Votos monacales - voto castidad

Continua mi vida en un monasterio (Con mayor contenido erótico y sexual)

Después del desayuno, nos dirigimos, por el sendero hacia el río, para realizar nuestro aseo. Generalmente lo hacía antes de desayunar, pero este día, dada la presencia de mi acompañante Adonis, y que éste necesitaba un refrigerio, tras el largo camino, que en otro momento  yo también había realizado.

Por el camino pude apreciar, la belleza  del  joven que  ahora  tenía por acompañante, delgado, con finas líneas puberales,  finos cabellos rubios, una incipiente barbita de candado,  una línea de finísimos bellos nacía bajo su ombligo y pierde su horizonte en el pubis de finos pelos dorados. Sus tetillas dos pequeñas aureolas de un ligero color   más oscuro, con unos minúsculos pezones.

Su pene un miembro incircunciso de unos ocho centímetros en estado de reposo. Sus nalgas totalmente lampiñas así como sus piernas y brazos. En sus axilas unos finos bellos.

Una vez en el río comenzamos nuestro aseo, ni que decir tiene que verlo me está produciendo un cosquilleo general que no atino a describir. Después de lavarse, la cara, sus cansados pies, he visto como comenzaba con el aseo de su pene, es en este momento donde puedo ver un rosado glande de piel muy fina.

Así mismo, yo también hago especial hincapié en la limpieza de mi glande así como del ano, en el cual notaba los restos del plátano que me había introducido la noche anterior así como de la polución nocturna de Adonis.

Regresamos de nuevo al  monasterio y le enseño el huerto y las tareas a realizar a mi nuevo compañero. El no tiene experiencia alguna en las labores agrícolas, por lo tanto  dedicamos toda la mañana al aprendizaje y cuidado de los distintos productos.  La mañana transcurre sin mayores incidentes. A medio día comemos y nos disponemos a dormir una pequeña siesta.

Adonis después de la agotadora mañana, pues al no estar habituado a las tareas del campo, parecen  haber  hecho mella en su estado de cansancio, y es por eso que nada más acostarnos se queda dormido. Al poco rato, tal como había sucedido la noche anterior siento su pene enhiesto, esto me hace pensar en la gran carga erótica que padece mi compañero.

La tarde la dedicamos a reflexionar sobre el paisaje y el entorno natural que nos rodea.

En un momento dado mi compañero me dice que se va al huerto, le digo que valla, pues yo debo preparar otras cosas. Transcurrido un largo período de tiempo oigo como unos gemidos, me acerco a ver  desde  el claustro y cuál es mi sorpresa  él  verle masturbarse, pudiendo ver su  falo en su máximo apogeo, y alcanzando a ver los chorretones de leche lanzados al alcanzar su éxtasis. El verle me ha excitado sobremanera, pero desvío mi mente hacia otros  derroteros pudiendo sofocar la  libido en estos  momentos.

Cae la tarde,  bajamos a asearnos, regresamos y cenamos. Nos acostamos.

A media noche me despierto, me parece escuchar unos ruidos,  despierto a Adonis,  agudizamos el oído, para ver de donde provienen,  mi compañero me indica al oído que le parece ver como cierta claridad. Nos levantamos y efectivamente se puede apreciar una tenue luz, que se filtra por la ventanilla de la puerta que comunica el claustro con la iglesia. Sigilosamente nos acercamos a ver qué sucede.

Efectivamente la claridad procede del interior de la iglesia, al igual que los ruidos que pudimos escuchar. Sigilosamente  podemos observar como cuatro muchachos desnudos,  están en el interior de la iglesia, cada uno de ellos porta una vela.

Uno moreno, velludo y corpulento; Otro rubio, lampiño y delgado. El tercero moreno, bajito y fibrado. El cuarto  de marcadas facciones púberiles

Se observa como dos de ellos levantan el tablón que hace de altar, y lo apoyan contra una pared, descubriéndose un  pedestal  con forma  de cruz de  S. Andrés (Cruz con forma de aspa “X”). Donde se juntan las dos aspas de la cruz,  se puede apreciar a cada lado como un pequeño taburete de madera.  Cada muchacho coloca su vela en cada una de los extremos de la Cruz.  Tres de los muchachos cogen al Puberil, y lo sitúan  de espaldas sobre la cruz, se puede apreciar como lo asen por las muñecas y tobillos con unas correas.

Se acercan los tres muchazos, junto al sometido;  El rubio le besa  los labios, el fibrado  le lame y mordisquea los pezones y el velludo  acaricia los testículos y masajea el ano del muchacho. Pronto se puede apreciar como el muchacho sometido a tanto estímulo erótico y sexual alcanza una tremenda erección. Llegado a este punto el velludo y corpulento ,  le aplica una buena dosis de lubricante en toda la extensión del pene, bien proporcionado como de unos 16 cms,  en forma de champiñon, lentamente y de cara al sometido  se va enculando, primeramente de forma muy suave, nota como el glande traspasa el esfínter , a continuación nota  como  cm a cm la polla del chaval  se va incrustando en su recto hasta hacer tope con las bolas del muchacho. Le comienza a cabalgar sobre la verga sacándosela hasta el glande para a continuación volver a inscrústarserla hasta el fondo.

El rubito está dándole de mamar su polla al sometido y  a su vez está besándose con el velludo.

El fibrado ha dejado de masajearle  los pezones con sus manos para hacerlo con su pene, alternando  sus dos pezones.

El velludo cabalga cada vez con mayor frecuencia sobre su sometido; con el roce de la polla en su interior alcanza su éxtasis derramando su lefa sobre el pecho  del sometido.

