Votos Monácales - voto pobreza

Como trascurre mi vida en un monasterio

Votos Monásticos - voto de pobreza

Hace tiempo me ronda una idea por la cabeza,  enciendo el ordenador y busco el significado de la palabra mágica, de la extensa  definición ahí expresada me quedo con la formula reducida:

Noviciado es un período de prueba para tomar una decisión madura.

Continúo la lectura y descubro  los votos monásticos , con los que se accede a una vía espiritual, a la salvación a través de la renuncia de

placeres terrenales

.

Cuento en estos instantes veinticuatro años

A estas alturas decido ingresar en la congregación, aceptada mi solicitud comienza el adoctrinamiento.

Las primeras palabras del padre espiritual asignado son:   “Que el Señor te despoje del hombre viejo”.

Algún tiempo después seria despojado de desinhibiciones.

Es el momento de ser despojado del nombre de pila, para ser rebautizado y nacer a los ojos de la congregación; el padre espiritual asignado consulta con el Superior de la orden y con el asentimiento de éste, me nombra novicio Adán .

Un enigma que siempre me tuvo intrigado y absorto en muchos momentos fue mi  nombre en la orden.

Un día alcancé a ver el significado.

Comienzan en este acto, los seis meses de adoctrinamiento y  reflexiones múltiples.

A lo largo del duro noviciado, el padre espiritual, fue siempre ejemplar y puntual en la observancia de las reglas y ayunos para los jóvenes, que somos su verdadero suplicio.

Abundantes fueron las meditaciones sobre la  “Pasión”  de  Jesús y los “

placeres terrenales

Algún tiempo después estaría inmerso en las Pasiones y los placeres terrenales.

Finalizados los seis meses de noviciado, en el convento general de la orden, reunidos el Superior y el padre espiritual, este me hace entrega de un sobre; con la inscripción: Novicio: Adán .

Así mismo en este acto me visten  con una túnica blanca con capucha y unas sandalias, sin ninguna prenda de ropa interior.

Y me hace la observancia de que en ese instante comienzan los plazos a los votos monásticos “Pobreza”, “Castidad”  y “Obediencia”. Un momento largamente esperado, y que al fin llega su día.

Abro el sobre que me acaba de entregar el páter espiritual y me encuentro con:

-       Un billete de tren con destino a una capital de provincia.

-        Un mapa con un itinerario que une dos puntos; la estación de la capital de provincia y Monasterio de Santa Cristina.

(Una observación al fondo del mapa dice: “A realizar a pie, en dos días”)

En este punto el padre me distrae de la lectura y me hace entrega un zurrón que contiene una bolla de pan, para los dos días que dura el camino junto a una vela y caja de cerillas.

-       Hay un tercer documento.

Comienzo su lectura

Monasterio de Santa Cristina

No es de los más grandes ni mejor conservados de los de esta zona, pero en cierto sentido esto es lo que le da el atractivo. ¿Por qué digo esto? porque está en medio de la nada, sin ninguna civilización cerca en varios kilómetros y en medio de un espeso bosque.  Para llegar a él lo más común es acercarse hasta  los cañones  del sil y después ir siguiendo las indicaciones de la carretera que encontraremos. El camino es prácticamente un túnel en medio de los árboles para después abrirse a cielo abierto.

Para llegar empezaremos a descender siempre pegados al rio Sil, pudiendo ver a nuestra derecha numerosos miradores de los cañones con unas de las más impresionantes vistas de la zona.

Si seguimos bajando nos encontraremos a media altura de los cañones este bonito monasterio, en una zona llena de árboles y medio escondido entre la vegetación.

La carretera de acceso termina allí mismo así que no deberíais tener mucha perdida. Aunque nadie viva en él ni se use muy a menudo deciros que está en un estado de conservación bastante bueno. Carece de todo servicio de la era actual (Electricidad, Agua corriente, letrinas). En este punto alcanzo a comprender la entrega de la vela y cerrillas que el páter había depositado en el zurrón.

La zona de la iglesia es con diferencia la mejor conservada y la que más se usa mientras que el resto del monasterio está prácticamente vacío pero recién restaurado en su mayor parte. Tiene un pequeño muro de piedra delimitando la zona y hay restos de lo que sería el jardín del patio interior.

Aunque es menos conocido que otros tan ilustres como el de San Esteban, desde el punto de vista artístico y arquitectónico es un monumento de máximo interés. Su origen en principio es del siglo IX, aunque se cree tiene un origen anterior. De todas formas lo que hoy puede ver el visitante es de origen románico y renacentista principalmente.

La iglesia es plenamente románica, de finales del siglo XII. Tiene planta de cruz latina, con una sola nave más crucero. La cabecera tiene tres ábsides. El principal es la prolongación de la nave, mientras que los absidiolos laterales se abren a los brazos del crucero. Su nave es alta y esbelta, formada por cinco tramos separados por arcos fajones apuntados. Estos arcos de refuerzo se hacen corresponder externamente con contrafuertes rítmicamente dispuestos. En los paños entre los contrafuertes hay ventanales. Todo ello ofrece un resultado muy armónico.

