Voluptuosas memorias de un burgués arrepentido (5)

Me agarra de la mano y vamos a su dormitorio. La estancia está tenuemente iluminada y tiene una atmósfera pesada: huele a pescado. Las sábanas están revueltas y medio caídas en el suelo... Hay un consolador encima de su almohada que se dispone longitudinalmente sobre la cama. Sé lo que es porque mi hermana mayor tiene uno igual: lo esconde envuelto en papel de aluminio, dentro de un viejo oso de felpa. Si no lo limpia después de usarlo, lo disfruto con la boca...

Quinta Entrega

¿Por qué soy así? Supongo que somos la suma de lo que hemos sido. Mi desmedida pasión por las mujeres, viene desde que tengo uso de razón. Fui un niño sexualmente precoz, y ese hecho te marca para siempre. Todo empezó a los doce años... Bueno, antes había tenido escaramuzas con el sexo, pero no verdaderas batallas. Mis escarceos carnales se limitaban a espiar a mis hermanas cuando se mudaban y olerles las bragas que dejaban en el cubo de la ropa. Sobre todo las de la mayor, y en especial en los días de "marea roja". Siempre quedaba alguna manchita en ellas con la que me deleitaba. Pero lo que más me excitaba, era registrar en la basura cuanto se cambiaban la compresa: ahí envuelto en una bolsa de plástico estaba mi tesoro, impregnado de sangre y mocos. Las mejores eran las del primer día... Pero eso era jugar en regional. Mi máxima aspiración: la primera división.

Lola: Mi primera vez

4 de agosto

Era una calurosa tarde de verano..., -muy recurrente...- Las tardes de agosto, en el interior, son verdaderamente cálidas. De niño, nunca disfrutaba de la siesta -no ahora de mayor, sobre todo con una buena matrona a mi lado-. Me gustaba holgazanear aquí y allá, en busca de aventuras, como yo decía. Esta vez con mi pequeño avión ultraligero: el único regalo de mi padre. Quizá por ello, era mi juguete preferido. Vino un buen día con él; se lo había encontrado en la calle, no vayas a creer.... Lo lanzaba a lo alto, y miraba atento su acrobático descenso. Esa tarde, el avión quedó enganchado en los tiestos de la vecina del segundo. Aunque era la hora de la siesta, me armé de valor y subí a por él. Recuerdo que me templaban las piernas y mi corazón se agitaba queriendo salirse del pecho. Siempre fui un niño timorato y poco sociable.

Recuerdo perfectamente a Lola: morena, frescachona, entrada en carnes. Había sido una mujer bandera, muy alegre y dicharachera, como decía mi viejo. Sin embargo con la muerte de su marido y su hijo, se había convertido en una auténtica ermitaña. Era el tema favorito de conversación en solanas y mentideros. Algunos decían, mi madre incluida, que había perdido la cabeza y que era peligrosa. Todo eso ayudó a acrecentar mis temores...

Llamo a la puerta... No abre. Vuelvo a llamar... La puerta queda entreabierta, frenada por la cadena del cierre...

** ¿Qué tripa se te ha roto...? No son horas de molestar a la gente...

  • Disculpe, señora... Si es tan amable..., ¿tendría la bondad de devolverme el avión que se..., que se ha embocado en su ventana? –Siempre tuve un "piquito de oro"-. ¿Un avión...? Bueno... Espera, ahora abro. – Noto su contrariedad. No esperaba una petición tan educada-.

Corre la cadena y abre la puerta para dejarme entrar. La casa está en penumbra. Enciende una luz con el típico chasquido de los viejos interruptores de china.

¿En qué ventana?* – Me dice mientras se cruza la bata para esconder su generoso escote-. En la de la cocina...*

Entramos en la cocina. La cocina de una casa dice mucho de la mujer que vive en ella, y ésta está pulcra y ordenada. Recupera mi avión, y cuando me dispongo a marchar...

¿No vas a darme las gracias...?* - Estaba inmóvil, a punto de desmayarme-. Perdone... Estoy nervioso.

  • ¿Por qué?

