Vivo de las mujeres decentes-libro 2 (Capítulo 19)

Han pasado cinco años y Rigo hace un resumen de lo ocurrido en ese tiempo.

Vivo de las mujeres decentes - Libro 2

Capítulo 19

Cinco años más tarde.

Creo que tengo que haceros un resumen de todo lo que ha ido ocurriendo a lo largo de estos cinco últimos años, al menos las cosas más relevantes y lo iré haciendo cronológicamente para que todo sea más entendible.

No voy a introducir en este resumen nuevos personajes, mujeres preferentemente, que no han intervenido en los pasajes ya relatados anteriormente, pues no acabaríamos nunca esta historia.

Antes de nada deciros que acabé mi carrera y he realizado varios máster, uno de ellos en Madrid donde me alojé en casa de Carmen y Daniel y otro en Londres donde lo hice en la casa de Darcy. Ahora llevo un par de años colaborando en los negocios de mi padre, aunque de momento la dirección la sigue llevando él y lo que le queda, porque aún es muy joven y eso también me deja más tiempo libre a mí.

Lo que sí ha ocurrido es que he abierto en la capital un local relacionado con todo lo que en estos momentos tiene que ver con el mundo de los motores eléctricos, desde un patinete hasta el más sofisticado de los vehículos de cuatro ruedas. En la financiación me han ayudado mi padre por supuesto y varios de los amigos del club swinger, entre ellos la propia Pilar y su tío José Luis y cómo no, mi querida amiga Darcy con la que tengo un hijo que ya ha cumplido los cuatro años y que es lo mejor que me ha pasado en esta vida.

Pero vamos por orden como ya he declarado que era una de mis intenciones, a ver si soy capaz de atenerme a ellas y no saltármelas a cada instante que es lo que más me gustaría hacer.

A Mavi no la volví a ver, porque se cambió de universidad al ser trasladado su padre por asuntos laborales, eso me lo contó por teléfono unos días antes de comenzar el tercer curso. Paula volvió a tener novio a la vuelta del verano y ésta vez quiso ser fiel en su nuevo compromiso. Los dos seguimos manteniendo una buena amistad hasta que acabamos la carrera. Luego hemos hablado por teléfono varias veces en los últimos años.

Antes del comienzo de ese tercer curso, ya disponía de mi nuevo piso al que llamaré el tercero de aquí en adelante para distinguirlo del cuarto que seguía siendo el de Pilar, bueno el de ella y su novio Gonzalo.

La verdad es que era un piso espléndido, al que le pusimos algo menos de vestidor para poder incluir en él mi propio escritorio, así dejaba tres habitaciones libres para posibles compromisos con mis amigos o mis padres cuando se acercaran a la capital. El resto quedó muy similar al del cuarto para disgusto de Pilar que quería hacer unas variantes, pero a mí ya me encantaba cómo estaba el de ella y no quería más cambios. Mi hermana daba saltos de alegría cuando le dije que el piso de estudios era para ella sola, pero cuando vio junto a mis padres el que yo iba a ocupar, se quedó alucinada y volvió a envidiarme nuevamente. Al principio se quedaba de vez en cuando en una de las habitaciones incluso, pero los dos nos encontrábamos un poco incómodos, sobre todo ella cada vez que la visitaba Julio, así que un día me dijo que se iba definitivamente a su piso y ya no se quedó más a dormir. A partir de ahí cuando nos visitábamos nos llamábamos previamente para no pillarnos en situaciones comprometidas.

Más tarde, Luisa terminó con Julio y a partir de ahí compartía el piso con su compañera de estudios Paula, sí, otra Paula. Y sabía que ambas disfrutaban allí de sus rolletes ocasionales que al parecer eran bastantes. Ellas se hicieron inseparables y cuando Luisa venía a verme, siempre lo hacía en compañía de Paula, hasta el punto que cogieron mucha confianza con Pilar y Gonzalo y también con Marta que nos preparaba unas cenas maravillosas para los tres.

