Vivo de las mujeres decentes-libro 2 (Capítulo 12)
Rigo le confirma a Pilar que la ruptura entre ellos es definitiva.
Vivo de las mujeres decentes - Libro 2
Capítulo 12
La verdad es que cuesta creer que Pilar siguiera con León después del fin de semana que acabábamos de pasar juntos simulando que seguíamos siendo pareja, porque su entrega y su amor por mí no eran simulaciones, las mías tampoco, pero yo no le puse los cuernos con nadie y ella sí lo hizo durante todo el tiempo que duró lo nuestro.
Hablando con Pilar del hombre que ahora la quería pretender, el tal Gonzalo, aunque al principio me jodió que ya estuviese saliendo con otro, luego de pensarlo le llegué a pedir que intimara más con él, incluso que pasara el siguiente fin de semana juntos los dos y que luego viniera otra vez a verme y me contara cómo había sido esa experiencia.
Tenía pensado animarla a que siguiera con él si la cosa le había ido bien. Teníamos que dejar lo nuestro de una vez, ya no tenía sentido que siguiéramos insistiendo en algo que no tenía solución. ¿Qué seguía encariñado de Pilar? Pues sí, pero ella tenía que buscarse un buen hombre con el que empezar de nuevo y de camino dejarme volar a mi aire a mí también.
Aunque nosotros arreglásemos lo nuestro y volviéramos a estar juntos, yo no iba a renunciar a la vida que ahora llevaba. Ya me había embarcado en una relación muy comprometida con Pilar y salí trasquilado. Ahora no quería volver a pasar por lo mismo, vamos que aunque en el fondo la seguía queriendo y la prueba la tenía delante de mis ojos al ver cómo reaccioné cuando me habló de Gonzalo, ahora no era el momento de comprometerme de nuevo, tenía veinte años y quería disfrutar de mi vida, en fin, dejaría correr los días para ver si encontrábamos una solución que nos beneficiara a los dos.
Los días pasaban y todo seguía casi igual, o sea, que durante el día me centraba en el curso que me estaba tomando muy en serio y por la tarde me buscaba la vida en lo que más me gustaba, que no era otra cosa que tener un buen sexo con todo lo que se movía delante mía y una de los que más lo hacían eran Carmen y Daniel, en esa semana los dos juntos y con ella a solas a partir de la siguiente en la que él volvió a Madrid, pero con la aquiescencia del susodicho que con mis consejos llegó a practicar un sexo más decente con su esposa. Era curioso cómo disfrutaba el tío de cómo me follaba a Carmen, mientras mantenían una llamada por el manos libre de sus móviles, al tiempo que se masturbaba viendo una foto de mi pollón en su tablet.
También me visitaron más miembros del club swinger, entre ellos Andrés e Isabel, aunque cumpliendo lo prometido a Pilar, no le mencioné nada ni le pedí disculpas por lo que conseguí averiguar con aquella llamada manipuladora.
Con Darcy también seguí teniendo sexo, los dos a solas en varias ocasiones quedándome a dormir en su casa o quedándose ella en mi habitación de la casa de Samuel. En estos casos ella siempre me recogía a la salida del curso y me llevaba al día siguiente después de desayunar, depositando previamente un sobre con 500 libras en mi mochila, justo el doble de lo que me daba Carmen, pero los regalos los hacían ellas, yo por costumbre nunca pedía nada aunque ahora los aceptaba sin más.
En la primera semana acudí a una clínica que me facilitó la propia Darcy en la que renové mis análisis, porque los anteriores estaban a punto de caducar, cuando fui a pagar la factura ya estaba abonada por ella, también me compró más ropa por lo que tuve que coger el ropero de la última habitación porque en el mío ya no cabía ni un calcetín.
Aunque ella era un poco reacia a volver a las veladas swingers desde que falleció su esposo, ante la insistencia de Malory y la mía propia, conseguimos que acudiéramos los dos como si fuésemos una pareja más.
Pilar regresó un fin de semana después del que acordamos, porque el anterior tenía un evento familiar que no pudo eludir. Venía más guapa que nunca y más caliente también diría yo, pues lo que me contó tuvo que esperar a que echáramos el primer polvo. Eso fue el viernes por la tarde y se marchaba el lunes como otras veces.
-Cómo te echaba de menos, cielo -me dijo ya más relajada después de correrse dos veces-, no sé cómo he podido pasar tres semanas sin estar contigo.