  • No sé...

  • ¿Tienes sed? – Me dice para romper el hielo-. * Pues sí..., la verdad.

  • ¿Quieres una Fanta?

  • Es usted muy amable.

  • ...

  • Me llamo Lola...

  • Lo sé. Yo me llamo Jose... Mi madre me llama Pepín, pero yo lo odio...

  • Normal, ese es un nombre de niño y ya eres todo un hombrecito. Empezarás a fijarte en las chicas, ¿no? ¿Has echado el ojo a alguna en especial...?*

En ese momento bebía un buen trago de refresco: de la impresión se me va por mala parte y comienzo a toser. Lola preocupada golpea mi espalda para aliviar mi atragantamiento. Todo pasa en cuestión de segundos. Cuando recupero la respiración, la miro a los ojos con agradecimiento, pero inevitablemente desciendo mi mirada hacia su cuerpo. El cinturón de su bata se ha desatado, y ésta se abre mostrando toda la anatomía de Lola. Veo sus exuberantes pechos de rosadas aureolas, su vientre levemente abultado y su ensortijado pelo genital... ¡La visión es celestial! Un escalofrío de gozo, recorre mi cuerpo...

¿Has tenido bastante...? – Me dice, mientras vuelve a cruzarse la bata-. Eres un descarado, jovencito. * Discúlpeme, ha sido sin querer...

  • Sin querer... Por los cojones. Además..., qué ibas a hacer tú con una mujer hecha y derecha, como yo ¿eh? ¿Se te levanta ya la pilila?

  • No entiendo...

  • Además de para mear, la pilila se usa si está dura, para metérsela a las mujeres.

  • Se me pone dura, sí... Ahora se me ha puesto dura.

  • ¿Cuántos años tienes?

  • Doce.

  • ¿No te la meneas todavía...?

  • ¿Lo tengo que hacer...? – No soy nadie haciéndome el tonto...- * ¿Todavía no te has hecho una paja...? No me lo creo...

  • ¿Qué es hacer una paja?

  • Ven anda, voy a enseñarte algunas cosas que tienes que saber...*

Me agarra de la mano y vamos a su dormitorio. La estancia está tenuemente iluminada y tiene una atmósfera pesada: huele a pescado. Las sábanas están revueltas y medio caídas en el suelo... Hay un consolador encima de su almohada que se dispone longitudinalmente sobre la cama. Sé lo que es porque mi hermana mayor tiene uno igual: lo esconde envuelto en papel de aluminio, dentro de un viejo oso de felpa. Si no lo limpia después de usarlo, lo disfruto con la boca...

Suelta la Fanta, hombre... – Como un gilipollas me había llevado el refresco. Ahí estaba de pie con mi camisa a cuadros de manga corta y mi pantalón corto, de color caqui, esperando lo que se me venía encima-. Y relájate que estás muy nervioso. * Vale...

  • Sácate la pilila... – ¡Y dale con la pilila...! Aunque lo cierto es que con la tensión del momento, esto arrugado que me sobresale por la bragueta no es lo que se dice una polla. ¡Uy qué pequeñita...! Pero no te preocupes, mamá te la va a poner como dios manda... Vamos a ver si se te descapulla.
  • No me eches el pellejo para atrás que me duele mucho...

  • No te preocupes, cielo. Ya verás como con salivita y mimos, sacamos la cabecita de tu pilila.

  • Mi madre lo intenta pero no puede. Me quiere llevar al médico porque dice que tengo..., ¿cómo se llama...?

  • Fimosis.

  • Eso.

  • Pero mamá no te lo hace con la boquita ¿verdad?

  • Pues no...

  • ¡Ay! ¡Ojalá fueran un poco más amorosas las madres con sus hijos! Si una madre no enseña ciertas cosas ¿cómo va a aprenderlas un hombre? ¿con putas...? Y luego pasa lo que pasa: cuando se casan no saben dar placer a sus esposas. Mi hijo habría sido un gran amante... Pero bueno, a lo que estamos...*

Termino de desnudarme. Lanza tres escupitajos en mis genitales y con el dedo índice y medio por encima y el pulgar por debajo, comienza a retirar mi prepucio del glande... Está sentada en la cama, con la bata todavía puesta y a penas diviso sus peras.

