Vivo de las mujeres decentes-libro 2 (Capítulo 1)
Pilar le cuenta a Rigo cómo fueron sus infidelidades y éste se va dos meses a Londres para un curso.
Tengo varios capítulos escritos de la segunda parte por lo que me voy a adelantar, así no os hago esperar tanto tiempo.
Espero que lo disfrutéis, al menos como en la primera parte.
Abrazos.
Vivo de las mujeres decentes - Libro 2
Capítulo 1
Efectivamente, mi padre aún no había elegido mi alojamiento cuando lo llamé aquel miércoles por la mañana, porque todavía estaba barajando varias opciones. Cuando le dije que no eligiera ninguna porque unos amigos me ofrecían su casa en Londres, casi no se lo podía creer, pero me pidió que les diera las gracias y quedamos en vernos al día siguiente, tal como tenía previsto, si bien, le adelanté que Pilar y yo lo habíamos dejado, para que luego no les pillara de improviso.
Después llamé a Adela para confirmarle que no había ningún problema para poder alojarme en su casa de Londres. Ella me comentó que lo había hablado con Samuel y que éste le había aconsejado que me acompañara en el primer viaje, así sería ella la que me mostraría la casa y me presentaría al personal de servicio, además que debía quedarse unos días conmigo mientras yo me adaptaba. Todo eso lo hablamos con el manos libre, de forma que Julia intervenía también en la conversación con su hermana.
-Oye, tengo que hablarlo con Rafael, a ver si me da permiso para ir con vosotros.
-Te advierto guarrilla que Samuel estará allí el martes y el miércoles.
-Vale, se lo diré también a Rafael, a ver que le parece. Igual también se apunta, más aún después de la mamada que le hizo Rigo esta noche.
-¿Quéee...? ¿De verdad?
-Que te lo diga él.
-Que sí mujer, tampoco tiene tanta importancia, algún día tenía que hacerlo, no pasa nada.
-Joder, cuando se lo diga a Samuel, va a estar empalmado tres días seguidos.
Más tarde le pedí los datos del vuelo a mi padre y se lo trasladé a Julia para que pudiera hacer las gestiones.
Después del almuerzo, Julia me acercó a mi piso despidiéndonos hasta el lunes que nos veríamos en el aeropuerto los tres.
Estaba muy preocupado por no tener ninguna noticia de Pilar, sobre todo porque lo último que sabía de ella era que estaba echa polvo durmiendo en casa de sus tíos, con la ayuda de unos fármacos que le tuvo que dar José Luis.
Estaba arreglando mi maleta para irme a mi casa al día siguiente, cuando alguien pulsó el timbre de la puerta. ¿Sería ella? Quien iba a ser si no.
.../...
Ese miércoles era mi última oportunidad para hablar con Rigo, antes de que se marchase a Londres como me confirmó mi tía.
El domingo anterior fue el peor día de mi vida, porque si malo era el día que nos descubrió en el piso cuando iba a follar con León, lo peor estaba por llegar cuando me dijo que no iba a comer a casa de mis tíos. Sabía que algo pasaba por su cabeza cuando me insistía en el permiso de León para irse a follar conmigo y con Andrés. La clave para él era conocer quien le había facilitado ese permiso y al parecer lo averiguó llamando a alguien desde el cenador del jardín, porque allí lo había visto Francisco, según me dijo más tarde cuando lo interrogué.
Fue un error garrafal, sabía que era muy arriesgado lo que hice, teniendo en cuenta además que el día anterior habíamos estado follando toda la tarde en el hotel que siempre utilizábamos, después de verme obligada a despedirlo.
En un intento por evitar lo que ocurrió, reuní todas mis fuerzas para pedirle que nos fuésemos de allí, que yo fingiría encontrarme mal, pero él mismo me disuadió diciéndome que tampoco era seguro que me iba a follar, claro que él no sabía que León me lo había dicho cuando se acercó la primera vez con la bandeja de bebidas, que hiciera todo lo posible para que pudiera follarme esa noche.
Me tenía que haber aguantado las ganas de volver a estar con León, pero es que no tenía fuerzas para negarle ese polvo si él me lo ordenaba, porque en su presencia me convertía en una tonta sumisa. Hasta se lo avisé a Rigo para que tomara cartas en el asunto, pero se fue a cumplir unos de sus caprichos o fantasías como él decía con las dos hermanas, dejándome a solas con Andrés.
Con éste que era nuestro anfitrión, no tuve problemas para convencerlo de que se trajera a León con nosotros y que quería más intimidad para dedicarme a ellos dos, dándole así la posibilidad a León de resarcirse con Rigo, después de hacerle tragar su semen cuando terminó de follarse a Isabel.
