la letra de la canción. Tenía mi oportunidad y pensaba aprovecharla hasta el final.

Nos dirigimos, como pudimos, a la barra y allí nos acercamos a pedir en fila india. Yo como soy el más corpulento iba el primero. Al llegar a mi destino me di la vuelta de golpe y casi mis labios se encuentran con los labios de mi amiga. Nos quedamos mirando unos segundos y nos echamos a reír. Pedí las consumiciones y me pude dar cuenta que Rogelio estaba atacando duro ya que le importaba dos pelotas que estuviera yo allí, ya se había hecho un aparte con su chica y estaba comenzando la operación de acoso y derribo. Como consecuencia de ello le dije a mi nueva chica, que por cierto os diré que se llama Charo, que pasara a la zona de la barra, que estaría más cómoda. Dado el volumen de gente que allí había tuvimos que rozar nuestros cuerpos lo cual hizo que se me volviera a poner tremendamente tiesa mi polla.

No obstante, antes de seguir quisiera pasar a describiros el físico de Charo ya que es fundamental para que os hagáis una idea de la hembra que tenía a mi lado: llevaba unos zapatos con un poco de tacón, no muy alto pero suficiente para realzar una bellas piernas que se podían ver perfectamente hasta por encima de la rodilla que era a donde llegaba su falda. Un culo bien parado que hacía un vuelo espectacular a la falda. Unas tetas parecidas a las de mi mujer, posiblemente una talla 95 ó 100 que se tapaban con una camiseta muy ajustada de color blanco que permitía ver sus pezones marcados perfectamente. La camiseta no le tapaba todo, pues enseñaba su barriga perfectamente cuidada y con un pircing en el ombligo. En concreto era una perla blanca sobre una base de plata. En la parte de la espalda se podía contemplar un tatuaje de color azul de un pájaro con las alas abiertas. El cuello era largo. La cara era de una belleza especial, una mezcla entre inocente y viciosa. Es difícil explicar, había que verla para entender de lo que hablo. Unos labios carnosos, pero no exagerados, la nariz pequeña y recta, los ojos grandes y de color verde grisáceo y en las orejas colgaban unos enormes aros de plata. A parte de eso tenía un pequeño brillante en una de ellas. El pelo, como os dije era rubio y con una melena sedosa. Parecía que hubiera ido ese día a la peluquería ya que cada rizo estaba perfectamente en su sitio y cubriéndole hasta los hombros.

Como la música estaba muy alta hablábamos casi mejilla con mejilla pegada, lo cual hizo que en un momento y como queriendo atraerla más a mí le agarrase de la cintura para acercarme a ella. Dejé la mano en su cintura y ella no dijo nada. Comenzamos hablando de la ciudad primero, después de la noche y acabamos hablando de nuestros trabajos y de nuestra vida personal y sexual. Yo nada le dije de lo que me había pasado con mi mujer. Sin mentirle le conté la parte de la historia que quise contarle. Ella me dijo que no solía hacer lo que había hecho esa noche y que, como mucho, tomaba un café con alguna amiga y se iba para su casa. Yo le pregunté a qué se refería, si creía que estaba haciendo algo mal. A lo que me contestó que no es que hiciera algo pero que a lo mejor podía llegar a hacer algo de lo que podíamos arrepentirnos los dos. En ese momento la miré a los ojos y le dí un beso en esos labios jugosos. Nuestras lenguas y nuestras salivas se entrecruzaron en un apasionado y largo beso y mis manos se dirigieron a su culo para atraerla totalmente hacía mi y que pudiera sentir mi polla tiesa.

Te deseo, fue lo primero que acerté a decir. Ella me miró con ternura, como si fuera mi madre, y me contestó: yo también he sentido algo muy hondo por ti, pero quizás debemos aclarar antes nuestras situaciones.

No tenemos nada que aclarar, tu eres libre (según me has dicho) y yo aunque estoy casado, no tiene que suponer un problema. Ella no tiene porqué enterarse y será nuestro secreto. Quizás no volvamos a vernos y debemos aprovechar la pocas oportunidades que da la vida de que tu encuentres un hombre que te haga sentir placer y yo que de que encuentre una mujer que me haga vibrar, le dije yo.

Ella no me contestó, me dio otro beso y cuando acabamos, casi sin dejarme respirar me agarró de la mano y me dijo: vamos a buscar a tu amigo y a bailar un poco.

