Voluptuosas memorias de un burgués arrepentido (6)

Está de pie, con las piernas abiertas. Tengo que esforzarme para contener el semen en mis pelotas cuando, arrodillado, tiro del hilo y me quedo con el tampón colgando de la boca.

Sexta Entrega

Crecí de ciudad en ciudad. A mi viejo lo trasladaban cada dos por tres. Nos juró que éste iba a ser el último. ¡Joder, es la primera vez que cumplía una promesa...! La palmó, y de la manera más tonta: cruzando una calle. Miró arriba y se le olvidó mirar hacia abajo. El camión de la basura hizo el resto.

Imagínate...¡Menudo panorama! La pensión del viejo era ridícula, así que mi madre y Sonia se pusieron a currar, y los pequeños ayudaríamos con extras de fin de semana. Me busqué un curro de puta madre como botones en un hotel. De lunes a viernes, instituto: ¡cómo me acuerdo de la quinceañeras...! Aunque mis favoritas siguen siendo las madres de más de treinta. Desde mis encuentros con Lola, (memorables encuentros) no tenía un chocho que llevarme a la boca. ¡Joder qué difícil es follar en Castilla, te lo tienes que currar de cojones! En el instituto las tías son unas estrechas... Algunas van de "calienta pollas": te ponen a tope y cuando hay que rematar, se rajan ¡Menudo panorama!

Mi vieja encontró un curro de modista. Sonia se colocó de ayudante de peluquería y mi curro como botones, seguía viento en popa: con las propinas, ganaba lo suficiente para mis vicios. La salud de Fátima no le permitía seguir con su trabajo y lo tuvo que dejar. Los dos éramos buenos estudiantes, así que disfrutábamos de sendas becas del Estado.

La vida te va dando ostias y lo que no te mata te hace más fuerte... ¿no? (Nunca entendí al tío éste amargado con bigote). Ahora vivíamos en un vecindario poco recomendable para gente pacífica. Te buscabas un lío con sólo mirar a un tío. Lo único bueno que tenía: sus putas. Había dónde elegir. La mayoría, casadas y madres de familia. Casi todas venían del Barrio Alto y ejercían en el nuestro para que no las reconociese nadie, pero al final todas terminaban "fichadas".

Recuerdo con especial admiración a Nati. ¡Oh! Qué mujer. Desde lo de Lola y hasta ahora, como puedes comprobar, me ponen las maduritas, pero Nati me pegó fuerte. Tenía dieciocho añitos. No era "puta oficial". Se trabajaba a algún conocido para ganarse unas pesetillas. Quedó preñada hacía poco y necesitaba salir adelante.

Con el tiempo, ni siquiera te hacía falta dinero. Con comprar pañales y potitos, te hacía una pajilla y si la pillabas de buenas, podías tirártela. La de veces que me habré corrido en su agrietado suelo de baldosas con floripondios. Me daba pena. Vivía con su abuela. También le llevaba algún regalo: una botellita de vino era su perdición...

Nati

22 de enero

** ¡Qué! A ver a "la Nati", ¿eh? Lo que vale esta chica...

  • Sí señora... Aunque usted... De joven habrá roto muchos corazones, ¿no?

  • Pues hijo, se hacía lo que se podía... Entonces íbamos más despacio. Claro. Los chicos nos cortejaban. Iban a lo que iban, como ahora, pero por lo menos te agasajaban y te bailaban. Ahora, entre que los chicos no sabéis bailar y que las chicas no se dejan cortejar...

  • Pero haría sus cosillas ¿no?

  • Hombre claro... Me acuerdo de "el Venancio". La de manuelas que le habré hecho al mamón. Mira que era guapo y menudo pijo que tenía. No quise nunca que me la metiera... Murió en Brunete en el treinta y siete, con diecinueve años...

  • No se ponga triste, mujer..., échese otro traguillo...

  • Deja de darle jabón a mi abuela... Has venido a lo que has venido ¿no? Venga.

  • Me dijo Ernesto, el de la Braulia que... Bueno que me podías hacer un apaño.

  • Ya lo sé. Son dos mil el polvo, y quinientas la paja... Por adelantado. Y no me traigas gente, que esto sólo lo hago con personas de confianza. No soy una puta, que te quede clarito...

  • Y..., ¿qué hago?

  • Joder, hijo..., a tus años tendrías que saber lo que tienes que hacer, ¿no?

  • No me entiendes... Si te puedo dar de alguna forma especial..., ya sabes.

