Volviendo a la vida.

La verga de Roberto entraba y salía, mojada por los líquidos vaginales de mi esposa.

Ansiedad sexual de una esposa:

Las últimas 3 semanas, había iniciado un juego con Silvia, le pedía estar desnuda en casa, otras ocasiones en lencería, aprovechaba la situación, para acariciarla, meter mis dedos en su mojada rajita, acariciar sus pezones, en fin… la idea era hacer que se excitara y que llegara a un estado máximo de deseo sexual, ella no sabía aun, pero Roberto me llamo y deseaba verla, solo que fue claro, deseaba verla vestida como una puta, y que yo no cogiera con ella hasta el día que el llegara y como agradecimiento, cogería con ella ahí, en la casa, delante de mí.

El juego había dado resultado, Silvia me pedía que la cogiera, pero yo me negaba, y en la víspera de la llegada de Roberto, fui a comprar las ropas que debería usar, compre un micro vestido negro, de tela transparente, cortito, y con un amplio escote en espalda y al frente, sin embargo, era por demás el escote, sin duda, el vestido no dejaría absolutamente nada a la imaginación.

Por la mañana, recibí la llamada de Roberto.

¡Estaré en tu casa a alrededor de las 3 de la tarde! Espero que cumplas con lo que te pedí.

Yo mismo estaba muy excitado, pero no le diría a Silvia una sola palabra, dejaría que la sorpresa fuera completa, solo le pedí arreglarse y ponerse el vestido, dejándole en claro que no debería usar ropa interior.

Cuando salió de la recamara, se veía muy sexy, era real, el vestido no cubría nada de su cuerpo, sus pezones se veían con claridad y sus vellos púbicos… ¡se veían con total claridad! Se puso unas zapatillas color marfil, de tacón alto y pulsera al tobillo, estaba hermosa, solo de verla, mi verga se puso dura.

¿Sabes?  Te ves muy hermosa, así quiero que vistas siempre.

¿De verdad te gusta cómo me veo?  ¡Yo…me siento como una puta!

¿Te molesta vestir de esa forma?

No.

Entonces, solo compláceme, a mi me gusta verte como una puta, eres la esposa ideal, no tengo queja alguna.

Estuvimos charlando largo rato, el tiempo paso rápidamente y de pronto… el timbre de la puerta se escucho, Silvia se levanto del sofá, como impulsada por un resorte y estaba por ir a la recamara. Rápidamente la detuve y le dije.

¡Quiero que abras la puerta!  ¡Se trata de una sorpresa!

Tímidamente fue a abrir la puerta, su asombro fue grande al ver a Roberto en la puerta, lo invito a pasar y tímidamente trato de cubrir su cuerpo, pero Roberto la tomo por sorpresa al darle un beso en la boca, tras cerrar la puerta, después de saludarme, lo invite a sentarse en la sala, le pedí a Silvia servir unas copas, ella fue al pequeño bar y sirvió las copas, Roberto se veía complacido, me miro y sonrió dando su aprobación…bebimos varias copas y por fin llego el momento, yo, me puse de pie y pensé en salir, dejarlos solos para que se sintieran cómodos, pero Roberto me lo impidió.

¡Quédate, serás testigo de cómo disfruta tu esposa de mi verga!

Volví a sentarme, mientras Silvia me miraba por el rabillo del ojo, ahí, delante de mí… Roberto se dispuso a coger con mi esposa,  la beso apasionadamente, ella respondió con la misma pasión, las manos de Roberto se deslizaban lentamente por sus piernas, hurgando bajo del vestido, sus dedos resbalaron con facilidad en la mojada raja, Silvia se estremeció y cerró las piernas apretándolas.

Parecía que se estaba resistiendo, me miro suplicante, quizá para que no le permitiera seguir adelante, pero fruncí el ceño y ella… comprendió el mensaje.

Roberto bajo lentamente el cierre del vestido, la prenda resbalo por sus piernas y cayó al piso, agarro con sus grandes manos las carnosas nalgas de mi esposa, mientras comenzaba a besar sus tetas, pude notar que el cuerpo de Silvia temblaba, presa de la excitación, la hizo separar las piernas y con su mano… la masturbo, lentamente, sin dejar de acariciar el inflamado clítoris, ella volteaba a ver mi reacción, yo sonreía aprobando su actitud complaciente con Roberto.

Solo bastaron unos minutos para que ella se moviera inquieta, le fue imposible dejar escapar gemidos de placer, al tiempo que sus jugos salían disparados, mojando la mano de Roberto y salpicando el piso.

Apenas iniciaban y yo no aguantaba la erección. Apretaba mi verga por debajo del pantalón. Con toda la tranquilidad del mundo, Roberto se sentó y me pidió servirle otra copa, mientras Silvia caía recostada sobre del sofá, retorciéndose de placer, su estomago se contraía morbosamente.

Después de beber la copa, la puso de frente, con las piernas abiertas, hasta que su raja quedo expuesta, comenzó a mamar la mojada rajita, Silvia volvió a moverse inquieta, sus gemidos se escuchaban, Roberto sabia como tratarla, su lengua pasaba una y otra vez y tocaba con la puntita el inflamado clítoris, Silvia ya estaba muy excitada, pero él seguía dándole sexo oral…

Roberto se puso de pie,  tomo de la mano a Silvia, ella lo siguió, sin dudarlo, quito todo lo que había en la mesa del comedor y ahí, la recostó, abrió sus piernas y volvió a mamar la rajita de Silvia. Sus tetas habían alcanzado una morbosa hinchazón, al igual que sus pequeños pezones, Roberto los beso, a ratos con suavidad, a ratos con cierta brusquedad, ella estaba complacida con el tratamiento que el macho le daba, la tomo de la cintura, la ayudo a sentarse, dejando los pies sobre la mesa, separándolos, para dejar ver la mojada rajita.

