Vivo de las mujeres decentes-libro 2 (Capítulo 17)

Rigo hace un primer trío con Pilar y Gonzalo y el segundo con Lea y Pedro para compensarles de la birria del primero.

Vivo de las mujeres decentes - Libro 2

Capítulo 17

Fue la propia Pilar la que me esperaba bajo el umbral de la puerta de entrada al piso. Su cara no mostraba preocupación alguna, todo lo contrario, estaba muy tranquila echándose a un lado para cederme el paso, marchando los dos hacia el salón quedándonos de pie en un silencio muy tenso para mí, no para ella por lo que veía, incluso no tuvo ningún reparo en ser la primera en hablar.

-¿Te has encontrado con León cuando salía del portal? -Me preguntó.

-Sí, bueno no, yo estaba tomando un café en la plaza cuando le he visto entrar y luego salir, sí.

-Pues me imagino cómo se te quedaría el cuerpo cuando le has visto entrar, conociéndote habrás estado jurando en hebreo hasta que le has visto salir y menos mal que ha salido pronto, porque si llega a tardar no te hubiera visto más en la vida.

-No seas exagerada, ya hubiésemos hablado otro día, además mañana teníamos que vernos para comer juntos.

-¿Y hubieras acudido tú? ¿Seguro?

-La verdad es que no lo sé ni yo mismo, ya me conoces y ese cabrón... bueno cabrón precisamente no lo es, pero todo lo demás sí y es que me produce urticaria nada más verlo.

-Deja de hacerte pajas mentales con eso de cabrón, porque sí que lo es por mala persona sobre todo. Anda cuéntame porqué estabas en la plaza esta tarde si ibas a venir mañana.

-He aprovechado que mi padre tenía que venir a la capital por motivos de negocios y me he venido con él. Pero creo que eso ahora no es lo más importante que tenemos que discutir.

-¿Discutir? Nosotros no tenemos porqué discutir si me cito con cualquier persona en mi casa, pero si quieres que te cuente el motivo de la presencia de León en este piso, siéntate y tómate algo conmigo, prefiero que estés más relajado que te noto muy tenso.

Llevaba razón en lo que me acababa de decir, ya no tenía ningún sentido que yo le pidiera explicaciones de porqué se citaba con León o con el sursuncorda si también quisiera hacerlo. Pero si hasta yo mismo había llegado a proponerle que siguiera con él en plan de pareja. Estaba claro que me acababa de poner en mi sitio y es que Pilar cuando hacía falta sabía sacar un par de cojones para ponerlos encima de la mesa.

-Ha sido una mala expresión, sobre todo debido al daño que este hombre particularmente me ha llegado a hacer en esta vida, pero es cierto que no tienes que darme explicaciones. Solo te diré que si a éste individuo me lo voy a estar encontrando en el portal o en el ascensor a lo largo de mi próximo curso universitario, prefiero renunciar a ese piso del tercero y quedarme en mi piso de estudiante con mi hermana.

-No sé si alguna vez te lo vas a volver a encontrar, lo que sí te puedo decir es que en este piso no vuelve a poner más los pies, se lo he dejado claro a él y te lo dejo claro a ti también.

-Con eso me basta, no quiero que me des más explicaciones de lo que ha pasado con él ni porqué lo has citado aquí. Son cosas tuyas y no voy a pedirte que me cuentes tus decisiones cada vez que te visite alguien. Yo tampoco tendré porqué hacerlo contigo cuando sea mi caso.

-Espera un poco, -me dijo mientras se acercaba a la cocina-, Marta ven un momento por favor. ¿Qué quieres tomar? -Se dirigió a mí ahora.

-Un agua con gas fría.

-Ponme a mí otro, -le dijo a su empleada, que asintió y se marchó enseguida para atender nuestra petición.

-¿Has estado ya con Pedro y Lea? -Me preguntó de improviso.

