Vivo de las mujeres decentes-libro 2 (Capítulo 4)
Rigo disfruta de su primera velada con un club swinger de Londres
Vivo de las mujeres decentes - Libro 2
Capítulo 4
Enseguida perdí de vista a Cristina que se fue con uno de los hombres del grupo en dirección a la cama más próxima a ellos. Curiosamente cerca de mí tenía reunidas a las cinco mujeres probablemente más mayores del evento, que no dejaban de hablar sin dejar de mirarme a cada momento, sus risas denotaban las ganas que tenían por llevarme a la cama una de ellas, pero su demora fue aprovechada por un par de mujeres de menor edad que de la mano, me llevaron a una de las camas sin ocupar. Ambas muy simpáticas se volvieron a presentar porque no recordaba sus nombres, una era Charlize de poco más de 30 años, con tetas medianas y pezones muy pequeños, cuerpo trabajado en el gimnasio sin exagerar, buenas piernas y mejor culo que en cuanto pude echarle un ojo a su ano, sabía que me la iba a poder follar por ahí. La otra era Evelyn quizás un par de años mayor que su amiga, más guapa también, tetas algo más grandes y con un toque de silicona que las mantenía más firmes, buenos muslos y un verdadero culazo. Los pelos de su pubis dibujaban una flecha perfecta indicando donde se encontraba su coño.
Ellas me echaron en la cama colocando un pequeño cojín para que apoyara mi cabeza y comenzaron a morrearse conmigo de forma alternativa, mientras nuestras seis manos sobaban y sobaban sin parar los cuerpos ajenos, luego Evelyn se fue deslizando hacia abajo lentamente hasta alcanzar mi polla donde comenzó a darme una buena mamada y yo coloqué a Charlize que era más manejera a horcajadas en la posición del 69 para darle una oportunidad a que ayudara a la amiga, mientras yo le comía todo el coño durante unos treinta segundos, después paré me ensalivé dos dedos de mi mano derecha y se los introduje en el atractivo agujero que me enseñaba su coño sin ninguna dificultad al estar espatarrada sobre mí. Entonces me olvidé de su clítoris y me centré en ese ano que me quería follar, dándole lametones por doquier al tiempo que mis dedos cobraban velocidad en su vagina. Enseguida dejó mi rabo en exclusividad a su amiga para dedicarse a gemir como una loca, hasta que conseguí su orgasmo en un tiempo medio para mí y muy rápido y extraño para lo que ella estaba acostumbrada, aunque sí es verdad que con mi mano izquierda le había frotado a tope su clítoris.
Mientras ella seguía con sus espasmos, ya estaba intercambiando los papeles con Evelyn a la que coloqué de costado apoyada en el cojín, pidiéndole que respingara su culo hasta que lo pegó a mi pubis, entonces le alcé su pierna derecha y se la clavé desde atrás hasta la mitad de mi rabo.
-¿Estás bien? -le pregunté porque la sentía muy estrecha-, si quieres no paso de ahí.
-Empieza a follarme y poco a poco entrará hasta el final, ya verás.
El poco a poco se terminó en la décima penetración y a partir de ese momento ya no paré hasta conseguirle su primer orgasmo ayudado también por los dedos de mi mano derecha que le frotaron su clítoris de mala manera, estimulados por los gemidos cortos pero muy agudos que emitía su garganta. Ahora coloqué a Charlize a cuatro patas delante de mí que estaba de rodillas en la cama y echándome algo de saliva en mi polla no tuve ningún problema para enfundarla en su coño hasta los huevos, pues este agujero era un poco más holgado que el de la otra. Luego alargué mi brazo para coger un tubo con gel lubricante que una de las camareras había colocado en el habitáculo. Daba la sensación que estaba templado por lo que fue más agradable para impregnar su agujero anal, primero con un dedo, luego con dos y por último con tres, todo muy rápido porque ese culo era un experto en tragarse buenas pollas, eso seguro y la mía iba a ser la siguiente. Le pedí a Evelyn que hiciera los honores y lo hizo con tan gran pericia que en un periquete ya tenía todo el rabo metido. Entonces comencé a bombearla mientras me daba un buen morreo con ésta última.
-¿Quieres meterte ahí abajo y comerle el coño a tu amiga? -Le pregunté.