-Pues tú sabrás lo que has hecho mientras tanto, porque tú no eres capaz de estar tres días seguidos sin sexo. -le dije mientras la estrujaba contra mi cuerpo sin dejar de besarla cada cinco nanosegundos y darle un par de azotes en su precioso culo.
-Pues mira, he hecho tres privados con mis tíos y otros socios y el resto con Gonzalo, tal como me pediste antes de irme.
-¿Cuántas veces con él?
Tres veces en días de diario y los dos últimos fines de semana.
-¿Y con el otro, ha habido algo?
Me estaba refiriendo al que fue su amante, naturalmente.
Según mi tío, lo han visto varios días cerca de nuestro portal de la plaza, pero allí solo voy cuando quedo con Gonzalo y al parecer la última vez que estuve con él nos vio, luego se mantuvo allí un buen rato esperando a ver si él se iba y como no lo hizo, se marchó.
-Cuéntame cómo te va con Gonzalo.
Esa era la pregunta que ella más esperaba porque al hacerla, hasta me puso una cara muy pícara para cambiarla de inmediato a una gran sonrisa.
-Verás cariño, Gonzalo es un hombre muy razonable, tranquilo, cariñoso, meticuloso, vamos que está lleno de virtudes, todavía no le he visto un solo defecto, él conoce cuáles son mis preferencias y sabe esperar. Es muy culto y buen conversador. Tampoco se corta conmigo al hablar de otros hombres, cómo visten, se peinan, lo guapos que están con la barbita, ya sabes por lo de su condición bisexual, que algunas veces parece que estoy hablando con una amiga más que con un hombre. Le he contado también mis relaciones sexuales con los socios del club, casi siempre en compañía de mis tíos y de momento eso lo acepta sin problemas.
Yo asentí y le hice un gesto para que siguiera desgranando más detalles sobre él.
-Otra cosa eres tú, contigo sí muestra un poco de impaciencia y preocupación, porque sabe que si tú me dices que quieres seguir conmigo, él no tiene nada que hacer. Imagino que también querrás saber cómo funciona en la cama. Ahí funciona muy bien aunque hay un pero y es que cuando se corre ya no hay manera que se recupere, al menos hasta casi dos horas después, por lo que tiene que procurar todo lo posible en no hacerlo precozmente.
-¿Y cómo es eso que funciona muy bien?
-Tiene un pene algo más grande de lo normal, yo diría que es muy hermoso y lo sabe usar con bastante provecho, al menos a mí me ha sacado muchos orgasmos. También funciona estupendamente en el sexo oral y en el otro... bueno en el anal.
Entonces se me quedó mirando con cierta preocupación esperando mi opinión sobre todo eso. Pero de momento no le iba a decir nada más porque teníamos que acudir a la cena.
-Anda, vámonos a cenar, que luego te voy a dar anal yo a ti. -Le dije con una sonrisa incorporándome de la cama para vestirme, haciendo ella lo mismo.
Esa noche nos dedicamos a pasarlo bien, así que dejamos para el día siguiente la continuación de la charla que habíamos mantenido la tarde anterior, pero primero quiso que le contara todo lo que había hecho yo durante esas tres últimas semanas y se lo conté todo o casi todo porque en ningún momento quise mencionarle los polvos que eché con Tali y Toñi, tal como les prometí a ellas.
-Desde luego es que no paras Rigo, -me dijo en un tono de reprimenda y conformidad ante algo que ya no podía controlar, al contrario que ella que prácticamente había seguido el guión que yo le había marcado-, a ver si pasan pronto las dos semanas que te quedan aquí y puedas descansar cuando regreses con tu familia.
-No creas, que a lo mejor me viene hasta bien.
-Claro cielo, bueno pues ya nos hemos puesto al día de todo lo que hemos hecho en estas tres semanas.
Entonces los dos guardamos silencio durante unos segundos, aunque sabía que era yo el que debería tomar la palabra.
-Verás Pilar, como bien dices estoy un poco desmadrado con el sexo, seguro que dentro de poco se me pasará, quizás cuando comience el siguiente curso en la universidad ya no tenga tiempo para todo eso, además mi hermana se incorpora a su primer curso y compartirá conmigo el piso que mi padre alquiló para mí.
Ella asentía esperando que me decidiera ya a darle mi opinión sobre lo más importante que íbamos a tratar ese día.
