Voluptuosas memorias de un burgués arrepentido

Mis favoritas, cuarentonas casadas y madres de familia:me pone correrme en el coño de una madre.

Voluptuosas memorias de un burgués arrepentido

Primera Entrega

Mi vida es una farsa. Soy de una clase social a la que no pertenezco. Trabajo de ejecutivo y gano una pasta. Me hice a mí mismo, a base de esfuerzos. Era un chico de barrio y soñaba con desaparecer de allí y subir a lo más alto... Ahora estoy en lo más alto, pero desciendo a menudo al vulgo, para disfrutar de sus mujeres. Cuanto más corrientes son, mejor. Estoy harto de tías 10. Sí en serio. Cuando de chaval me la meneaba con las modelos del Playboy, jamás pensé que un hombre podría llegar a cansarse de mujeres así... Pero la rutina cansa. Mi mujer está buena, pero buena, buena y forrada. Su viejo es mi jefe y ambos, dirigimos una gran empresa. Lo peor de todo es que mi mujer me da todos mis caprichos. Es perfecta... Ese es su único defecto. Yo busco mujeres imperfectas... su perfección está en su imperfección.

Busco mujeres. No me importa que sean más jóvenes o más viejas, más gordas o más delgadas. Busco mujeres. El supermercado es un buen sitio. Cojo mi carrito y deambulo por los pasillos. No todas son una "víctima propicia". Mis favoritas, cuarentonas casadas y madres de familia: me pone correrme en el coño de una madre. Ahí veo a una. Teñida de rubio a mechas. Más o menos 1,65 m, entrada en carnes, con unas buenas tetas. Me paro a su lado y le pregunto por el suavizante.

- ¿Cuál de estos es el mejor?

- Éste, sin duda, y además está muy bien de precio.

- Es la primera vez que lo uso. De esto se encargaba mi mujer, he de confesarlo.

- Hace bien en obligarle a hacerlo.

- No, no es eso... Mi mujer murió hace seis meses... -¡Qué cabrón soy, pero es que esto no falla nunca!-

- Discúlpeme, qué tonta... -La tengo donde quiero, antes de que se ablande, la remato.-

- No te preocupes. La vida es así. ¿Tu estás casada?

- Sí, tengo dos niñas, Mercedes y Laura, de 14 y 17.

- Tienen mucha suerte de tener una madre tan linda y tan joven. Serás de mis años, 35 ó 36.

- ¡Adulador! Tengo 40. - Sin duda se quitaba tres o cuatro-.

- Qué grato es conversar contigo. ¿Tomamos un café?

- No sé...

- Sin duda podrás darme consejos para afrontar mi nueva vida...

- De acuerdo, pero sólo un ratito.

Nos quedamos en la cafetería del súper. ¡Joder lo que parla la tía! Ya ha olvidado que "soy vidudo" Allí continuamos hablando de su familia. Su marido es capataz. Trabaja en las obras del tren de alta velocidad a doscientos kilómetros, sólo se ven los fines de semana. Hasta me enseña una foto de sus ninfas. Tan tetudas como mamá, hasta la menor. ¿Imaginas una cubana con la pequeña? Claro qué sí coño, ¡qué preguntas hago!

Charla que te charla, cuarenta minutos hablándome de su peluquera y yo dándole jabón y haciéndole más la pelota. Tengo que inventarme algo para llevármela al picadero, (tengo un apartamento alquilado en el centro), donde domo toda clase de yeguas. Ya está, el truco de la boda:

- Tengo una boda la semana que viene. Creo que no voy a ir...

- Te vendrá bien, así cambias de aires.

- Mi mujer me compraba la ropa. Yo nunca sé que ponerme...

- Los hombres con cualquier cosa estáis bien, en cambio nosotras... En la boda de mi sobrino Marcos... -¡Qué pesada, coño! Si sólo quiero echar un polvo...-

- ¡Oye...! Se me está ocurriendo que con el estilazo que tienes, podrías echarme una mano. Me eliges el traje y los complementos... ¿Harías eso por mí? Anda por fa...! - Astuto ¿eh?, un poco sarasa, pero bueno...-

Acepta. Y cómo no, cuando se trata de organizar, se apuntan todas. Bueno casi todas: esta trampa sólo me ha fallado dos veces y apuesto a ese par eran lesbianas... Llegamos a casa y vamos al dormitorio. Saco del armario todos mis trajes, cuatro en total.