-Sí, pero no lo hice bien y lo vamos a repetir pasado mañana que se van a quedar esa noche conmigo en el piso de estudiante.

Ella se quedó estupefacta al decirle que no lo había hecho bien y lo demostró elevando su ceja izquierda para expresar su incredulidad.

-Bueno mujer, es que no tenía el cuerpo predispuesto para estar follando dos horas a la novia de mi amigo, así que la cosa fue aquí te pillo, aquí te mato, ya sabes. La cosa es que se cabrearon mucho conmigo. -Al final yo sí que le estaba dando explicaciones.

Ella soltó unas risas al tiempo que meneaba la cabeza negativamente a uno y otro lado.

-Vas a tener ir al médico para hacerte una revisión a fondo, porque eso de que tú no estés predispuesto... eso es la primera vez que me entero que te haya pasado una cosa así. -Me respondió soltando más risas ahora.

-No te rías que no tiene gracia.

Pero la cabrona ahora soltó una sonora carcajada. Luego viendo que yo no me reía aflojó en sus risas.

-Pues que se vaya preparando Lea, porque si le vas a dar una compensación por eso, seguro que la dejas inhabilitada para un mes.

Ahora reímos los dos.

-No te invito a esa velada porque no me hago la idea a verte con Pedro, es que es una cosa más bien nuestra y que no quiero que se repita al menos en un buen espacio de tiempo.

-Ya lo sé y me parece bien, yo tampoco me veo en esa cita, de verdad.

-Bueno, pues no te entretengo más, me voy a cenar por ahí y mañana nos vemos en el chino.

-¿Qué dices? De eso nada, no quiero que te vayas. Además creo que te mereces que te cuente porqué he hecho venir a León. Te lo he contado todo sobre él desde nuestra ruptura y no tengo porqué dejar de hacerlo ahora.

-Como quieras, no soy ningún cotilla, pero sí que me gustaría saber qué es lo que ha pasado.

-Siempre te contaré todo lo que me ocurra en esta vida y que considere que es relevante para ti. Ahora me siento con más libertad para poder hacerlo.

-Pues tú dirás.

-¿Marta puedes venir un momento? -Elevó un poco el tono de su voz para llamar a su empleada.

Ella no tardó en cumplir los deseos de Pilar, presentándose al momento en el salón.

-Sí señora Pilar, estoy preparando dos lubinas a la sal. -Le dijo para advertirle que no disponía de mucho tiempo.

-¡Ah! Muy bien hecho cariño, eso le encanta a Rigo. No te entretengo, solo quiero que nos digas porqué ha subido ese hombre, León, al piso.

-Porque usted me dijo que lo citara hoy a las siete de la tarde, cuando llamó ayer por segunda vez al vídeo-portero.

-¿Y te has enterado bien de lo que hemos hablado?

Ella se la quedó mirando como si Pilar hubiese perdido la chaveta, pero sin dejar de mostrar el máximo respeto por su señora.

-Claro señora Pilar, si lo han hecho en la cocina delante de mí.

-Le he dado un escrito que él ha leído y luego le he dicho que la próxima vez que intente ponerse en contacto conmigo, lo denunciaré ¿Ha sido así?

-Lo ha explicado usted muy bien, ha sido exactamente así señora Pilar.

-Pues ya hemos terminado, gracias Marta, cuida ahora de esas lubinas. -Le dijo mientras ella hacía una pequeña inclinación con la cabeza y se marchaba casi a la carrera a la cocina.

Luego se giró hacia mí para mirarme satisfecha con lo que acababa de pasar.

-El escrito me lo ha hecho llegar el abogado de mi tío con un mensajero. En él le advierte que está cometiendo un delito de acoso reiterativo y que la próxima vez será denunciado por violencia de género. Toma aquí tengo una copia.

Pero no la acepté, no cabía duda en lo que me estaba diciendo.

