Vivo de las mujeres decentes-libro 2 (Capítulo 20)

Capítulo donde Rigo detalla su primera relación con Marta.

Cómo os comenté en el último capítulo, voy a detallaros el primer encuentro que tuve con Marta. No es que tenga mucho que ver con el resto del relato, pero no quería dejaros sin conocer esta entrañable historia. Espero que la disfrutéis como un descanso en medio de tanto lío, o al final de tanto lío mejor dicho.


Vivo de las mujeres decentes - Libro 2

Capítulo 20

Cómo os comenté, hace unos dos años Marta me bajó la cena como hacía tantas veces. Ella tenía llave de mi piso y entraba siempre sin llamar tal como le tenía dicho.

-Hola señor Rigo, -me saludó mientras entraba en la cocina-, hoy le he preparado un solomillo a la plancha con champiñones, dos huevos fritos y unas patatas fritas.

-Pero Marta, cielo, si te he dicho que no me pongas tanta cena.

-Pero luego se lo come todo, -me respondió con una sonrisa de satisfacción.

-Porque tú sabes lo que a mí me gusta y con lo bueno que está no soy capaz de dejarme nada. Pero hazme caso mujer, que luego me tengo que dejar toda esa grasa a base de gimnasio.

Ella sonreía mientras negaba con la cabeza terminando de prepararme la mesa y sentándose al otro lado esperando que cenara para marcharse con los platos ya limpios. Eso era como un ritual. Me había servido una cerveza sin alcohol, que era también mi bebida habitual para cenar.

-¿Tú has cenado? Seguro que no -me adelanté yo mismo a su respuesta.

-En cuanto suba cenaré.

-Pero si te tengo dicho que te la traigas y cenes conmigo.

-Ya, pero no es correcto señor Rigo.

-No me digas tantas veces señor Rigo que me vas a borrar el nombre.

Ella asintió con su sonrisa de siempre enmarcada en su cara y ahora era yo el que negaba con la cabeza mostrando mi derrota.

-¿Quiere que le prepare la ducha o el jacuzzi?

-Mira sí, mejor el jacuzzi que esta noche necesito relajarme.

Al momento se levantó de la silla marchando a mi dormitorio rápidamente dejándome cenar a mi aire.

-Le he cambiado las toallas, -me dijo cuando entraba en la cocina para dejar las que traía dentro de la lavadora-, ¿Le plancho algún traje? Los de la izquierda los planché todos ayer.

-Joder Marta, eres un sol, pero deberías dejar que yo me haga mis cosas, me estás malcriando.

-Tengo mucho tiempo libre señor Rigo y me gusta tenerlo bien atendido.

La verdad es que todo estaba muy bien, pero el diálogo no me cuadraba demasiado, era muy extraño verla tan parlanchina cuando ella era siempre de pocas palabras.

-Tú me quieres decir algo que te está dando vueltas en la cabeza, anda, dime de qué se trata, no te cortes.

-Es que me da mucha vergüenza, además que no está bien que yo le pida eso.

Me hacía gracia su timidez y siempre terminaba sorprendiéndola dándole un susto con alguna de mis salidas de tono, lo que me divertía viéndola ponerse como una amapola al tiempo que se retorcía las manos de los nervios.

-Si es que me quieres acompañar en el jacuzzi, por mí sin problemas, -la provoqué con una gran sonrisa mientras mojaba un trozo de pan en la yema de uno de los huevos fritos.

Cómo no me contestaba, levanté la cabeza para mirarla a los ojos, pudiendo observar que ella hacía lo mismo conmigo sin desviar su mirada que era lo que siempre terminaba por hacer.

-Perdona cielo, he sido muy bruto, ¿Verdad? -Le dije para tranquilizarla.

Ahora sí que le volvió su timidez de siempre pues no respondía a mi disculpa, hasta que por fin se arrancó.

-Es que... bueno... no sé... ya sé que no soy muy guapa y eso... no como las que trae usted aquí... no sé... pero si quiere... pues eso...

-Tranquilízate Marta guapísima, ¿Quién ha dicho que no lo eres? Si tienes una carita y un cuerpecito que me encanta y créeme, porque de eso sí que entiendo bastante.

Entonces dejando la cena a la mitad me incorporé y la cogí en brazos llevándomela al salón, aunque antes de sentarme con ella en el sofá ya le había dado varios besitos en la mejilla. Luego la senté a mi lado.