-Pilar tú acabas de encontrar a un hombre que te puede hacer muy feliz de aquí en adelante, me lo describiste ayer como una gran persona después de haber intimado más con él en estas últimas semanas. Yo creo que puede ser el hombre que ahora necesitas para lograr la estabilidad emocional que tanta falta te hace. Si esta vez cuidas la relación, Gonzalo podría ocupar el puesto que yo pensaba tener a tu lado para siempre.
Su rostro se tornó ahora con un velo de máxima frustración. Estaba claro que eso no era lo que ella quería oír de mí.
-Pero yo pensaba que nosotros podríamos tener una última oportunidad todavía, Rigo. Te he dicho muchas veces que ya no te merecía, pero en el fondo de mi ser llevo dos meses agarrándome a un halo de esperanza que nos vuelva a unir.
-Lo sé Pilar, también sé que en todo ese tiempo te he dejado muy claro que ya solo te puedo brindar mi amistad y te la voy a seguir ofreciendo toda la vida, pero no puedo establecer una nueva relación contigo, no quiero volver a pasar por lo que he pasado en dos ocasiones, soy muy joven y necesito seguir aprendiendo de la vida sin más compromisos hasta que termine mis estudios y me pueda establecer por mi cuenta.
-Veo que estás muy seguro de lo que dices y yo me quisiera morir ahora mismo Rigo, te lo juro mi amor, pero voy a luchar por salir adelante con la ayuda de mi psicóloga, la de mi familia y no sé si con la de Gonzalo también. Ahora me voy a ir a mi habitación para meditar sobre todo ésto, luego nos vemos en la comida.
Entonces se acercó a mí para darme un beso en la mejilla y marcharse de la zona de la piscina donde nos encontrábamos. Pues si ella estaba echa polvo con lo que le acababa de decir, yo también lo estaba y lloré como un gilipollas mientras intentaba hacer ejercicios de respiración, porque me estaba ahogando con el nudo que tenía en la garganta. Un rato más tarde me serví un ron-cola casi sin cola y me lo bebí en tres buches, buscando una relajación que no encontraba con el manojo de nervios que dominaba mi cuerpo.
Luego pensé que al menos lo que le tenía que decir ya estaba dicho y no podía dar marcha atrás. Ahora solo deseaba que Pilar reaccionara bien, que su relación con el arquitecto se afianzara debidamente y que dejara de afectarme la desconexión total con ella, que ya estaba empezando a surtir efecto en mí.
Poco a poco me fui tranquilizando, seguro que con la ayuda del alcohol que me acababa de beber y la poca costumbre que tenía de hacerlo. Entonces me eché en una de las hamacas-camas de la piscina quedándome amodorrado de inmediato.
Toñi fue la que me espabiló más tarde cuando me avisó que la comida estaba a punto para ser servida. Cuando me senté en la mesa me di cuenta que solo estaba mi cubierto.
-¿Y Pilar no viene a comer conmigo? -le pregunté a Toñi.
-Ha pedido que le subamos la comida a su habitación. -Me dijo por toda respuesta.
Comí poco y con bastante desgana, marchándome también a mi habitación sin terminar el primer plato de arroz caldoso, cuando siempre me comía dos. Allí me encontró Pilar dos horas más tarde mientras intentaba repasar unos textos del curso. Venía muy seria aunque bastante relajada y tan preciosa como siempre.
-Perdona la escena que te he montado en el cenador, cielo. No sé qué me ha pasado cuando en realidad me has dicho lo que esperaba que me dijeras. Te quiero agradecer también la amistad y el buen trato que me has ofrecido desde que nos hicimos amigos.
-Ven, siéntate a mi lado, -le dije dando unos golpecitos a mi costado y ella me obedeció de inmediato, entonces le cogí la mano para entrelazar sus dedos con los míos-, me tendrás siempre a tu lado cada vez que me necesites para lo que sea.
-Gonzalo tiene interés en conocerte y quisiera presentártelo para que tú también lo conozcas, a ver si con el tiempo os hacéis amigos vosotros dos, porque eso me encantaría Rigo.
-Claro mujer, eso estaría muy bien. Bueno ¿Qué hacemos ahora? Sabes que estamos invitados para ir a la velada del club de Malory y Colin.
-Si quieres vamos, pero no me apetece estar esta noche con gente casi desconocida para mí.
-¿Prefieres que estemos solos esta noche? También podemos llamar a Thomas y Daisy, ellos disfrutan más en un privado con nosotros que yendo a la velada con todos los demás.
-No sé, me parece una buena idea, lo dejo en tus manos.