-De todos modos has corrido un cierto riesgo citándolo aquí. No me gusta ese tío Pilar, no me gusta nada y se podría haber puesto hasta violento con vosotras dos solas en casa.

-Que va, mi tío me envió a su jefe de seguridad con otro compañero y han estado todo el rato en el salón por si tenían que intervenir, aunque eso no hacía falta cielo, León jamás llegaría a hacerme daño. Pero cualquiera convencía a mi tío José Luis de que no hacía falta la presencia de esos dos gorilas. Y ahora dime si ha pasado algo entre vosotros cuando le has visto salir del portal.

-No, no ha pasado nada, pero es que se dirigía directamente hacia mí que seguía sentado tomando café y cuando estaba a unos veinte metros se dio cuenta de mi presencia, entonces me levanté y él se fue alejando de mí hasta que le perdí de vista. Después he subido para ver si pasaba algo.

-Espero que a partir de ahora no me moleste más. Mira estos días atrás hasta llegué a pensar que no había motivos para dejar de verme con él de vez en cuando. Hasta se lo dije a mi psicóloga y a mi tía Cristina. A ella le aseguré que si al final me decidía a contactar nuevamente con él, antes lo comentaría contigo para ver si me lo permitías... ya sé, ya sé, -aseguró rápidamente al ver la cara de estupor que debía haber puesto-, no tengo que pedirte permiso alguno, pero es que hemos quedado como amigos y si esos contactos iban a terminar con nuestra amistad, por supuesto que no iba a tenerlos.

-Y porqué no me has dicho todo eso.

-Porque lo estaba pensando en estos últimos días, pero al verlo ahora solo he sentido un rechazo total hacia él. Eso acabo de descartarlo esta misma tarde en cuanto lo he tenido delante. Rigo te estoy contando algo que no tendría por qué hacerlo, puesto que ese hecho no va a ocurrir, pero no quiero ocultarte ya ni siquiera mis pensamientos, te daría mi alma para que tú la administraras cariño, te lo daría todo. -Me dijo soltando un sollozo que no pudo contener.

Entonces la atraje hacia mí y la senté en mi regazo para poder rodearla mejor con mis brazos.

-Tranquila cielo, relájate, -le decía mientras la apretaba contra mi pecho y le daba besos por su mejilla-, no llores que me partes el alma, yo te quiero mucho y tú lo sabes, nunca he dejado de quererte, pero ahora no quiero volver a comprometerme contigo ni con nadie. No es por ti, es que me he prometido a mí mismo que hasta que no acabe la carrera y pueda vivir de mi trabajo, no voy a comprometerme con nadie nunca más. Estoy hablando de cinco años al menos Pilar y no tengo derecho a que nadie me espere todo ese tiempo, aparte que sabes que voy a seguir practicando eso que tanto me gusta. Tú debes intentarlo con Gonzalo y si no es con él, con otro que se quiera comprometer de verdad contigo para siempre, es lo que tú te mereces cielo.

-Pero... tú siempre estarás a mi lado ¿Verdad? Te voy a necesitar muchas veces porque me siento muy insegura si no te tengo cerca.

-Ya me he dado cuenta, -le dije con una gran sonrisa-, sí, ya nos hemos despedido para siempre unas diez veces y al día siguiente seguimos como si no nos hubiésemos despedido nunca.

Ella cambió el puchero que expresaba en su rostro por una incipiente sonrisa, hasta que al final los dos estallamos en grandes carcajadas.

-¿Ves? -Me dijo ella-, cómo no te voy a querer si eres capaz de hacerme reír mientras me rechazas por enésima vez. Es que eres único mi vida, cariño, cielo.

-Para ya golfilla, a ver si entra tu nuevo novio y te calienta tus preciosas nalgas.

-No creas que igual viene dentro de un rato, pero todavía no me ha llamado, además que no siempre llama. Él sabe que esta semana voy a quedarme aquí.

