Vivo de las mujeres decentes (Capítulo 22)
Rigo consigue aclarar lo ocurrido con Andrés y toma una clara decisión.
Capítulo 22
Andrés aceptó la llamada justo cuando iba a colgar pensando que no podría atenderla en esos momentos.
-¿Rigo? -me preguntó extrañado por mi llamada.
-Hola Andrés, solo te llamo para felicitaros por la magnífica velada que disfrutamos anoche.
-¡Ah! Eso... sí claro, ¿Os gustó?
-Muchísimo, a los dos nos encantó todo lo que preparasteis, tu casa es ideal para acoger este tipo de eventos.
-Sí, ¿Verdad? Te agradezco que te hayas molestado en llamarme para decírmelo.
-Faltaría más, sobre todo la organización, se veía que lo teníais muy bien preparado, porque todo estuvo perfecto.
-La verdad es que Isabel y yo le dedicamos muchas horas a prepararlo todo y no sabes lo que me alegro que seas el primero en reconocerlo.
-¡Ah! Y dile a Isabel que para mí fue un honor que me eligiera para el primer encuentro de la noche, lo pasé muy bien con ella y el amigo León.
-Pues dile lo mismo a Pilar, porque es una monería de chica y ya nos gustaría que vinieseis más a menudo a nuestros eventos, porque con ella lo paso muy bien.
-Ya, me ha dicho que es muy agradable estar contigo y que seguirá estando cada vez que se lo pidas. También quedó muy contenta con León al que le recomendé antes de irse contigo, después de ver cómo se involucró en el encuentro que tuvimos con Isabel.
-Hombre, tuve que pedirle a Samuel que no se encontraba muy bien para follar con nadie, que le echara una mano a Juan, pero es que no podía dejar de cumplir los deseos de Pilar de estar con éste chico. Al final yo también lo disfruté mucho, aunque con ella sí que se involucró como tú dices, -me dijo con unas risas-, hasta parecían dos tortolitos, no sabes lo bien que lo pasaron.
-Eso me ha dicho, a ver si en otro evento pueden volver a estar juntos, no sabes como disfruto con que ella lo pase bien.
-De eso puedes estar seguro, porque hasta quedaron en llamarse para compartir sexo contigo, ¿No te lo ha comentado?
-Sí, claro, ya le he pedido que lo llame lo más pronto que pueda, que lo pasaremos muy bien los tres. Bueno Andrés, no te quiero entretener más, lo dicho, que os felicito a los dos por lo bien que estuvo el evento de anoche.
-Gracias Rigo, dale un beso de mi parte a Pilar.
-Gracias de su parte, lo mismo para Isabel. Chao.
-Adiós.
Ahora sí que tenía las cosas claras. Me daba un poco de vergüenza haberme comportado de esa manera con el bueno de Andrés, no sabía si volveríamos a contactar algún día, pero si así fuera le contaría la verdad de lo ocurrido con Pilar y su ex-jardinero.
Ahora tenía que dilucidar qué hacer. Tampoco parecía que me afectara tanto, solo sentía decepción por las mentiras que me contaba una y otra vez, pero sabía que desde que la descubrí en el piso no hacía muchos días, ya no sentía ese amor que le tuve hasta entonces, más bien, estaba intentando retomarlo de nuevo, pero sin demasiado éxito.
Volví a hacer una llamada, esta vez a mi padre para decirle que me parecía muy bien su propuesta del curso de inglés y que por tanto la aceptaba. Que lo preparara todo y que iría por casa a final de la semana para estar con ellos unos días antes de mi partida a Londres.
Entonces subí a nuestro dormitorio para hablar con ella, que se encontraba dándose unos últimos toques delante del espejo del cuarto de baño, antes de marcharnos a casa de sus tíos.
-¡Ah! Estás aquí, ya estoy terminando cielo.
-No te des prisa porque no voy a ir a comer a casa de tus tíos. -Le dije mientras me hacía con una maleta de viaje, donde metería las cosas que más me importaban.
-¿Quéee...? ¿Qué pasa Rigo?
-Pasa que ya no voy a permitir que me sigas engañando, regreso a mi vida de estudiante, estoy dispuesto a escuchar tu confesión antes de irme, pero una verdadera, no más mentiras.
-¿Pero de qué estás hablando? Qué es lo que he hecho ahora.
-Solo te voy a decir que León te folló anoche a petición tuya, aunque supongo que ya lo habríais convenido anteriormente entre los dos.
-No es verdad, eso es mentira, ¿Quien te ha dicho eso?
-No voy a comentar nada más sobre este asunto. Está claro que tú tampoco, así que hasta aquí hemos llegado Pilar, lo siento pero me marcho. Luego pasaré por el piso para retirar el resto.
Seguía recogiendo mis cosas y metiéndolas en la maleta, aunque dejé más de lo que me llevaba, porque aquello era imposible, luego fui al escritorio para recoger mi mochila con las cosas de la universidad y bajé las escaleras para acceder a la calle.
-Está bien, se lo pedí yo a Andrés, -casi me gritó desde lo alto de la escalera-, no te vayas, te lo explicaré todo.