Ella se apartó de mí para estudiar las posibilidades y meterse rápidamente debajo de los dos, pero era un poco desobediente porque me chupó un buen rato mis huevos sin dejar apenas que le zumbara a Charlize, luego rectificó y se dedicó a comerle el coño a la otra, mientras le metía dos dedos en la vagina. En menos de dos minutos obtuvo su segundo orgasmo de la noche dejándose caer por los espasmos que recorrían su cuerpo, aplastando literalmente a la amiga que buscó una salida como pudo.
-¿Quieres que te lo haga también por detrás? -le pregunté a Evelyn, sabiendo casi con seguridad que ella no estaba preparada para admitir el grosor de mi polla.
-Me destrozarías por ahí y por delante ya me lo tienes damnificado, menuda polla tienes guapetón y encima no te corres.
-Ven entonces que le voy a hacer caso a las señales de tráfico que tienes en el pubis, -le dije con unas risas, mientras la colocaba boca arriba con las piernas flexionadas-, va a ser un poco rápido, no te extrañes ¡Eh!
Ella me miró con una sonrisa entre pícara e incrédula, viendo como acercaba mi boca a su clítoris donde primero olí sus esencias, luego lo ensalivé un poco y a continuación le lamía y le soplaba, comenzando a oír esos gemidos tan agudos, pero todavía contenidos. Mi mano izquierda sustituyó a mi boca cuando me incorporé para quedar de rodillas de costado a ella que no perdía el tono de sus gemidos, así que me ensalivé nuevamente dos dedos de mi otra mano, que inmediatamente me sirvieron para penetrar su coño con ellos, su orgasmo estaba ya cantado según mi experiencia y eso ocurrió un minuto más tarde. Su corrida le llegó sin esperarlo y eso se reflejaba en su cara aunque estaba advertida.
Pero tenía que llegar a correrme para ellas, así que volví a colocar boca arriba a Charlize y en la posición del misionero, la penetré sin problemas y le comí las tetas, la boca, los lóbulos y el cuello mientras le daba a toda pastilla, consiguiendo el último orgasmo que iba a disfrutar conmigo esa noche otra vez sin mayores esfuerzos, pero yo continué dándole mis últimas penetraciones.
-Me voy a correr, abrir vuestras bocas y sacar las lenguas que ya voyyyy...
Di marcha atrás de inmediato para sacarla de tan lindo agujero y me incorporé encima de la cama, teniéndome que apoyar con mi otra mano en la cabeza de Evelyn para no perder el equilibrio y poder apuntar correctamente la dirección del primer disparo de semen, pero rebotó en la barbilla de ésta última cruzándole la cara con un lechazo blanco y espeso, aunque soltó bastante lastre en su boca. El siguiente intenté dirigirlo a Charlize, pero con la inestabilidad que me ofrecía el colchón, solo atiné a repetir prácticamente lo mismo en su cara que quedó bastante perjudicada, pero entonces ella se agarró al resto de mi tallo para aproximar el glande a su boca, donde quedó enterrado sin dejar de escupir lechazos, uno tras otro hasta que dejé de luchar por mantener el equilibrio, dejándome caer en ese inestable colchón resoplando como si hubiera llegado a la meta de una maratón.
Cuando entreabrí los ojos me encontré con las caras de ambas amigas a una cuarta de la mía, mirándome tiernamente con unas grandes sonrisas. Ahora eran ellas las que parecían más frescas que una lechuga y yo el que se encontraba abatido por el esfuerzo. Luego las dos me dieron un último morreo, que saboreé junto a mi lefa que campaba por aquellos rostros afeando sus sonrisas. Agarrado a sus manos que tiraban de mí, logré incorporarme ya más recuperado por el esfuerzo que acababa de realizar, eso sí con mi rabo enhiesto pidiendo batirse en mil batallas más y un corrillo de gentes a los pies de la cama que no se habían querido perder nuestros últimos movimientos.
Las chicas se fueron hacia sus maridos que les sonreían por el espectáculo que habían montado delante de sus amigos. Fue Cristina la que me sacó de allí cuando los demás se me acercaron para felicitarme, dándome palmaditas en el hombro y algún que otro apretón en el tallo de mi polla, tanto por las chicas, como por los chicos, dado que ésta no se bajaba.
En la barra del bar ella me pidió un cóctel un poco dulzón que me encantó.
-¿Cuando regresáis a casa? -le pregunté.