-Pues si viene, que se coma su lubina contigo y yo me marcho a la pizzería, que va a ser lo mío de aquí en adelante.

-De eso nada, que hubiera avisado, las lubinas son para nosotros, si acaso que se coma una tortilla francesa.

Volvimos a reírnos con unas carcajadas llenas de incertidumbre y de morbo por si se presentaba en esos momentos su maromo y nos pillaba en esa postura tan indecorosa y con mi rabo pidiendo guerra en el culo de mi amiga.

-Joder cómo te has puesto, -me dijo dándome unos refregones con su trasero-, me estoy mojando cabronazo.

-Así somos dos zorrita mía, que tengo la polla encharcada.

Después nos recompusimos y me llegué al aseo para hacer un pis, mientras ella se iba a la cocina a echar un vistazo a esas lubinas que nos hacían la boca agua.

Luego me reuní con las dos para ver cómo iba la cena, era muy habitual que lo hiciéramos cuando estábamos juntos y al parecer no se nos había quitado la costumbre.

-Qué bien huele aquí, -les dije al entrar en la cocina-, Marta eres una artista de los fogones.

-Gracias señor Rigo, pero aquí no hay fogones, es una placa vitrocerámica de inducción. -Me respondió poniéndose colorada por llevarme la contraria, lo que me hizo dar una carcajada.

-Llevas razón preciosa, es que hoy no doy una. -Le respondí intentando remediar mi carcajada anterior.

Pilar me dio un pellizco en el brazo mirándome mientras reprimía sus risas. Yo en contrapartida le dí una fuerte nalgada dejando a las dos fuera de onda. En eso entraba Gonzalo que al parecer ya tenía llave del piso, uniéndose con una gran sonrisa a nosotros.

-Hola cariño, -saludó a Pilar dándole un pico en los labios, luego me saludó a mí y por último lo hizo con Marta-, uf, que bien huele aquí.

-Pues no sabíamos si ibas a venir, así que solo se han hecho dos lubinas para nosotros, -le dijo Pilar con todo su desparpajo, dejándolo fuera de tan apetitoso manjar.

-Pues yo quiero otra, no me importa comérmela un poco más tarde.

Me fijé un poco más en él al estar de espaldas a mí y pude observar que tenía unas manos muy cuidadas, así como mucha crema en la cara que mostraba algo de brillo, el pelo engominado y unos ademanes bastantes raros, más bien femeninos diría yo, eso sí una de sus manos descansaba en el trasero de Pilar, menudo cabronazo el Gonzalo éste.

-¿Oye ha estado aquí el chico ése? -Le preguntó a Pilar.

-Sí, ya le he dado el escrito del abogado y le he dicho que si vuelve a ponerse en contacto conmigo, le voy a denunciar.

-Muy bien, ¿Entonces me vas a hacer otra lubina para mí? -Le preguntó a Marta.

Pues sí que se había tomado interés en la cita que tuvo con su ex-jardinero. Preocupado no estaba por eso, su preocupación era la lubina que faltaba para él. Yo estaba pensando en marcharme de verdad y dejarles cenar a los dos, ya lo haría yo en cualquier restaurante de comida rápida.

-Chicos, yo mejor me voy y vosotros cenáis tranquilamente, seguro que me encuentro con alguien con quien charlar.

Pero ambos se opusieron, incluso Gonzalo lo hacía con más ahínco que Pilar.

-Ya estoy preparando la otra lubina, -intermedió Marta, volviéndose a poner granate al pensar que se había precipitado al hacerlo.

-Está bien, si tanto insistís me quedo.

Al ver tan atareada a su empleada en la cocina, Pilar se fue al salón mientras tanto a preparar la mesa para los tres, siendo ayudada por Gonzalo que se manejaba muy bien en esos menesteres sabiendo donde se encontraban los cubiertos, la vajilla y todo lo demás. Enseguida Marta sirvió una ensalada para los tres y las dos lubinas quedándose voluntariamente Gonzalo esperando la suya para más tarde. También podía haber cenado la tortilla francesa el muy capullo.