Pero no tenía ganas de explicaciones, así que finalicé de bajar los escalones y tomé el camino de la puerta de entrada a la finca con grandes zancadas. No estaba molesto pero no quería que ella me alcanzase antes de salir a la calle, pero lo consiguió justo cuando agarraba ya la manilla de la puerta.
-Espera, espera Rigo, deberíamos hablarlo al menos ¿No?
Entonces me giré para mirarla fija a los ojos con determinación.
-¿Qué más mentiras me vas a contar ahora? ¿Que ya te has arrepentido otra vez?
-No Rigo, no sé que es lo que me pasa con León, pero sin yo quererlo ni necesitarlo, no soy capaz de desengancharme de tener sexo con él. Te juro que solo es sexo, ya he hablado con mi psicóloga y ésta semana comienzo la terapia, necesito ayuda Rigo, necesito tu ayuda, ahora más que nunca.
-No Pilar, necesitas a León todos los días en tu cama, eso es lo que necesitas, lo siento, me marcho.
Agarré de nuevo el pomo de la puerta y me deslicé fuera con la maleta y la mochila. Dejándola allí llorando mientras se retorcía las manos y mirándome como si me quisiera retener en su retina para siempre.
Debo confesar que se me hizo un nudo en el estómago al ver su desesperación, pero esa era una relación que se estaba volviendo muy dañina para mí y no tenía más remedio que dejarla y tirar para adelante como fuera. Doscientos metros más allá me paré para pedir un taxi y marcharme a mi piso de estudiante. Quien me lo iba a decir a mí que después de no usarlo en todo el curso, lo haría en los dos últimos días.
Cuando llegué le tuve que pagar al taxista con la tarjeta que me dio Pilar, porque no tenía ni un céntimo en los bolsillos, pero eso lo arreglé más tarde, dejándola en el piso de la plaza en el cajón de su mesita de noche, cuando fui a retirar mis cosas de allí.
Pensé que me iba a estar llamando toda la tarde, pero no lo hizo y confieso que la echaba muchísimo de menos, ¿Porqué tuvo que pasarme eso a mí? ¡Me cachis! Estaba muy cabreado con mi mala suerte. Entonces me eché en el sofá intentando dejar mi mente en blanco, más tarde me di cuenta por la hambre que tenía que ni siquiera había almorzado y eran ya más de las siete de la tarde, así que bajé a la hamburguesería que tenía más cerca para reponer mis fuerzas. Luego subí al piso, donde no tuve más remedio que hacer un poco de limpieza y cambiar las sábanas de la cama.
Antes de acostarme a dormir intenté repasar un poco las asignaturas que me faltaban por examinarme, pero era totalmente incapaz de centrarme en lo más mínimo.
Serían las diez de la noche cuando recibí la primera llamada de todo el día.
-Hola Cristina, -saludé a la tía de Pilar.
-Hola cielo, ya nos ha contado mi sobrina lo que ha pasado, ¿Cómo estás tú?
-Mira Cristina, creo que estoy en uno de los peores momentos que me va a tocar pasar en esta vida, pero tendré que tirar para adelante, soy muy joven y creo que me merezco tener más oportunidades.
-Claro que sí, Pilar está aquí en la casa durmiendo en la habitación de invitados. José Luis le ha tenido que dar un tranquilizante para dormir, porque la pobre estaba fatal de los nervios y no paraba de llorar. Nosotros estamos deshechos Rigo, no nos esperábamos ésto ni de lejos.
-Ya... no sé qué es lo que os ha contado ella, pero esta vez no hay marcha atrás Cristina, esta vez no.
-Por supuesto cariño. Ahora lo importante es que podáis seguir cada uno con vuestra vida y si alguna vez, más adelante, vuestros caminos se vuelven a cruzar, que sea en la mejor armonía posible.
La pobre no decaía en sus pretensiones y me estaba buscando una arreglo con ella a medio plazo, pero tampoco se lo iba a reprochar, era su tía y velaba por el mejor bienestar de su sobrina.
-Eso espero Cristina, que podamos retomar nuestra nueva vida.
-Rigo ¿Al final vas a ir a Londres?
-Sí, ya lo he hablado con mi padre y mañana se encargará de prepararlo todo para que pueda marcharme el lunes de la semana siguiente, creo.
-Bueno, pues solo nos queda desearte la mejor de las suertes de aquí en adelante y que si necesitas algo de nosotros, que sepas que contarás siempre con nuestra disposición y nuestro cariño... -en esos momentos la oí sollozar como si se estuviera alejando-. Rigo soy José Luis, es que Cristina se ha emocionado y no ha podido seguir hablándote, pero antes de despedirnos, quiero que sepas que te queremos mucho y que te vamos a echar de menos. Y ahora adiós, porque yo tampoco puedo seguir...
-Hasta siempre José Luis. Yo también os quiero. -Terminé de decirle antes de cortar la llamada.
Me hubiera hecho una valeriana para dormir, pero en el piso no tenía nada que se pudiera llevar a la boca.