Silvia no dejaba de relamer sus labios, tanto ella como yo… miramos ansiosos el momento cuando él comenzó a desnudarse, la verga salto moviéndose grotescamente, estaba hinchada, enrojecida, sus venas palpitaban, parecían estar a punto de estallar.

Sin piedad alguna, se aproximo a la mesa, tomó con fuerza la cintura de mi esposa y le hundió la formidable verga, solo unas cuantas metidas y sacadas, su verga salió empapada en los jugos vaginales, el líquido espumoso cubría el total de la verga, la ayudo a bajar y ella se arrodillo, abrió la boca y recibió la verga, era sorprendente ver como cabía toda en su pequeña  boca, chupaba con ansiedad, como si fuera la última vez que lo haría.

Roberto estaba relajado, era sorprendente ver como aguantaba la eyaculación, los dos se hicieron sexo oral hasta quedar satisfechos, tomada de la mano la llevo al sofá… el se sentó y mire sorprendido como ella subía al sofá, cruzaba sus piernas por las de él y se sentaba penetrándose, lentamente fue dejándose caer, su rostro parecía de dolor, mezcla con placer, no se detuvo hasta que la verga entro en su totalidad.

Fue ella quien comenzó a moverse, lentamente,  se elevaba y se dejaba caer, después lo hizo en círculos, Silvia parecía disfrutar al máximo el estar cabalgando esa formidable verga, de repente, él la tomo de la cintura y con fuerza, comenzó a meter y sacar, las piernas de Silvia temblaban, parecía que desmallaría en cualquier momento, cuando le saco la verga… salió un chisguete de líquidos disparados,   le dio la vuelta y ahora la penetro, de frente a él, Silvia lo abrazo y lo beso apasionadamente, haciéndome sentir celos.

Después sucedió algo demasiado morboso. Mientras la bombeaba… Roberto comenzó a decirle cosas demasiado morbosas, cosas que ni yo mismo me atrevía a decirle, confieso que al escucharlo mi excitación aumento considerablemente.

¡Ya te hacía falta mi verga!  ¡Esta deliciosa!  Me gusta cómo me recibiste, como una verdadera puta… pronto muy pronto te hare una puta de verdad, te llevare con amigos para que te cojan, ¡se que vas a disfrutarlo!  ¿Quieres hacerlo?

Mi sorpresa fue mayor al escuchar a mi esposa, quien por cierto…parecía haber olvidado mi presencia.

¡Si…seré tu puta cuando lo pidas! Dejare que me cojan tus amigos, soy tu puta… llévame a donde quieras….

En ese momento, Roberto se puso de pie, sin soltar a Silvia, fue sorprendente ver como lograba bombearla estando de pie, podía ver la verga entrar y salir, ambos estaban empapados en sudor.

¡Ya es hora de que tengas una buena cogida en grupo!  Quizás unos 6 o los que tú quieras…

Siiii quiero que me cojan varios, sentir mi rajita llena, mi boca, mi ano, dios, estoy muy caliente.

Silvia gemía de placer, Roberto la acomodo en el sofá y le saco la verga… ella se estremecía, se acurruco tratando de reponer fuerzas, mientras Roberto fue por otra copa.

¡Vamos, no seas tímido y desnúdate!  Hazte una buena paja mientras ves como la cojo.

De verdad que lo necesitaba, estaba siendo testigo de algo sublime, mirar como disfruta mi esposa esa verga, me tenía a mil, pero aun faltaba lo mejor.

Roberto volvió a sentarse para que mi esposa lo cabalgara, nuevamente ella se movió, mientras Roberto estaba inmóvil, nuevamente comenzó a decirle cosas morbosas.

¿Sabes Silvia? Creo que hoy mismo deberías de ir conmigo, te llevare a la playa y dejare que cojas con algún turista, iniciaras a comportarte como una puta.

¡Siiii!  Iré contigo y lo hare, llévame por favor.   ¡Quiero ser una puta de verdad por favor!

NO pude mas, rápidamente me desnude, y comencé a masturbarme, justo en el momento que Roberto volvió a ponerse de pie, llevándola ensartada, pero ahora ella estaba de frente a mí. Podía ver como su rajita escurría, sus pezones estaban muy inflamados, Roberto comenzó a bombear con fuerza, en una espectacular sincronización…ambos culminaron el acto, Roberto la dejo sobre del sofá, pude ver como el semen salía lentamente de la rajita hinchada.

¡Quiero que la dejes ir conmigo!  Silvia merece un premio, ¿sabes? Ella me confió algo y creo que es bueno hacer realidad su fantasía, ¡ella me dijo que soñaba con ser una puta de verdad! Y yo sé como complacerla, pero solo será si ella se atreve a salir con ese vestido ahora mismo.

No hay problema. Puedes llevarla contigo y hacer realidad su fantasía, solo te pido que la cuides bien. Silvia se puso de pie, con un poco de dificultad se puso el vestido y las zapatillas, dejando ver que estaba dispuesta a todo, ya era de madrugada cuando salieron, no me atreví a salir con ellos, solo mire por la ventana, discretamente, preocupado porque algún vecino se diera cuenta.

Al siguiente día, Roberto me llamo por la tarde, solo para decirme, que pasarían una semana en la playa, y me envió unas fotos de Silvia, demasiado morbosas .justo en este momento que estoy escribiendo este relato, estoy esperando que ella regrese a casa y me de los ´pormenores de lo ocurrido en la playa…