Vivo de las mujeres decentes-libro 2 (Capítulo 18)
Rigo acepta la propuesta de Darcy y Pilar se cabrea tomando una decisión problemática para ella misma.
Vivo de las mujeres decentes - Libro 2
Capítulo 18
Acababan de marcharse Pedro y Lea después de la noche que pasamos juntos, cuando recibí la llamada de Darcy que no me extrañó mucho, porque sabía que entre nosotros había surgido una especie de sintonía durante mi estancia en Londres y sobre todo más al final de la misma, que hasta me hacía desear seguir viéndola. La verdad es que era a la que más echaba de menos de todas las mujeres que conocí en esos dos meses.
-Hola Darcy.
-Hola cariño, ¿Cómo te va? Supongo que estarás disfrutando ahora con tu familia y amigos.
-Sí claro, después de los dos meses que he estado alejados de ellos, pues ya sabes, lo normal.
-Yo sin embargo no dejo de recordarte estos días, no sabes el cariño que te he cogido desde que nos vimos por primera vez. A veces creo que nos conocemos de toda la vida.
-A mí me pasa algo parecido contigo, pero bueno eso lo podemos arreglar viéndonos algún fin de semana que acordemos entre los dos.
-El caso es que necesito verte ya Rigo, es que te tengo que consultar algo que llevo pensando desde hace tiempo y creo que es el momento de llevarlo a cabo.
-Pues dime de qué se trata, aunque si es para que yo te aconseje, lo llevas claro, -le dije con unas risas-, que solo soy un joven de veinte años sin experiencia en la vida. Como aceptes un consejo mío, date por jodida.
-Primero que en un par de semanas cumples los veintiuno y segundo que de experiencia tú tienes más que muchos jubilados de por aquí, -me respondió con otras risas-, pero no es un consejo lo que te quiero pedir.
-¿Ah, no?
-No, mi príncipe azul, lo que quiero es un hijo tuyo.
Mis carcajadas debieron sonar seguramente por todo Londres.
-Eres una cachonda mental, anda si no es un consejo dime qué es lo que quieres de mí. -Le respondí sin dejar de reírme.
-Pero si te lo acabo de decir cariño, tengo ya 33 años y quiero tener un hijo y lo quiero tener contigo. Tú eres el ideal que yo tengo como padre de un hijo mío.
Parecía que no era coña lo que me pedía, ella estaba hablando en serio y a mí se me estaban cortando las carcajadas a marchas forzadas.
-Darcy cariño, esas cosas se hacen buscando un donante en un banco de semen, ¿Cómo voy a dejarte yo embarazada? ¿Y después qué hago?
-Mira de momento solo quiero que lo pienses que por eso te he llamado, ya sé que te parecerá una locura, pero para mí no lo es. Como te he dicho llevo un tiempo pensándomelo y ahora he tomado la decisión de llevarlo a la práctica. No quiero esperar a tener un nuevo marido que vete tú a saber y como tú bien dices puedo buscar un donante anónimo en una clínica, pero es que no veo mejor donante que tú cielo, serías el padre perfecto y te juro que si tengo un hijo tuyo, no vas a tener ninguna obligación de ningún tipo. Yo me haré cargo de todo lo que tenga que ver con ese hijo mío, jamás te molestaría por causa de él. Bueno que también podría ser una hija, pero me tira más un hijo de momento.
-Joder Darcy, por ser tú me lo voy a pensar, pero de entrada ya te digo que no, de todos modos meditaré una respuesta para más adelante.
-Está bien, pero no busques consejos en tu familia porque seguro que me ponen una demanda, -me dijo con una risita que más parecía un quejido-, prefiero que lo pienses tú mismo cariño.
-Lo tendré en cuenta cielo. Nos llamamos entonces próximamente.
-Yo prefiero ir allí para hablarlo contigo tranquilamente. Dime cuando te viene bien y me acerco a verte. Lo otro lo haríamos en un par de meses cuando mi ginecóloga me de el ok.