-El lunes por la mañana.
-Vale, pues esta noche seguiré follando por aquí pero después dormiré con vosotros, ¿Te parece?
-Claro que sí cielo, -me dijo con una cara llena de felicidad, mientras se acercaba a darme un beso perfecto de ejecución-, guarda el último para mí.
-Eso está hecho. -Le dije con otro beso parecido al anterior, más un agarre a su trasero, que me encantaba.
-Ven que le he prometido a mi amiga Malory que vas a estar con ella en esta segunda parte.
Su amiga Malory estaba en ese momento con Thomas comiéndose la boca los dos, pero la verdad es que merecía la pena esperar mi turno porque la mujer tenía clase de verdad. Enseguida al vernos llegar su cara se impregnó de una sonrisa que ya no volvió a perder hasta que se penetró ella misma, subiéndose a horcajadas sobre mí. Era bastante mayor, yo diría que cercana a los cincuenta, pero mantenía un físico espléndido seguro que con la ayuda de un gimnasio, su piel era una de sus mejores bazas para mí, pues era muy suave y por supuesto un placer acariciar esos muslitos y esas nalgas viendo cómo ella se deslizaba hábilmente sobre mi falo en unos movimientos harmoniosos arriba y abajo, abajo y arriba, joder qué gusto me daba la Malory ésta, hasta tuve que hacer un ejercicio de evasión para evitar correrme ya, tal como me pedía el cuerpo. Sus gemidos emanaban de su garganta con sonidos guturales y fue ella la que se corrió sin haber cambiado de posición, ni haber incrementado el ritmo que se había marcado a sí misma desde un principio.
Ahora tomé el mando y la coloqué a cuatro patas en el borde de la cama, de forma que con un pie en el suelo y otro en el colchón, le dí unos buenos cipotazos que provocaron otro orgasmo casi inmediato, o sea, que era multiorgásmica y es que no sé cuántas veces se corrió hasta que le llené la boca de lefa a petición de ella misma. Era la primera vez que me encontraba con una mujer así.
Otra vez teníamos algo de público acumulado a los pies de la cama y el marido de Malory vino a abrazar a su señora y a darme las gracias por el buen rato que le había hecho pasar a su esposa, él mismo se presentó a mí como Colin. Cristina se acercó a nosotros acompañada de José Luis y estuvimos unos momentos más charlando con ellos, luego Malory se llevó en un aparte a Cristina quedando nosotros tres comentando los avatares de esa noche, según el punto de vista de cada uno.
Ya se veía a muchas personas vestidas e incluso algunas se marchaban, así que en cuanto volvieron las dos mujeres, nosotros hicimos lo propio, pero antes de marcharnos, Malory se vino a darme un abrazo muy suave y cariñoso.
-Gracias Rigo, espero verte pronto, ya no me acuerdo de la última vez que disfruté tanto como lo he hecho hoy. -Luego me deslizó una tarjeta en el bolsillo superior de la chaqueta-, llámame cuando puedas que te estaré muy agradecida.
Toñi nos estaba esperando en la puerta para llevarnos nuevamente a casa.
-Toñi te dijimos que no era necesario que vinieras a buscarnos, podíamos haber regresado en un taxi y tú estarías descansando como debe ser.
-¿Cómo voy a permitir eso señora Cristina? Faltaría más. Encima lloviendo como está.
-Pues muchas gracias, eres un sol. -le agradeció José Luis que iba a su lado.
-¿Te ha dado su teléfono Malory? -me preguntó Cristina.
-Sí, ¿Cómo lo sabes?
-Me ha pedido permiso para que te pongas en contacto con ella. Es que quiere tenerte en una sesión privada con unos amigos suyos, también me ha preguntado por lo que estás haciendo aquí, se ve que le has impresionado bastante Rigo.
-¿Tú crees que la debo llamar?
-Pues claro tío, -respondió José Luis que estaba con el oído puesto en nuestra conversación-, es para que te lo pases genial hombre. ¡Ah! Y si te da un regalo lo aceptas y punto, cuando comiences a trabajar ya será otra historia, pero ahora no desaproveches una, ¿Entendido?
-Sí, está bien, pero durante la semana no puedo trasnochar, porque al curso tengo que ir despejado.
-Ya se lo he dicho, pero iría a recogerte a tu salida de clase y antes de las once de la noche te llevaría de vuelta a casa.