A Darcy la llamé a los pocos días para que viniese a hablar del asunto del hijo que quería tener conmigo, tal como ella misma me pidió. Tanto ahínco puso en sus razonamientos que al final no supe ponerle ninguna objeción que no fuera rebatida por ella, así que acepté ser ese posible padre de su hijo y digo hijo, porque en ningún momento consideró que fuese una hija. Antes quise que los dos nos hiciéramos unos análisis para ver si todo estaba correctamente entre nosotros y dos meses más tarde fui yo el que voló a Londres para intentar dejarla embarazada durante los tres días que correspondía hacerlo, lo que nos ocupó un viernes, un sábado y un domingo, volviendo ese último día al aeropuerto nada más terminar mi última eyaculación. Un mes más tarde me confirmó entre lágrimas que estaba embarazada. Desde entonces no hemos dejado de vernos al menos una vez al mes y en vacaciones varias semanas juntos. En muchas de nuestras conversaciones siempre incluía una petición de matrimonio, primero en plan de broma provocando muchas risas entre nosotros, pero luego y sobre todo después de acabar mi carrera, lo hacía más en serio.

Por supuesto que asistí al parto de mi hijo, cosa que ocurrió en un día propuesto por su ginecóloga, así no tuve problemas de fechas para ir a Londres. Al presentarme allí no dejé de tener serios problemas, en principio con su familia en general y sobre todo con su hermano que no me traga, pero eso es lo que hay cuando ocurren estas cosas. De todos modos últimamente hemos llegado a soportarnos con la intermediación de Darcy y con el cariño que todos ellos le han cogido a nuestro hijo.

Él se llama Anthony en memoria del que fue esposo de Darcy y que había fallecido un par de años antes de su nacimiento. Ella me lo pidió y no le puse ningún reparo. Solo que yo le llamaría Tony desde ese mismo momento y él por supuesto me llamaba papá, en español, claro. Mi madre que en un principio me dijo que había cometido una verdadera locura, ante la familia y ante Dios, al que por ese motivo dedicó no sé cuantas novenas y rosarios, al final es la que más ganas tiene de tenerlo siempre a su lado. Es que está loca con él y Darcy que es muy inglesa para esas cosas, dice que mi madre lo malcría.

Pilar todavía no me ha perdonado que cometiera esa insensatez, pero a Tony lo abraza y lo quiere como si ese niño fuese hijo suyo. Ahora es muy amiga de Darcy y no para de pedirle que se compre una casa aquí para poder estar con todos nosotros gran parte del año.

Vamos por parte. Pilar siguió con Gonzalo, su novio ya formal hasta que se casaron hace dos años, después de solventar muchas dudas que compartió con sus tíos, su familia y conmigo mismo. Fue una boda muy bonita por cierto, pero ella quiere actuar en la práctica como si tuviera dos maridos, y el segundo soy yo, naturalmente, aunque francamente yo no estoy por la labor y cada día me voy despegando más de ellos, cubriendo esos espacios de tiempo con otras distracciones que me son sumamente más placenteras.

A pesar de ese despegue paulatino de sus vidas, Gonzalo no termina de llevarlo bien y ya ha tenido algunas discusiones con Pilar debido a la dependencia que ella muestra hacia mí. Él tiene toda la razón y Pilar debería de contar más con la opinión de su marido que con la mía. A veces incluso se lo hago saber, pero ella lo tiene muy claro y no muestra ninguna intención por cambiar las cosas. Quizás el problema esté en que yo siga viviendo en el tercero y ellos en el cuarto, aunque también pasan cierto tiempo en la casa de ella, sobre todo los fines de semana.