-Ya te llamo para decirte cuando nos podemos ver. Un beso cielo.
-Otro para ti cariño, llámame pronto.
Era alucinante lo que me estaba proponiendo Darcy. Yo padre a los 21 años compartiendo un bebé con Darcy... menuda locura.
.../...
Cuando Rigo me dio la noticia no me lo podía creer, a éste hombre le faltaba un tornillo y en cuanto le planteaban un reto, todo su afán era proponérselo a sí mismo y por muy complicado que fuese, aceptarlo. Estoy hablando de la propuesta que Darcy le hizo para que la hiciera madre. Estoy segura que pocos hombres aceptarían ser cooperantes necesarios en un caso como éste, pero Rigo es Rigo y al final lo aceptó y como no podía ser de otra manera, la dejó preñada a la primera.
Tres días después de conocer la noticia de su próxima paternidad, ya desesperada por todo lo que me hacía Rigo y sin saber muy bien por qué, desbloqueé el último teléfono con el que León me envió aquellos mensajes y cometí la locura de llamarle, respondiendo enseguida en el segundo tono de llamada.
-¿Pilar?
-Sí León soy yo, ¿Sigues interesado en hablar conmigo?
-Claro, hablar y lo que tú quieras también.
-No, solo hablar, no empieces otra vez con tus cosas porque no va a haber nada más. Creo que llevabas razón cuando me pediste una explicación de porqué corté contigo.
-Lo que pasa es que ahora tengo novia y tendríamos que ser muy discretos para eso de hablar como tú dices, porque como se entere la Luci que le he puesto los cuernos, me corta la polla la puta esa.
-No le vas a poner los cuernos a nadie, pero si quieres que sea más privado nos vemos en el restaurante del hotel de siempre y luego tomamos café en la cafetería que dispone de esa mesa donde nadie nos va a ver, la del sofá del fondo.
Luego le pedí que se arreglara un poco, porque a León si no se lo recordaba aparecía siempre con la ropa del trabajo. A las dos de la tarde llegué al hotel donde él ya me esperaba sentado en unos sofás que había en recepción. Enseguida se incorporó para darme dos besos en las mejillas con su mano derecha apoyada en mi cintura, demasiado baja para mi gusto.
-Estás más guapa que nunca, -me dijo con un gran desparpajo-, qué ganas tenía de estar a solas contigo.
-Te advierto que solo hemos quedado para darte la explicación que no te dí cuando corté nuestra relación, nada más.
-Vale, vale, joder si no he dicho ni hecho nada... todavía.
-Pues las manos quietecitas, no me tienes que coger por la cintura para ir al restaurante, no necesito que me sostengas para poder andar.
Pero él no respondió ni quitó su mano de allí y como el trayecto era muy corto no le dije nada más, tampoco merecía la pena. Durante la comida me dijo que ahora llevaba el mantenimiento del jardín y la piscina en dos nuevas casas y que le iba muy bien. Además por la forma en que me describió a la hija de uno de los propietarios, tuve claro que se la tiraba cada vez que tenía ocasión, aunque sobre eso no le permití que me diera más detalles, porque si eran vecinos míos, igual hasta los podía conocer.
Luci era su folla-amiga en los últimos meses que tuvimos relación nosotros dos y al parecer ahora se habían comprometidos como novios formales, si es que León podía llegar a ser formal en algo. Y ahora tocaba darle la explicación de porqué corté con él hacía ya dos meses, para lo cual nos fuimos a la cafetería de ese hotel donde efectivamente la mesa del fondo casi siempre estaba disponible y ese día no fue una excepción.
-No te sientes a mi lado, mejor lo haces en la silla de enfrente. -Le dije cuando ya casi se sentaba junto a mí en ese sofá.
