Voy a USA y... Cap VI: incesto y FINAL.
Me hizo un gesto para que bajara y como un robot lo hice. Me empujó contra la mesa y empezó a hurgarme el culo mientras Mark me besaba. Su padre jugó con nuestros anos a la vez hasta que se cansó y penetró a su hijo. Después, me penetró a mí y...
Dudaba seriamente que aquel coche pudiera hacer los cuatrocientos kilómetros de trayecto. Estaba muy viejo y no me daba mucha confianza. Mark parecía encantado y me dejé llevar. Tan solo quería que pasase pronto aquel fin de semana y no pasara nada.
-Cari, quiero que me cuentes lo de tu ex.-
-Mark, no. Fue una tontería lo del otro día. No quiero darle más vueltas.- Le dije para evitar seguir con el tema.
-Quiero escuchar alguna de tus historias. ¿Solo has follado con ese tipo?-
-Bueno, no. Empecé con chicas.-
-¿Y con rabos?-
-Jorge fue el primero. Después fue tu rabo.-
-Anda, menudo soso- Le dio volumen a la radio y se acabó la conversación.
No quise contarle la historia de verdad. Me daba vergüenza contarle lo que Carlos había sido. Lo que más me avergonzaba era admitir que lo había usado como un contenedor para mi semen. Esa historia era un tabú que nunca rompería.
Estaba muy aburrido. Tan aburrido que pensé qué el tiempo se había detenido en aquel paraje. Todo era igual, una carretera hasta que la vista alcanza con arena a los lados. A eso se sumaba el calor, de esos que parecen venir del infierno.
-Mark, no decías que iba a hacer frío.-
-En mi casa sí. Esto es un puto desierto.-
Y todo seguía igual. Estábamos solos en aquel desierto camino de su casa. Tenía el estómago revuelto y cada vez tenía más ganas de dormir. Sabía que no me dejaría conducir, así que cerré los ojos.
Cuando desperté habíamos cambiado de mundo. Tenía frio, aunque estaba tapado con una manta. La arena había sido sustituida por árboles nevados. Mark seguía conduciendo mientras escuchaba un noticiario. No le dije nada, tan solo lo miraba conducir.
La carretera se fue estrechando según estaba oscureciendo. Supuse que nos acercábamos al pueblo por el tipo de carretera. Él seguía callado, mirando a la carretera como yo miraría a mi hogar cuando volviese.
-Ahora mira a la derecha. Es el rio Huxley, estará congelado. Mañana vendremos.-
Pasamos por un puente que cruzaba el rio. Era una especia de catarata congelada en la que se reflejaba la luz de la noche. Supuse que para él era parecido a lo que yo sentía cuando miraba la playa. Quise abrazarlo muy fuerte, pero me contuve.
La urbanización era típicamente norteamericana. Casas de dos plantas, todas iguales con sus jardines y una bandera estatal. Aparcó delante de una de esas casas iguales y paró el coche:
-Ya hemos llegado.-
Como me suele pasar, cuanta más me preocupo, menos importante es. Suponía que iba a ser difícil que me presentara a su padre, pero resultó ser algo natural. Esas cosas las solventaba con facilidad. Me imaginaba en cada lugar de esa casa a un jovencito Mark y me ponía malo. Su padre nos había preparado su habitación para que durmiéramos allí. Eran cerca de las dos de la madrugada y nos acostamos.
-¿Te gusta mi casa?-
-Sí, me gusta más el tío buenorro que vive aquí.- Busqué sus labios sin éxito-
-Te refieres a mi padre.-
-Prefiero al hijo.- ahora si conseguí besarle.
-Hace tiempo que no venía y me apetece una paja tipo adolescente salido. Te apetece jugar un poco con mi culo mientras.-
Se bajó de la cama y se quitó el bóxer. Me deleité viendo crecer su polla mientras se tocaba en el centro de su habitación con las piernas separadas. No pude aguantar y me acerqué por detrás para jugar con su culo depilado.
