Vivo de las mujeres decentes-libro 2 (Capítulo 16)

Rigo después de pasar su primera noche con Pilar a su vuelta de Londres, cumple lo prometido a su amigo Pedro y su novia.

Vivo de las mujeres decentes - Libro 2

Capítulo 16

Cuando le pregunté a Pilar por Gonzalo, su única respuesta fue enseñarme los mensajes que le había enviado esa tarde en la que le pedía que no regresara hasta la mañana siguiente, porque quería tenerme a solas para ella.

No quise pensar en decirle nada que se pareciera a un reproche, si ella me había disfrutado a mí, lo cierto es que yo también la había disfrutado a ella. Hicimos el amor, follamos como salvajes, nos comimos nuestras partes más erógenas buscando el máximo placer del otro. No teníamos prisa, no debíamos cansarnos innecesariamente, había tiempo para todo, incluso para decirnos palabras cariñosas o para dedicarnos las más guarras del Kamasutra verbal que nunca se ha escrito, pero que nosotros nos conocemos de corrido, nunca mejor dicho.

Pero nuestros cuerpos pedían a gritos reponer fuerzas y aunque lo quisimos alargar hasta el amanecer, hubo un momento en que perdí la noción de la realidad y sin desearlo, me sumí en un profundo sueño. Algunas veces me pregunto porqué tenemos que dormir, con lo que eso conlleva de pérdidas vitales, de oportunidades irrecuperables y es que si sumamos los tiempos que dormimos a lo largo de nuestra vida, ¿Cuántos años nos perdemos? En fin, mis elucubraciones filosóficas de pardillo en esas materias.

En cuanto a lo que me contó Pilar de Gonzalo y su poca disposición a ser más cariñoso con ella, es que era para que se fuera buscando otro tío con la máxima urgencia. ¿Pero cómo se puede ser poco cariñoso con una mujer como Pilar? Pilar era la mujer más cariñosa del mundo, por favor, solo dejándose llevar por ella un poquito nada más era suficiente para que estuviera dedicándote todo el día lo mejor de su carácter, las mejores sonrisas del planeta haciéndote el hombre más feliz del mundo.

Pero según pude comprobar el rato que estuve con ellos, él no le llegó a ofrecer ni una sola sonrisa a Pilar, todo en él era indiferencia hacia ella. Hasta llegué a pensar que quizás habían tenido alguna discusión entre ellos hacía poco, pero al parecer lo que le ocurrió es que se quedó muy cortado al verme aunque según me aclaró ella misma también, últimamente su actitud era la de estar más despegado, pero qué actitud era esa, joder con el Gonzalo y su despegue.

Marta debería de haber librado ese fin de semana, pero al enterarse que yo volvería a estar allí, prefirió cambiarlo por otro día. Esa mañana nos despertó abriendo las cortinas del ventanal que daba al balcón, luego se fue a zarandear suavemente a Pilar que no terminaba de abrir los ojos, aunque su mirada estaba fijada en mi erección matutina que estaba al pairo a medio metro de ella. Luego alargó su mano para coger mi tallo por el centro haciendo leves presiones con sus dedos en el mismo, después apartó la mano con la cara más roja que un tomate para seguir zarandeando a Pilar, mientras yo con mis manos detrás de la nuca le dedicaba una gran sonrisa.

Desayunamos en la cocina como hacíamos siempre en ese piso cuando vivíamos juntos. Ya me tenía que marchar porque mi familia estaría a punto de llegar a mi piso de estudiante, por lo que me acerqué al dormitorio a coger mi maleta cuando llegaba en esos momentos Gonzalo.

Me quedé esperando sin saber cual iba a ser la reacción de éste, pero me saludó con un apretón de manos y una gran sonrisa en la cara, que en realidad fue una despedida porque yo me marchaba ya. Entonces Pilar se acercó a mí y echando sus brazos a mi cuello me estampó un beso en la boca, teniendo que agarrarla rodeando su cuerpo con los míos, porque con su ímpetu casi me hizo perder el equilibrio.

-Nos llamamos, -Fue lo único que pude decirle cuando encaré la puerta para marcharme. Allí se quedó Gonzalo un poco más serio que cuando me saludó.

¿A qué había venido ese beso delante de Gonzalo? ¿Es que quería que él la mandara a la mierda y se fuera de su vida para siempre? Pero es que además el último contacto que tuvo con él, fue para decirle que no apareciera por su casa porque iba a pasar la noche conmigo. Aquello había sido una provocación en toda regla, un reto para ver cual era la reacción de él después de atacarle frontalmente a su amor propio. Pero éste hombre demostró que no tenía sangre en las venas, que para él cualquier vejación era tolerable si al final conseguía a Pilar.