- No sé si me valdrán hace tiempo que no me los pongo.

- Pruébatelos, hombre...

- Claro. -Me lo ha puesto a huevo. ¡Joder qué calentón me sube, parece la primera vez que voy a follarme una tía! ¡Hasta me empalmo!-

- ¡Ejem!

- Discúlpame. ¡Qué apuro! No me pasaba esto desde..., bueno desde hace seis meses.

- No me lo creo... ¿Ni por las mañanas? -Lejos de ofenderse, sonreía, yo diría pícaramente. Siempre uso gallumbos, pero cuando hay que atacar me pongo mis bóxer blancos en plan paquetón..., y veo que funciona.-

- Ni eso... Hasta creía que me había vuelto impotente.

- ¡De impotente nada!. Si la tienes más grande que mi marido y ya es decir... Veintidós que tiene la de mi Paco, veintidós... -Lo que te digo, a huevo-.

- Nunca me la he medido, quizá sea la ocasión. -Diciendo esto me bajo los calzones y dejo mi herramienta fuera-

- ¡Madre qué polla! ¡Uy, si me viera mi Paco, qué ostias me iba a pegar!

Lo que viene ahora es de cámara lenta. Me acerco a ella y le sobo las tetas. ¡Joder qué magreo! Desabrocho su blusa y se la quito. Acto seguido, saco sus pechos sin quitarle el sujetador ¡Qué festín! Son ubérrimos... y caídos. Parece haber amamantado a diez hijos. No les pongo pegas, son mis favoritos. Sus aureolas son, mayormente, como ruedas de carro para que nos entendamos, con un tono rosáceo y los pezones blanditos, tanto que al buscarlos para mamarlos se hunden para dentro. ¡Cojonudo!, tengo el rabo más duro que nunca.

El siguiente paso es la falda y ¿cuál es mi sorpresa? Lleva tanga, ¡olé sus cojones! Y no le sienta nada mal: tiene el culo firma y el vientre sólo ligeramente grávido.

- Un regalo de las niñas... Se empeñaron y ya sabes... -¡Anda que no sabes tú nada golfa! ¡Como qué es la primera vez que se los pones a tu Paco!-

- Estás cañón..., por cierto no nos hemos presentado... soy Jose.

- Déjate de presentaciones y..., métemela hasta los huevos...

¡Siempre es la tía la que liga! Aunque creas que has ligado y te sientas un hombrecito, ella es la que consiente. Lo que hacemos los hombres es abonar el terreno... Pero bueno sigamos con los detalles.

Le bajo el tanga. ¡Puf! Lo que hay ahí..., la ostia. Para empezar, la tía se rasura el chichi. Lo tiene como mi sobrina de siete años... Y tiene más mocos que un pavo... Se ha puesto muy, pero que muy cachonda.

- ¡Cómo me estás poniendo, cabrón! Estoy en celo, jódeme... Dime guarradas, muchas guarradas.

- ¿Cuánto cobras zorra? ¿O me lo vas a hacer gratis?

- ¡Gratis, gratis, y las veces que quieras!

Para entonces ya tenía mi rabo dentro de su raja. Había sido fácil, la tenía colmada de mocos verdosos...¡Joder cómo le cantaba el coño a la guarra! Su olor me excitaba tanto que salí de ella y me lancé de cabeza entre sus piernas. Le sorbí sus densos flujos vaginales como una alimaña sobre su presa. Me tiraba de los pelos como una salvaje mientras me insultaba y me escupía.

- ¿Has probado a blasfemar mientras te joden? -Le dije con la cara brillante por las babas de su chocho.-

- No... ¡ah...! ¿Excita?

- Prueba y verás

Esperó a que la follase de nuevo. Comencé a chapoter en su interior. Por algo se llama follar. El que halla usado un fuelle para avivar la lumbre sabe de qué estoy hablando. Sus pedos vaginales eran escandalosos.

- Eres una pedorra. Puta.

- Dios, dios,....

- Con más garbo...