Cuando acabamos de cenar los tres nos sentamos en el sofá a tomarnos un cóctel muy rico que Gonzalo nos preparó. Luego él puso la tele en un canal de fútbol que echaban un partido de hacía bastantes años, quedándose extasiado mientras nos hacía comentarios de quiénes eran esos jugadores, los goles que metían, los equipos en los que jugaron, en fin que era todo un forofo de este deporte del que yo la verdad nunca estuve muy interesado.

Lo interesante para mí estaba en la mano de Pilar que la tenía depositada encima de mi muslo al que no dejaba de acariciar. Gonzalo mientras hablaba y hablaba sin parar de las jugadas, tampoco perdía detalle de esa mano que avanzaba y retrocedía a lo largo de mi pierna, llegando en éstos últimos retrocesos a rozar mi polla que ya se encontraba en estado morcillona y avanzando al siguiente nivel de una forma inevitable para mí.

La zorra de Pilar me estaba poniendo en una situación bastante comprometida, por lo que en cinco minutos aprendí más de fútbol que en toda mi vida intentando entender todo lo que me decía Gonzalo, además de estar muy atento también a la pantalla. Aquello iba de mal en peor porque llegó un momento en que la mano se quedó quieta, pero en lo alto de mi cipote que ya no se pudo amparar en el grueso de la tela del pantalón vaquero, echando a ésta hacia arriba para crear una desvergonzada tienda de campaña en cuya cúspide descansaba ahora la manita de Pilar.

Gonzalo hablaba cada vez menos, entre otras cosas porque ya no miraba tanto la televisión y yo que ahora era el que más fijo lo hacía, tampoco estaba en condiciones de comentar ninguna jugada. Al final todos nos callamos y solo se oía muy bajo y de fondo al narrador del partido. Desvié la vista de la tele para ver qué pasaba a mi lado y lo que pasaba era que Pilar le tenía cogida la polla a Gonzalo con la otra mano de la misma manera que tenía la mía. También se podía apreciar un buen paquete en el pantalón de él y la mano de ella le estaba bajando la cremallera del pantalón, de modo que al momento desapareció en su interior unos segundos hasta que salió de nuevo con el trofeo bien agarrado. De inmediato comenzó a pajearlo muy suavemente, mientras sus bocas se acercaron para darse un beso corto pero intenso por la lucha de sus lenguas entrelazadas.

Luego su mano cogió la mía y la llevó hasta esa polla erecta de su ¿Novio? No sé, pero lo cierto es que me hizo agarrarla para que viera que era una buena polla y sin problemas le di unos cuantos meneos teniendo que darle la razón a ella. Tenía un tacto de lo más suave que había tocado nunca, seguro que se echaba todo tipo de cremas en el cipote. Pero yo quería agarrar otro tipo de carne y soltando esa polla coloqué mi mano en los muslos de Pilar, para enseguida subir hacia su entrepierna haciendo que la falda lo hiciera al mismo tiempo, de esa manera pude apreciar el pequeño triángulo de su tanga que dejaba ver por arriba la línea de vellos que siempre adornaba su coño. Entonces me di un morreo con ella muy entregado mientras sus manos abrían mi cremallera también y me sacaba la polla al aire, pero una de sus manos estaba en mi nuca por lo que deduje que era Gonzalo el que ahora me pajeaba muy despacio. No me podía perder aquello, así que dejamos de besarnos para mirar hacia abajo y ver cómo él de rodillas sobre la alfombra no dejaba de pajearme extasiado ante mi pollón. Luego elevó su cara para mirarnos a los dos alternativamente sin decir nada, hasta que llevó su boca a mi glande para comenzar a hacerme una mamada de experto, tanto que en menos de dos minutos me tenía al borde de la eyaculación.