Empecé con un dedo y me saqué el rabo para intercambiarlo por el dedo. Con mi nabo hacía círculos a su alrededor, haciendo que se tensara cuando me acercaba a su orificio. Me agaché y metí mi lengua lubricándole el ano. Aulló al sentir mi lengua dentro.
-Joder, siempre acabas de rodillas chupando. Eres una zorra mamona.-
Me cabreé y empujé mi rabo para buscar su interior. Desde nuestro polvo en el bosque no había catado su culo y tenía muchas ganas. Callé mis gemidos en su hombro mientras entraba y salía mi polla. Él no paraba de gemir y para callarlo le metí dos dedos en la boca. Se corrió enseguida y se dio la vuelta:
-Joder tío, espera que yo acabe.- Me quejé amargamente.
-Quiero un vaso de leche para dormir, vale-
Y comenzó a chupármela. Me acosté en la cama puse mis brazos detrás de la nuca y le dejé hacer. Cerré los ojos y disfruté de su lengua lamiendo mi glande. Después, bajó y subió por mi rabo, hasta alojarlo en su garganta.
Perdí el control del tiempo y solo disfrutaba. Cuando llegaba al punto de correrme me apretaba los huevos para que no me corriese. Lo repitió varias veces hasta que no pude aguantar más y me vine en su boca. Me besó dándome parte de mi corrida y se apoyó en mi pecho para dormir.
-Sabes, muchas noches pensaba en esta cama que se sentiría durmiendo con alguien que quieres. Ahora lo voy a comprobar aquí.-
Me dormí con la boca algo pastosa. No pensé ni en meter mi rabo dentro del bóxer. Me sentía en calma escuchando su respiración.
Me desperté sin sentir la cabeza de Mark en mi pecho. Moví los brazos y no lo encontré en la cama. Pensé que estaría en el baño y me di la vuelta en la cama. No conseguía dormirme, no dejaba de darle vueltas a la misteriosa desaparición de mi chico. Me levanté y fui al baño para mear. Mientras el chorro caía empecé a escuchar gemidos y supe donde estaba.
Volví a la cama, cerré los ojos con fuerza y solo lo veía gemir. Mi polla cobró vida propia y me sentí como una mierda, una mierda caliente. Me quité el bóxer y lo acerqué a mi nariz para olerlo. Me pregunté cómo podía ser tan guarro y me levanté con la intención de espiarlo mientras follaba.
Bajé las escaleras y lo encontré. Estaba a cuatro patas a poyado en la mesa de la cocina mientras su padre lo enculaba. Me quedé quieto mirando aquella gorda polla entrar y salir. Me empecé a tocar suavemente hasta que me vio su padre.
Me hizo un gesto para que bajara y como un robot lo hice. Me empujó contra la mesa y empezó a hurgarme el culo mientras Mark me besaba. Su padre jugó con nuestros anos a la vez hasta que se cansó y penetró a su hijo. Después, me penetró a mí y... Me desperté. Seguía en la cama, Mark estaba durmiendo en mi pecho y todo había sido un sueño húmedo. Respiré hondo y me relajé hasta volver a dormir.
No le conté nada a Mark acerca de mi fantasía, no sabía si le gustaría y, aún peor, no entendía como me podía gustar eso. Nunca me gustaron los maduros y ahora soñaba con gordas pollas maduras.
Aquella día fue mi incursión más próxima a la vida norteamericana. Vi el partido de fútbol (sin entenderlo mucho) y comimos en tradicional pavo que preparó su tía. Era una forma diferente de familia a la mía. Después de comer tuve la necesidad de llamar a mi casa. Le dije a mi madre que estaba en casa de Mark y quien era Mark. Al final, di el paso queriendo sentirme acogido igual que él se sentía con su familia.
Cuando volvimos a casa de Mark fuimos directos a dormir. Nos abrazamos en la cama, demasiado cansados como para hacer nada.
-Lucas, mañana saldremos a correr.- No le contesté, tan solo callé.