-Lo que tú digas, -me respondió con una pícara sonrisa que me supo a cuerno quemado-, ¿Ves? Ya te estoy haciendo caso.
La silla la desplazó hasta pegarla al sofá, por lo que quedó tan cerca de mí como pretendía hacerlo antes, pero por lo menos no estaba en el propio sofá y yo podía retirarme un poco más de donde estaba él si se propasaba lo más mínimo. Al final tuvo que acercarse a la barra para pedir los cafés, porque la chica que la atendía ni nos veía. Una vez servidos, me dispuse a darle las explicaciones prometidas, que era el único motivo que me llevó a citarme con León.
-Lo primero que te voy a decir es que en cuanto conocí a Rigo, tendríamos que haber cortado nuestros encuentros sexuales. Él los conocía porque yo misma se lo dije para empezar bien nuestro compromiso. Pero ya sabes lo que pasó en la piscina a los dos meses cuando dejé que me pusieras protección en la espalda.
-Joder es que me tenías empalmado toda la puta mañana con esas tetas al aire, haciéndote la moderna y sin dejar de mirarme de esa manera tan provocativa el trozo que tenía en mis bermudas.
-No fue exactamente así, pero no vamos a discutir ahora por eso.
-¿Cómo que no? Yo siempre acababa follándome a María después de los calentones que me dabas, pero ese día fuiste tú la que terminó por llevarme al dormitorio en cuanto te rocé las tetas con la crema solar.
-Te confundes, pero ya te he dicho que no lo vamos a discutir ahora, ese no es el punto. Después en vez de cortar definitivamente, me seguiste follando hasta que Rigo nos sorprendió en el piso de la plaza.
-Te seguí follando porque tú eras la que me citaba todas las veces. Te convertiste en mi zorra cada vez que follábamos ¿Te acuerdas? Te lo decías a ti misma.
-Eres un cabrón, yo te decía que teníamos que parar aquello casi todos los días.
-Pilar, me lo decías con la boca pequeña cuando te vestías después de habernos hinchado de follar y yo no soy un cabrón, el cabrón ya sabes tú quien era de verdad y la zorra también.
Él seguía con su versión de los hechos tratando de confundirme en mis argumentos, pero eso no me iba a amilanar. Así que seguí con el relato cronológico de lo que llegó a ocurrir entre nosotros.
-Después cuando te despedí, no quisiste cortar nuestras relaciones sexuales y tuve que alquilar la habitación del hotel para poder vernos allí, además de seguir pagándote el sueldo que ganabas en mi casa mensualmente.
-Joder con la habitación del hotel, cómo la hecho de menos, la de polvos que he echado allí con algunas pericas y la puta de Luci. Contigo también, por supuesto y tengo que decir que eras la mejor puta de todas.
Eso me lo dijo mientras pegaba su muslo al mío, pero no le dí más importancia, porque más bien lo que sentía no era su muslo, sino el cabreo por haberse aprovechado de la habitación en mi ausencia, llevando allí a todas las chicas que le dio la gana y convirtiéndola en un lupanar. Encima según me dice ahora el muy cabrón yo era además en esos momentos una de tantas.
-Menudo cerdo estás hecho, eso estuvo fatal y ese lugar lo tendrías que haber respetado, al menos por tratarse de mí. Pero ¿Qué se puede esperar de ti? Es que eres un animal sin escrúpulos.
Ahora era su mano la que se posó en mi muslo, pero yo seguía cabreada y determiné que lo mejor sería seguir ignorándolo, siempre que no pasara de ahí. Y antes de que él volviera a confundirme con sus mentiras, continué con mi explicación.
-En esos encuentros en el hotel ya te avisaba de que si mi novio volvía a pillarnos y me dejaba por tu culpa, lo nuestro también se acabaría.