-Estoy a punto de correrme y no quiero que pares, -le dije y él miró a Pilar que asintió con la cabeza-, entonces su lengua se convirtió en un torbellino alrededor de mi glande mientras no dejaba de pajearme haciendo rotar su mano alrededor de mi tallo. Pilar que sabía que ya no había vuelta atrás se colgó de mi cuello para darme uno de los mejores besos de nuestra vida y el primer latigazo de leche le tuvo que doblar la campanilla porque salió con una fuerza terrible, pero Gonzalo aguantó estoicamente y se lo tragó todo. No sé como lo logró, pero lo hizo con poco esfuerzo por su parte, aunque estaba seguro que tuvo que tragar a doscientos por hora por la cantidad de lefa que solté.

Después de eso nos fuimos los tres a la cama del dormitorio principal donde Pilar le sacó el primer orgasmo a él de inmediato, dejándolo fuera de juego a partir de ahí. Luego en un momento que Gonzalo fue al aseo, mi ex aprovechó para pedirme que le hiciera un completo a él, que tenía muchas ganas de verlo. La única condición que le puse era que fuese ella la que lo preparase para la penetración, pues esa era una tarea que de verdad me incomodaba muchísimo.

Él se quedó muy serio cuando después de sacarle un par de orgasmos a Pilar, ella le preguntó de la forma más descarada posible si deseaba que yo lo penetrara. Enseguida su mirada me interrogó y yo asentí dándole mi beneplácito.

-¿Cómo quieres que me ponga? A mí me gusta más que empieces a cuatro patas y luego me lo hagas estando yo hacia arriba. -Me dijo y yo volví a asentir.

Pilar solo tuvo que poner un poco de lubricante en su ano y algo más en mi glande y el principio de mi tallo. El enculamiento no me ofreció ninguna resistencia y mi polla se deslizó toda entera sin ningún tipo de trabas. Después fui arreciando en mis embestidas sin que ninguno dijera nada, solo se oían los gemidos lastimeros de Gonzalo, mientras ella me miraba con una mueca que parecía ser una sonrisa. Después cambiamos a la segunda postura y se la volvía a meter viendo como ahora él mismo se masturbaba al tiempo que yo aumentaba el ritmo de las penetraciones y ella se ponía detrás de mí pasando sus brazos por mis axilas, besándome el cuello y la espalda hasta que él se corrió sobre su propio vientre con una eyaculación muy exigua y yo me saqué la polla y al tercer meneo, le eché toda la lechada que mis huevos soltaron gustosos en mi tercera corrida de la noche, suficiente para dejarlo embadurnado de semen por todo su torso.

Pilar cogió una toalla que había dejado a nuestro alcance y lo limpió a él y a mí mismo. Luego me fui al aseo y me pegué una ducha, dejándolos a los dos solos de forma que pudieran aprovechar para decirse lo que les pareciera conveniente. Cuando volví a la habitación, me vestí y me marché dándole un pico en los labios a la que hasta hace poco fue mi novia y ahora lo era de otro.

Yo sabía que eso conllevaba casi una relación nueva entre los tres, donde cada cual sabía cual era su papel perfectamente.

Al día siguiente comimos juntos en el chino, donde creo que por primera vez en la vida me dejó pagar una comida de mi bolsillo. Luego estuvimos toda la tarde ultimando sobre planos la disposición de mi próximo piso en la plaza, hasta que nos reunimos con Pedro y su novia que ya habían llegado, echando un buen rato los cuatro tomando café en el piso de Pila. Anochecía ya cuando nos dispusimos a marcharnos a mi piso de estudiante y Pedro le pidió a Pilar que participara en nuestro encuentro, pero con buen criterio ella lo declinó.

