Volvió a suceder...

Lo ocurrido cuando mi padre volvió a dejarnos solos en casa

Tras la noche pasada con mi hermano, que ya relaté anteriormente, al bajar a desayunar estaba completamente confusa, no podía creer lo que había hecho, me había acostado con mi hermano, con el que tantas experiencias infantiles y momentos familiares había pasado.

El día comenzó como de costumbre, desayuné y lavé los platos en la pila mientras mi hermano arreglaba unas cosas de la casa, el estropicio de la noche anterior, y lavaba las sábanas. Papá estaría a punto de llegar. Terminé de recoger y subí a mi cuarto, ni siquiera era capaz de mirar a Adrián a la cara teniendo en cuenta lo que había ocurrido la noche anterior. Encendí el ordenador con la esperanza de que David, mi mejor amigo, mi confidente me ayudara a olvidar todo aquello, sin embargo, recapacité y entendí que no podía decírselo a nadie. Me puse el bikini y la leche solar y salí al jardín a tomar el sol, y aun así me percate de que el me miraba, mis muslos y mi trasero mientras yo me acercaba a la piscina y me sentaba al sol con aquel bikini negro que había comprado antes de volver a la universidad.

Por suerte, papá llego haciendo que yo respirara tranquila y volviera a mis cabales, volví a dentro, subí a mi habitación y me di una ducha, ya que íbamos a salir los tres juntos a comer. Me puse una falda de vuelo negra y una camiseta azul, en mis pies y atadas a los tobillos unas sandalias planas, ropa interior negra de encaje. La comida transcurrió con normalidad, hasta que a la hora de los postres, sentí la mano de mi hermano subiendo por mis piernas, llegando a mis muslos y entrando en mi interior. El muy cabrón estaba metiéndome mano en el restaurante, y delante de nuestro padre, sentí morbo, excitación y comencé a mojarme, sin embargo, tenia que actuar como si no pasara nada, aun así no estuve quieta. Y puse mi mano sobre su polla grande, dura, palpitante que me había hecho temblar de placer la noche anterior.

Me masturbaba, y lo peor es que yo a el, en una tensión sexual que podía cortarse con cuchillo, intentando fingir serenidad, pero a un así con ganas de volverme a quedar a solas con el y que me hiciera suya, volver a notar como ese enorme pedazo de carne me llenara, me hiciera gritar, como si ni siquiera hubiera lazos de sangre, dos amantes, practicando sexo como locos, como si las bocas de ambos fueran a acabarse.

Volvimos a casa y papá recibió una llamada que le hacía salir de casa a toda prisa, sin que volviera hasta el día siguiente, nos pidió disculpas, cogió las llaves de su coche y se fue, dejándonos una vez solos, sin saber que íbamos a caer en la tentación del gozo, del sexo salvaje una vez mas, sin que nadie supiera sobre los terribles juegos que mantenían ocupados a sus hijos.

En un intento de escapar subí a mi cuarto, me metí en el cuarto de baño y me mire en el espejo, mi pelo caía sobre mis hombros, en mis ojos se veía excitación y lujuria, mis mejillas enrojecidas por la situación me quemaban, mi cuerpo decía hazlo y mi corazón no.

Lo oi llamarme, y me asome, se había puesto el bañador y tenia pensado meterse dentro de nuestra piscina, me invito a ir con el, a lo que me puse mi bikini y bajé. Lo encontré apoyado en uno de los bordes, me agarro de las caderas y empezó a meterme dentro del agua, abrazándome, suave, pero aun así firmemente, mis piernas se agarraron a su cintura, mi mecho toco con el suyo, sus manos se apoderaban de mi culo, sus labios de los míos, y comenzamos a fundirnos en un beso apasionado, pero dulce, desabrocho mi parte de arriba, tirándola fuera de la piscina y empezó a sobar mis tetas, a lamer mis pezones, a mordisquearlos mientras se ponían duros como rocas. Mi excitación era imposible de controlar, me sentó en el borde de la piscina y se deshizo de mis bragas, entonces metió su cabeza entre mis piernas, beso mis muslos, los lamió mientras poco a poco se acercaba a los labios de mi sexo, empezó a succionarlos haciéndome gritar del placer, poco después comenzó a lamer mi clítoris, yo estaba casi en el clímax, lo succionaba, lo chupaba, lo mordía mientras sus dedos entraban y salían de mi interior y de mi boca salían gritos, gemidos y suspiros que anunciaban el inminente orgasmo, mi cuerpo se tenso y tuve uno de los orgasmos mas placenteros de mi vida.

Lo hice salir del agua, y lo senté a mi lado, comencé a besarle, su boca, su cuello, los lóbulos de sus orejas, metí la mano en su bañador y comencé a acariciarle, a notar como a cada segundo se ponía mas duro, y bese su pecho y sus abdominales, los cuales lamí uno a uno, desabriendo ya del todo del bañador, le di besos a su miembro y se introdujo lentamente en mi boca, mi lengua lamia su glande, suave pero constante, mis ojos miraban los suyos azules, que se perdían en la lujuria, el ritmo de mi lengua se acelero mientras le daba pequeños y suaves mordiscos que hacían que su polla entrara cada vez mas en mi boca, hasta el fondo de mi garganta, una y otra vez, mientras que con la boca a compasadamente seguía mi mano derecha, haciendo que se volviera loco y temblara de placer, mientras su boca emitía gemidos que jamas le había escuchado hacer.

Paré en seco y mordisqueándole suavemente el lóbulo de la oreja le suplique que me follara en susurros, que me hiciera suya una vez mas, lo único que quería era sentir su miembro caliente entrar en la humedad de mi coñito que solo pedía ser llenado, me cogió en volandas y besándome me tumbo en el suelo, colocándose encima de mi mientras abría mis piernas, su polla entro de un solo golpe, haciéndome gritar del placer, mi cuerpo temblaba, mis uñas arañaban su espalda mientas su miembro entraba en mi alternando la velocidad, primero rápido, luego lento y profundo, haciéndome enloquecer con cada estocada y sentí una vez mas esos fuertes orgasmos que ningún hombre me había dado, conseguí darle la vuelta y me puse sobre el, montando lo como si de un caballo se tratara, haciendo que su polla entrara y saliera de mi haciéndome disfrutar mientras el me miraba con ojos desafiantes y manoseaba mis tetas, pellizcaba, chupaba y mordía mis pezones, entonces, ambos estallamos en un intenso orgasmo, largo y placentero, que me hizo caer rendida en sus brazos.

Recogimos la ropa que estaba por los alrededores de la piscina en silencio, entramos en la casa, y me agarro de la cintura, besándome apasionadamente como dos enamorados que están en la luna de miel, me miro a los ojos, me acaricio la cara y comento:

  • Que sepas, que eres lo mejor que me ha pasado en la vida

Y dicho esto, volvió a besarme y subió a su habitación, me quede parada ahí en medio, pensando en todo lo que había ocurrido, decidí que esto iba a pasar cada vez mas a menudo, deje de sentirme culpable, subí a mi cuarto, me encerré en el baño y me metí debajo del grifo del agua caliente, pensando en todo lo que acababa de ocurrir hacia escasos minutos en el jardín, volviendo a repetir cada una de las imágenes en mi cabeza y con el aroma de mi hermano, pegado en la piel.