También hace mucho tiempo que sospecho que ella se sigue acostando con León o al menos con un tercero, a mí no es que me de igual y si tuviera pruebas de que eso estaba ocurriendo, a partir de ese momento podría seguir teniéndome como amigo aunque sin derecho jamás a ningún roce, pero eso ya es un problema de su Gonzalo y de ella misma. En estos momentos paso ya de sus enredos. Os cuento, al poco de volver de Londres y en una de las primeras noches que pasé con los dos, pude apreciar clarísimamente una serie de moratones en su pecho y en su muslo, así como unas nalgas enrojecidas por fuertes azotes y ella me dijo que todo eso se lo hacía Gonzalo. Pero éste en las veces que le he visto follar con ella no demuestra ni por asomo ese tipo de agresividad. Esto se repitió en ocasiones esporádicas y como ya he dicho es la única prueba de mis sospechas, porque por otra parte durante todo el tiempo que ella me fue infiel con León, tampoco es que llegué a verle marca alguna, pero lo que está muy claro es que había una tercera persona que no éramos ni Gonzalo ni yo, que se las hacía. La última vez que la vi con esas marcas me marché a mi piso dándoles unas excusas. Desde entonces no la he visto más con esas señales, lo que quiere decir que recogió el guante y ahora procura no tenerlas cuando folla conmigo, pero lo cierto es que cada día siento menos atracción por Pilar al tiempo que va creciendo mi desconfianza hacia ella.

También os tengo que decir que el piso tercero ahora es de mi propiedad gracias a que Darcy me lo regaló hace un año por el tercer cumpleaños de Tony, exactamente cuando ya estaba tratando con el club que me pasaran a mí mismo el alquiler mensual. Eso también ocasionaba problemas con el fisco, pero mi amigo Pedro no para de hacer malabarismos con mis declaraciones de la renta para que Hacienda no se lleve ni un euro de más... más bien creo que se lo lleva de menos, pero de esos líos la verdad es que no entiendo mucho.

Lógicamente y después de los años que mi hermana Luisa ha estado junto a mí en la capital y con lo lista que es, está al tanto de todos mis tejemanejes, pero de todos, así que no los voy a enumerar.

Pedro como comentaba al principio, en cuanto terminó su carrera se estableció por su cuenta con una asesoría fiscal y a pesar de todos mis augurios nefastos, siguió con Lea y se casaron hace seis meses. Desde entonces nos comprometimos a dejar de tener relaciones entre los tres y casi lo hemos estado cumpliendo, pues hubo una salvedad que ahora os cuento. Ella que conoce mis relaciones con Carmen, en alguna ocasión ha querido participar con otros miembros del club swinger, pero Pedro se mostraba siempre intransigente con esos planteamientos, aduciendo que si a él no le dejaban estar presente ella tampoco lo estaría y nunca se lo permitió. Yo no me pronuncio en esos dimes y diretes entre ellos, pero sí que puedo asegurar que Lea haría un gran papel en esos encuentros.

Fue hace dos meses que estando yo en casa de mis padres Pedro y Lea me invitaron a una cena, cosa totalmente habitual entre nosotros, si bien como ya he comentado desde que se casaron no terminábamos en la cama los tres como solíamos hacer antes. Cuando llegué a su casa, me presenté como siempre hacía con un ramo de flores para ella y una buena botella de cava para los tres.

-Hola cielo, -me dijo Lea-, pasa, pasa guapísimo que estás en tu casa.

Yo le di el ramo de flores y la botella de cava y me acerqué al salón para saludar a mi amigo, como hacía siempre.

-¿Y Pedro? -Le pregunté a ella cuando volvía de la cocina al no verlo allí.

-Ha ido a ver a sus padres, volverá tarde.

-¿Quéee? Pero si quedamos en cenar aquí los tres.

-Bueno, pero esta noche me ha dado carta blanca contigo. Es la última según me ha dicho, al menos parece que está muy convencido.

-Joder Lea, Pedro es mi mejor amigo y no quiero crearle ninguna preocupación, ni tú tampoco, ¿Verdad?

-Ninguna, si le enviamos tres fotos calientes no se va a preocupar, eso es lo único que me ha pedido como contrapartida.

-¿Y la cena? -Le pregunté porque no había ninguna mesa preparada como siempre ocurría.

-He pedido comida china, ahora la traen, tenía que arreglarme y tampoco es que tengamos toda la noche.

-Pues sí que te has arreglado, estás preciosa. No sé cómo éste cabronazo te puede dar tanta carta blanca conmigo. Cuando lo vea le voy a decir cuatro cosas bien dichas.

