Volver a enamorarse 1ª parte

A los 30 mi marido me abandono por otra y de alguna forma tenia que seguir luchando

VOLVER A ENAMORARSE

1ª parte

Cuando una persona, sea hombre o mujer, sufre un desengaño muy grande es muy difícil volverse a enamorar y confiar en ese otro amor

Mi nombre es Martina, 34 años. Tengo mis ojos verdosos y mi cabello rubio, cortado en melenita. Piel blanca, 1,68 y un cuerpo que nunca necesito de sacrificios para mantenerme en forma. Soy abogada, dueña del estudio que mi padre me dejo en su retiro. Siempre consulto con él los casos más complicados que nos llegan, aunque yo soy la que da la última palabra de tomar o no el caso y la forma de llevar el caso ante los tribunales. Tuve una infancia y juventud muy feliz, mas siendo la única hija. Estudie leyes y me recibí a los 22 años, con medalla de honor. Desde los 20 estaba de novia con Gerardo, que estudiaba medicina y decidimos esperar para casarnos. Igualmente teníamos un excelente sexo. Gerardo tenía 25 años y aparte de ser muy buen mozo tenía un físico atlético ya que un amante del gimnasio. Era muy feliz con él, siempre atento enviándome flores u otros obsequios ante cualquier día conmemorativo, día de la novia, la mujer, la madre, etc.

Apenas me recibí y tome posición del estudio, no casamos y luego nació nuestra hija Natalia y al año siguiente Ignacio, completando la parejita anhelada. Teníamos todo para ser felices.

Al día siguiente de cumplir 30 años recibo en el estudio un regalo más. Sola ya, a última hora, me senté en el escritorio a verlo. Era una caja y dentro de ella un sobre cerrado. Enseguida pensé en otro regalo de Gerardo. Abrí el sobre y mis manos comenzaron a temblar primero y luego mi cuerpo en un escalofrió. En pocos minutos tiradas sobre mi escritorio, estaban hechos añicos los 10 años de mi vida más felices.

Todas fotos de Gerardo con otra mujer, paseando por las calle, besándose, entrando a cines y teatros e incluso  fotos de sexo. Me puse las manos en la cara y llore en silencio. Con razón había noches que según él, eran reuniones operativas de trabajo, como la tenia yo, a veces. Me percate que debajo de ese sobre había otro mas fino. Lo tome ya aprensivamente y había una carta de él.

“Martina, lo siento, lo nuestro no funciono, creo que nunca. Estoy enamorado de otra mujer con la que voy a ser feliz. Me pondré en contacto contigo para solucionar nuestros bienes en común y la tenencia de nuestros hijos.”

Eso, si algo faltaba para liquidarme, era eso, que metiera a Natalia e Ignacio en esto, como si fuera un bien a liquidar. En esa parte estaba tranquila porque siendo abogada, sabia que siendo madre tenia las de ganar. Después de mirar un rato las luces de los edificios cercanos, desde las sombras de mi oficina.

Me levante, fui al toilette y me lave bien la cara, me peine y maquille un poco y salí, cerrando la oficina. Camine desganada hasta el ascensor y baje al ultimo subsuelo adonde estaba mi coche y fui a la calle, rumbo a mi casa. Tratando de simular mi tristeza ante mis hijos, les di de comer, lo que había preparado mi madre y luego los envié a la cama.

Mi madre, Ana, se había dado cuenta de que estaba un poco ida y hacia todo como una robots

ANA: que le pasa a mi niña grande.

La mire y dibuje una sonrisa que resulto muy triste

MARTINA: nada madre estoy un poco cansada, nada mas

Se sentó en el sofá a mi lado, tomándome de la mano

ANA: soy tu madre, a mí no me engañas. Conozco cada gesto de tu rostro antes que lo hagas.

Alargue mi brazo y tome con mi mano la cartera que había dejado sobre el sillón y saque los dos sobres. Impasiblemente miro las fotos una a una. Luego la carta. Con la lectura de la carta, su rostro se fue endureciendo más.

ANA: que quieres que te diga. Esa carta es una canallada. Nunca te amo y te uso, no solo a ti, sino también a tu padre y a mí para escalar socialmente y económicamente para lograr sobresalir como lo hizo como neurocirujano. Es un sinvergüenza. No importa hija, debes reponerte  y pensar que tienes dos hijos hermosos a quien criar y una carrera exitosa.

Yo solo lloraba cuando entro mi padre que se quedo sorprendido por la escena y mi madre le mostro la carta. La leyó

MIGUEL: no importa hija, a los sinvergüenzas hay que sacarlos enseguida de nuestras vidas. Recuerda tienes dos hijos hermosos y una brillante carrera. Que a él le vaya bien y que Dios le perdone.