Cuando llegué al piso me llevé una sorpresa al verlo todo súper limpio y ordenado. Luego me enteré que Pilar había enviado a Marta para que le diera un repaso antes de mi vuelta de Londres.

Enseguida llegó mi familia haciendo que nuestro encuentro fuese muy celebrado por los cuatro, después de dos meses sin vernos. A todos les entregué mis regalos y luego estuvimos comentando cómo había sido mi estancia en Londres y lo bien que me habían tratado en la casa de Adela, que allí había conocido a mucha gente y todo eso, que seguramente nos veríamos algunos compañeros de curso en alguna ocasión. Mi padre lógicamente se interesó mucho más por el curso en sí que por las otras vivencias por las que se interesaban mi madre y mi hermana. En cuanto a otras relaciones más comprometidas, se hicieron los suecos y no me preguntaron nada, sabiendo que yo tampoco les iba a aclarar las ideas.

Luisa no paró de darle vueltas al piso, mirando con envidia mi habitación, sabiendo que a ella le tocaría la que daba al ojo patio, pero ya estaba tomando notas de los cambios que pensaba acometer en las próximas semanas.

La verdad es que se había convertido en una mujer espléndida y según me dijo estaba empezando a salir con Julio, aunque eso era una tontería porque se trataba de su compañero de clase desde que tenía cinco años. Los dos eran por tanto de la misma edad y a mí me caía muy bien el chaval, pero solo lo quería ver por el lado amable de las cosas, ni pensar que lo mismo se estaban acostando ya, joder, qué disgusto.

Estando con ellos comiendo en un restaurante cercano, me llamó mi amigo Pedro.

-Hola Pedro, ¿Qué Tal?

-Tío, ¿Donde estás? Creíamos que llegarías hoy a tu casa, pero allí no hay nadie.

Solté unas risas al ver la impaciencia de él por verme ¿O era Lea la impaciente?

-Estoy con mis padres y Luisa comiendo aquí en la capital, luego nos vamos a casa cuando terminemos.

-Hola Rigo, tenemos muchas ganas de verte y que nos cuentes cómo te ha ido por Londres. -Ahora me hablaba Lea.

-Creo que sobre las siete de la tarde podríamos vernos y tomar algo. Así charlamos con tranquilidad y os dejo que estoy en el segundo plato.

-Vale después nos vemos, un beso cariño.

Pedro no tuvo oportunidad de despedirse, porque Lea ya había cortado la llamada después de su despedida con ese beso cariñoso.

De vuelta a casa deshice la maleta y me eché un rato en la cama quedándome frito en diez segundos, la verdad es que esa noche no había dormido lo suficiente. Me despertaron los tonos de llamada de mi móvil.

-¿Sí?

-¡Joder! Rigo que te he llamado cinco veces, ¿Que estás haciendo? Te estamos esperando en la cafetería de siempre, vienes ya ¿No?

-Sí hombre, me he quedado dormido, me echo agua en la cara y voy a buscaros.

Cuando llegué me quedé pasmado por cómo continuaba mejorando el cuerpo de Pedro y sobre todo de cómo vestía esa tarde su novia Lea, que me dio un fuerte abrazo rozando lo impúdico por su duración y la forma de restregarse conmigo, mientras que con él me di otro abrazo, pero de machos, con palmadas en la espalda y todo.

-¿Cómo te fue con tu compañera Carmen y su marido? -Me preguntaba ella a los cinco minutos de conversación, mientras hacía el enésimo cruce de piernas para que le pudiera ver la mínima tanguita que mal cubría su coño.

Pedro no le ocultaba nada a su novia y si además esa experiencia tenía que ver con algo parecido a lo que querían hacer ellos, pues con más motivo se lo contaba. Así que yo le detallé lo que me parecía más morboso de la velada aquella, incluidas algunas exageraciones de mi propia cosecha que me parecieron muy necesarias para aumentar el morbo de lo que se nos venía encima esta tarde. Toda esa conversación iba acompañada de tocamientos por parte de ella en mis muslos, brazos, pecho, hasta metió sus dedos por dentro de mi camisa para poder tocar algo de carne. Pedro la miraba hacer y luego me dirigía una gran sonrisa, haciendo ver que todo esos tocamientos se producían porque él lo estaba permitiendo.

Poco después nos dirigimos a la vivienda que les facilitó un antiguo novio de Lea y con el que al parecer seguía manteniendo una muy buena relación. Aquello me parecía que se le estaba yendo de las manos a mi amigo Pedro, que por tal de pasar por un novio moderno con la dominante de Lea, más bien iba a terminar como un cornudo consentido.