Si lo hubiera sabido nunca ahbría salido a correr. El único deporte que hay que practicar es el sexo. Estaba agotado y helado, no podía casi ni tenerme en pie y él trotaba como una gacela. Era nuestro última día y no quise estropeárselo y seguí corriendo. Cuando volvimos a casa estaba al borde de la muerte. Entré a ducharme para quitarme el frío mientras él preparaba el almuerzo.
-Mark, por fa quita la música y pon mi móvil a cargar.- Le grité desde la ducha.
Al salir me esperaba sentado en la cama, con cara de pocos amigos. Yo terminé de secarme y cogí unos bóxers. Me acerqué a darle un pico y giró la cara:
-Eh, ¿Qué te pasa?-
-Me debes una explicación. ¿Qué es esto?-
Me tiró el móvil y supe que lo había descubierto. No sabía que decirle, solo sabía que se había cabreado. El puto Amazon y su mensaje de confirmar pedido.
-Venga, es una tontería. Ya sabes, aproveché para ahorrar un poco. Te lo iba a dar en Navidad.- Intenté besarle de nuevo, pero no estaba él para mimos.
-Joder, eres idiota. Muy idiota.-
Sacó su móvil y me enseño un mensaje casi idéntico. Había comprado lo mismo. No sabía si reír, besarle o pegarle. ÉL lo tuvo más claro, se puso en pie y metió su lengua hasta mi garganta. Se quitó la ropa sudada a máxima velocidad y me besó con más furia.
-Eres un cerdo vicioso. Te voy a dar lo que mereces.- Usó su sonrisa viciosa y supe que estaba encantado con aquello.
Bajó las escaleras y volvió con la mochila que se había llevado a correr. Cuando sacó las cuerdas supe lo que me tocaba. Primero me puso su camiseta como venda. Después, me ató a la cama dejando mi culo expuesto y me lo llenó de lubricante. Esperaba sentir su polla, pero se fue dando un portazo.
Fue una media hora rara, en la que pensaba en el regalo. Era un dildo de dos puntas y habíamos elegido lo mismo. También pensé en otra cosa de mi móvil que pudiera Estaba deseando que me follase como aquella primera vez de la que almacenaba cada instante. Solo faltaba la mordaza y el consolador para estar viviendo lo mismo.
Se volvió a abrir la puerta y sentí sus manos en mi culo. Me penetró con cuidado, haciéndome gemir según iba metiéndola más y más. Estaba acostumbrado a ese dolor placentero, del que cada vez más era adicto.
Empezó a darme con fuerza y a sacarla para meterme sus cuatro dedos. Poco a poco iba dilatando más hasta que entendí su objetivo. Sentí algo más en la cama y después unas manos rudas en mis nalgas. Después un nabo abriéndose paso hasta la mitad y otro intentado entrar.
Grité y gemí al notar el roce de los dos invasores en mi interior. Padre e hijo alternaban sus penetraciones, haciéndome gemir casi de continuo. Me sentía lleno, tanto que solo podía gemir. Después sentí la humedad de una corrida:
-Joder hijo, no aguantas nada.-
-¿Y qué?- Dijo Mark.
-Me gusta correrme en un culo limpio. Anda pon el tuyo.-
Se acostó dejando su culo expuesto en el borde de la cama y su boca a la altura de mi ano. Lamió su corrida y siguió con mi polla mientras su padre le petaba el culo. Notada cada una de las penetraciones indirectamente y me ponía más y más caliente. Acabamos llenos de lefa los tres en la cama.
Pasé casi todo el camino de vuelta dormido. Sabía que Mark no se había cabreado por lo de Amazon, pero no le dije nada. Aquellos mensajes eran asunto mío y ya vería como gestionarlo. Tampoco era tan grave, un viejo amante me había mandado una foto recordando viejos tiempos. La foto era lo peor, Carlos estaba desnudo con un consolador en el culo chupando varias pollas. Mark no era un hombre celoso, me compartía con compañeros, incluso con su propio padre.
Al llegar a la residencia aparcó el coche y se quedó callado. Sabía que le debía una explicación y tarde o temprano habría que afrontar el tema.
-¿Significo algo para ti más a allá del sexo?- Era lo que debíamos afrontar.
