Voy a follar con él te guste o no
El dolor de los pobres ante el derecho de pernada de que imponen los ricos
Voy a follar con él te guste o no
Había solicitado otro whisky y ya le sobraba media botella. Después de dos veces sin conseguirlo, a pesar de la buena voluntad de las dos rubias de ojos azules, jóvenes veinteañeras traídas del submundo para que trabajasen de putas mal pagadas, decidió que no lo intentaría más. ¿Para qué?, cada vez que la muchacha se desnudaba y se le abría de piernas se acordaba de su esposa. El "¿no te gusta, así, afeitado?"-tan mal pronunciado, que resultaba inteligible-, todavía lo encogía más; y cuando intentaban demostrarle sus otras habilidades con la lengua, en vez de animarlo, lo hundían en la absoluta miseria. Era el momento que decidía abandonar, ya no veía a la muchacha, sino a su mujer con la boca abierta, dispuesta a mamarla con los ojos cerrados. Tranquilo, no pasa nada, a veces ocurre, no te preocupes; lo intentaremos más tarde, cuando descanse un poco. Humillantes, aquellas palabras le resultaban realmente humillantes; menos mal que las muy putas no conocían bien el idioma.
A pesar de que camarero, amable y con mucho tacto, le insinúo que alquilase una habitación para descansar el resto de la velada; insistió en que le sirviese otro trago. Si no soy capaz de follar, al menos, podré emborracharme. Seguro, debió de pensar el empleado, y a regañadientes le llenó el vaso con cubitos de hielo y lo despachó con cuatro gotas mal contadas.
Ante la mirada despectiva, se acordó otra vez de su mujer. Reconozcámoslo le dijo ella, fría como el cristal del vaso que se estaba llevando a la boca, es quien tiene el dinero, el que paga; puede hacer con nosotras lo que se le antoje. Se ha hecho empresario tan sólo por el derecho de pernada. No había querido oírla, ni siquiera mirarla a la cara; tampoco podía evitarlo, sus palabras le llegaban unas tras otras, igual que las letras del banco. Voy a follar con él, antes de que me despida, voy a follar con él. ¿Qué más da?, sólo será una noche y después me ducharé con agua muy caliente. Nadie se dará cuenta, ni siquiera tú lo notarás. Nada, cuando hagamos el amor piensa en él como si fuera uno de mis anteriores amantes; antes que tú hubo otros y eso nunca fue un problema entre nosotros. ¿Distinto?, no, no será distinto; yo te quiero a ti, con él me abriré de piernas y cerraré los ojos.
Necesitamos ese empleo, ese ascenso; por lo menos, mientras tú estés en el paro. Con suerte, hasta es posible que utilice su influencia para que alguna de sus amistades te ofrezca un buen empleo. ¡Con suerte, hasta te dará por el culo y todo! ¡Eres un desgraciado! Voy a follar con él, te guste o no. Si te lo digo es porque no quiero engañarte, sino salir de ésta. ¿Quieres que nos embarguen el piso? No, yo no pienso quedarme en la calle sin tener adónde ir; tú haz lo que quieras. Por un polvo más o menos voy a ser la misma, otras ya lo están haciendo aunque no digan nada.
¡Puta! ¡Cabrón, miserable, muerto de hambre! Tú eres el pobre de mierda, no tienes ni un céntimo; gracias al coño de tu mujer comerás mañana, me lo deberías de agradecer. Me da lo mismo que sea un viejo asqueroso; te lo estoy diciendo, cerraré los ojos hasta que acabe y luego me daré el baño más largo de mi vida.
Haz lo que te dé la gana, yo me voy; esta noche haré las horas extra que hagan falta y, si cuando regrese no estás aquí, me buscaré a otro que no le importe que me hayan follado. Da igual, plántale fuego a tus cosas si tanto te molestan los cuernos; pero a las mías ni le toques. ¡Qué te den por culo! ¡Qué te den a ti, puta! Sí, tienes razón, a mí ya me van a dar esta noche; alguien que puede pagarlo y no un pobre desdichado.
¿Quieres subir?
¿A follar?
A lo que tú quieras, cariño.
¿Y me dejarás que te dé por culo?
¡Ay!, ¿me quieres romper el culo?, serás pervetidillo.
Sabes, mi mujer nunca podrá ser tan buena puta como tú.
¡Qué dices, hombre!, anda, apóyate en mí; que vamos a subir los dos; así agarraditos.
Vio como un camarero, a través de gestos, le preguntaba a la muchacha si necesitaba ayuda.
No, se portará muy bien. ¿Verdad que vas a ser capaz de subir las escaleras?, sí, claro que vas a poder, igual que un campeón. Verás que bien lo vamos a pasar tú y yo, tendrás dinero para pagar, ¿no?
¿Dinero, cómo no voy a tener dinero, si en estos momentos mi mujer está haciendo horas extras con su jefe?
Así me gusta. ¡Eh!, cuidado!; no te caigas , agárrate fuerte.