** ¡Ay, para...! ¡Me duele!

  • Un poco más, tesoro... Ya se ve la punta..., un tironcito más y estará - ¡Qué hijaputa, un tironcito...!, ¡cómo no es suya...!, por poco me muero...-. * Lo ves...

  • Si pero cuando se agrande...

  • Te dolerá un poquito..., pero es que tiene que darse de sí, hombre.*

Mi pellejo está rojo como un pimiento. Por acción de sus labios, la picha comienza a crecer, y a medida que lo hace siento un terrible tirón. Mi polla está tomando la forma de un ocho... Por suerte, no tardo más de veinte segundos en correrme en la acogedora boca de Lola. Ahí está, ahora acuclillada, con el chocho casi arrastrando, sorbiendo ruidosamente la escasa leche de mis pelotas... Es curioso, nunca había reparado en el intenso olor de la saliva, más penetrante incluso que el de mi acuoso semen.

** ¿Cómo estás...?

  • Me está doliendo..., y mucho. Creo que me has capado.

  • No seas tonto... Unos pellejos son más estrechos que otros pero..., lo tuyo no es fimosis hombre, simplemente tienes la puntita tímida ¡ja, ja, ja! ¡Ya verás cuando te bañe tu madre qué sorpresa se va a llevar! Mañana o pasado podrás usarla sin problema. Ahora me conformo con que me toques aquí, donde los pelos. ¿Sabes...?, tengo un agujerito que está muy mojado. Tócamelo, ya verás...*

Se tumba en la cama despatarrada y conduce mi mano a su ardiente entrepierna. La verdad es que tiene un chocho con una frondosa y sucia maleza, que oculta su abertura venérea. Tiene que utilizar sus dos manos para descubrírmela: en efecto está mojada, empapada diría yo. Un flujo de olor penetrante y sabor intenso, que me recuerda a la sopa de pescado de mi madre. La de peleas que tenía por no querer comerla, y ahora..., lo que son las cosas.

Tras dos minutos de "cunnilingue" y "de tragarme sus pelos", no tiene bastante y me pasa el vibrador para que se lo introduzca. Me indica que debo de ser cuidadoso y que cuando me lo diga debo girar la base para que se mueva. En otros dos minutos, enciendo el antinatural elemento... Estoy cada vez más nervioso. Gracias a eso no se me levanta la polla.

** ¡Ay, no lo sueltes que se me sale...! ¡Qué paradito eres, corazón...! ¡Así, cariño, así, ahora sí..., muévelo..., sí así, ¡ay..., ay qué bien! ¡Ahora..., lo sacas y..., lo arrimas a la capuchita...!, ¿sabes..., dónde te digo? ¡Eso es tesoro...! ¡Termino, termino... ¡Ahhh..., terminé!

  • ¿Es normal que te salga tanto líquido?

  • Sí, mi amor..., es normal, por lo menos en mí, sí. Y con una buena polla dentro, las cataratas del Niágara... Me recupero en dos minutos y te lavo. No puedes ir oliendo a hembra... Tu madre me arrastraría por las escaleras.*

Me lleva al baño y me lava. Siempre recordaré el baño de Lola y siempre disfrutaré haciéndome bañar por una mujer, pero... éste es especial: el primero sin mi madre.

** Tú no te laves... Me gusta tu olor. Mañana vendré y quiero que huelas así...

  • Pero si no me lavo, con este bochorno, oleré muy mal...

  • No me importa... Prométeme que no vas a hacerlo...