-Sí, claro. Ya sabes que te quiero.- Le contesté. La respuesta real era que no lo sabía.
-Quiero que me lo demuestres. - Me miró muy serio. No sabía que era lo que quería. Nuestra relación se fundamentaba en el sexo, pero hay que tener en cuenta que conocí antes su polla que su nombre.
-¿Cómo te lo demuestro?-
-Lucas, quiero que me lo cuentes todo. Quiero oir tu historia.-
Fuimos a su habitación y se acostó en la cama. Yo me senté en la silla y mirándole empecé a relatarle:
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La historia de Lucas.
Mi historia comienza con una tontería. Yo era hetero, tenía una novia, de esas que les puedes tocar las tetas por encima de la camiseta y follas una vez al año. Todo se torció una noche que me dejó con el calentón y volví a mi casa.
No tenía ganas de llegar y me bajé una parada antes de metro y me acerqué a casa de mi mejor amigo Jorge. Toqué el timbre y me abrió con unos bóxers naranjas ceñidos y visiblemente acalorado. Intenté que fuéramos a tomar unas cañas pero estaba muy esquivo. Ante mi insistencia me enseñó lo que escondía.
Bueno, tú ya has visto a Carlos, era su criada. Le limpiaba la casa y hacía de esclava sexual.
-Wait, ese tío musculoso limpiaba casas.-
-En bolas y Jorge le daba rabo a cambio-
La cuestión es que no lo podía creer. Para demostrármelo Jorge lo obligó a comerle la polla delante de mí. Ya sabes orgullo de machito.
-¿Le quitaste el puesto de criada?-
-No, me lié con Jorge, pero yo era el activo.-
-Con tu culito. Ese tío era idiota.
-La tenía pequeña.-
Tras la mamada, me intentaron explicar la situación. Pasé del tema, pero poco a poco me fui enamorando de Jorge, ya sabes si un pico en una borrachera, si me la comió en un baño. Hasta que éramos más o menos una pareja. Aquella noche se lo iba a contar a mis colegas, iba a salir del armario...
-Y el muy cerdo se morreó con otro.-
A las dos semanas me confirmaron esta beca y ya conoces el resto.
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-Me falta un detalle, ¿quieres estar conmigo porque me quieres o porque follo bien?-
-Las dos cosas supongo.- Trague saliva para esperar su reacción.
-Tu beca acaba en un mes, ¿qué vamos a hacer?-
-Puedo pedir una prórroga. Posiblemente el Gobierno me la dé.- Me arrepentí de decir lo siguiente.- O puedo volver a casa y olvidar esto.
Se levantó muy cabreado. Pensaba que me iba a golpear pero me abrazó y rompió a llorar. Su sonrisa morbosa, su fantástica polla, sus cuerdas, los sumisos, las novatadas, la polla madura de su padre y las historias calientes eran su armadura. Por primera vez sentí que le importaba a alguien, que me quería y quería compartir su vida conmigo. Esa era nuestra conclusión, era mi amante y nuestras vidas estaban unidas entre litros de lefa.
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Había pasado mucho tiempo desde aquella aventura en la hermandad. Ahora todo era diferente, yo tenía un trabajo en un estudio de arquitectura en Nueva York y Mark trabajaba en un hospital. Lo que no tenía nada de normal era que nos limpiaran la casa criados de los que abusábamos sin compasión. Tampoco era normal que tuviésemos una habitación con un potro para recordar viejos tiempos.
En aquel primer día del resto de nuestras vidas desperté solo en la cama. Nuestra criada, antes un rey, limpiaba de rodillas el suelo mientras un plug con forma de cola de cerdo lo adornaba. Besé en los labios a Mark mientras votaba en la polla negra de nuestro criado moreno. Por mi parte llené una taza de café y me acerqué a aquella polla que había chupado por primera vez en el sótano de la residencia. Aquel café con leche fue el primero de una hermosa tradición.
Fin.
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Con esto acaba esta historia. La siguiente serie será de una temática similar pero algo más dura. Gracias por el apoyo y disfrutad esas pajas.