Ella dio una risotada mientras se acercaba a mí, me echaba los brazos al cuello y me daba un primer morreo enlazando su pierna derecha alrededor de las mías, dejando todo su muslo al descubierto por la raja lateral de su vestido que le llegaba a media caña. Como si fuese una escena de cine romántico, yo le agarré ese muslo con una mano al tiempo que le pasaba el brazo derecho por su cintura y colaboraba con ella en ese morreo que me puso la verga como un palo.

-Uhmmm... qué ganas tenía de besarte cabroncete. Si Pedro no me hubiese dado esta noche contigo, seguro que habría ido a verte cualquier día de éstos, estaba desesperada y ya no aguantaba más.

-Eso ni por asomo, sabes que a Pedro no le voy a poner los cuernos nunca en la vida.

-¿Es que prefieres que me busque a otro? Tú no sabes lo que es follar con mi marido, es que no me saca un orgasmo nunca cielo, al final siempre me tengo que aliviar yo misma con mis consoladores.

-Pues si te buscas a otro, lo hacéis entre los dos. No le pongas nunca los cuernos a Pedro, de verdad.

-Está bien, a ver cómo lo convenzo.

Ya estábamos sentados en el sofá con ella en mi regazo siguiendo con nuestros besos mientras ella movía sus glúteos encima de mi paquete. El chino tardaba más de la cuenta en traernos la cena y yo deseaba avanzar más en nuestro precalentamiento, así que la tendí en el sofá subiéndole un poco la falda, pues no hacía falta hacerlo más para tener acceso a sus muslos y su tanguita por la facilidad que me daban esas aberturas laterales de su vestido. La visión que ofrecía esa entrepierna con los vellos del chocho por encima de aquel triángulo era para morirse, pero de placer, joder con el puto Pedro dejándome disfrutar de esas vistas.

-Con tu permiso y el de Pedro, te voy a comer el coño ahora mismo, so puta. -Le dije mientras comenzaba la tarea, besando primero el interior de sus muslos, apartando luego el tanga y darle por último un chupetón en su clítoris que la hizo dar un gemido bestial, abriendo aún más si cabe sus piernas súper abiertas.

En ese momento sonó su teléfono que estaba en la mesita al alcance de su mano.

-Es Pedro, a ver qué se le ocurre ahora.

-¿Qué quieres cielo?... Sí ya ha llegado uauuu... síiii... ahora me está comiendo el coñooo... espera aaaggg...

-Pedro te quiere decir algo aaahhh... lo pongo en manos libre cielo uhmmm...

-¿Rigo? Solo quería saber si habías llegado.

Ella había puesto el móvil al lado de su coño con la idea de que su marido pudiera oír los chupetones que le estaba dando.

-Sabes que soy puntual y no hacía falta que llamaras.

-¿Qué estáis haciendo ahora? Eso es que le estás chupando el coño, ¿No?

-Sí y cuelga ya que tú mujer se va a cortar con la llamada. -Le dije con unas risas que no pude evitar.

-Serás cabrón, Lea no se corta porque yo oiga cómo te la follas.

Yo seguía dándole al clítoris con mi lengua y los jadeos de ella estaban anunciando su primer orgasmo, así que no le respondí y metiendo dos dedos en su interior en unos segundos se rindió.

-Aaaggg... no contestes, sigueee... me voy a correrrr... aaahhh...

Ella se estaba corriendo gritando más fuerte que nunca, pero si era para que su marido la oyera no hacía falta que chillara tanto. Me quedó la duda si era por eso o porque le había procurado un fuerte orgasmo. Después sus muslos casi me ahogan al apretar mi cabeza y tuve que ayudarme con mis manos para zafarme de aquella tenaza que me estaba haciendo.

-Joder ¿No?... -Volvió a pronunciarse Pedro, mientras yo me limpiaba la cara de los flujos que me soltó el putón de Lea.

-Pues sí cabronazo, ¿Donde estás? En casa de tus padres no, desde luego.

El soltó unas risas un poco nerviosas.

-Que va, estoy todavía en mi coche, ahora dentro de un rato subiré a cenar con ellos. Me la habéis puesto súper dura.

-Pues te aguantas y cuando regreses le echas un polvo en condiciones a tu esposa, pedazo de mamón.

-Pero esta noche vas a ser tú el que la vas a poner bien de polvazos cabrón.