No quiero dejarme nada en el tintero. Mis infidelidades con León, no se detuvieron cuando lo despedí, todo lo contrario, lo incrementamos hasta límites que ni yo misma me podía creer. Llegué incluso a pasar dos noches completas con él. Hicimos el paripé de los mensajes para que Rigo pensara que no le escondía nada. Pero como tampoco parecía importarle demasiado, acordamos subir el tono de los mensajes y que además intercalara una foto de su miembro, hasta que conseguí que lo bloqueara, por supuesto tenía otro móvil por donde nos citábamos en el hotel, un día tras otro, poniéndome en verdaderos apuros porque al menos un día de la semana lo hacía con mi novio, haciendo que más de una vez coincidieran los dos en follarme el mismo día.
Últimamente León me decía que el fin de semana era muy largo y que no aguantaba estar tanto tiempo sin follarme, pero yo no podía hacerlo porque no tenía ningún argumento para alejarme de Rigo en esos días.
Sabía que me iba a pillar nuevamente y eso fue lo que ocurrió. ¿Cómo lo averiguó? No lo sé, pero el puñetero es muy listo y se lo sacó a alguien del grupo. Podía haber sido Juan, porque él estaba delante cuando Andrés le pidió a León que se viniera con nosotros arriba y que ya había hablado con Samuel, para que le echara una mano a Juan cuando fuese necesario. Podía haber sido Samuel, el propio Andrés o cualquiera que hubiese hablado con Juan o Samuel. Por supuesto el único que sabía que yo lo había pedido era Andrés, pero tampoco necesitaba conocer ese detalle para descubrirme y tomar la decisión de dejarme.
El domingo cuando cerró la puerta de la casa dejándome para siempre, el mundo se me vino encima, me quería morir, no tenía consuelo, Dolores resolvió por iniciativa propia, llamar a mi tía Cristina que vino en mi ayuda a los pocos minutos. Luego me llevó a su casa para tenerme más controlada y allí mi tío me dio unos tranquilizantes que me hicieron dormir hasta el lunes por la mañana.
Ese mismo lunes conseguí irme a trabajar, volcándome en mis tareas todo el día. Por la tarde ya me estaba llamando León como siempre al nuevo móvil, al que haciendo un gran esfuerzo metí directamente en el lavabo lleno de agua, para luego arrojarlo a la basura, pidiéndole a mi secretaria que diera de baja el número de teléfono.
Luego llamé a mi psicóloga para acordar el horario de las sesiones y me quedé a dormir en el piso de la plaza. Allí iba a vivir de momento hasta que me recuperara de nuestra separación, si algún día lo hacía. A Marta le tuve que decir que nos habíamos separado porque no dejaba de preguntarme por él, sobre todo en la preparación de las comidas, ahí siempre quería saber si el señorito Rigo iba a comer también. Al parecer no le gustó mucho conocer esa noticia, por lo que imaginé que era otra más que había caído en las redes de mi novio y es que él las enamora a todas, sobre todo a mí que no dejo de llorar su ausencia cada vez que lo tengo presente, que son muchas veces al cabo del día.
¿Y con León que era lo que yo tenía? Sumisión, eso era todo. El día que lo despedí me ordenó, sí me ordenó, que me comprara otro móvil para quedar conmigo cada vez que él quisiera y no supe negarme, haciéndole caso y en pocos días ya estábamos eligiendo cual iba a ser nuestra ubicación de ahí en adelante para que él me follara cuando se le antojara. Elegimos la habitación de un hotel próximo a su casa y a la mía, que quedó reservada permanentemente para nosotros dos. Por lo que no tendríamos problemas en nuestros desplazamientos, que serían muy cortos en cualquier lugar, sobre todo si me encontraba en la oficina o en el piso de la plaza, así, como si él se encontrara en su casa.
El trato con Rigo era el propio de una pareja que está enamorada, sin el más mínimo desencuentro, todo era paz y felicidad, abrazos, besos, muestras de cariño y el mejor sexo del mundo, porque mi novio siempre tenía un plus extra cada vez que hacíamos el amor, que me elevaba a unos niveles en mis orgasmos, donde nadie jamás me había llevado, ni creo que nadie más lo haga.
León también conseguía de mí unos buenísimos orgasmos, pero nada que ver con los que me sacaba mi novio, era otra cosa, él se basaba en mantener un claro dominio sobre mí. Cada vez que terminábamos un encuentro me humillaba, después de haberme dicho toda una serie de obscenidades mientras me follaba. También me hacía decirle que era su puta, que me diera fuerte por el culo, que era una guarra y que Rigo era mi mantenido, que si no fuera por mi dinero él no estaría conmigo, en fin que todas las barbaridades que me exigía, yo las cumplía sin rechistar buscando que al final me diera la oportunidad de correrme. Tampoco le hacía ascos al dinero que yo le daba de continuo y que no era poco.