El sometido al sentir la lechada caliente del velludo sobre su pecho y vientre acelera la mamada que le está haciendo al rubito haciendo llegar a éste a su orgasmo, tragándose la lefada.

El fibrado fruto del roce de su glande con los endurecidos pezones del sometido y de la intensa vivencia en la que se encuentra inmerso, acaba por eyacular sobre el sometido.

El sometido al sentir nuevamente la lefada  en su pecho obtiene su orgasmo  y le inunda el culo   al velludo con una abundante y densa corrida.

El velludo comienza a descabalgar al sometido pudiéndose  ver como se escurre el semen por su esfínter y por sus peludas piernas.

Mientras observamos toda esta escena, a través del ventanuco, las sensaciones  vividas han sido muy intensas, pues el  morbo  de lo que estábamos visionando ha llevado a que yo tuviese la mayor erección que en tiempos he tenido, unido a   las sensaciones que estaba sintiendo a mis  espaldas , en mis glúteos, e incluso en la entrada de mi ano, teniendo que reprimirme  de hacer ningún movimiento que llevase a una falsa conclusión a mi compañero Adonis, hizo la situación explosiva.

Adonis  mientras visionaba la escena  que se desarrollaba  sobre el pedestal del altar, como era de esperar tuvo también una tremenda erección, poco a poco emanaron gotas de preseminal, que cada vez eran más intensas,  notando su humedad en mis glúteos y piernas, notando cada vez con mayor nitidez su creciente erección, que en algún álgido momento  a punto estuvieron  de traspasar mi esfínter, y también  tuve que sentir sus trallazos de semen sobre mi espalda al alcanzar su orgasmo, de una forma acallada pero que por eso no dejé de notar que había sido muy intenso.

Mientras en la iglesia el fibrado desata al sometido, cada uno de ellos toma su vela y desaparecen por el  fondo de la iglesia.

En este punto, Adonis y yo regresamos a nuestro lecho de hojarasca para seguir descansando.

Trascurridos un par de días desde  la sesión de tentación al pecado observada aquella media noche,  Adonis me pide hacer acto de confesión.

“Hermano, me acuso de malos pensamientos, pues desde el primer  momento  tengo fantasías eróticas hacia tu persona, la primera de ellas ha sido desencadenada con la visión de  la monda del plátano al lado del lecho y al observar restos de la fruta en tu ano. La segunda ha sido desencadenada por la visión de lo sucedido en la iglesia.  Desde el primer momento he deseado que mi polla hubiese sido objeto de profanación de tu ano. Luego tras la visión de lo ocurrido en el altar, me hubiese gustado ser objeto de tu sometimiento”

“Hermano te pido un castigo para purgar mis malos pensamientos”.

Hermano dame un  tiempo de reflexión para encontrar una  expiación a tus malos pensamientos

Me ha costado mucho encontrar un castigo corporal para hacer enmienda al novicio Adonis.

Al final he decidido hacer de su culo un hermoso candelero

Llegada la noche,  le digo ha llegado el momento de expiación.

Adonis, toma  y enciende  la vela que se halla al lado del lecho, y dirígete a  la iglesia.

Mientras tanto yo  avanzo a la iglesia para preparar su expiación.

Llega Adonis a la iglesia y le ordeno se tumbe boca abajo, sobre el pedestal, que en su día había sido objeto de un rito de iniciación al pecado  y profanación sexual  y  sagrada;  con las mismas muñequeras allí existentes le ato de pies y manos a las cuatro aspas de la Cruz de San Andés.

Tomo la vela encendida,  abro sus nalgas, dejo caer sobre su ano un abundante choro de saliva,  y suavemente le inserto la vela en su virginal ano. Observo como su miembro viril aparece  lateralmente inhiesto sobresaliendo su glande rosáceo. Este ser es puro vigor sexual.

Acto seguido le digo que cuando sienta un abrasador calor, me llame y que en ese momento habrán sido expiados sus malos pensamientos

Ok. Es su contestación.

Me retiro a descansar a la hojarasca que como lecho veníamos disfrutando. Esta noche no voy a sentir la vigorosa verga de Adonis.

Trascurre la noche lentamente, muy lentamente para Adonis, durante la noche tiene más pensamientos procaces y de los cuales son sujeto el novicio Adán. Transcurre la noche, con los movimientos  de Adonis, así como por el consumo  irregular de la vela, chorretones de cera caliente se deslizan por el perineo y alcanzan los testículos del novicio; cada vez que esto ocurre se desata un orgasmo en el joven púber, pues es tanta su calentura y excitación sexual durante la noche que llega alcanzar hasta cinco éxtasis.

Al alba se oye un fuerte Grito

Adááááááááááááánnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnn

Adán, se despierta y se acerca  al pedestal y observa como la  vela está totalmente consumida y que la cera líquida y caliente circunda el esfínter de Adonis. Sopla fuertemente y apaga la vela. Arranca los chorretones de cera fría depositados en el perineo y  testículos  arrancándole un  seco grito, consecuencia de la brusca e inesperada depilación. Observo  como su glande yace  amoratadamente y bajo este un chaco de preseminal y  semen  así como un reguero que ha alcanzado  el suelo. Trascurridos como diez minutos y una vez solidificada la cera liquida procedo a extraer  el cabucho de la vela, en el cual se puede apreciar unas gotas de sangre seca.

Esto me lleva a la conclusión de profanación de  un culo virginal.


Adonis ha sido enviado al monasterio como  observador de  “ la pobreza”  y “ castidad” de Adán.


Próximo y Último capítulo  “Voto de Obediencia”