  • Guarradas no hago. Ni la chupo ni me dejo dar por el culo.

  • Es decir, te abres de piernas, te la meto por el coño..., un par de empujones y dos mil pelas al carajo... ¿no es eso?

  • Tú mismo...

  • Está bien hazme una paja. Toma las quinientas...

  • Sácatela...

  • ¿No me vas a enseñar las tetas...?

  • Una paja es una paja... - Una puta borde, es una puta pobre, pero Nati era así. Le costaba hasta que cogía confianza. La manuela, como diría doña Asunción, fue de lo más aséptica..., tres o cuatro meneos y...- En el baño tienes la fregona, no voy a recoger tu porquería..., tengo que atender a la niña. * ¡ Uf...! Joder, podías poner un poquito de calor...*

  • Es lo que hay.

Un primer encuentro memorable. Lo peor es que la chica cuenta con atributos femeninos para descarrilar un mercancías... Pero es más seca que un funcionario.

29 de enero

Las propinas del "finde", nuevamente, no me llegaban para un polvo. Setecientas cucas... Me alcanzan para una pajilla, pero no para el vino. Ahora que para putear a esa niñata... ¡Joder!, te has pasado macho, setecientas en una botella de vino... Pero me va a encantar ver la cara de Nati cuando sepa que sólo voy a ver a la vieja. ¡Te jodes...!

** ¡Ay hijo qué detalle...! Hacía años que no bebía un vino tan bueno. Pero come hijo..., come aceitunas. Nati, saca unos berberechos hija...

  • ¿A qué has venido majo...? ¿A hacer la pelota a mi abuela...?

  • Pero hija, no trates así al muchacho... Encima que ha tenido la amabilidad de venir a vernos...

  • Éste es un listo...

  • ¡Uy...! Estás celosilla...

  • ¡Qué tontería...! Me voy a la cama. SOLA.

  • Buena... Está buena ¿eh?

  • Ya lo creo, doña "Asun".

  • ¡Je, je! Yo puedo hacer que te la folles como quieras... Sólo tienes que ser cariñoso conmigo...

  • Ha bebido demasiado señora...

  • No, en serio. La chiquilla me quiere mucho... Ella será cariñosa, si tú lo eres conmigo... No soy exigente: ya no tengo los calores de la juventud. Un polvete al mes, me será suficiente... Descuida, que no soy celosa...

  • ¿Qué años tiene?

  • En marzo, hago sesenta y ocho... Pero mira qué tetas..., - me dice abriéndose la rebeca- caídas pero sin una arruga. Lo único que ya no me mojo como antes... Sabes, tú me recuerdas mucho a Venancio. Seguro que tienes un pepino tan grande como él...

  • Me jura por sus muertos que me consigue a "la Nati".

  • Por la memoria de mi Venancio...

  • Recuéstese sobre la mesa, que yo hago el resto*

Le remango la falda y bajo sus bragas de cuello alto. Me sorprende la tersura de sus nalgas. Más de una veinteañera la quisiera...

** Está bien... Al tajo (...) Joder, ¿qué tenemos aquí...?, ¿doña, se afeita el chocho?

  • No hijo, qué más quisiera... Ya no tengo pelos. A los treinta y cinco se me retiró el período. Lo que sufría con la condenada regla...

  • Un par de lapos serán suficientes... ¡Ostia, qué bien ha entrado...!

  • ...

  • ¡Ay! El tiempo que hacía que no me la endiñaban así de bien... Empuja mi vida, empuja como un verraco.*

¡Qué buen polvo! ¿Por qué? Porque lo estaba haciendo "a pelo" y podía correrme dentro. Está muy bien terminar en la boca de una tía, o en su cara, sus tetas o su ojete..., pero lo que más me pone es hacerlo en un coño. Empujar fuerte a la vez que fluyen los chorros de lefa, sin que haya una puta goma que impida que se esparza en su interior, me descontrola y hace que la sensación sea apoteósica. Ventaja de follar con menopáusicas...

** ¿Qué tal...?

  • Hijo, eres todo un hombre...*

Lo bueno de todo esto, es que ya no tenía que pagar para chingarme a un tía. Aunque me había dicho lo contrario, Asunción era cada vez más exigente y me demandaba mayor asiduidad en los encuentros. Como la tía no estaba mal, le seguía el juego; pero mi objetivo seguía siendo la nieta. No obstante, muy legal era la vieja... En unos dos meses se cameló a Nati para que tuviese un encuentro conmigo.