En un instante, aquello no era una mujer, era un arriero blasfemando. No dejó nada sacro sin mancillar. A cada injuria que soltaba más cachonda se ponía, y más cachondo me ponía yo. Estaba a punto de eyacular, a sí que di por terminado el primer asalto. Me ahorcajé sobre su pecho y dejé mi polla entre sus tetas. ¡Vaya cubana que me hizo la guarrilla!, no dejaba de abrir su bocota, así que me corrí en ella como un berraco. Fue la ostia.

- Límpiamela. Así..., así zorra.

- ¡Qué sabor más fuerte tienen mis jugos! ¿No te ha dado asco comerme el higo?

- En peores plazas e toreado... Quiero decir que no, ningún asco. ¿Cómo me va a dar asco este chocho de mamaíta que tienes. Todas las madres tenéis el chocho bendito.

- ¡Uf! No era yo ¡eh! Me has sacado de quicio. Vaya forma de follar, como bestias en celo. ¡Qué vergüenza! ¡Qué pensarás de mí!

- Que eres una cerda, si me lo permites.

- A ti te lo permito todo... Por cierto, me llamo Luisa y tienes puta hasta que te hartes.

- No me harto con facilidad. Mira, ¡qué te digo!, ya estoy otra vez con el arma a punto y con los cojones llenos de amor.

- Tu no estás viudo ¿verdad? Eres un jeta...

- Me has pillado.

- ¿Y empleas esa táctica con muchas?

- Sólo con tías bandera como tú.

- Adulador... ¡Uy, qué tarde se me ha hecho! No tengo tiempo más que de una pajilla. ¿Cómo la quieres?

- Con la boca.

Eso es una mamada y lo demás, tonterías. Y es que para mamar, nada como una mujer casada..., son muchos años de experiencia.

La historia con Luisa no durará mucho. Otro par de encuentros a lo sumo, la rutina cansa. Es una viciosilla que quiere salir de la costumbre. No hay nada de malo en ello. Por eso las relaciones de pareja no funcionan, son demasiado rutinarias. Si una mujer tiene un marido que le echa sal y pimienta a la ensalada no va a ir a buscar los aderezos a otro sitio...

Ahora crees que voy a su casa, conozco a sus hijas y me follo a las tres... Eso pasa en las películas. En la vida real las cosas son menos extravagantes. Podría haber pasado, ¿o no?, nunca lo sabré. Lo que sí sé es que ya le había echado el ojo a otra: Marga.

Marga es la nueva señora de la limpieza. Está más cerca de los cincuenta que de los cuarenta, es alta y con un par de tetas que te cagas... El culo lo tiene bien puesto: redondo, duro y respingón. Es asturiana, muy sonriente y parlanchina. Siempre te saluda con una sana expresión de cordialidad. Es dulce, verdaderamente dulce.

¡Qué casualidad qué ahora tengo mucho trabajo y me quedo hasta la caída de la tarde en la oficina! Llega a las siete, y no para. En un momento hace su trabajo. Me gusta su competencia. Tengo que buscar otra excusa. Por qué será el género humano tan necio. Siempre andamos con subterfugios para gozar con nuestros cuerpos. ¡Qué tradición malvada esta de la doble moral! ¿Por qué no podemos dirigirnos a una mujer (u hombre en su caso) y decirle, eso sí con todo el respeto, quieres pasar un rato agradable conmigo? Si te dice que no, a otra, pero si te dice que sí, no es un momento celestial? Pero bueno... que me enrollo.

El subterfugio en esta ocasión es esperarla en el servicio, y echar una buena meada. Antes me meneo ligeramente el nabo para ponerlo a tono y espero a que se acerque. En el instante en el que entra, me pongo a mear.

- Vaya lo siento...

- No se preocupe, vengo cuando acabe...

- No, no, acabo ahora mismo. Y le repito que lo siento...

Noto como disimuladamente me mira el pepino... Según su ficha laboral es viuda: qué bien, hambre atrasada... Me quedo allí y miro como trabaja. ¡Qué excitante es ver meter su mano enguantada en el urinario en el que acabo de evacuar! Se le ha pegado un vello genital a un dedo y se afana por deshacerse de él. No lleva más que el sostén y las bragas debajo de la bata. Ésta le queda ceñida a los pechos y a los glúteos.

- ¿Te gusta tu trabajo?