Los encontramos, en una zona en la que la oscuridad propia del local se acrecentaba, pegados a la pared y dándose un morreo tremendo, con los cuerpos pegados en uno al otro y Rogelio intentando meterle mano, así que tomé a Charo de la cintura y me la lleve a otra zona que era donde estaba bailando todo el mundo. Ella me puso las manos alrededor del cuello y yo le agarré por la cintura, parecíamos una pareja de novios mirándonos a los ojos, pero eso duro poco, nuevamente la pasión era mayor que el romanticismo y nos volvimos a unir en un beso con nuestras lenguas jugando dentro de las bocas y tragando nuestras salivas mezcladas. Era excepcional. Mi polla estaba tan parada que si abro el pantalón atravieso allí mismo a Charo. Ella lo notó y se acercaba como intentando buscar sentirla mejor. Al cabo de un rato, mientas que con una mano le tocaba el culo a Charo y con la otra intentaba acariciar un pezón, noté como una mano me llamaba a mi espalda. Era Rogelio que venía para decirme que él se iba ya a al hotel con su amiga y si nos íbamos con ellos. Se lo comenté a Charo y me dijo que por ella no había problema que podíamos seguir bailando en la habitación.

Fuimos andando ya que estaba relativamente cerca y por el camino íbamos haciendo las típicas bromas de machos estúpidos que a veces somos fanfarroneando de nuestro potencial y estupideces por el estilo. Ellas reían con ganas hasta que llegamos al hotel. Una vez dentro del ascensor comenzó un nuevo calentón, Rogelio agarró con fuerza por su culo a su chica mientras le daba un beso y yo hice lo propio con Charo.

Nos despedimos en el pasillo deseándonos "feliz noche". Nada más entrar en la habitación Charo puso música ambiental y bajó la luz de la habitación mientras se dirigía al minibar a recoger unos botellines de whisky. A mi no me hacía falta más alcohol (y creo que a ella tampoco), pero ya se sabe que en una situación así te bebes hasta lejía si te la ponen delante. Con el botellín en la mano comenzó un baile muy sensual mientras se quitaba la cazadora de cuero que llevaba encima. Los pezones se le notaban tras la camiseta ya que estaban a reventar y cuando se ponía de espaldas a mí el ritmo de su culo me volvía loco de excitación.

Yo estaba entre tumbado y sentado encima de la cama de la habitación y en un momento del baile en que se acercó a darme un beso la agarré de la muñeca y la atraje hacía mi. Cayó justo encima de mi cuerpo y casi me parte la tranca, pero no protesté lo más mínimo. Comenzamos a besarnos mientras le iba subiendo su camiseta dejando primero su espalda al aire para terminar quitándosela.

Tenía un sujetador blanco con unos encajes preciosos que le realzaban aquellas tetas tan suculentas. Me quedé mirando, como quien se queda petrificado ante una tarta antes de comérsela. El pastel iba a ser todo mío esa noche y quería disfrutar de cada segundo. Lo desabroché y ante mí aparecieron aquellos pezones que como dos arpones intentaban salir de los pechos en los que estaban para clavarse en mi. Me lancé sobre ellos para lamerlos y comerlos con pequeños mordiscos y ella suspiraba de placer. Era evidente que le gustaba, parecía ser uno de sus puntos débiles. Con mis manos se los apretaba y los iba dejando completamente mojados con mi saliva. Ella mientras tanto, y como podía, me fue quitando la camisa que llevaba. En ese momento la invité a irnos a la ducha, ya que después de un día de trabajo tenía el cuerpo demasiado sudoroso como para que nadie me lo comiera.

Me dijo que no le importaba y que incluso que le gustaba así, sudoroso y con olor a macho, que le gustaría hacerlo allí mismo. Abrió la cama e hizo ademán de abrirme el pantalón. Pero, ante mi insistencia nos fuimos a la ducha. Al llegar allí ella me quitó, primero los calcetines, y después el pantalón. Mi polla estaba que reventaba el bóxer, así que agradecí el momento en que me lo bajo y quedó mi polla en todo su esplendor.

Sin pensarlo dos veces, se agachó, y se la metió en la boca. Comenzó a chupar de una forma muy rítmica y pasándome sus manos por mis testículos y en concreto sus uñas, con cuidado pero con la suficiente fuerza para notar una mezcla de escozor y placer. Nunca ninguna otra mujer me lo había hecho así y el placer era inmenso.