-Mira que eres liosa, -me respondió mientras subía la mano por mi muslo ya de una forma irreverente-, claro que me lo decías, pero cuando ya estabas harta de follar y nos despedíamos como hacías antes cuando eras mi zorra. Y cómo te encantaba cuando te cambié el título de zorra por el de puta. ¿No eras tú la que no dejabas de decirme que eras mi puta? Además en esa segunda parte siempre me pedías que te diera por culo, es que eras una puta pero de las de verdad.
La cosa es que me estaba agobiando con cada una de sus interrupciones, por lo que tuve que hacer un receso para ir al aseo, esperando que nuestra conversación a mi regreso transcurriera por mejores derroteros. Allí me sorprendí por la cantidad de flujo que salía de mis partes íntimas, la verdad es que no sabía a qué se debía eso, tampoco habíamos hecho nada que justificara ese encharcamiento tan improcedente. Cuando volví para seguir con nuestra charla, León se había colocado en el propio sofá y como hasta ahora se estaba portando bastante bien y no se sobrepasaba mucho en sus tocamientos, no le dije nada y me senté a su lado haciéndolo algo más alejada para no estar tan pegada a él. En esos momentos me pareció entender que León no estaba demasiado interesado en las explicaciones que le estaba dando, seguro que porque estaba más que avergonzado y lo que quería era que terminase ya de una vez para poderse marchar a ver a su Luci de las narices, que no sabía cómo era que me caía tan mal si ni siquiera la había visto una sola vez. Entonces volví a tomar la palabra con la intención de ser más breve, terminar y marcharnos ya a nuestros quehaceres respectivos.
-No pasa nada, -me dijo él adelantándose a mi nueva intervención-, te puedes acercar un poco más, es que te has puesto demasiado lejos de mí.
Para no crear una nueva polémica entre nosotros preferí hacerle caso con tal de que me dejara terminar con lo último que le iba a decir.
-¿Qué más da si te lo decía un minuto antes o después de terminar de... de eso... de follar nosotros dos? La cuestión es que te lo estaba avisando y tú no hacías caso y al final Rigo nos pilló por tu culpa, porque en la velada de esa noche no te quisiste quedar sin follarme y mira que el día anterior estuvimos toda la tarde haciéndolo.
-Pero si esa noche cuando te dí la bebida fuiste tú la que me preguntaste si estaba recuperado, te respondí que sí y que si podía te calmaría tu chochito más tarde. El resto lo hiciste tú como la putita que siempre has sido.
Ésto me lo estaba diciendo mientras su brazo derecho se cernía sobre mi hombro y su mano izquierda llevaba la mía al bulto de su entrepierna. Tenía que terminar ya antes de que intentara convencerme de hacer cosas inapropiadas, teniendo en cuenta que cualquier acercamiento que fuese a hacer con León, tenía que hablarlo previamente con Gonzalo y con Rigo según me había prometido a mí misma y que solo lo había citado para darle las explicaciones prometidas, nada más.
-Vale, pero al otro día se enteró de que le pedí a Andrés que te dijera que vinieras con nosotros a una de las habitaciones de arriba y me dejó al momento. Ese es el único motivo y no otro por el que corté contigo, porque ya te lo había avisado.
-Joder que puta eres, me lo podrías haber dicho al principio y te hubieras ahorrado la hora de charla que llevamos aquí, pudiendo estar por ahí arriba follando desde el principio.
Ahora se bajó la cremallera obligándome a meter la mano dentro de su pantalón y yo me estaba ya incorporando para marcharme de allí, éste tío solo pensaba en una cosa como podía asegurar por lo que agarraba con mi mano. Estaba muy caliente ese rabo y muy tieso a pesar que yo solo le subía y bajaba la mano demasiado despacio para que no se alterara. Me tenía que ir, pero es que él me estaba ya explorando y dándose cuenta también de lo encharcado que estaba mi coño.
-Esto no puede terminar así zorra, me dijo mientras me daba un pico primero y un beso más intenso después, haciendo que se me nublara la conciencia-, tenemos que discutir todo eso en una habitación que vas a pedir ahora mismo.
