Volver a casa, nunca resulto tan excitante
Tras volver a casa de mi padre en unos festivos de la universidad, comencé un juego bastante sucio con mi hermano.
Se acercaban las navidades...y eso suponía volver a casa, cosa que no me apetecía en exceso, tras el divorcio de mis padres antes de que comenzara las clases en septiembre y tras 4 meses sin volver a mi ciudad natal costera, no me apetecía para nada estar allí.
Mi madres se había ido, eso no era un problema debido a que ella y yo nunca tuvimos una relación demasiado estrecha, supongo que por parte de las dos, pero que fuera una pija estúpida no ponía las cosas fáciles. Desde entonces, lo poco que iba a visitar a mi familia el tiempo lo pasaba en casa de mi padre, un hombre basntante ocupado pero que no me daba la tabarra sobre lo que hacia o no, y también con Sergio, mi hermano mayor.
Nunca me he considerado una chica sobresaliente ni nada asi, soy bastante normal siendo sincera, mido aproximadamente 1,73 tengo el pelo moreno y liso hasta la mitad de la espalda y unos ojos verdes, que yo considero que son lo mejor de mi, además de una tez palida a pesar de haber nacido en la costa y una cara ojererosa por mis problemas de insomnio.
Dos días antes de Nochebuena llegué a casa con mi coche a mediados de la tarde, y como de costumbre me encontré allí sola, así que subí a mi habitación y me di cuenta de que todo estaba exactamente igual a como lo había dejado antes de marcharme. Perdí el tiempo recogiendo la maleta y mis cosas y me deshice de mi ropa para entrar en la ducha que duró hasta que terminé con el agua caliente del calentador. Justo cuando estaba poniendome cómoda para pasar la noche en casa escuche la puerta.
Bajé las escaleras y me encontré con Sergio, mi hermano, y me dí cuenta de que había cambiado desde que me fui de casa, estaba muy guapo, con su pelo rubio desaliñado, vestido con un jersey que dejaba ver sus marcados músculos de gimasio y esos ojos azules penetrantes que me miraban con curiosidad. En ese momento no vi a mi hermano como lo que era, si no como el hombre que probablemente muchas chicas desearían conseguir.
Nos dimos un beso y un abrazo y nos sentamos en el sofá esperando a que mi padre llegara mientras nos contabamos que había sido de nuestras vidas estos meses que había estado fuera de casa. De repente sonó el teléfono, era mi padre, llamaba para decirnos que tenia unos asuntos que arreglar en la oficina y que llegaría tarde.
- Genial...- Pensé para mis adentros.- La primera noche que paso en casa y esta demasiado ocupado como para venir a estar conmigo.
Mi hermano pareció oir mis pensamientos y me miró con una cara burlona mientras soltaba la coleta que sujetaba mi pelo y cogiendo un cojín me lo estampó en la cara como cuando eramos niños. Era incleíble, 24 años y seguía con las mismas idioteces de cuando eramos unos enanos, no tenía remedio, aun así seguí su juego y termino encima de mí debido a su fuerza física, de repente el pelo de mi nuca se erizo, haciéndome sentir un escalofrío que recorrió toda mi columna y el pareció notarlo. Mi respiración se entrecortaba. ¿Qué estaba pasando? En fin, era mi hermano, ¿En qué momento mi cuerpo se puso a reaccionar como si fuera cualquier chico y no como lo que era?
Al parecer no solo yo me sentía extraña, ya que note una pequeña erección contra mi estómago, a lo que él se levanto avergonzado y salió del salón. Me mantuve unos segundos sin responder, mientras mi mente se perdía en lo que acababa de pasar. ¿Mi hermano se había calentado al tenerme tan dominada en ese momento? No pdía ser, así que despeje mi mente y me puse ha hacer algo para cenar, aun así no podia parar de pensar en ello. Le grité que bajara a ayudarme a poner la mesa, y cuando entró en la cocina todo estaba como si no hubiera pasado nada hacía tan solo unos minutos.