Le aconsejé que parara que me iba a correr allí mismo y que quería que la noche fuera larga. La agarré del pelo y la atraje hacia mi boca para darle un beso. Mientras mi lengua exploraba su boca, mis manos le abrían su falda y la dejaban caer. Pude notar que llevaba un tanga, ya que su culo estaba al aire y mi polla no chocaba con su coño, sino con algo de algodón o similar. Evidentemente era el tanga. Fui bajando de nuevo a sus tetas y volvió a retorcerse de placer. Sin dejar de chupar y besar su cuerpo llegué al ombligo. Jugué durante un rato con la perla de su ombligo y comencé a bajar hacia su coño. Mis manos se dirigían por detrás para intentar bajarle el tanga, pero … en ese momento mi corazón dio un vuelco. Allí estaba ella, casi desnuda, retorciéndose de placer en el suelo del baño y yo encima de ella bajándole el tanga y ante mí había un pene de no muy grandes dimensiones pero bien parado.

Me debí quedar completamente blanco. Mi autoestima de macho ibérico se vino abajo. Jamás en mi vida se me había ocurrido pensar que una tía tan buena como aquella pudiera esconder una sorpresa de este tipo.

  • Pensé en decírtelo por el camino pero creo que entre tu y yo se ha generado una corriente tan bella que no quería romper cada uno de los momentos que hemos disfrutado hasta ahora. Si me permites, te prometo que seguirás disfrutando igual que antes, olvida esos prejuicios y déjate llevar por el placer – me dijo ella.

Mientras me decía eso se giró y se volvió a meter mi polla en su boca. Mi polla había perdido dureza y comenzaba a entrar en estado de flacidez, pero al notar aquella experta lengua por mi glande, volvió a pegar un salto y a ponerse dura de nuevo. Yo estaba de rodillas y ella tenía su cabeza metida entre mis piernas sin dejar escapar ni un momento ni mi polla ni mis testículos. Comencé a sobarle las tetas y sin pensarlo dos veces fui bajando mis manos hacia la polla de aquella que dijo llamarse Charo. Estaba completamente depilado o depilada? No sé que decir. ¿Cómo debería llamarle? Era un macho o era una hembra? Le seguiré llamando Charo e intentaré que cuando me refiera a ella lo haga en femenino, pero debéis perdonarme si en algún momento me refiero a Charo como hombre ya que en mi cabeza late la dualidad de aquel cuerpo. Pues, como os decía tenía toda su polla depilada. Nunca había visto nada igual. Se la agarré con las dos manos y aunque nunca había masturbado a ningún hombre pensé que mi experiencia de algo valdría. La cantidad de veces que me he masturbado viendo películas porno o cuando otros se follan a mi mujer…. Así que comencé a intentar darle placer. Quería que se corriera. Estaba haciendo una especie de competición en mi mente.

Charo me dijo que parara, que íbamos a acabar agotados antes de la ducha, que era mejor darnos una ducha y disfrutar cómodamente sobre la alfombra de la habitación o sobre la cama.

Así lo hicimos y nos dimos la ducha más sicolédica de mi vida. Cuando miraba para arriba me encontraba con una estupenda mujer de labios sensuales, de tetas excitantes, pero … cuando miraba a su cintura veía un pene entre unas piernas moldeadas y firmes.

Nuestra ducha continuó con tocamientos y besos, mi mente no pensaba. Enjaboné todo el cuerpo de Charo, incluido su pene, y ella enjabonó el mío.

Nos pasamos las toallas por encima, pero sin mucha presión para mantener nuestros cuerpos húmedos y nos fuimos a la habitación. Nos tiramos, nos caímos o nos empujamos, no se lo que pasó, pero se que aparecimos encima de la cama abrazados. No obstante sentir su pene tieso entre mis piernas me causaba una sensación rara, pero notar su excitación provocaba en mi una sensación nueva muy placentera.