-Vale, mañana la llamaré para ver qué día podríamos quedar.
Pensándolo bien, no llevaba ni una semana en Londres y es que no paraba de follar, cuando yo me temía que lo mío iban a ser dos meses de celibato total. Desde luego, para mí al menos, era la mejor de las terapias para olvidar a mi Pilar de mi alma.
Tenía que llamar a Pedro para contarle mis cuitas, ya que el pobre era mi paño de lágrimas, aunque sabía que a él le gustaba conocer todas mis correrías. Lo único que no le contaba nunca eran mis polvos con Mavi, no sé porqué pero seguía teniendo la sensación que con ella le había estado poniendo los cuernos. En cuanto a su novia Lea, no quería profundizar en el tema, pero cuando comimos juntos el domingo pasado los tres, ella no dejaba de mirarme la entrepierna, como esperando ver si era verdad que allí almacenaba un pollón de medio metro de eslora. Seguro que el Pedro éste le trasladaba mucho de lo que le contaba, la cuestión era que ella estuvo todo el tiempo más pendiente de mí que de su novio y éste parecía contento de que eso fuera así.
En cuanto llegamos a la casa Toñi nos sirvió un caldo calentito y reponedor de tantas fuerzas gastadas ese último día en el club y con Angie, por supuesto, además de que le había prometido a Cristina reservarle mi última corrida de esa noche. Luego nos marchamos a asearnos, en mi caso estuve cinco minutos debajo del agua de la ducha sin mover un dedo, hasta que casi me doy un trompazo al quedarme medio dormido. Diez minutos más tarde me fui al cuarto de los tíos de mi ex-novia, -qué raro me sonaba eso-, y como los dos estaban en el aseo, me eché en la cama a esperarlos, pero ya no supe nada más hasta que Cristina me despertó con una buena mamada el domingo por la mañana, pues empezábamos bien el día, pensé con cara de bobo viendo como ella se afanaba en mi rabo. Pero no estábamos solos porque la puerta del aseo se abrió para dar paso a José Luis que salía en pelotas y que no tardó en ayudar a su esposa en tan grata tarea para mí.
Me estaba meando literalmente hablando, así que les dejé con la miel en los labios para solucionar mi agobio inmediato. Después me lavé la polla en el bidé y me fui más tranquilo a encontrarme nuevamente con ellos.
-¿Sabes lo que me ha dicho José Luis? -Me preguntó Cristina con una gran sonrisa.
-No se lo digas, mujer, mira que eres cotilla.
-Que a ver cuando le haces un completo, que eso sería una locura para él.
-Joder José Luis, que esto es muy grande para un tío, ¿No? -Me dirigí a él con la polla en mi mano.
-Igual que a una tía -me dijo soltando unas risas nerviosas-, con un poquito de gel, seguro que me entra.
-No sé, pero si ese es tu deseo, te lo hago ahora mismo, no dudes en pedirme lo que quieras que siempre que esté en mi mano, te lo daré. Lo único que os pido es que no lo divulguéis porque no me van a dejar tranquilo los demás.
José Luis se abrazó a mí agarrándome por el cuello, dándome la impresión que en ese momento se había convertido en una mujer, pues me besuqueó por todo mi torso como si de una tía se tratara, aunque respetó mi boca, mientras Cristina nos chupaba la polla alternativamente con preferencia a la mía. Luego él se fue girando poco a poco hasta quedar de espaldas a mí. Entonces dirigí mi vista a su esposa que fue consciente del mensaje insinuado y agarrando el gel lubricante le preparó el culo y sin más dilación colocó mi rabo en la entrada de su esfínter que engulló mi glande y media polla sin ningún problema, luego la soltó para que yo hiciera el resto sin dejar de masturbar la polla de él a una buena velocidad, seguro que tratando que aquella enculada fuera lo más breve posible.
Jadeando en cada envite mío, su corrida no tardó en producirse dejando toda su leche en la toalla que su esposa había colocado debajo de él, que cuando terminó de correrse se dejó caer encima del colchón, haciendo que mi polla quedara al pairo.
Entonces volví al bidé del aseo para darme una limpieza a fondo en mi tranca que seguía más tiesa que un bate de béisbol, me entretuve un poco delante del espejo antes de volver a la cama donde ellos se encontraban abrazados.
-¿Estáis bien? -les pregunté.