En definitiva que era una relación que cada día se estaba volviendo más tóxica, pero que sin ayuda psicológica no podría pararla. Por eso he vuelto a contactar con la doctora que me llevó súper bien la recuperación después del divorcio.
También necesitaba hablar con Rigo, tenía que decirle todo lo que hice con León, no pensaba ocultarle nada y luego le pediría perdón por todo lo que le hice, pero no intentaría convencerle que volviera conmigo, porque él no se merecía una mujer como yo, eso también lo tenía claro.
Yo sola tiré por la borda la oportunidad de tener a mi lado al mejor hombre que jamás podría soñar. Sabía que nuestra separación se haría inevitable, porque la situación con León era insostenible y a pesar de todo yo seguía sin hacer nada por cambiarla, hasta me parecía que en el fondo necesitaba que me descubriera de una vez, porque Rigo no se merecía lo que le estaba haciendo.
También se lo confesé todo a mis tíos José Luis y Cristina que no daban crédito a mis palabras, pero cuando les dije que necesitaba ayuda, no dudaron en ofrecérmela tal como yo esperaba.
Mi tío José Luis no se andó con chiquitas conmigo. Lo primero que hizo fue hacerme cancelar la reserva permanente de la habitación de ese hotel donde nos acostábamos León y yo. Luego me pidió el teléfono y el domicilio de él, a pesar que le dije que ya me había deshecho del celular por el que me comunicaba con mi ex-jardinero.
Le pareció bien que hubiese contactado con mi psicóloga nuevamente y por último me dijo que me iba a hacer vigilar durante un tiempo, para asegurarse que no volvería a reincidir.
Él tiene un carácter bonachón y es el mejor amigo de sus amigos, pero cuando se le ahúma el pescado puede llegar a ser temible, quizás en ese aspecto se parezca a su padre, mi insufrible abuelo.
Como contrapunto a sus momentos de ofuscación está mi tía Cristina, pues ella siempre permanece en su buen carácter habitual, sabiendo contenerle para que no se pase demasiado en sus enfados. Ella me aconsejó que me olvidara por el momento de Rigo, al menos hasta que volviera de Londres y que le hiciera caso a José Luis, no volviendo a contactar nunca jamás con León que era una muy mala influencia para mí.
Ese miércoles por la mañana, dejé varias publicidades en el buzón de mi novio que cogí de las que había en otros portales. Luego volví por la tarde pudiendo comprobar que ya no estaban, lo que significaba que él podría estar en el piso, así que me armé de valor y subí hasta ponerme delante de su puerta, donde estuve un par de minutos dudando si pulsar el botón del timbre o irme definitivamente.
Al final lo pulsé dos veces seguidas, deseando que él estuviera allí para confesarle todo lo que ignoraba.
Segundos después oí sus pasos acercarse a la puerta y ésta se abrió haciéndome dar un repullo como si no lo esperara.
-Hola Rigo, ¿Puedo pasar?
-Pilar, estoy haciendo la maleta para irme mañana a mi casa y estoy muy ocupado, así que será mejor que me llames otro día para ver si podemos quedar.
Parecía que no le había sorprendido mi presencia sin aviso previo en su piso de estudiante, además que reaccionó bien, sin mostrar ningún tipo de nervios.
-No vengo a pedirte una reconciliación Rigo, solo quiero contarte toda la verdad de lo que he hecho últimamente, tienes derecho a saberlo.
Entonces se echó a un lado dejándome pasar al interior de su piso, para dirigirnos los dos al salón.
-Debes ser breve porque ya te he dicho que tengo muchas cosas que hacer, -me dijo mirándome fijamente a la cara, sin mostrar ningún signo de enfado, pero sí de decisión-, puedes empezar a hablar.
-Antes de nada quiero pedirte que no te enfades conmigo por lo que te voy a contar, porque lo que he hecho solo lo podría haber llevado a cabo una persona que no debía estar en sus cabales, una persona que necesita ayuda mental y esa soy yo.
Él me miraba pero no decía nada, más bien parecía que le estaba hablando a un desconocido que me hubiese encontrado en la calle, porque no mostraba ni el más mínimo interés en lo que le estaba diciendo.
-No sé cómo ocurrió Rigo, pero el caso es que nunca dejé de verme con león, ni después de que nos pillaras a punto de acostarnos en el piso...