La cabecera muestra un gran ábside principal seccionado por cuatro columnas y en las tres calles principales se abren ventanales de arquivolta plana sobre columnillas. Otro elemento muy notable es la fachada del oeste, constituida por una portada de tres arquivoltas semicirculares de perfil de bocel y trasdosadas por ajedrezado. Tiene tres parejas de columnas cuyos capiteles son vegetales mayoritariamente. El frontón que tiene actualmente es completamente liso.

Encima se ensambló un gran rosetón para iluminar el templo. Las tracerías son de lóbulos El resto del templo está vacío y completamente construido con piedra y madera. Consta de dos plantas y tiene varias inscripciones y figuras grabada en sus paredes. Además de la iglesia tiene una torre románica  y dos pandas del claustro renacentista originario del siglo XVI en su lado septentrional. Para acceder a esta torre tendremos que subir por unas escaleras de madera por un lateral de la iglesia. Desde lo más alto de esta torre podemos ver el monasterio desde las alturas, además de los cañones del Sil y los alrededores del templo.

Recomendación: Ir en Otoño o Primavera, ya que es cuando hace la temperatura más agradable y cuando los árboles muestran todo su esplendor llenos de colores de tonos marrones y verdes, haciendo que las vistas desde las alturas de la torre sean preciosas.

1 de Abril.

Como podéis apreciar  es primavera

Tras cinco horas de pesado viaje, llego a la capital de provincia señalada en el billete.

Saco del zurrón el mapa y me dispongo a realizar el trayecto que separa la estación del monasterio.

Tras dos agotadoras jornadas a pie, con el único descanso en un viejo y deshabitado eremitorio a mitad de camino; y con el único sustento del pan y agua de algún manantial o pequeña cascada que se desliza por las laderas de los montes y valles atravesados, de pronto diviso el monasterio.

Una vez llegado al punto de destino, en la puerta de la iglesia me encuentro una pequeña nota con mi nombre Adán.

Despliego ésta y veo un pequeño esquema,  del agujero en la pared, en donde está escondida la llave de acceso al monasterio.

Justo en el instante, que abro la puerta del monasterio, los últimos rayos de la tarde iluminan el altar de la iglesia, sobre el cual se hayan depositados unos frugales víveres, una jarra  y una hoja con una serie de indicaciones.

Dado el cansancio acumulado y que los rayos del sol cada vez son menos intensos, aprovecho a leer los primeros párrafos.

Primero.-  Del Descanso: El lugar de descanso se halla en el claustro aledaño a la iglesia, con comunicación desde la misma iglesia. Se divide en dos: El nocturno desde la puesta del sol hasta el amanecer. El diurno una pequeña siesta después de la comida.

Segundo.- …

Tercero.- …

No atino a leer, los puntos segundo y tercero pues la vista se me nubla,

Exhausto tomo la manzana y el tazón de leche que se encuentran sobre el altar. En este mismo instante se oscurece todo el recinto.

Saco del zurrón la vela y la enciendo para acercarme hasta la puerta de entrada y cerrarla.

Acto seguido vuelvo sobre mis pasos hasta el altar y diviso la portezuela que comunica al claustro, una vez cruzo el fresco y fantasmagórico claustro por la  nula luz existente y el escaso reflejo de la llama de la vela  diviso un buen montón de hojarasca, en ese momento me siento desfallecer, apago la vela y me dejo caer  sobre las hojas, que crujen con el peso de mi cuerpo.

Con el trinar de los pájaros, el frescor del alba, la luz de los primeros rayos solares y la presión en la vejiga, me despierto con una gran erección que se denota bajo  la túnica del hábito. Miro a mi alrededor y al frente de donde me encuentro diviso como dos ventanales y un arco en medio, me dirijo hacia ellos y puedo comprobar que el arco da entrada a un pequeño huerto, al que se acede bajando un par de escaleras. En este pequeño huerto aprovecho para miccionar y así aliviar la vejiga.

Es en este punto que retorno a la iglesia y sobre el altar continua la hoja de las indicaciones. Retomo la lectura.

Segundo.- Del aseo: Se realizará en el río, que se sitúa en las laderas del monasterio, tanto al amanecer, como a la puesta del sol.

Tercera.- De la alimentación: Será natural, recogida de los huertos, fruto del trabajo y esfuerzo del residente y de las ofrendas que se hallarán ocasionalmente sobre el altar.  Tres tomas, desayuno, comida y cena. De la bebida: agua que se recogerá en el río a las horas del aseo.