Se puso sobre mí como tantas veces se ha puesto mi mujer cuando quiere un 69, para comer mi polla, pero dejó su culo en alto. No quería obligarme a nada. Estaba claro, pero a mí me estaba provocando una excitación tremenda aquella situación. Su boca se comía toda mi polla, le pasaba la lengua y jugaba con mis testículos como lo había hecho antes en el baño. Aquello me estaba reventando todos los esquemas. Presa de la excitación le agarré de las piernas y poco a poco subí mis manos a su culo. Ella lo bajó un poco, lo suficiente para tener su glande a dos o tres centímetros de mi cara. Estaba brillante y creo que entonces me pareció ver un líquido pegajoso en su punta. Saqué mi lengua y se lo aproximé, quería quitarle aquella gota que se iba a caer sobre uno de mis ojos. Charo al notar el roce de mi lengua sobre su glande se sorprendió y pegó un pequeño sobresalto, pero siguió con mayor avidez comiendo mi polla.

No me lo pensé dos veces y poco a poco fui chupando mi primera polla en la vida. Hacía como notaba que ella hacía. Lamía, humedecía, daba pequeños mordiscos, clavaba ligeramente las uñas en los testículos, … era un juego maravilloso. Estuvimos así en este juego no sé cuanto tiempo, pero en un momento dado sentí como una profunda descarga iba a brotar de mi pene. No pude avisarle, mi boca estaba ocupada con su polla y eso hizo que se tragara todo mi semen.

Me limpió la polla con su lengua y, mientras, yo seguía chupando de arriba abajo y aumentando instintivamente la velocidad. Pude notar cómo Charo me estaba follando a mí, estaba follándome por la boca. Ella se movía de forma sincronizada, hasta que ente gritos y convulsiones, me avisó. Me vengo, me corro,, haciendo un gesto de salirse. Entonces, nuevamente reaccioné como jamás hubiera pensado, la agarré por el culo para que no pudiera elevarse y succioné su polla. Se vino con una cantidad tremenda de leche en mi. Por las comisuras de los labios salían gotas de semen. Estaba feliz. Había disfrutado muchísimo.

Charo, antes de que tragara su semen, se acercó a mí y me dio un beso para succionar parte de su propio semen y tragárselo.

Nos echamos en la cama reventados y sólo acerté a decirle que aquello había sido maravilloso. Me acerqué de nuevo al minibar y cogí la última botella de whisky que había. Se la ofrecí y me dijo que prefería beberla a medias conmigo, pero siguiendo sus normas. De acuerdo, le contesté yo. Dime cuáles son tus normas. Ella me comentó que, alternativamente, iríamos echando varios tragos cada uno de nosotros hasta acabar el botellín (la verdad es que no daba para mucho), pero que no nos beberíamos el contenido sino que reteniendo la bebida, nos daríamos un beso para que el otro bebiera el whisky que el otro tenía en la boca. Me pareció una gran idea y comenzó Charo bebiendo. Cogió el botellín y bebió un sorbo pequeño, me guiñó un ojo y puso unos labios sensuales para que yo la besara. Me bebí el whisky mezclado con su saliva. Era un sabor nuevo, delicioso.

Después me tocaba a mí, iba a meter un buen trago, pero Charo me dijo, cuanto más grande sea el sorbo, menos besos podremos darnos. Así que retuve una pequeña cantidad de bebida y se la ofrecí. Así continuamos varias veces y aumentando la carga de morbo, tocándonos el pecho, las pollas, el culo,

Cuando acabamos con la botella estábamos otra vez con las pollas tiesas como palos. Charo se levantó y se fue al bolso. Cogió una caja y la puso en la mesita. Era una caja de vaselina, nunca la había usado en asuntos sexuales, pero evidentemente en otras ocasiones había visto cómo eran esas cajas.

Charo me dijo: A mí casi no me hace falta usarla porque ya estoy muy ancha, pero si te apetece intentarlo tengo aquí esto que te facilitará lo que supongo que sería tu primera vez.

  • No gracias, nunca lo he hecho y a pesar de lo excitado que estoy no me hace gracia esa idea.

  • ¿Quieres que intentemos probarlo? Si en algún momento te hago daño me lo dices y lo dejo, me comentó Charo.

Le dije que de acuerdo y con mucho mimo y con nuestras muestras de calentamiento me puso la vaselina en mi ojete y en su pene. Era la primera vez que sentía una mano así y me excitaba la idea, pero el miedo podía más. Me puse a cuatro patas y Charo se acercó, me acarició la espalda, me cogió mi polla desde atrás y comenzó a masturbarme y me tocó en una zona entre el pene y el ojete que me excitó muchísimo. Mientras, acercó su polla a mi culo, la noté acercarse y cómo hacía su primer intento. Aguanté la embestida y Charo la retiró, mientas seguía acariciándome en esa zona que describí antes y en la polla con la otra mano. Volvió a intentarlo, pero esta vez pegué un grito que se debió oír en todo el hotel.