Luego de varias horas, me fui a dormir y no podía pegar un ojo. A la mañana y hablando con mi padre hicimos la denuncia ante la policía, de abandono de hogar.

Al lado de mi casa, en una similar vivía, una familia de mucha amistad con la mía. Yo  les decía tíos y era Julio y Sara. Me conocían de nacimiento. Ellos tenían una hija llamada Lucia de 23 años y a quien tuve en brazos cuando nació, ya que le llevó 7 años, que recién terminaba su carrera de abogada. Mi padre hablo conmigo y comenzó a trabajar en el estudio. Tío Julio si bien no era socio de mi padre, tenía un 35% del negocio. Además era muy buena gente y la tomamos, Un  cuerpo envidiable con mucho GYM. A mi lo que no terminaba de cerrar, respecto a ella, es que siempre parecía estudiarme y con envidia. Me parecía una mujer que a medida que pasaran los años se haría mas dura. Bueno pensé, la pondré en un sector que moleste menos. Después de un año con ella, cambie el concepto que tenia de ella y me pareció mucho mas agradable. Pensé que esa dureza era como una coraza que ella formaba, protegiéndose.

Yo empecé a confiar mucho en ella y ella me demostraba no haberme equivocado. A veces le daba instrucciones de presentación ante una jueza, suplantándome y daba excelentes resultados. Nos hicimos muy amigas y cómplices.

LUCIA: mañana jueves llevas a los chicos al espectáculo circense

MARTINA: si, podrías venir?

LUCIA: bueno veo y si puedo voy. Dime porque después de un año, aun llevas la alianza de bodas.

MARTINA: (me sentí incomoda con esa pregunta) la verdad no se, pero es costumbre

LUCIA: una costumbre que ahuyenta. Hace más de un año no sabes nada de él. Iba a venir a arreglar contigo sobre los bienes y la tenencia de los chicos y no apareció. Rompe el cordón que queda con él. Quien  se va a acercar si te ve alianza. Si además les dices que tienes dos hijos, van a huir despavoridos.

MARTINA: no me interesan si se quedan o se van.

LUCIA: acaso renuncias al amor y al sexo?

MARTINA: mañana seguimos si?

Baje del coche y entre en casa. Verifique las cosas del colegio de los chico, justo unos minutos antes que llegaran del parque con sus abuelos. Cuando me vieron corrieron a salúdame. Salude a mis padres y tome café con ellos. Luego les ayude y controle hicieran todos los deberes, jugué un rato con ellos y los lleve a dormir. Salude a mis padre y fui a bañarme.

En la ducha note mis pezones erguidos y duros. Me puse un camisón y me acosté a dormir. Apague la luz y no podía dormir. Lucia tenía razón, me dije, en que debía sacarme la alianza, no para no ahuyentar a nadie, sino porque era estúpido tener un símbolo para mí, de una fidelidad que la otra parte hacia rato había roto. Me quede dormida. Tipo cuatro de la madrugada desperté y la imagen de Lucia hablándome parecía estar frente a mi. Estaba mojada en extremo y mi mano derecha esta ocupada entre mis labios vaginales. Mi mano derecha subió y apretaba con fuerza mis tetas, para luego pellizcar mis pezones. Estaba jadeando cada vez más. Cerré mis ojos y movía mi cabeza de un costado a otro. Los dedos de mi mano izquierda entraron en mi boca y el chupe furiosamente. Levantaba mi pelvis como queriendo penetrarme mas. Y sentí un calor intenso en todo mi cuerpo al tiempo brotaba de mi concha un orgasmo colosal. Inconscientemente, al mismo tiempo gemía, como nunca lo había hecho en mi vida

MARTINA: siiiiiiiiiiiiiii, no me dejes Lucia, siiii,ahhhhhhhhhh, por favorrrrrrrrrrr Lu, siguuue, no me abandones ahora, mi amorrr

Siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii.

Quede extenuada cobre la cama, mojada de pies a cabeza, satisfecha como una perra recién servida y pensando en Lucia

Pensaba que me pasaba por la cabeza, que solo pensaba en ella, en Lucia. Creía que había estado ella, junto a mí en ese copular sexual. Que ella me había llevado con dulzura y besos a acostarme con ella y ser suya. Que me había enamorado perdidamente, aun más que con Gerardo, de Lucia. Me metí en la ducha y me quede un largo rato bajo el agua. Pensaba que era una locura ese sueño, un imposible, que tenía mis hijos y ambas a nuestros padres. Que yo era hetera sexual y suponía que ella también.