- La verdad: no. A nadie le gusta limpiar la inmundicia de otros. Pero es que no sé hacer otra cosa...

- ¡Qué torpe soy! ¡Vaya pregunta más tonta...! Pero mujer, siempre se pueden hacer otras cosas... Esta empresa es muy grande y podemos buscarte otro puesto más..., agradable.

- ¿Haría eso por mí...?

- Encantado...

- Si fuera joven y bonita pensaría que me está usted acosando...

- Te ves muy joven y bonita. Las mujeres nunca aparentáis la edad que tenéis. ¿Cuántos..., 36, 37...?

- ¡Ya se por dónde vas...! Se ha puesto cachondo el señorito, al verme con la bata tan estrecha que me habéis dado, y ahora quiere encularme un rato... ¿No eres un poco joven para mí?

Me deja acojonado. ¡Vaya tablas qué tiene la tía! Siempre era yo el cazador, y aunque la presa se dejaba... ¡Joder, ahora soy yo la presa...! Ya me lo decía mi viejo: donde tengas la olla no metas la polla.

- Verás... Me has interpretado mal.

- ¡Y un huevo de pato viudo! ¡Qué son muchos años carreteando por este mundo de dios...! Yo me dejo hacer..., pero todo tiene un precio. Te gustan las maduritas..., pues hala. ¿Qué va a ser, una mamada..., sodomía..., o algo más fuerte?

- Si se te da también el mundillo, ¿por qué estás fregando váteres?

- Porque gano más provocando a los gilipollas como tú. Qué esperabas, una pobre viuda indefensa, que iba a ser seducida gratuitamente por un mocoso... No bonito, de eso nada. Hay mucho placer en este cuerpo serrano y si lo quieres lo tienes que pagar.

- Soy un hombre casado...

- Ya.... Por eso no te preocupes, tú me pones en casa y después cada uno por su lado... Seguro que tienes un pisito de soltero... ¡Si os conozco como si os hubiera parido...! A los que os gustan las maduras, es que no habéis mamado suficiente teta de pequeñitos.... ¡Ja, ja, ja!

¡Qué hija de puta, pero qué hija de puta! Ni que fuese bruja la cacho zorra. No tengo ni idea de qué hacer. Si me la tiro, lo mismo me complica la existencia. Pero cómo está... Me pierde.

- Para "ponerte en casa", mayormente, ¿qué tendría que hacer?

- Hacer cosas por mí.

- Oye, yo no hago nada ilegal.

- ¡Pero qué dices! ¿Eres tonto? Quiero que accedas a mis caprichos..., son un poco peculiares. Un poco de dinero y algo más más...

- Coño, pues dilo.¿Cúanto, mil euros?

- Te costará bastante más. Quiero cancelar la hipoteca de mi casa y eso me cuesta cuarenta mil euros.

- ¡Joder tía, ningún polvo vale tanto!

- Los míos sí. Y para que te des cuenta, el primero será gratis.

La muy puta me hace firmarle un cheque de la empresa que, con lo avaro que es mi suegro, a ver cómo justifico. Esa misma noche me la llevo a mi apartamento. Helena está fuera, con su hermana Bea y sus sobrinas. Por cierto cómo está de buena la hermanita: cuarentona con lifting incluido, tetas de quince mil euros, liposucción..., y divorciada. Mi diosa.

Nada más llegar me pregunta dónde está el baño. Me supongo que quiere lavarse el chochillo, pero no..., quiere limpiarlo.

- Ya que te pone cachondo verme limpiar, esta vez lo haré despelotada ¿qué te parece?

Ahí estaba enfrente de mí con su ropa de calle: una minifalda de cuero negro por la mitad de los muslos, con unas botas también negras de cowboy, y un jersey blanco de cuello vuelto, muy apretado en los pechos, marcando pezón. Nadie le habría echado más de treinta y tantos (años, que no polvos). Se desnudó cadenciosamente, es decir, dedicando el tiempo justo a cada prenda. Primero la falda, que dejó caer, no sin dificultad a su paso por las caderas. No llevaba medias. Sus braguitas envolvían bien sus partes pudendas, eran blancas sin costuras, con el refuerzo de algodón marcadamente mojado. Su monte de venus parecía querer reventar..., y su vello púbico, un vergel en medio del desierto. Sobresalía por las ingles y se transparentaba por el tejido de sus calcitas. Yo estaba más empalmado que un burro.