-Eso dalo por seguro.

En esos momentos sonaba el timbre de la puerta.

-Deja que vaya yo, porque a ti todavía te tiemblan las piernas y tú, corta ya que vamos a cenar.

-Vale, luego os llamo y ya sabéis que me tenéis que enviar tres fotos guarras. -Luego colgó.

La primera foto fue con media polla dentro de su culo, la segunda con media polla dentro de su boca y la tercera con toda la polla entera, pero lanzando un chicate de leche en el rostro de su esposa que ya presentaba un aspecto deplorable. No sé donde estaba cuando nos llamó por segunda vez para oír un polvo completo, aunque me prometió que no se iba a pajear para poder follarse luego a su mujer.

De momento ese fue el único polvo que echamos Lea y yo desde que se casaron.

Carmen y Daniel consiguieron por fin que continuáramos teniendo relaciones, sobre todo cuando me alojé en su casa durante el tiempo que duró el máster, normalmente nos vemos en fines de semana en que se venían los dos a mi casa o en días intermedios que viajaba ella sola para vernos nosotros dos o irnos como pareja a un privado con algunos de mis amigos del club swinger. Hace unos meses cuando vinieron juntos un sábado él se quedó en mi piso, mientras nosotros acudíamos a una de las veladas del club siendo muy agasajada por todos aquellos que no la conocían aún y es que Carmen está buenísima, por no decir que cada día está mejor. También conoció a Pilar y Gonzalo con los que se lleva estupendamente después de haber compartido cama en varias ocasiones con ellos, muchas veces sin mí, aunque algún sábado que otro nos hemos reunido los cinco en la casa de Pilar, en la que soy muy bien acogido por Dolores sobre todo. Los que sí se han caído extraordinariamente bien han sido Gonzalo y Daniel, que en cada una de nuestras relaciones suelen hacerse un completo entre ellos, incluidos morreos que a mí me tiran para atrás, pues nunca he podido soportar ver como se besan dos hombres. Mención aparte tenemos que hacer de Daniel que sigue siendo un mal follador y si no es con la ayuda de otro o de otra, la mujer que esté con él no se correría en la vida, muchas veces me he preguntado cómo es que Carmen continúa con este desastre de tío. Tampoco es que actúe mucho mejor con Gonzalo, pero entre ellos se entienden muy bien. Jamás le he dado por detrás a Daniel, ni pienso hacerlo y a Gonzalo se lo habré hecho unas tres veces, pero ya llevo años que no se lo hago. Eso sí, ambos se siguen beneficiando de mi polla en cuanto a mamadas y eyaculaciones se refiere.

El último verano han cambiado bastante las veladas de mis amigos del club swinger, pues casi todas se han celebrado de día en los jardines de las casas de los anfitriones, pero sin perder nada del glamour y el morbo que nos ofrecen las veladas nocturnas. Normalmente acudo solo o haciendo pareja con Pilar cuando Gonzalo se va a Madrid a pasar el fin de semana con sus padres o con unos amigos a los que Pilar ya les dio autorización para que estuvieran con él en esos días.

Hasta ahora han aguantado todos los miembros del club, que ya cuenta con algunas parejas más, entre ellas Pilar y Gonzalo que acuden asiduamente, incluso más veces que yo mismo, pero es que últimamente prefiero más los encuentros privados que los eventos semanales con todos ellos. Me encanta sobre todo pasar una buena tarde o noche con Rita, Julia y Adela, nunca solos, atendiendo a los requerimientos de sus maridos cuando ellos no nos pueden acompañar.

Marta dividía su tiempo entre el cuarto y el tercero, aunque parecía que se encontraba más a gusto en el mío. Un día que vino a traerme una cena me pidió descaradamente tener sexo conmigo, pasando una vergüenza tremenda, pero lo hicimos disfrutándolo en ese mismo momento, si bien, ambos quedamos en que aquello solo sucedería en excepciones muy esporádicas y así ha sido desde entonces sin que nadie más lo llegara a saber nunca. Ella se casó, pero seguimos con lo nuestro hasta ahora.

Luego os cuento cómo fue aquello, porque merece la pena.