Volviendo a follar con mi cuñada
Me llamó Maite pare decirme que estaría sola toda la mañana del sábado porque mi cuñado se acababa de ir con unos amigos a hacer una marcha por la montaña, Fue una cosa imprevista y le dije que iría lo más pronto que pudiera.
Volviendo a follar con mi cuñada.
Me llamó Maite pare decirme que estaría sola toda la mañana del sábado porque mi cuñado se acababa de ir con unos amigos a hacer una marcha por la montaña, Fue una cosa imprevista y le dije que iría lo más pronto que pudiera.
Ni quiso decirle que iba a ir ya para darle una sorpresa y vaya que se la dí. No tardé ni quince minutos. Cuando llegué a su casa me recriminó que no le hubiera dado al menos media hora para ducharse y arreglarse un poco. Solo me he lavado los dientes y la cara, me dijo un poco compungida. La había pillado casi recién levantada y solo llevaba una bata a juego con el pijama. Le dije que no, que quería tenerla así, recién levantada y que nos ducharíamos luego juntos.
La abracé y la besé primero suavemente y después con pasión y ganas, le arrinconé contra la pared y abriendo su bata y metiendo mi mano por debajo de la blusa del pijama, empecé a acariciar sus pechos. Maite suspiraba y me comía la boca con desesperación. La llevé hacia el comedor y la hice sentarse encima de la mesa, la tumbé y le quité el pantalón del pijama y seguidamente sus braguitas.
Acerqué una silla, me senté y poniendo sus pies encima del borde de la mesa, abrí sus piernas y comencé a besar el interior de sus muslos, alternando con lamidas constantes con mi lengua. Me fui acercando a su coño, pero sin tocarlo. Bordeaba con mi lengua, lamiendo sus ingles y su monte de Venus. Joder, José no me hagas esto, cómemelo ya, me dijo. Si hacerle caso seguí lamiendo como me parecía, mientras la sentía gemir cada vez más mientras me decía que era un pedazo de cabrón y que se lo comiera o me la follara ya. Finalmente empecé a lamerle el coño mientra con el dedo pulgar de la mano izquierda iba acariciándole el clítoris y de vez en cuando dejaba su coño y le lamía el clítoris. Volví a lamerle el su coño y de vez en cuando con mis dientes tomaba sus labios, los mordía suavemente, estiraba y los soltaba. Le soplé y empezó a gemir aún más, mientras me apretó la cabeza contra ella. Le metí la lengua y le folle el coño con ella y nada más volver a acariciarle el clítoris con el dedo, empezó a correrse empujando su coño contra mi boca mientras apretando se incorporaba un poco levantando su espalda de la mesa.
Cuando empezaba a relajarse, sin darle tiempo, me levanté de la silla y sin preámbulos, le metí la polla hasta el fondo, follándola fuerte y rápido, mientras le metí el dedo pulgar de mi mano derecho en su boca para que me lo chupara, apretando con mi dedo sus dientes y mandíbula hacia abajo.
Sacando mi dedo de su boca, le di una nalgada y le pregunté si quería cambiar de sitio, me dijo que no, que acabara de follármela allí que luego ya nos pondríamos más cómodos. Con sus piernas en mis hombros, mi boca comiéndole alternativamente sus pezones y pechos, le tiraba al mismo tiempo del pelo hacia abajo para que levantara un poco su cabeza. La besé y busqué su lengua para chupársela y enrocar la mía con la suya.
Me separé un poco para mirarla y ver su cara de gozo, que hizo que sintiera que mi eyaculación estaba próxima. Frené un poco la velocidad con la que la follaba porque no quería acabar antes que ella y se quejó clavándome las uñas en la espalda, mientras me decía que no parara, que siguiera porque se iba a correr de nuevo. Eso fue el detonante y volví a darle fuerte hasta que empezó a gritar que se corría sin dejar de abrazarme fuerte.
Ahhh, me corro José, me corro, que gusto cabronazo. Ahhh, ahhh…
Seguí follándola sin parar y un poco más tarde alcancé yo también el clímax, quedando encima de ella, abrazados los dos. Estuvimos así dos o tres minutos y luego suavemente le besé el cuello hasta que acercándome a su boca nos besamos dulcemente.
Ahora si que te dejo que te duches, pero conmigo. Nos incorporamos y nos fuimos a la ducha. Allí empecé a enjabonarla y de vez en cuando, con su espalda pegada a mi pecho, besaba su cuello y acariciaba sus pechos. Le dije que quería follarme su culo y…No por ahí no José ya te lo he dicho nunca lo he hecho, me dijo. Pues es un buen momento para que empieces, siempre hay una primera vez. Déjame al menos que te lo vaya preparando con los dedos y con gel. Seré suave y si te duele lo dejamos. Vale, me dijo, pero solo un dedo, me dijo. Le pedí que se apoyara en la pared con las manos y la espalda inclinada. Cogí gel y eché un buen chorro encima de su espalda. Relájate, le dije. Lo fui deslizando por su culo hasta el ano y lo fui poniendo en su entrada, simplemente acariciando su esfínter por fuera y extendiendo el gel. Cogí más gel y embadurnando mi dedo índice empecé a abrir su esfínter entrando sin dificultad, hacía círculos y también fui sacando y metiendo el dedo. Decidí meter otro, pero sin decirle nada. Ahí si se quejó un poco y me recordó que había dicho que uno solo. Maite, aguanta un poco, ya tienes dos dentro, si no te gusta los saco. No, me dijo, sigue, me está gustando, pero no metas más y por favor, ve despacio.
No quise forzar más la situación y siguiendo con mis dos dedos dentro de su culo, mi polla que ya estaba otra vez en forma, quería volver a visitar su coño y así lo hizo. Se la volví a meter y volviéndola a follar fuerte y rápido, me pidió que siguiera moviendo los dedos dentro de su culo. Ufff, que bueno, veo que te gusta putita. Siii decía. Tirando de su pelo y lamiendo su cuello, con mi pecho en su espalda, me sorprendió diciéndome que se volvía a correr, por lo que volvía darle más fuerte y rápido hasta que volviendo a gritar anunciando su tercer orgasmo: ahhh, ahhh, pedazo de cabrón como me cooorrooooo.
Dejé que se relajara. Me dijo que me la iba a comer para que yo me corriera. Ahora no, solo ver y sentir como has gozado, ya lo hago yo también, vamos a terminar de ducharnos, nos tomamos un café y luego soy tuyo de nuevo, le dije, ¿Me dejarás hacerte lo que yo quiera?, me preguntó. Tu prueba le dije. Nos terminamos de duchar y salimos del baño en busca de nuestro café. Aún quedaba mucha mañana. Yo me había corrido una sola vez, pero viendo su cara de placer, cómo había gozado y que finalmente sentir dos dedos dentro de su culo le había gustado, estaba satisfecho porque aventuraba un buen futuro.
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