Al despojarse de su suéter, las tetas se le traban y descienden bamboleándose, dejando mostrar su belleza con dinámico esplendor. ¡Vaya par de melones! Sus tetillas, increíbles, de un tono oscuro amarronado, erectas y desafiantes. Me extraña que no se quite las bragas...

Acto seguido, con la esponja que hay en un estante, comienza a fregar arrodillada el inodoro, esta vez sin guantes y..., cuando pasa la lengua afilada por su borde interior, me vuelvo loco y me abalanzo sobre ella.

- Espera. Antes tienes que ser un niño bueno y hacer pipí. ¿Quieres que mamá te ponga a hacer pipí? -Parezco un pelele en sus manos. Me tiene completamente hechizado... Saca a duras penas mi estaca de su escondite. Está a punto de reventar. Tengo la punta como una berenjena y completamente mojada.- Aunque mi niño tiene la polla tan grande, que vamos a disparar fuera... ¿A qué te mueres por mear a mamá? Y donde va a mear mi chiquitín a mamá? Claro..., en sus braguitas.

Se tumba en la bañera y alza sus piernas sobre sus pechos, dejando sus bajos al aire. Me coloco con un pie dentro y otro en el borde para mear en su chocho. Ya tenía otra vez la vejiga llena por los nervios. La orina sale con fuerza, expelida por una próstata a punto de reventar. Empapo sus ya mojadas bragas con mis meados, pero no me quedo ahí y apunto a sus tetas, a su rostro y a sus cabellos. Lo bebe con fruición. La escena es brutal. Le quito las bragas y se las escurro en la cara... A partir de ahí, lo que sucede es de locura.

Le jalo de su cabellera y la arrastro por el suelo hasta el dormitorio. Me ha sacado de mí, me he vuelto loco... Lejos de enfadarse, me enardece aún más, animándome a tener un trato violento con ella. ¡Qué dos ostias estrello en su cara!, pero lo peor es la patada en la vulva... ¡Jamás había pegado a una mujer!, me parece un acto repugnante, pero es consentido por su parte..., ¿o no? Paro, recobro la compostura y reflexiono en voz alta.

- Marga, esto se nos está yendo de las manos. Jamás me había puesto tan violento..., me está dando miedo.

- No seas estúpido, es un juego..., soy yo la que controla la situación. Aunque no lo creas, es el sumiso el que controla al amo... ¿No querías emociones fuertes? Me has cortado el rollo, atontado. ¿Crees que lo hago solo por complacerte? Lo hago, porque me va la marcha... - O sea, a la tía le va el sado-maso. Es un mundo que nunca había visitado. Eres un pardillo macho. -

- ¡Joder, qué gilipollas soy! Creí que iba a matarte... ¿Pero qué hubiese pasado si de un ostia te parto la cara, eh?

- Me largo... Cuando sepas lo que quieres llámame, esta es mi teléfono. Préstame unos slips, según tengo el coño no quiero ir sin bragas, ya me lavaré en casa... ¡Y a ver si espabilas!

Me quedo parado, con la polla fofa colgando de la bragueta. Habría sido el mejor polvo de mi vida...¡Qué mujer! Sé lo que quiero, claro que sí, y ahora juego con ventaja, porque también sé lo que quiere ella.

No pego ojo en toda la noche. Me dan ganas de llamar a un servicio de acompañantes y que una puta me alivie la calentura. Voy al baño y veo las bragas de Marga. Me masturbo y eyaculo e ellas. Es una fría paja. Hay más rabia que gozo... Pero es lo que hay. Tengo que pensar qué voy a hacer con ella. No puedo volver a quedar como un niñato. ¡Joder, tengo 36 años y cada vez conozco peor a las mujeres! Limpio la bañera y me doy una ducha tan caliente, que me escaldo. No es por el rollo masoca, es simplemente para recibir un escarmiento por lo estúpido que he sido.

Salgo de la pila y seco el espejo con una toalla. Me veo reflejado con una sonrisa maliciosa en los labios.

- ¡Internet !