-Dime qué quieres de mí, dímelo sin tapujos preciosa.

-Una hora de sexo, -me respondió casi gritando-, solo una hora y ya está.

Me llevé una gran sorpresa por su atrevimiento más que por sus deseos, porque esos sí que los había advertido desde hacía tiempo.

-Pero tú estás comprometida, ¿No?

-No, solo salgo con un chico de mi pueblo, pero todavía no es mi novio.

-¿Porqué conmigo cielo?

Ella me miró extrañada por lo que le preguntaba.

-Porque es el mejor de todos los hombres que conozco y el más sincero, y el más buena persona, bueno, no sé... nadie me trata como usted.

-Mira cielo, no puede ser que vayamos a tener sexo y me estés hablando de usted, a partir de este momento y hasta que vuelvas al cuarto piso me vas a hablar de tú, ¿Vale?

-Sí señor... sí Rigo.

-Eso es, y ahora quiero que me beses tú.

-Es que me da vergüenza.

Entonces decidí darle yo el primer beso, a ver si se le quitaba la timidez y la vergüenza por estar conmigo, pero cuando pretendí darle ese beso me encontré con unos labios muy apretados. Marta no había besado nunca a un hombre.

-Relaja tus labios princesa, deja que sea yo el que te vaya guiando con los míos.

Me costó algo de esfuerzo pero terminó besando de forma pasable, aunque el roce de nuestras lenguas la derretía clarísimamente. Luego temí que hasta fuese virgen en sintonía con la nula experiencia en los besos.

-¿Has hecho el amor con algún chico? -Le pregunté prudentemente para que no se alterara más de lo que estaba.

-Bueno, el amor... no sé, pero tuve un novio que me la llegó a medio meter dos veces.

-Mejor cariño, mucho mejor, verás cómo ahora lo haremos nosotros sin medias tintas, te la meteré entera y todo el rato que haga falta, nada de una hora cielo.

No quería agobiarla desnudándonos y follando de forma inmediata, así que me la llevé al dormitorio y aprovechando que el jacuzzi estaba preparado nos desnudamos los dos y nos metimos dentro uno al lado del otro.

-¿Estás bien? -Le pregunté.

-Sí, casi no me puedo creer que me dejes estar aquí contigo.

-¿Pero qué dices cariño? Somos los dos los que nos lo permitimos, anda ponte encima mía.

Ella se incorporó colocándose de rodillas frente a mí, para acabar pasando una de ellas por encima de mis caderas, quedando sentada a horcajadas sobre ellas.

-¿Me quieres besar ahora? -La interrogué por si se atrevía a mostrarme lo que había aprendido hacía unos minutos.

Con una gran sonrisa en su rostro echó sus brazos alrededor de mi cuello y abriendo algo más de lo normal sus labios, me ofreció su boca y su lengua en un primer beso algo desastre, pero que arreglamos en un periquete pasando a tener mucho más morbo al acompañarlo con los restregones que nos dábamos con nuestros genitales.

-Joder cariño, me encanta acariciar el culito tan suave que tienes.

-Ha estado a punto de que me entrara. -Me respondió apretándose más contra mí con algo de nerviosismo.

-Tranquila que no te va a entrar hasta que estemos en la cama. Ahora solo vamos a ir acostumbrándonos a gozar de nuestros cuerpos. Es un precalentamiento, ¿Sabes? -Pero creo que ella no sabía.

-¿No va a ser aquí? -Me respondió con cara de ansiedad y un poco de frustración.

-No, no tenemos prisa, luego lo haremos en la cama y verás cómo lo vas a disfrutar mucho más.

-¿Sí? ¿Nos secamos entonces?

-No, todavía no, antes me voy a comer tus tetas y te voy a chupetear los pezones zorrita mía. ¿Te importa que te llame zorrita?

Ella se quedó dudando sin saber si estaba bien que yo me acostara con una zorra, cuando ella lo que quería ser era una fantástica compañera de cama. Así que tuve que acudir a socorrerla de nuevo.

-Mujer que eso se suele decir cuando le estás haciendo el amor a una dama, no a una zorra de verdad.

Entonces logró soltar el aire que contenían sus pulmones y me mostró otra gran sonrisa.

-Claro que me lo puedes decir, ¿Y se dicen más cosas?

-Sí, tú me puedes llamar cabrón, cabronazo, cabroncete, en fin cosas cariñosas. -Le dije entre carcajadas.