-No puede ser... ya te advertí que solo te lo iba a explicar todo... uhmmm... no me toques ahí cabrón de mierdaaa...
Como pude le saqué la mano de mis partes íntimas intentando incorporarme otra vez. Pero volvió a poner en mi mano su magnífica polla y no supe ya qué hacer.
-Te hago una paja, te corres y me voy, que si no, no me vas a dejar tranquila.
Él asentía y yo comencé a pajearlo con más firmeza, deseando que se corriera pero con muchas dudas de si eso era de verdad lo que yo quería. El muy cabrón volvió a meterme dos dedos en mi coño y ya ni sabía donde estaba, perdiendo totalmente los papeles. Su polla era la segunda que más me gustó en toda mi vida, era un animal, pero es que tener en mi mano ese cilindro calentito me volvía loca. No quería que eyaculara nunca, le estaría pajeando hasta que cerraran la cafetería.
-¿Aceptarías que nos viéramos solo una sola vez nada más? -Me dijo, acelerando ahora el frotamiento en mi clítoris, haciéndome perder la noción de la realidad y mis firmes propósitos de que no iba a dejar que pasara nada.
-Si eso es lo que quieres... pero a mí me parece que luego no te vas a conformar. Me tienes que prometer que después de ésto no me vas a volver a contactar, será una sola vez y ya está.
-Está bien, pero como va a ser solo una vez, vamos a estar follando toda la tarde y luego pasaremos la noche juntos. Ya me dirás por la mañana si no quieres follar más conmigo.
-Eres un cerdo, no tienes arreglo.
-Y tú eres mi puta de siempre zorra.
-Júrame que no me dejarás marcas, que ahora tengo novio formal y no quiero tener otro problema.
-Tú no tienes novios formales, solo tienes cornudos formales. -Me dijo soltando una carcajada muy sonora.
-Si sigues por ahí, no nos vamos a ver ni esta vez siquiera.
-Ya no estás en condiciones de negarme el polvo que te voy a meter, no has venido a darme explicaciones, tú has venido para que te folle.
-Ya quisieras tú cabrón de mierda, que eres un cerdo mamón. -Le insulté con rabia mientras arreciaba en la paja que le estaba haciendo y abría más mis piernas sin saber porqué.
-No me puedo controlar teniéndote otra vez a mi disposición, hoy te voy a romper el tanga para follarte el culo, después vas a gemir como una puta.
-Eso ya me lo has dicho otras veces, a ver si luego no te queda potencia para esas cochinadas de guarro de las que tanto alardeas, uhmmm...
-Tu novio de ahora tiene una pinta rara, que os he visto ya varias veces y a mí me parece que si me meto en vuestra cama, seguro que también le gustará que le de por el culo.
-Pues ten cuidado que el otro ya hizo que te tragaras toda su corridaaa... aaaggg... a ver si éste va a ser el que te va a desvirgar tu asqueroso trasero de machooo... de pegas. Venga, vamos a tomar una habitación -Le dije soltando su polla y haciendo que sacara sus dedos de mi coño chorreante.
-Espera... espera, quítate el tanga primero.
-Si tú te quitas los calzoncillos de pueblerino que usas, yo me quito el tanga, capullo... ¿Qué haces? No te atrevas a follarme aquí, cerdo cabrón.
Pero ya me había sentado en su regazo, de costado para disimular y echando a un lado el tanga, me la metió lo más profundo que me la podía meter en esas circunstancias, no tenía que haber ido a casa para cambiarme los pantalones por esa falda antes de ir a la cita, ¿En qué estaría pensando? ¡Joder! Qué gusto y qué polla tan potente tenía el que volvía a ser mi amante, no es como la de Rigo, pero a León lo llamo y viene siempre, con él tengo un polvo asegurado y al otro no hay quien lo pille nunca.