-Sí Rigo, mejor que nunca, -me contestó José Luis-, gracias tío, voy a ducharme.
Cristina se abrió de brazos con una gran sonrisa en la cara y yo me abracé con ella. Luego la volví de espaldas para comerle el culo y frotarle el clítoris haciendo que se corriera en un par de minutos. Después cogí el lubricante y en un momento la estaba enculando.
-Cristina me voy a correr, no quiero pararlo princesa, no puedo...
-Córrete cielo, venga, dámelo todo, córrete cariño...
Entonces ella misma se ayudó con su mano derecha consiguiendo correrse al unísono conmigo, desde luego que era una tía extraordinaria en todos los sentidos.
Los dos caímos derrengados sobre el colchón, permitiendo ella que la aplastara unos pocos segundos antes de que me echara a su lado con parte de mi polla dentro de ella.
En esos momentos regresaba José Luis que se sentó a nuestro lado acariciando nuestros cuerpos de la forma más suave posible.
Veinte minutos después estábamos desayunando parte de la barbaridad de exquisiteces que nos preparó Tali. Luego él regresó de nuevo al dormitorio para atender con su portátil, asuntos relacionados con los negocios.
-Voy a llamar a Pilar, a ver cómo sigue después de que tú la llamaras. ¿Te importa cariño?
-No, si después me lo cuentas, te dejo. -Le respondí con una sonrisa.
Entonces ella con otra sonrisa, se acercó a darme un beso antes de irse a la zona de la piscina.
Aproveché para hablar un rato con mis padres y mi hermana, que me cuestionaban si me estaban atendiendo bien, por lo que le hice una foto a lo que no habíamos podido engullir y se la envié al Whatsapp de mi madre, junto con otras dos del salón y de la piscina, pasando ellos de estar preocupados a envidiosos de mi estancia en Londres en un periquete. Seguía solo por lo que me decidí a hablar con Pedro, al que le tuve que hacer un resumen de toda la semana, aunque fui incapaz de especificarle así de pronto, con cuántas tías había follado en ese tiempo.
-Cuando se lo cuente a Lea no se lo va a creer, -me dijo-, se va aquedar alucinada.
-Pero tío, ¿Qué es lo que le cuentas a tu novia de mí?
-Pues todo, también el pedazo de rabo que tienes, a ver si un día se lo enseñas porque siempre que se lo digo me dice que soy un exagerado.
-¿Pero a ti no te importa que ella lo vea?
-Para nada, pero yo delante de los dos, ¡Eh! Tú también dejabas que tu novia se acostara con otros.
-Joder Pedro, ¿Me estás pidiendo que me acueste con tu novia delante de ti?
-Bueno, una vez nada más, por lo menos. Es que me tiene frito Rigo, cuando vuelvas lo hablamos si eso, ¿No?
-No sé, como tú quieras pero piénsalo bien en estos dos meses antes de que lo hagamos.
-Que va, lo tendríamos que haber hecho el domingo pasado, no veas cómo se quedó cuando te marchaste.
Poco después nos despedimos, entre otras cosas porque Cristina volvía a entrar al salón. Venía algo preocupada, al parecer algo iba mal.
-¿Pasa algo? -le pregunté.
-Pasa que el tío ese le ha vuelto a mandar un mensaje a Pilar pidiéndole otra cita. Seguro que José Luis lo sabe ya, porque el de seguridad quería hablar con él.
-Y ella qué ha hecho.
-Nada, pero eso la ha puesto muy nerviosa, vamos, lo que hacía falta en estos momentos.
-Yo no veo tan extraño que lo haya hecho Cristina, es que han estado casi dos años teniendo relaciones...
-Por favor Rigo, -me cortó enseguida-, no digas eso ni en broma. Ella no quiere verlo más y él no debe acosarla para verla.
-¿Y qué va a hacer José Luis?
-Él ya hizo lo que tenía que hacer, pero el sinvergüenza éste parece que quiere tensar la cuerda esperando más todavía.
-¿Más qué Cristina? -Le pregunté sospechando algo increíble.
-Más dinero Rigo, José Luis habló con él por si aceptaba una cantidad para olvidarse de ella y la aceptó, pero ahora rompe el acuerdo seguramente esperando que mi marido le vuelva a dar más dinero. Es una mala persona, cielo, él no quiere a Pilar, solo quiere más dinero.