-¿Sí? Pero no puedo decirte eso. No estaría bien Rigo.

-Pues me lo dicen muchas mientras follamos. Eso no es malo cielo si se dice en mitad del fragor de la batalla. -Le respondí con más risas, aunque creo que la dejé más confundida por la cara que puso.

Pero ya no hablé más y me dediqué a cumplir mi promesa comiéndome literalmente esos pechitos, sorbiendo, chupando y soplando sus pezones, mientras ella intentaba que mi miembro recibiera el máximo placer de su cuerpo.

Pero no la dejé que cumpliera sus deseos y después de secarnos nos fuimos a la cama donde la tendí boca arriba y me dispuse a procurarle un primer orgasmo como acostumbro a hacer siempre, porque en eso nunca he fallado y colocándome entre sus piernas comencé acariciar y besar sus muslos, acercándome cómo no a su intimidad poco a poco sin prisas pero sin pausa. Primero con mi lengua y luego con mis dedos quise apreciar si de verdad su himen seguía intacto o no, pero era verdad que ya se lo habían roto, cosa que agradecí internamente. Su lubricación era más que perfecta, abundante incluso, por lo que no me vería obligado a usar ninguna ayuda para la penetración, ni siquiera la salivar.

El orgasmo le llegó más pronto de lo que yo mismo me esperaba y Marta no pudo acallar sus gemidos como intentó hacer en un principio.

-Por favorrr... qué me hacesss... aaahhh... por favor... aaaggg...

Ni siquiera decía “me corro” como gemían casi todas, desde luego se notaba muy principiante en estas lides y para soltarse necesitaría tener algo más de experiencia, por lo que tendríamos que seguir con nuestras clases particulares en un futuro. Sin embargo por la facilidad con la que tuvo ese primer orgasmo, sabía que penetrándola no tendría que ayudarla mucho para que tuviese una buena cantidad de ellos.

Cuando se recuperó me tendí encima de ella y le di un buen morreo en el que ya participaba con un mejor hacer. Iba aprendiendo por minutos. Luego me incorporé un poco quedando de rodillas entre sus piernas y el falo en mi mano dispuesto a que hiciera lo mejor que sabía hacer el penco ese.

-Levanta tu cabeza cielo y mira cómo te va a entrar este pene en tu vagina, -le dije añadiendo un cojín a la almohada para que tuviese su cabeza más alzada-, creo que te va a gustar.

-Ya lo conozco Rigo, pero ten cuidado porque es muy grande. El de mi novio no era ni la mitad y no lo pudo meter del todo.

Entonces centré el glande en su coño haciendo que sus labios mayores y menores se abrieran como pétalos en flor, dejándolo unos segundos antes de presionar por primera vez y colando unos centímetros en su interior.

-¿Qué tal cariño? -Le pregunté sabiendo de antemano que todo iba estupendamente.

-No me duele, me gusta, mete un poco más.

-¿Hasta aquí? -Le respondí después de que con un arreón le metiera tres cuartas partes de la polla.

-Aaahhh... ufff... no me hace daño y me sigue gustando, métela toda por favor.

En un último empujoncito se la dejé ir hasta el final sin ningún problema y si la hubiese tenido más grande, creo que también se la habría tragado.

-Ahora voy a empezar a follarte, primero despacio para que te vayas acostumbrando y luego más fuerte hasta que te vuelvas a correr, bueno... lo que te pasó antes, eso fue un orgasmo o correrte, como lo quieras llamar cielo. -Le tuve que aclarar o por lo menos lo intenté.

En cuanto comencé a bombearla sus gemidos se hicieron presente con una buena dosis de placer en su rostro que hasta parecía que estaba llorando en vez de gozando.

-Qué gusto Rigo, cabrón... aaahhh... sigue Rigo cabronazo... aaaggg... no pares Rigo cabroncete... oh Dios...

Solté varios quejidos intentando soslayar mis carcajadas que no podía aguantar, pero es que aquello era de película, sí para grabarlo y tenerlo disponible siempre en mi escritorio.

Menos mal que tal como yo esperaba su orgasmo se hizo presente de inmediato, mientras no dejaba de repetirme todos esos calificativos para amenizar nuestra follada, aunque así era imposible que yo me pudiera correr con el dolor de estómago que tenía aguantando tantas risas.