  • Te lo prometo... Sabes mucho para ser tan pequeño... Me recuerdas a mi marido, tampoco le gustaba que me lavara el chichi. Decía que perdía mi olor a hembra...*

5 de Agosto

Imagínate, casi toda la noche en vela todo emocionado, como si fuese la víspera de Reyes... Había convenido con Lola que me pasaría a eso de las cuatro. La mañana se hace insoportablemente larga. Pero claro..., tiene que bajar a la compra. Monto guardia, y en cuanto oigo la puerta de su casa, me asomo a la ventana: es mejor hacerme el encontradizo a la que vuelve. Allá va, calle abajo con su sensual contoneo, marcando caderas. Sigue siendo objeto de miradas: lascivas por parte de hombres y de envidia, por la de las mujeres.

* ¡Ese culazo va a ser mío esta tarde, viejo verde...! -Digo para mis adentros muy excitado, refiriéndome al vejete que vuelve la mirada a su paso-

...Ya está de regreso. Se luce preciosa, con su ceñido y escotado suéter, levemente ladeada por el peso de la bolsa que porta. ¡Qué buenorra está la puta...! De dos brincos me planto en el portal.

¡Hola Lola...! ¿Te has dado cuenta? He hecho una rima... Déjame que te las toque, anda...* – Digo en susurros...- No seas imprudente... Hasta las cuatro, nada... No, ni hablar jovencito..., tú por las escaleras.

  • ¿Llevas bragas...?

  • Claro. Si no, todos los gatos del barrio me perseguirían... No me he lavado abajo, como me pediste...

  • Gracias.*

¿Cuál de los dos es el crío?. Ella está tan ilusionada como una chiquilla, y yo, "más salido que el pico de una plancha". Veo que ha recuperado la ilusión y el gusto por arreglarse: su boquita carmesí es una auténtica fruta prohibida. Lo mejor de todo es que me ha obedecido... Su coño está sucio: la merienda de ésta tarde va a ser de órdago.

No tengo ganas de comer. Pero si no lo hago mi madre no me dejará salir..., y si lo hago sin rechistar lo mismo se mosquea... Intento mantener la compostura, aunque es difícil. Me siento igual que cuando estás a punto de desenvolver un regalo, que no aciertas ni a decir tú nombre.

El reloj no corre. Todavía son las dos... ¡Hombre, las tres...! Las cuatro: ¡Bien! ¡Joder! ¡Lo que faltaba...! Con los nervios, tengo un retortijón de la ostia... ¡Qué putada...!

** ¡Venga papa, qué me cago...! Sal de una vez.

  • Siempre te antojas cuando está ocupado... Te esperas.

  • ¡Qué no me puedo aguantar...!*

Me pongo rojo, azul..., de todos los putos colores. Por fin puedo entrar. ¡Demasiado tarde...! ¡Joder me he cagado! Y ahora qué hago... Son las cuatro... No puedo perder el tiempo... Mis calzoncillos son muy ajustados, así que no se me saldrá la plasta. Me echo un poco de colonia para disimular el olor y me bajo pitando.

Lola está a la espera, y al verme por la mirilla abre la puerta. Por suerte no hay vecinos en el piso de enfrente. La gente es muy cotilla. ¡Qué se metan en su vida, coño...!

** ¿Ya estás aquí...?

  • Sí... ¡Uy...! ¡Qué dolor de tripa se me ha puesto...! Voy a usar el baño, es que estoy muy nervioso...

  • Ya lo veo... Como siempre.

  • ...

  • ¿Estás bien Jose...? Llevas ahí diez minutos.

  • Es que...

  • ¿Me dejas pasar...?

  • Bueno.

  • ¡Uf...! Te lo has hecho encima... Pobre. No te preocupes, hombre, si estas cosas pasan... Vamos, te ayudo a desvestirte...

  • ¡Qué vergüenza...!

  • Tranquilo.

  • ¿No te doy asco?

  • Soy madre... He cambiado muchas veces a mi hijo.

  • ¿Cómo murieron...? Perdona.

  • ...Por un Madrid-Barça. Al regreso del partido, chocaron contra un coche que estaba adelantando a un camión... Y me quedé sola.

  • No quería hacértelo recordar...

  • Tenemos mucho que hacer. ¡No sé si meterte a ti también en la lavadora...?

  • ¡Ja, ja!

  • Por cierto..., ¿te duele la pichita?