Entonces le conté todo lo que antes he narrado, sin omitirle lo más mínimo, siendo su actitud exactamente la misma, es decir, que ni se inmutó en todo el relato. Tampoco se interesó porque le aclarara algo, ni puso mala cara cuando ponía en su conocimiento los peores pasajes de la historia.
-Está bien Pilar, espero que seas capaz de dejar definitivamente a ese bastardo de una vez, que tu psicóloga te haga olvidar esa inclinación que tienes hacia él y que te dejes ayudar también por tus tíos, que tanto te quieren. Por otro lado no hacía falta que me hubieses contado todo eso, ya que la relación se ha roto y no tenías ninguna obligación de hacerlo, pero lo aceptaré si eso entra también dentro de tu terapia de recuperación.
-Tenía que decírtelo Rigo, ahora me marcho, ya no te molestaré nunca más, tampoco te olvidaré y espero que algún día perdones mis infidelidades.
Me levanté muy nerviosa, todo lo contrario que él, que seguía presentando un rostro impenetrable, sin mostrar sentimiento alguno y sin decir nada más me acompañó hasta la puerta.
-Adiós Rigo, espero que todo te vaya bien de aquí en adelante. -Fue lo último que le dije.
-Adiós Pilar, cuídate.
Esperó allí de pie educadamente hasta que el ascensor comenzó a cerrar sus puertas, antes de desaparecer detrás de la de su piso.
Todo se lo quise presentar como si la persona que le fue infiel tantas veces fuera una loca de remate, pero más bien pareció que él lo entendía como si esa persona, o sea yo, era una hija de puta, al menos esa era la sensación que me dio.
Por supuesto tenía claro que lo había perdido para siempre, pero es que no cabía otro proceder por su parte, ya comenté que me lo tenía merecido, que me lo había ganado a pulso, pero me marchaba muy tranquila interiormente por haberle sido sincera al menos una vez en la vida, aunque también podría decirse que fui una egoísta porque sin tener en cuenta sus sentimientos, aquella confesión me había servido para quitarme un peso de encima, un peso muy grande por cierto.
.../...
No sé cómo tuve fuerzas para aguantarme y no saltar mascullando todas las maldiciones que se me venían a la cabeza, oyendo aquellas perversidades que me contaba la infiel de mi ex-novia, pero sobre todo lo gilipollas que me sentía cuando recordaba cómo ese último viernes me preocupaba porque condujera tan tarde y tan cansada, intentando llegar ese mismo día para estar conmigo todo el fin de semana, incluso que le reñí porque se tenía que haber quedado a pasar la noche en un hotel antes de conducir en esas condiciones. Claro en un hotel con el cabrón de León follándola desde que comieron al medio día.
¿Terapia con una psicóloga? La mejor terapia era que se quedase con el mierda de su ex-jardinero para siempre. Me cago en la leche puta...
Estuve a punto de darle un puntapié al butacón del salón, por lo que antes de seguir rumiando gilipolleces una detrás de otra, decidí irme a andar 400 kilómetros de ida y otros de vuelta, a ver si se me pasaba el cabreo.
Esa noche dormí poco y mal, pues no dejaba de darle vueltas a todo lo que me contó Pilar, intentando evitar el más leve remordimiento por la indiferencia que le mostré, como si todo lo que me contaba me importara un carajo. Pero bueno, yo ya no la quería y me estaba olvidando de ella ¿Verdad?.
Lo importante era que en unas horas vería de nuevo a mis padres, mi hermana, comería el domingo con Pedro y su novia, quizás viera a Lili y por último el lunes me iba a Londres, acompañado por esas dos hermanas que me la ponían dura nada más verlas juntas, ¿Se podía pedir más?
Todo eso ocurrió, salvo que no vi a Lili porque estaba de viaje con su marido jubilado, con la de cosas que tenía que contarle... en fin, quizás la próxima vez me desquitaría con ella.
Mi padre me llevó el lunes a la terminal de salida del aeropuerto, sin llegar a aparcar siquiera, porque llegaba tarde a una reunión de trabajo. Allí me encontré con las dos hermanas que se reían por el cabreo que había cogido Rita por no poder acompañarnos. Adela se llevaba a Tali, una de sus dos empleadas del hogar para que echara una mano a Toñi, no solo los días que estarían ellas y Samuel que llegaría al día siguiente, sino que la chica no tenía fecha de regreso, porque al parecer y según me comentaron, parecía que aquello iba a ser un carrusel de gentes que querían pasar unos días conmigo. El inglés no sabía si lo iba a perfeccionar, pero el arte de follar lo iba a mejorar ostensiblemente en esos dos meses.