Lea parecía que se había esmerado algo más en sus arreglos y la verdad es que venía mucho más atractiva que la otra noche o al menos eso es lo que me pareció a mí. En cuanto que llegamos pedimos unas pizzas para cenar y poder despreocuparnos ya de la comida, así que nos quedamos esperando que nos la trajeran en el sofá del salón. Mientras hacíamos tiempo para que llegaran, ella se sentó en las rodillas de su novio mirando hacia mí, quitándose enseguida los zapatos para descansar un pie en mi muslo dejando el otro colgando por fuera del sofá. La cuestión era que al llevar una falda acampanada y muy corta, su tanga quedó totalmente expuesto a mis ojos y Pedro que se daba cuenta de adonde dirigía mi mirada, terminó de levantarle la falda para que los dos pudiéramos participar en tan bonitas vistas.

-Empezad vosotros, -le pidió Pedro a su novia-, yo me quedaré vestido para coger las pizzas.

Ella sin decir nada le dio un corto beso a su novio y con una sonrisa de oreja a oreja se vino en busca mía sentándose a horcajadas sobre mí.

-La voy a besar Pedro, con tu permiso...

Pero él lo único que hizo fue asentir con la cabeza mientras llevó su mano derecha a frotarse la polla por encima del pantalón. No hubo ningún preliminar suave, no, nuestro primer beso fue directamente un morreo soberbio con mis manos sobando sus nalgas y ella apretándose contra mí. Un par de minutos después él se incorporó y desde atrás le subió la camiseta a su novia que elevó los brazos para facilitarle la tarea. Luego le bajó la cremallera de su falda y haciendo que ella se pusiera de pie se la bajó dejándola solo con el tanga y el sujetador.

-Desnúdame tú a mí. -Le pedí a Lea.

-Deja que lo haga también Pedro que el otro día se quedó con las ganas.

-¿De veras me quieres desnudar tú?

-Claro tío, es que no te enteras de nada, además tengo tu permiso para intervenir todo el tiempo.

-Vale, tú mismo, -le dije dejando que me desabotonara la camisa, aunque un poco sorprendido por esas ganas de él por desnudarme y no sé cuántas más pretendería a lo largo de la noche.

Luego pasó a quitarme los zapatos y los calcetines haciendo que me incorporara para hacer lo propio con los pantalones. Ese momento lo aprovechó Lea para volver a morrearse conmigo sin dejar de acariciar mi torso y mi espalda, mientras su novio ya me estaba sacando los pantalones por lo que tuvimos que parar para levantar uno y otro pie.

Enseguida noté cómo las manos de los dos acariciaban mi polla que todavía estaba morcillona no tardando en ponerse tiesa ni cinco segundos.

-¿También me la vas a coger? -le pregunté a él.

-Ya te digo, a ti te la comen casi todos los maridos del club swinger, ¿No?

-¿Cómo que me la comen?... Vale, pues nada haz con ella lo que te plazca, es que nunca me habías dicho que también te gustaba mi polla tío.

-Sí, pero solo la tuya, no vayas a creer que soy un tipo raro de esos. -Me decía mientras me sacaba el bóxer para luego hacerme una mamada.

-Qué mal lo haces mamarracho, tendrías que haber hecho antes un cursillo. -Le dije casi dando una carcajada.

Pero el cursillo acelerado se lo dio Lea hasta el punto que al final los puse perdidos de esperma a los dos. En esos momentos pegaban a la puerta y Pedro se tuvo que ir a atender a la chica que nos traía las pizzas todo empalmado y quitándose la lefa de la cara con las manos.

Esa noche dejé bien servida a Lea para quitarle el disgusto del otro día. A mi amigo Pedro le tuve que dar varios consejos porque si mamaba mal, follaba peor, con razón Mavi estuvo una semana sin hablarme cuando aceptó acostarse con él a petición mía.

Al día siguiente a media mañana me llamó Darcy para proponerme algo a lo que no podía dar crédito.


P.D. Cómo os comenté quedan pocos capítulos para acabar con el relato. Aproximadamente 4 ó 5. Un abrazo a todos.