Me salí de ella y me tendí a su lado esperando que se recuperara de nuevo, mientras le acariciaba la cara y el lóbulo de su oreja. Luego se recuperó volviendo su cara hacia la mía para darme un beso corto en la boca.

-Me he orgasmado dos veces y tú ninguna. -Me dijo y ya no pude evitar soltar una carcajada mientras la colocaba encima de mí apretándola contra mi cuerpo. Ya le daría más adelante algunas nociones sobre esas cosillas. Lo que sí le solté una nalgada pues me lo estaba pidiendo el cuerpo y su culo era una provocación para mí.

-¡Ay! -Exclamó mientras separaba su cabeza de la mía para mirarme detenidamente-, ¿He hecho algo malo?

-No guapísima, ésto es un gesto de cariño, -le respondí dándole otro cachetazo más fuerte-, y te lo doy porque estoy muy satisfecho de lo que hemos hecho y lo que vamos a seguir haciendo.

-¡Ah! Entonces si quieres dame otros dos. ¿Yo también puedo si estoy satisfecha?

-Bueno si lo deseas mucho, sin problemas, pero lo normal es que sea el hombre el que se lo de a la mujer.

-Sí, claro, pero tú no has orgasmado y si lo haces estarás más satisfecho todavía.

-Marta no puedo correrme en tu vagina porque puedes quedarte embarazada, así que te puedo follar todo lo que tú quieras, pero cuando me vaya a correr, la sacaré fuera y echaré mi esperma en tu vientre o hasta donde llegue, porque a veces sale con mucha fuerza.

-A aquel novio mío le gustaba mucho que le chupara el pene y cada vez que se lo hacía me dejaba la boca toda llena de su leche. ¿Quieres que te lo haga a ti ahora?

-Pues claro zorrita mía, eso ni se pregunta ¿Quieres que la limpie primero?

-No, que va, si acabamos de bañarnos en el jacuzzi.

-Pues empieza, yo te avisaré cuando me vaya a correr para que te apartes si quieres y si lo deseas te puedes tragar lo que puedas.

No es que fuera una mamada espectacular, pero tampoco lo hacía mal intentando meterse más de lo prudente, aunque esos intentos terminaran en unas arcadas terribles.

-Intenta respirar más rápido por la nariz cuando te la metas más hondo y pajéame con tu mano haciéndola girar sobre el tronco al mismo tiempo.

Aquello mejoró bastante hasta el punto que me tenía al borde del orgasmo.

-Sigue así, eso es, con la lengua en el glande, joder ya, me corro ya... ufff...

Pero no se apartó a pesar de los avisos y el primer trallazo le tuvo que inundar la boca por lo abundante que fue y la pobre se echó rápidamente para atrás mientras tosía sin parar proyectando la leche por todas partes. Mientras mi polla no dejaba de soltar un disparo detrás de otro dejándole el rostro y el pelo para el arrastre.

Cuando todo acabó la miré a la cara y me sorprendió cómo la había dejado, viendo además que me miraba guiñándome con un ojo tapado por un charco de lefa blancuzca. Aquello era un despropósito y enseguida corrí al baño para traerme una toalla con la que limpiar aquella cara que no se merecía lo que le acababa de hacer.

-Perdona cielo, -le decía pasando la toalla por su ojo intentando liberarlo de aquella leche espesa-, tenía que haber estado pendiente de que mi eyaculación no te manchara de esa manera.

-Lo que pasa es que no me esperaba tanta eyaculación como tú dices, mi novio me echaba un chorrito de leche y ya está.

Joder, le tendría que dar unas cuantas lecciones para que manejara bien el léxico sexual, porque en esas palabrejas estaba un poco verde, pero mientras tanto seguiría tronchándome de la risa.

Estuvimos follando hasta la madrugada con ciertos descansos porque la verdad es que nos estábamos fundiendo a polvos.

-¿Nos veremos otro día? -Me preguntaba ella cuando descansábamos después de tanto follar.

-Lo haremos muy de tarde en tarde, tú debes formalizar tu relación con tu chico y dedicarte a él en cuerpo y alma, pero repetiremos zorrita mía. -Terminé de decirle dándole un último cachete en su precioso culito.

-Como tú digas, eso haremos cabrón mío.

Definitivamente...

Bueno, juro que ella mejoró muchísimo con el tiempo.

.../...

Ahora continúo con el resumen de estos cinco últimos años.