Cuarta.- Del Trabajo: Se divide en dos tiempos; matutina, desde el amanecer hasta el medio día, vespertina, desde la siesta hasta la hora del aseo. Se hará un descanso en medio de los tiempos anteriormente señalados dedicados a la meditación y reflexión.

Consiste en el cultivo y producción de hortalizas, legumbres y verduras; así como en la recolección de los frutos de los árboles frutales. Recogida de leña para la preparación y cocción de los alimentos.

Quinta.- De la Meditación: Será sobre el paisaje, la naturaleza, y el entorno natural que rodea al monasterio obra del señor.

Sexta.- De la Vestimenta: Será nula durante todo el tiempo que se permanezca en el recinto, salvo en los desplazamientos fuera del monasterio.

Llegados a este punto, me encuentro como Adán en el paraíso, es aquí que se resuelve mi primera incógnita.

Tomo la jarra que se halla sobre el altar y me dirijo hacia el huerto de nuevo, y descubro que desde él parte un camino, lo sigo y conduce hasta el rio, tras un largo paseo como de media hora. Lleno la jarra de agua y realizo mi aseo. Aprovecho para lavar la túnica pues está llena del polvo de la travesía.

De vuelta al monasterio cuelgo la túnica de un frutal, y examino el huerto con detenimiento, en un extremo bajo un cobertizo encuentro los aperos de labranza.

El huerto está lleno de tomates, pimientos, lechugas, judías, pepinos, acelgas, espinacas, zanahorias, rábanos, cebollas,  etc.

Me dedico a sachar la tierra, hasta media mañana. Llegados a este punto comienzo con la meditación Adán en el paraíso terrenal, en donde un día fue tentado por Eva. Reflexiono sobre la pasión y los placeres terrenales, que tanto insistía el padre espiritual.

Así mismo me percato del voto de pobreza el cual estoy viviendo.

Transcurrida la jornada me dispongo a descansar, después del aseo en el rio y recogida el agua para beber, llego hasta el monasterio me acerco al altar y me encuentro con una taza de leche y un plátano. Me tomo la leche.

Cae la tarde y me dirijo a descansar. Me vence el sueño. Al rato de estar durmiendo me despierto, la polla erecta,  un desasosiego irrefrenable me impulsa a tomar el plátano que tengo al lado de la hojarasca. Le saco la piel, y como un  poseso sexual me lo introduzco en el ano, siento como lentamente se va deslizando en mis entrañas y justo cuando lo siento totalmente en mi interior, siento que de mi pene salen borbotones de semen que me empapan todo el vientre e incluso algún chorreón alcanza mis labios, todo ello sin tocar mi polla, y fruto del gran periodo de abstinencia en que  he estado sumido durante el noviciado.

Una vez relajado el plátano es expulsado por mi ano, como siento una ligera sensación de hambre me lo tomo. Me quedo nuevamente dormido.

A media noche alcanzo a oír como un susurro, Adáaaaan, Adáaaaan, agudizo un poco el oído y sigo escuchando Adáaaaaan, parece que las voces provienen de la puerta de la iglesia.

Enciendo la vela y cruzo todo el claustro, cruzo la iglesia y me dirijo a la entrada, pregunto ¿Quién llama?

Una voz al otro lado, me responde soy el novicio Apolo, me manda el padre espiritual, me he perdido y por eso llego en estos momentos, ¡ abre por favor ¡.

Me recuerdo que había oído pronunciar el nombre de este novicio en alguna ocasión, pero nunca lo había visto.

Abro la puerta y le hago pasar, me entrega una carta del padre espiritual, en la cual le destinan al monasterio de Sta Cristina. Me percato de que es muy joven no tendrá más de 18 años.

En voz baja le invito a seguirme, cruzamos la iglesia, cruzamos la puerta de la iglesia en dirección al claustro, y nos dirigimos a la hojarasca.

Le digo que nos acostemos, pues es media noche; el novicio Apolo se desprende de su túnica y se acuesta de espalda a la pared, apago la vela y me acuesto a su lado, así mismo dándole la espalda.

Me ha extrañado que se haya despojado de la túnica, pues no le hice ningún comentario de que debía hacerlo. Recordé mi primer día que no alcancé a leer todas las indicaciones, y me quedé dormido con la túnica.

Al instante noto como el novicio Apolo, está sumido en profundo sueño; trascurrido como una hora, siento como algo húmedo y duro se refriega en mi trasero dando como pequeñitos botes, transcurrido como unos cinco o seis  minutos percibo unos trallazos de líquido semen muy caliente en la rabadilla.

Pienso en que ha tenido un sueño erótico y lo ha llevado a un orgasmo involuntario, o bien a una polución nocturna por falta de desahogo sexual, que yo también he experimentado.

Al  levantarnos y estar desayunando le pregunté, como no más llegar se había despojado de la túnica, a lo que contesta, que ya le habían dado a conocer las normas del monasterio al cual le enviaban.

Próximo capitulo

Votos Monásticos – voto de castidad