En cuanto llegamos a la casa que por cierto estaba hecha unos zorros, nos dirigimos directamente al dormitorio donde la cama sí que estaba impecable, menos mal. Pedro quiso empezar fiesta con su novia ahora muy entregada a él. En esa refriega se fueron desnudando poco a poco mientras yo les observaba maniobrar hasta que se quedaron en ropa interior, haciendo yo lo mismo.

Luego él muy dispuesto hizo que ella se girara hacia mí dándole un leve empujón en mi dirección, haciéndome entrega de su novia que se acercaba con una cara de lujuria que no podía con ella.

Francamente no me gustaba mucho esa situación, no sabía qué me pasaba, pero por primera vez en mi vida no deseaba follarme a una mujer que además se me ofrecía de esa manera, más propia de un putón verbenero. Lo sentía mucho por mi amigo Pedro del que sabía que no estaría cómodo con lo que allí estaba pasando. Lea me gustaba de cuerpo y era una chica muy guapa, pero a mí me parecía que estaba manipulando a mi amigo, por lo que quise cumplirle lo prometido, pero con el menor agravio posible, al final le eché un polvo con protección como es lógico, procurando correrme junto al primer orgasmo de ella y allí se acabó la función. No hubo besos ni más muestras cariñosas. Cuando di por terminada la sesión de sexo, pude observar que mi amigo respiraba pensando que seguramente la prueba había sido superada, que ya no tendría que volver a pasar otra vez por esa mala experiencia, pero también sabía que Lea se había quedado insatisfecha.

El lunes a media mañana me llamó Pilar para decirme que en la velada del sábado el club asumió los gastos de una nueva vivienda para mí y que Adela acababa de contratar el piso que quedaba justamente debajo del suyo en la plaza y que ya estaba trabajando en su diseño de interior.

-Rigo necesitaría que nos viésemos porque no quiero acometer los arreglos sin contar con tu aprobación y los días se nos echan encima.

-Sí, solo queda poco más de un mes para el inicio del nuevo curso. Mira en los próximos días no tengo nada que hacer, así que me llego mañana mismo y lo vemos, si tienes tiempo te invito a comer... en el chino, -le dije, soltando los dos una carcajada-, ve de incógnito no se vaya a enterar tu abuelo que vas a comer a un chino.

-Tienes unas cosas, pues te acepto la invitación, a las dos de la tarde en el chino de abajo.

-Una pregunta antes de cortar, -le dije-, ¿Porqué me diste ese beso en la boca delante de Gonzalo? ¿Cómo reaccionó él?

-Eso son dos preguntas cielo, -me respondió con cierta ironía-, a la primera te responderé que me quedé con las ganas de hacerlo el día anterior antes de que él se fuera. Quiero que tenga claro que tú eres de momento mi mayor preferencia en la vida y no lo quiero esconder ante él. A la segunda te diré que estuvo un rato serio, pero enseguida se le pasó y es que tratándose de ti, lo perdona todo. Le caes muy bien cariño.

-Vale, vale, pues mañana me acerco a la capital.

-Un beso cielo.

-Chao.

Pero esa misma tarde aproveché que mi padre tenía que ir allí por asuntos de negocios y me fui con él. Pensaba quedarme unos días porque hasta la semana siguiente que teníamos que ir a ver a los abuelos, no tenía nada que hacer en mi ciudad.

Después de acomodar mi ropa en el armario, siendo aún temprano me fui a dar una vuelta y luego me senté a tomar un café en la misma plaza que tenía varias cafeterías. Lo hice en la mesa que quedaba más cercana al portal, por si acaso veía llegar a Pilar que lo hacía casi siempre un poco más tarde de esa esa hora, aunque por otra parte también podía ser que se siguiera quedando en su chalé.

Luego llamé a mi amigo Pedro para ver cómo les fue después de mi precipitada despedida aduciendo una excusa de lo más tonta.

-Hola mamonazo.

-Hola Pedro, yo también te quiero, tío.

-Si es que es verdad Rigo, ¡Joder! ¿Qué te pasó ayer que parecía que nos tratabas como un trámite más que una buena noche de sexo? Y no veas cómo se quedó Lea, menudo cabreo se pilló.

-Tranquilo Pedro, a lo mejor es que no era mi día, no os lo toméis a mal hombre, pero tú ¿Cómo te encuentras después de presenciar todo eso? Te juro que estaba muy preocupado por ti, eres mi único amigo y no soportaría que lo que hicimos afectara a nuestra amistad.

-Claro que afecta a nuestra amistad si no lo vuelves a hacer con Lea de nuevo, pero esta vez de verdad y no me tengas allí como un monigote cabronazo, que yo también quiero intervenir.

-Igual Lea ya no me quiere ver ni en pintura.

-Oye que lo que le metiste no era una pintura, que menudo trozo de carne fue, yo creía que aquello no le podría entrar.