-Bájame de ahí so guarro, que puede venir cualquiera y pillarnos. Aaahhh... joderrrr... bájameee... aaaggg... el clítoris nooo... aaaggg
Entonces no tuvo otra cosa que hacer que pararse en seco y sentarme otra vez a su lado.
-¿Qué haces cabrón? Eres un degenerado, estaba a punto de correrme.
-Vamos a recepción que ya no puedo aguantar ni un minuto más.
Cogimos una suite con cama de matrimonio a petición suya, que quería disfrutar de un baño en el jacuzzi y yo no se lo negué, por lo menos se lavaría a fondo antes de follarme. Iba a ser una última vez antes de despedirnos para siempre jamás.
En realidad no tenía que darle explicaciones a nadie. A Gonzalo todavía no le había aceptado el compromiso y Rigo ya me había dejado claro que no quería nada serio conmigo. ¿Qué me impedía entonces echar ese último polvo con León? Al día siguiente tenía pensado hablar con Gonzalo y ponerle las cosas claras antes de formalizar nuestro compromiso.
Al botones le di un billete de 20 euros de propina para dejarlo contento y no hiciera conjeturas, además que lo conocíamos de la otra habitación que reservé. En cuanto nos quedamos solos me empujó contra la pared del recibidor y me dio un morreo que me dejó con las piernas flojas. León no era de besar mucho, a él lo que le iba más era metérmela hasta los huevos en plan bruto, pero cuando me morreaba de esa forma hacía que mi mente se quedara en blanco, o más bien, solo pensando en esa lengua que se enroscaba en la mía matándome de placer a la espera de lo que vendría después.
Cuando más entregada me tenía, me volvió a soltar dejándome anhelante y casi jadeando, no sé si porque me faltaba la respiración o porque mi libido estaba ya a la altura del techo de la habitación.
-Venga desnúdate cabrona que te voy a follar en el jacuzzi. -Me dijo mientras me daba la espalda dirigiéndose al baño quitándose la cazadora y la camisa.
Por supuesto que mis pies me arrastraron tras él haciendo lo propio con mis ropas, quedando todas esparcidas por el limpio suelo de la suite. Enseguida se inclinó para manipular los grifos del jacuzzi desnudo en la parte de arriba y yo seguía deshaciéndome de mis prendas, hasta quedarme solo con la ropa interior, ésa que deseaba que primero me la viera y luego me la quitara a dentelladas, que para eso había escogido la mejor lencería que tenía en el piso.
Luego se volvió para quedarse impresionado con la visión que le ofrecía bajo el umbral de la puerta del baño, con mi mano derecha apoyada en lo más alto del marco y la izquierda en la cadera con mi culo medio girado hacia él, sabiendo que esa postura era una incitación a sus máximos deseos de empotrarme allí mismo. Enseguida volvió otra vez a morrearse conmigo con unas ansias que nunca le había conocido. Lo tenía encendido y casi a punto de correrse antes de desnudarse del todo, pero eso no era lo que yo quería, así que le di un leve empujón y lo desplacé lo suficiente para arrodillarme ante él, descalzarlo y abrir el cierre de la correa del pantalón para bajarlo junto a los calzoncillos horrorosos que no los quería ni ver, lo que yo necesitaba estaba debajo de ellos, enhiesto, orgulloso, con ese ojito en la punta del glande mirándome lagrimoso, lágrimas que me bebí al instante pasando mi lengua lo más plana que pude para introducirla en mi boca y paladear ese líquido que me sabía a gloria bendita.