  • Tengo molestias..., pero cosa de poco.*

¡Qué mujer más dulce! De mayor quiero una igual... Da un primer lavado a la ropa en la bañera; luego la introduce en la lavadora y se despoja de la bata, para no mojársela, quedándose en cueros. Me enjabona bien los bajos, y por la acción de sus manos mi polla crece abaldonadamente con la punta mirando al cielo. Apenas me tira el prepucio. Sin embargo..., la introducción de su dedo medio en mi ano... ¡No me lo esperaba!

** ¿Te ha dolido...?

  • No... Pero eso es para los mariquitas, ¿no?

  • No. Mi marido era muy macho y disfrutaba cuando le introducía un consolador por ahí: se corría sin tocarle la polla.

  • ¿Cómo es posible...?

  • La naturaleza es sabia, y pone muchas partes del cuerpo al servicio del placer. Agáchate un poquito... Un suave mete-saca y saldrá tu lechita.

  • ...

  • ¡Ah...! ¡Qué bueno...! Tú si que eres sabia.*

Siempre que tome un baño con una mujer, algo muy íntimo en mi interior, recordará a Lola. Me seca y vamos a su cama: es hora de merendar. Nos tumbamos y comienza el magreo. Desciendo hacia su horcajadura. Nada es como parece. La verdad que su chocho apesta, hasta al punto de sentir arcadas, que reprimo por no ofenderla. He sido yo el culpable. Tiene su moco reseco, pegado al pelo y siente dolor cuando le aparto éste para acceder a su vulva...

** Me tira... No te tenía que haber hecho caso.

  • No me da asco... -¿Qué iba a decir, mi mierda no olía mejor? * ¿De verdad...?

  • Claro...

  • Eso me pone muy cachonda... Mámame la capuchita... Debajo está la pilila de las mujeres.

  • ¿También sale leche?

  • No... Tonto... No hables... Chupa y calla.*

No tarda en correrse. La verdad es que le estoy cogiendo el tranquillo a la almeja y sobre todo al caldo. Sin embargo su capacidad de recuperación es igualmente rápida. Enseguida me propone mi segunda desvirgación...

** Ya tienes la picha arriba... Pero no puedes follarme el coño. Mira mi flujo: estoy alta y me podrías hacer un niño si te corres dentro... Aunque con esos cojoncillos que tienes, no sé si producirás bichitos... Lo mejor será que me des por el culo.

  • ¿Te va a gustar...?

  • He tomado varias veces por ahí: a mi marido le gustaba; pero si no me toco la chirla, no disfruto. El hombre sí que disfruta, ya que el conducto es más estrecho y ofrece mayor resistencia a la penetración... Pero no te equivoques de agujero, ¿eh? Están muy próximos y con el frenesí del momento...

  • No te preocupes.

  • Échame dos o tres chisguetes de saliva en la mano... Voy a embadurnarte la polla para que no me hagas daño al joderme.

  • Tengo la boca seca...

  • A mí se me está haciendo agua, al vértela tan tiesa y desafiante... Pero hoy no hay mamada..., hoy toca correrse en el ojete de mamá..., sólo te la chuparé para que se humedezca... Vamos, ya la tienes. Te pongo el culo en pompa y a la tarea.

  • Lola, qué caliente lo tienes...

  • No me llames Lola..., llámame mamá... A mamá le encanta la polla de su niño...

  • Vale, mamá... Sí apriétamela mamá, apriétamela...

  • Dale Ricardo, dale, qué yo me toco la pepita...

  • Te lo echo mamá, te lo echo... ¡Ay...,ah!

  • ¡Qué poquito has durado, cielo...!

  • No podía más...*

Si Lola mantenía relaciones incestuosas con su hijo..., piensa lo que quieras. No se lo pregunté y nunca lo sabremos. Me la estuve beneficiando el resto del verano... A mediados de septiembre, volvimos a mudarnos: la segunda vez en tres años.

No he visto nunca más a Lola. Tampoco la busqué.

Lola me marcó, aunque..., una experiencia así, también a ti te marcaría...

Salud y Sexo.