9 de abril

** Parece que eres de los que consiguen lo que se proponen. Me ha calentado la oreja mi abuela de cojones: -¡"que si" qué chico más majo...!,¡"que si" qué guapo es "el jodío", ¡"que", qué bien folla...!- Esto último me ha llegado al alma. Ya te vale, follarte a una anciana... La verdad es que tienes una buena polla. Me gustaría saber qué sabes hacer con ella.

  • Virguerías...

  • Ya será menos...

  • Te lo juro.

  • Hoy estarás para pocos trotes después de lo que "las dao" a la vieja...

  • Mi escopeta es de repetición...

  • Pues te aguantas majo, estoy con el mes. Aunque si no te da asco... Ya sé que a los tíos os da yuyu, sin embargo es cuando más quiero hacerlo: me gusta sentirme deseada estos días tan pesados. No sabes por lo que pasamos las mujeres antes y al tenerlo... Además podrás correrte dentro, que ya me ha dicho mi abuela que te "va cantidad".

  • Joder tía a qué estamos esperando...*

Es la primera vez que entro en el cuarto de Nati. La vieja duerme en otro más pequeño, bastante acogedor, y deja a la nieta que use el dormitorio de matrimonio para zumbarse a los tíos. Cumplimos el ritual "puta-cliente" y dejo que lave mi pringosa polla. Ya ves, a Asunción no le importa si la tengo limpia, lo único que quiere es que se la meta y punto. Nos desnudamos. Esperaba una compresa sucia, pegada a sus bragas color carne....

** Uso Támpax..., "porque no pasa nada". ¡Ja, ja, ja! Recuerdas el anuncio... A qué no tiras del cordón con los dientes...

  • No decías que de guarradas nada...

  • No hago guarradas cuando no estoy cachonda, pero tú me has puesto como una yegua en celo, cabrón. ¡Venga tira de él, y sórbeme el menstruo...!*

Es una auténtica perra lujuriosa... Está de pie, con las piernas abiertas. Tengo que esforzarme para contener el semen en mis pelotas cuando, arrodillado, tiro del hilo y me quedo con el tampón colgando de la boca. Veo el fluir de la sangre con babas, a través de su vagina dilatada. No me asquea, al contrario. Siento una gran condescendencia por la mujer ante la que estoy rendido. Está excitada, sus miembros trémulos la delatan. Me acerca su entrepierna para que libe su fluido vital...

...Pensarás que es aberrante. No tengo palabras para expresar la deleitosa sensación que produje y me produjo. Es la entrega total. El mayor sometimiento que un hombre puede ofrecer a una mujer: embriagarse con su más íntima esencia.

No sé el tiempo que he estado postrado. Tras saciarnos, se dirige a la cómoda con la raja goteando, saca dos toallas de baño y las extiende sobre las sábanas. Ya levantado, me miro al espejo...

** Parecen las fauces de un león recién comido... La verdad es que has estado estupendo. Ha sido el mejor homenaje que me han dado... No sabes cómo me siento. Me fascina exhibirme impúdica, completamente desnuda, compartiendo lo más íntimo que tengo contigo. Es una vívida sensación de libertad. Sin nada que detenga el natural fluir de la sangre, derramarla en tu boca...

  • La misma sensación que cuando nos corremos los tíos en vuestras caras..., supongo.

  • Mejor... No. No te limpies. Cuando follemos quiero ver la prueba de nuestra ignominia en tu cara..., y lamerla.*

¡Menudo chapoteo...! La cara de vicio de Nati lo dice todo. Los sonidos, los olores, los sabores de este encuentro, no se parecen a los de ningún otro. Chupa y relame ruidosamente mi cara mientras taladro su sanguinolento chocho. Saber que no para de manar sangre por él, me excita cada vez más. Vuelvo a tener otra vez la misma sensación de entrega. Como si el tiempo se hubiese detenido, mi eyaculación no llega, pero no me importa... Sólo quiero seguir mirando sus ojos desorbitados y sentir sus frenéticos besos. Sólo quiero seguir sintiendo el dolor de mi espalda que es herida por sus uñas. Sólo quiero que siga escupiendo mi cara... Sólo quiero oír sus blasfemias y hacerlas mías...

Abandono este estado de trance para sumergirme en la singular sensación orgásmica, y eyacular en su matriz desgarrada...

Salud y Sexo.