Él no supo tener paciencia con las caricias que yo le estaba propiciando y como el animal que era, me puso de pie y me quitó las prendas íntimas de dos manotazos, luego hizo que me introdujera en la tina apoyada con las manos en el borde de la misma y sin estar llena aún me la metió hasta los huevos de un solo golpe, tampoco es que yo quisiera algo más suave, pero de verdad que este tío es de lo más bruto para el sexo. La primera nalgada me dejó casi sin respiración y con ganas de que la repitiera de nuevo, los envites se sucedían cada vez a mayor ritmo, a lo bestia, como a mí me gusta que me folle el cabrón éste. Su polla parecía que cada vez llegaba más hondo en mi vagina, o es que era que me tenía desbordada por el fuego de la pasión. Lo que sí aprecié es que el orgasmo me estaba llegando con una prontitud que no deseaba, prefería que aquello durase mucho más, que los azotes que me daba me despellejara la piel de mis nalgas, sobre todo la derecha que era la que los recibía más fuertes, pero ya no había nada que lo impidiera y me corrí como una puta del peor burdel, al menos conseguí que él lo hiciera conmigo, cayendo sobre mi espalda y quedándose casi sin fuerzas para cerrar los grifos de la bañera ya casi desbordada.
-No grites tanto putita que nos van a echar del hotel, joder.
-Yo no he gritado, solo me quejaba por las nalgadas que me has dado cabrón de mierda. Te dije que no me dejaras marcas y mira cómo me has puesto el culo.
-No pasa nada, se lo cuentas al afeminado ese de tu novio y seguro que quiere que le ponga el culo peor que el tuyo.
-Mi novio es más macho que tú cabronazo, ya quisieras estar en su pellejo.
Él soltó una carcajada que a mí no me hizo mucha gracia.
-De eso nada, yo no quiero ser tu cornudo, solo tu corneador, con eso me basta zorra. Y ahora siéntate aquí, -me pidió señalando el borde de la bañera-, que te voy a comer el coño de puta que tanto me gusta.
Esta vez grité sin que me hubiese dado ningún azote y menos mal que no paró hasta que tuve mi segundo orgasmo, porque de él se podía esperar cualquier cosa.
Cuando terminamos en el jacuzzi, el agua estaba ya más bien fría que tibia aunque yo seguía tan caliente que ni la notaba. Luego cogí el bolso ese que parece una cesta y me volví a meter en el aseo.
-No entres que tengo que asearme ahí detrás, ya sabes. -Le dije antes de cerrar la puerta y proceder a eliminar con la lavativa que llevaba cualquier cosita que quedase por allí.
Al final estuvimos follando hasta la madrugada, como cuando le decía a Rigo que me iba de viaje, aunque tenía claro que aquel maratón respondía al hecho de que iba a ser la última vez que follaba con el cerdo de León, ¡Joder! Definitivamente la última vez.
El culo me lo puso todo colorado de los cachetazos que me pegó y en la teta izquierda me dejó un chupetón, no muy grande pero era evidente, parecido además al que tenía en el interior de mi muslo derecho. El muy cabrón quería que dejase nuevamente pagada la habitación al menos por una semana, con la intención de llevarse allí a su Luci y vete a saber cuántas más. Pero no acepté de ninguna manera.
Al día siguiente pude hablar con Gonzalo. Teníamos que aclarar ciertas cosas antes de continuar con nuestra relación.
-Siéntate en el butacón, así estaremos uno frente al otro, -le dije seria. Tenía que saber que lo que íbamos a hablar lo era-, lo primero que quiero que sepas es que si te trasladan a otra ciudad, no me iré contigo, aquí nos hemos conocido y aquí mantendremos nuestro hogar en un futuro.
-Bueno cielo, eso no es hablar, eso es imponer una decisión tuya. Pero estoy de acuerdo y lo veo justo. Si me trasladan, yo seré el que viajaré para estar contigo los días que pueda, aunque cuando tú tengas un hueco vendrás a verme a mí, ¿De acuerdo?
Yo asentí. El primer punto, el más escabroso, acababa de ser superado. Ahora venían otros que afectaban más bien a lo más personal.