-Sí entra tío, le entra a todas las mujeres y si no, con un poco de lubricante seguro que le entra hasta la que tenga la vagina más estrecha. Pero Lea no es de vagina estrecha.

Él hizo caso omiso a lo que yo le decía para tratar de suavizar su mosqueo, pero él seguía trasladándome su cabreo y el de su novia.

-Ella está enfadada contigo por lo pronto que te fuiste y luego no paró de pedirme que hablara contigo para hacerlo bien, con más tiempo.

-Está bien, lo hacemos otra vez y arreglamos el problema.

-¿Cuando nos vemos entonces?

-Mira, me voy a quedar unos días en mi piso de estudiante, así que si quieres os venís dentro de dos días, cenamos y pasamos la noche los tres juntos.

-Eso está hecho, ahora mismo llamo a Lea para ver si le alegro el día después de lo de anoche.

-Te advierto que esta vez va a ser distinto, porque la voy a estar follando hasta la madrugada y que las reglas las pongo yo a mi manera y si quieres intervenir puedes hacerlo todo lo que te plazca.

-¿De qué reglas hablas, a qué te refieres?

-Pues que la voy a follar por delante y por detrás, va a haber morreos y sexo oral, hasta seguro que me correré también en su boca. Todo lo que te he contado que hago con las demás, lo haré con vosotros.

-Vale... pero el sexo anal nosotros no lo hemos practicado todavía, -me respondió, aunque yo sabía que ella sí lo había practicado, su ano se veía claramente que ya no era virgen, pues con un poco de saliva absolvió mi dedo corazón sin ninguna dificultad.

-No te preocupes que verás cómo con un poco de preparación le entra sin problemas. ¡Ah! Y otra cosa.

-Tú dirás.

-Que no quiero compromiso por mi parte para seguir teniendo sexo con vosotros, vamos, con tu novia.

-Compromiso no, pero si alguna vez encarta poder vernos otra vez, no pasa nada, ¿No?

Después de charlar un rato más sobre nuestra próxima incorporación al siguiente curso, dimos por finalizada la llamada. Tuve que pedir un nuevo café porque el que tenía delante mía se había quedado totalmente frío.

Así fue como me quedé de piedra cuando vi que León se acercaba al portal, tocaba el botón de llamada del vídeo portero, le abrieron la puerta y se perdió tras ella en cuanto entró al interior. Miré la hora y eran las 18:55 de la tarde, lo que quería decir que si ella ya estaba allí esperándole, aquello tendría que obedecer a una cita previa que habían acordado previamente, porque Pilar siempre terminaba su jornada laboral cerca de las ocho de la tarde.

Estaba claro que ella no tenía que darle explicaciones a nadie, si acaso a Gonzalo, pero a éste último parecía que todo le iba bien, hiciera lo que hiciera Pilar y conmigo ya no tenía ningún compromiso, lo nuestro se había acabado y si quedaba un mínimo porcentaje de arreglo entre nosotros, ese porcentaje se había quedado en el cero más infinito en estos momentos.

Me había quedado allí sentado con mi café nuevamente enfriándose, haciéndome elucubraciones sin fin de todas las malas ideas que se me venían a la mente. La primera que más fuerza tomaba era la de llamar a Adela y pedirle que buscase otro piso o que anulase definitivamente ese compromiso, porque yo me quedaría en mi piso de estudiante con mi hermana y ya está.

La segunda idea... ¿Pero qué pasaba? El jardinero infiel salía del portal con intención al parecer de marcharse definitivamente, cruzando la plaza caminando hacia donde yo me encontraba. Se acercaba cabizbajo con una cara muy seria, hasta que a pocos metros de mí advirtió mi presencia quedándose parado de golpe por la sorpresa que se había llevado, yo me incorporé haciéndole ver que no me era para nada indiferente y si había que arreglar algo a puñetazos, allí estaba yo para darle esa satisfacción, luego reinició su caminar cambiando la dirección de sus pasos procurando alejarse de mi posición, pero sin dejar de mirarme con una cara de mala leche que no podía con ella.

Miré por curiosidad la hora y mi reloj marcaba las 19:07. Doce minutos había durado la cita y ahora sí que estaba hecho un verdadero lío. Este tío no venía de echar un polvo ni mucho menos, entonces, ¿Qué había ocurrido durante los diez minutos que estuvieron juntos, teniendo en cuenta los dos que habría perdido en el ascensor?

No tenía intención de seguir alimentando mis malas ideas sin aclarar qué había pasado allí. Si iba a ser vecino de Pilar lo último que quería era encontrarme al cabrón ese en el ascensor, aunque solo fuera una vez cada tres meses. Así que directamente me acerqué al portal y le pedí a Marta que me abriera la puerta.