Iba a ser algo que no se marcharía nunca del recuerdo. Ni del suyo ni del mío. La solución podría esta en alguna página de contactos de Internet. Increíble lo que circula por la red. Auténtic@s crápulas del ciberespacio. Me llama la atención el siguiente anuncio: Hola. Somos Eugenia y Agustín. Buscamos a Madame de Mistival. Experiencia y discreción. ¿De qué recuerdo yo esos nombres? Claro... Envío al correo electrónico de contacto, un escueto mensaje: He dado con ella... Ronda los cincuenta y es muy, muy exigente.

Al día siguiente tengo respuesta: Te mando fotos. Si te gusta lo que ves, acude esta tarde a las 6 a la Taberna del Irlandés, cualquier taxista puede llevarte. Las fotos son con y sin ropa, para que nos reconozcas, claro, ¡je, je!. Chao, besitos.

En la foto en la que están vestidos aparece una pareja jovencísima, vestida de peregrinos, con la Catedral de Santiago a la espalda. ¡Quién lo diría! Lo más interesante está en la segunda foto.

Él es alto, fornido y "peligrosamente armado". Ella es menuda, rubia, con diminutos pechos y conejo depilado... Una auténtica muñeca. Está arrodillada con las piernas abiertas y abre su boquita con intención de chuparle la pollona que agarra con su mano izquierda. Con la otra sujeta un consolador con el que presiona los testículos del chico. Ni siquiera han pixelado sus rostros...

Dos taxistas y ninguno sabe como llegar a la puñetera taberna. El tercero, casualmente un ecuatoriano, conoce el camino. Llego a eso de las cinco y media. Quiero explorar el terreno. La taberna está en el extrarradio y nunca se sabe... No tiene mala pinta. Me siento en una mesa al fondo, pido media pinta negra y abro el libro que llevo debajo del brazo.

Con puntualidad suiza, entran los dos jóvenes, mirando en rededor. Espero unos segundos. Hablan entre ellos y cuando van a sentarse en una mesa llamo su atención dirigiéndome a ella por su nombre.

- ¡Eugenia! - Enseguida se acerca, pizpireta y sonriente-.

- ¡Hola!, ¿eres tú el del...? Bueno ya sabes.

- El mismo. Me llamo Jose.

- ¡Qué tal Jose! Dos besos... Este es Agustín...

- ¡Encantado Agustín!

- ¡Igualmente!

Les pido unas cerveza y comenzamos a charlar amigablemente. Soy muy locuaces y simpáticos. Al principio los temas son triviales..., a qué nos dedicamos, nuestros gustos, nuestras medidas de rabo..., No. Es broma, esos detalles los dejamos para la segunda parte de la conversación. En ocasiones, ella clava una severa mirada que no se corresponde con la suavidad de su rostro. Me recuerda a don Antonio, el cura de mi parroquia, un auténtico cabrón, que nos tenía acojonados en la catequesis.

- Soy una muy activa sexualmente... Me gusta tener poder sobre las personas, y ese poder lo alcanzo a través del sexo. A Agustín le pasa lo mismo... No es necesario utilizar látigos ni mordazas para dominar..., eso es muy antiguo.

- Verás Eugenia..., Estoy manteniendo una relación con una mujer con mucha escuela..., también muy dominante y sin embargo le gusta sentirse dominada a la vez.

- Claro, no hay sádico que no sea masoquista. Verdaderamente es la sublimación del sadismo.

- Es decir, crees que puede disfrutar a través de un serio correctivo...,

- Un ama que está en la fase de sumisión..., se sorprenderá gratamente.

- Cuando leí el libro quedé estupefacto... Demasiado trasgresor para un quinceañero. No quiero que lleguéis a tanto, por supuesto, pero quiero que la atmósfera que creéis se le parezca.

- Diabólicamente providencial, diría yo. Es un libro fascinante. No conozco a muchos fuera del círculo que lo hayan leído... El acto final es..., SUBLIME. Déjalo todo en nuestras manos...

Ya es suficiente... El resto lo dejo a tu imaginación. Puedes averiguar el título del libro (hay muchas pistas) y leerlo... Pero te advierto que su lectura provocará en ti unas sensaciones jamás experimentadas... Mejor no lo leas e inventa un final mediocre, como tantos otros, porque si no..., te perderás para siempre.

Salud y Sexo.

Indiscreto

Boss7@ozu.es