-Eres bisexual y lo acepto sin problemas, eso ya lo sabes, pero también significa que tú tienes unas necesidades sexuales que yo no te puedo proporcionar, a no ser que me ponga un arnés, -le dije con una sonrisa que él secundó-, pero si quieres lo compramos para solucionar cualquier emergencia, -eso se lo dije más seria-. Verás, cuando tengas la posibilidad de solventar esas necesidades, me lo dirás y te irás de casa para hacer lo que tengas que hacer, nunca más de un día, o dos en casos especiales.
-Tengo un par de amigos en Madrid para solucionarlo, Pilar. Los veo una vez al mes en dos fines de semana diferentes.
-Pues no se hable más sobre eso y si algún día me los quieres presentar, sin problemas, me gustaría que lo hicieras.
-Algún fin de semana son ellos los que vienen a verme, así que los conocerás con toda seguridad.
-Ahora hablemos de mí. Tengo dos hombres con los que he tenido relaciones asiduamente. Uno es Rigo al que ya conoces. Él fue mi novio bastante tiempo y el otro es León, el culpable de mi ruptura con Rigo que me dejó en cuanto se enteró que me acostaba con él. Quiero seguir acostándome con ellos y necesito que tú me des permiso.
-Acepto que sigas teniendo relaciones con ellos pero también deberás ponerlo en mi conocimiento cuando eso se produzca. A ese León no lo conozco y deberías presentármelo.
-Existe un problema entre él y Rigo. Los dos se llevan fatal y Rigo es que ni sabe que me estoy volviendo a acostar con León, bueno la verdad es que solo lo hice hace dos días como única vez y quisiera que fuese la última, pero no sé si voy a ser capaz de cumplirlo. Tampoco es que sea un cromo en la cama, más bien es un poco animal, pero muy potente, casi como Rigo en su aguante. Mira el rastro que me dejó en el cuerpo.
Me saqué el vestido y le mostré los moratones y los glúteos, el derecho era el que estaba más rojo.
-Pues sí que es un fiera, espero que no llegue al maltrato físico de verdad, vamos que lo que te hace sea porque tú lo consientas.
-Bueno no me gusta que me deje marcas, pero es que él es así de bruto y no sabe hacerlo de otra manera, pero nunca me las hace en sitios que no se puedan ocultar. En cuanto a los glúteos me encanta cuando me da de nalgadas mientras me... hace eso, por delante o por detrás. Respecto a si te lo voy a presentar, depende de si voy a seguir viéndolo o no, si sigo te lo presentaré y puede que hasta podamos compartirlo los dos, si es de tu gusto. Solo una cosa, Rigo no debe saber nunca por nosotros que él se está acostando conmigo. Si alguna vez me ve una marca en el cuerpo, le diré que es tuya.
-¿Tienes alguna foto de León?
-No, pero le haré alguna para que lo puedas conocer, espera... -le dije con unas risas-, tengo solo una que me envió en un mensaje, pero es muy guarra, vamos que es una foto de su miembro erecto. ¿La quieres ver?
-Claro, si es tan potente como dices, su verga deberá ser impresionante.
Busqué entonces la foto en una carpeta de mi móvil donde la tenía guardada y se la mostré en la pantalla del mismo.
-Mira, ésta es ¿Qué te parece?
-Joder, cielo... pues ya ves... ¡Espera! No la quites, o mejor... pásamela a mi móvil, es que es impresionante, cómo me gustaría compartirla contigo como tú dices. ¿Y le gusta darte por el culo? Igual no le importaría hacérmelo a mí de vez en cuando, vamos cuando tú me des permiso.
Ya me estaba acostumbrando a estas cosas de Gonzalo, pero la verdad es que cuesta bastante.
-Bueno ahora me vas a follar como tú sabes y si lo necesitas, a falta de un arnés tengo un par de consoladores que te pueden venir bien.
.../...
Hasta aquí os he contado todo lo que sucedió en mis primeros años de adulto. Pero no quiero dejaros sin conocer todo lo que ocurrió después hasta el presente.