- Serán imaginaciones mías- Pensé
Seguí con mi faena mientras intentaba no pensar en ello, pero cuando paso por detras de mí para coger los platos y ponernos a cenar noté como una de sus manos se posaba en mis caderas, como si cuerpo fibroso se apoyaba en mi espalda y no pude evitar el estremecerme, su boca se acercó a mi oreja, y mi vello se erizaba.
- Te he echado de menos - Se limitó a decir.
En ese momento no podía contenerme, no quería hacerlo, así que me giré y bese sus labios como si llevara tiempo sin hacerlo. Para mi sorpresa, no se apartó, me pego contra su cuerpo mientras sus manos se aferraban a mis caderas, con cada caricia notaba que quemaba mi piel. En ese momento él no era el y yo no era yo. Eramos dos cuerpos fusionados en un beso largo e interminable.
Sujetó mi culo y mis piernas, subiendome sobre la encimera de la cocina mientras me besaba con pasión, como si supiera que yo ya era suya, como si deseara poseerme, se apartó y me miro picaramente con esos grandes ojos azules
- No sabes cuanto tiempo, llevo deseando esto
No conteste, simplemente me lance a mordisquear su cuello mientras nuestra ropa desaparecía, mordió mi oreja y arañó mi espalda haciendome jadear. Notaba su pecho desnudo contra el mío mientras no dejaba de besarme, me agarró del pelo y tiró de mi cabeza hacia atrás mientras bajaba mordiendome el cuello, para despúes meter su mano entre mi ropa interior y descubrir que estaba empapada, simplemente sonrió y empezo a masturbarme mientras yo gemía como si el mundo fuera acabarse, como si fuera la última vez en mi vida que tuviera sexo, entonces lo sentí, sentí su polla dura y grande contra mí, no deseaba otra cosa que esto, no pensaba, simplemente quería entregarme al placer, el me tanteaba mientras mordía sus labios.
Y se metió en mi, haciendo que gritara de placer mientras arañaba su espalda, lo hacía con fuerza y precisión, como si fuera una lucha en la que no hay ganadores, ni héroes, solo el placer físico. Yo estaba en una nube, notaba mis sentidos al 100% mientras me sometía al placer mas absoluto, y cuando me dí cuenta de lo que estaba pasando tuve el orgasmo más grande que había tenido en mi vida.
Lo notó y aun así incrementó el ritmo volviéndome loca, me tenía completamente dominada, era el mejor sexo de mi vida y se lo hacía saber mientras gemía y entre jadeos le suplicara que no parara. Sin embargo ahora me tocaba a mi, cambie las tornas mientras me liberaba de el para bajar de la encimera de la cocina y arrastrarlo hasta el salón mientras lo masturbaba y lo besaba.
Lo tiré contra el sofá y me coloqué sobre él dandole la espalda, poco a poco empece a introducirme su polla lentamente mientras me movía acompasada, despacio pero profundo, lo oia jadear fuerte, como si no quisiera que parara. Sujetó mis caderas para pegarme mas contra el, el ritmo era perfecto y yo no dejaba de gemir con cada estocada, me estaba encantando. Noté como se incorporaba y besaba mi espalda lo que me hizo aumentar la velocidad mientras gemía sin parar y me daba al placer.
No se cuanto tiempo estuvimos así, la verdad no me importaba, era como si sólo estuvieramos el y yo y entonces lo sentí, una corriente electríca que recorría todo mi cuerpo, acompañado de un líquido espeso que llenaba mi interior haciendome tener un orgasmo fuerte e indescriptible mientras mi espalda se arqueaba hasta el máximo. Y caí rendida sobre él, sobre su cuerpo, mientras me besaba con dulzura. Miramos el reloj y eran casi las 11 de la noche. Papá estaba a punto de llegar, asi que recogí mis cosas y subí a mi cuarto a darme un baño y cambiarme de ropa.
Esa noche dormí como un bebé, pero al despertar, nada había cambiado, era mi misma casa, mi misma vida incluso yo era igual, solo que me sentía distinta. Bajé a la cocina para tomarme un café y comenzar el día y ahí estaba él, sonriendo, mirandome con lujuria. Se acercó a mí y beso mi mejilla mientras tocaba mi culo.
-¿ Has dormido bien?
Simplemente mordí mi labio y me limité a sonreir.