  • Para, por favor, no sigas, me vas a destrozar el culo y eso no me excita nada.

  • Al principio duele un poco, pero si tienes fe en mi conseguirás disfrutar toda la vida de múltiples sensaciones. No sólo serás tu quien dé placer a partir de ahora, sino que también podrás recibirlo, me dijo Charo. ¿Te acuerdas la primera chica que desvirgaste? Gritó y lloró por aquello, pero ahora seguro que te lo agradece en silencio. Esto será lo mismo.

  • No, por favor, no insistas. No estoy preparado para eso.

  • Lo que tu quieras. Te apetecería probar conmigo? Me decía eso mientras me lanzaba una mirada de lujuria a mi polla

  • Ok. Lo intentamos.

Fue Charo quien se puso a cuatro patas y yo la cogí de la cintura. Dirigí la punta de mi pene a su culo y poco a poco lo fui introduciendo. Ella estaba disfrutando por los gemidos que podía oír y a mí me producía una sensación nueva como nunca sentí. Cuando quise darme cuenta le había clavado mi polla hasta el final. Mis huevos tocaban su culo y decidí agarrarme a sus tetas para pellizcarle sus pezones. Charo quiso moverse, pero yo se lo impedí.

  • Seré yo el que te monte con todas las consecuencias y marcaré yo el ritmo, le dije.

Ella no dijo nada y se dejó hacer. Con mi mano derecha le agarré su polla y comencé a masturbarla mientras que con la izquierda intentaba buscar el punto que ella tan expertamente me había localizado entre mi polla y el culo. Fue ella la que me ayudó con su mano, indicándome el sitio concreto, casi a la salida de su ano.

  • Ummmmmmmmmm, siiiiiiiiiii, muévete, no pares, sigueeeeeeeeee, divinoooooooo, no te corrassssssssss, aguantaaaaaaaaaaa.

No paraba de decirme lo bien que se lo estaba pasando y yo estaba disfrutando de la situación como nunca. Con ninguna mujer he sentido el placer que tuve follándome a Charo. Su culo aunque dilatado era mucho más acogedor que cualquier coño, la falta de lubricación natural, le da otra sensación de roce, es algo indescriptible.

Intenté aguantar lo máximo posible, pero tan violento, tan rápido, tan brutal se hicieron nuestras embestidas que en un momento determinado me acabé viendo en su culo. Sentí como salía mi leche disparada por dentro de ella, mientras oía los gritos de placer que lanzaba.

Como Charo no se había corrido, aunque debía estar a punto, decidí agacharme, meterme entre sus piernas y con la boca y las manos provocarle una nueva descarga, solo que ahora me prometí que esa leche sería sólo para mí, lo mismo que ella se había quedado con la mía en su culo.

Ella estaba como poseída, me agarraba de la cabeza, quería que fuera parte de su cuerpo porque hacía que su polla me entrara hasta casi más allá de la garganta, y así estuvimos hasta que se vino en mi. Me llenó toda la boca de semen, por fin pude comprobar a qué sabe la leche ajena y recordé la cantidad de ella que había tomado mi mujer en sus diversas escapadas.

Nos fuimos a la ducha para refrescarnos un poco y relajarnos con el agua caliente, mientras sentíamos nuestras respectivas manos por cada uno de nuestros cuerpos.

Justo al salir de la ducha sonaba el teléfono. Era Rogelio que me avisaba que en media hora estaría el taxi en la puerta esperándonos para llevarnos al aeropuerto.

Me despedí de Charo y me dejó su teléfono para que cuando volviera a Santiago la llamara. No sé si la volveré a ver, aunque estoy deseándolo. Incluso a lo mejor podemos montarnos un trío con mi esposa.

He intentado buscar otras Charo pero nunca he llegado a encontrar a una espléndida mujer como ella con polla en vez de coño. Si alguno conoce a alguna darle mi correo para que podamos dejar volar nuestra imaginación. Si lo hace bien hasta puede que le deje la virginidad de mi culo a ella.

morbosexual@hotmail.com