Los llamé antes que fuese más tarde y enseguida aceptaron nuestra propuesta, quedando que seríamos nosotros los que acudiríamos a su casa. Siempre era un placer disfrutar del cuerpazo de Daisy y tampoco veía bien que nosotros quedásemos toda la noche a solas, me parecía que ya no era muy correcto hacerlo después de lo que habíamos hablado esa mañana. Teníamos que empezar a respetar nuestra nueva situación, aunque nadie nos iba a librar de la siguiente noche del domingo.
Pilar aprovechó para pedirles a nuestros amigos más detalles sobre la historia que me contaron sobre el ex de Daisy, respondiendo ellos a todas esas preguntas dándole incluso más información que la pedida. Al final Thomas se dirigió a mí.
-Rigo, tal como te prometimos le hemos hablado a ellos de ti por si te aceptaban en una de nuestras quedadas y se lo van a pensar antes de darnos una respuesta.
-Sabéis que solo le quedan las dos próximas semanas antes de regresar, ¿Verdad? -Les dijo Pilar.
-Sí, una pena, la de gente de aquí que te van a echar de menos, -le respondió Daisy-, nosotros los primeros.
Después nos dedicamos a lo que había que dedicarse esa noche los cuatro. Thomas estuvo muy activo conmigo esa noche, seguramente porque hombres solo estábamos los dos.
-¿Te gusta la polla de Rigo? -Le preguntó Pilar en un momento en que se la repartían entre los dos y Daisy estaba sentada a horcajadas sobre mi boca mientras yo le comía el coño.
-Pues claro, cómo que es la mejor con diferencia de todas las que hay por aquí y si no, que te lo diga Daisy. -Pero ella no estaba en esos momentos para entrar en una charla filosófica sobre las comparativas de mi falo, por lo que siguió gimiendo sin hacer caso de la confirmación que le pedía su marido.
-¿Tú has tenido alguna vez sexo con un hombre a solas? -Le volvió a preguntar Pilar.
-Solo tres o cuatro veces, pero prefiero hacerlo en compañía de mi esposa.
-¿Y al ex de Daisy también lo disfrutas? -Ahora le preguntaba con una sonrisa picarona.
-Yo a él sí, pero él a mí casi nada, salvo que de vez en cuando me da por detrás.
Con esa respuesta ella tomó buena nota y ya no le hizo más preguntas.
La velada se prolongó bastante y terminamos tan cansados que allí mismo nos dimos una ducha y nos quedamos a dormir en una de sus habitaciones de invitado. El desayuno lo hicimos también en la casa de ellos, todo de mucha calidad, pero me seguían gustando más los que me preparaba Tali. Allí nos despedimos quedando Thomas en avisarme en cuanto supiera la respuesta definitiva del ex de Daisy.
El domingo nos quedamos en casa disfrutando de la piscina hasta la hora de la comida y luego nos fuimos a mi dormitorio a pasar la tarde, cenar luego y volver para pasar nuestra última noche juntos.
Estuvimos esas últimas 24 horas muy cariñosos sin comentar en ningún momento que nos estábamos despidiendo, ninguno de los dos se atrevió a mencionarlo, como si actuando así nunca llegaría el momento de la despedida, pero inexorablemente llegó el lunes por la mañana con la fuerza de un martillo pilón, advirtiéndonos que nuestro tiempo se había acabado.
Aunque para mí era demasiado temprano, me levanté para desayunar con ella antes de despedirnos con un fuerte abrazo y unas falsas sonrisas pintadas en nuestras caras, hasta que el vehículo llevado por Toñi se perdió al tomar la calle.
Acababa de concluir una etapa muy importante de mi corta pero intensa vida. Me quedé un rato allí parado por si ese vehículo todavía pudiera regresar, pero no lo hizo y como un autómata regresé al interior de la casa sentándome en el salón sin saber qué hacer y sin querer pensar en nada porque todos mis pensamientos acabarían en un único destino.
¿Y si la llamaba para decirle que haría un esfuerzo dándole una nueva oportunidad? Igual era ella la que ahora no querría nuevas oportunidades.
En esas estaba cuando Tali me avisó que Toñi me estaba esperando en el coche para llevarme al curso de perfeccionamiento de inglés, así que cogí la mochila y me dispuse a comenzar mi penúltima semana en la urbe. Todo estaba hablado y decidido, no había vuelta atrás, Pilar volaba hacia los brazos de Gonzalo y yo también me alzaba con nuevos vuelos hacia una aventura aún desconocida para mí, pero que comenzaba con verdaderas ganas de conocerla.