Sin apenas dormir el lunes sin embargo hice un buen examen, por ese lado me quedé tranquilo, pero por el otro seguía hecho polvo. A mis amigos les conté lógicamente lo que pasó y todos se quedaron pasmados, porque no se podían creer que Pilar volviera a reincidir de nuevo en lo mismo.
Mavi procuró acompañarme como otros días en el metro, bajándose en mi parada para ayudarme en las compras del supermercado y arreglar un poco el piso, pero lo más importante, para hacerme compañía esa tarde. También me acompañó a cenar al chino, donde me dijo que dormiría en mi piso en el sofá para que no me quedara solo esa noche también. Cuando nos disponíamos a dormir se lo propuse.
-Mavi, el sofá éste es muy incómodo para dormir, duerme conmigo, no te preocupes que no va a pasar nada.
No sé cómo, pero de madrugada nos encontrábamos incumpliendo el trato que nos habíamos propuesto, el tiempo que duraron mis cuatro corridas y no sé cuantas de ella. Luego continuamos durmiendo hasta que la alarma nos despertó. Curiosamente me levanté con el sentimiento de haberle puesto los cuernos a mi novia, pero ya no tenía novia.
Los dos nos arreglamos, desayunamos juntos en la cocina y nos marchamos a la universidad donde nos esperaba el último examen del segundo curso.
-Rigo, esta noche me has hecho muy feliz, todo el curso esperándolo y da la casualidad que al final lo hacemos el último día, -Me dijo dándome un apretón en la mano-, quisiera que pensaras en lo nuestro, cuando puedas claro.
-Mavi, lo que ha pasado esta noche ha sido estupendo y te doy las gracias por ayudarme a pasar este mal trago, pero en estos momentos no puedo pensar en otra relación, -ahora fui yo el que me acerqué a su boca para darle un pico, sin importarme que íbamos en el metro abarrotado de gente y muchos compañeros de la universidad-, Eres una buena persona, me atraes mucho, pero no quiero que pienses que hay algo nuestro.
-Claro, no tenemos nada entre nosotros, ya lo sé, pero piensa de vez en cuando en mí, es lo único que te pido.
-Y tú no te cortes este verano y a ver si encuentras el hombre de tu vida, que con lo guapa y atractiva que eres, con un chasquido de tus dedos vas a tener a doscientos a tu alrededor con la baba caída. -Le respondí con una gran sonrisa y otro pico.
El examen lo pasé sin problemas y todos nos fuimos a comer juntos para despedirnos hasta el curso siguiente. A Pedro le dije que a ver si quedábamos el domingo para ir a comer con su novia, que apenas la conocía.
A la vuelta, Mavi me dijo que no se podía quedar esa tarde conmigo porque tenía el billete sacado para el autobús que la llevaría a su pueblo, cosa que en el fondo agradecí pues no quería volver a las disculpas por haber follado con ella otra vez. La verdad es que aquello fue una desbandada, porque el único que no volvió esa tarde a su casa fui yo.
Después de darme una ducha, me fui al salón para hablar más tranquilo con Julia.
-Hola Guapísimo, ¿Qué tal tu último día de universidad?
Joder, yo creía que lo que ocurría en mi vida no era para nada importante a los demás, pero que estuviesen tan atentos a mis cuitas, le daba un plus de subidón a mi ego.
-Hola Julia, tú sí que eres guapísima, pues mira, hoy he terminado mi último examen y creo que todo ha ido bien, gracias por preocuparte de mí.
-Claro tonto, ¿Cómo no me voy a preocupar por ti? Anda, ¿Qué me ibas a decir?
-Verás Julia, me gustaría decírtelo en persona tomando algo, pero te adelanto que mañana no voy a poder ir a tu casa con Pilar. Vamos que ya no estoy con Pilar.
-¿Quéee...? ¿Donde estás? ¿Puedes venir a casa ahora?...
-Para, para que me estás poniendo más nervioso de lo que ya estaba. Sí, estoy en mi piso de estudiante y hasta el jueves no me marcho, me acerco a tu casa si quieres pues no tengo nada que hacer.
-Te espero, no te entretengas, mientras llamaré a Rita y a mi hermana por si quieren venir ellas también.
-De acuerdo, me visto porque estoy en pelotas después de la ducha, cojo un taxi y me voy para tu casa.
-Si llego a saber que estabas en pelotas me hubiera ido yo a la tuya. -Me respondió con una risilla antes de cortar la llamada.
Cuando llegué a su casa, Julia estaba sola con su sirvienta Lola trajinando por la casa, más que dos besos en las mejillas, me dio un fuerte abrazo muy demorado, pegando su pecho al mío de una forma casi impúdica porque no llevaba sujetador.
-Ay que te quiero, precioso mío, -me decía mientras me abrazaba con más fuerza y me daba un azote en el culo-, estás para comerte.
-Oye que yo no me junto con caníbales, -le dije siguiendo la broma-, que eso se pega y ya me están entrando ganas de comerte yo a ti.
-Anda, ven conmigo ¿Qué quieres tomar? -me llevaba de la mano hacia el sofá que daba al jardín donde a Juan se le veía liado con la piscina.
Lola ya se acercaba para conocer de primera mano lo que iba a tener que servir.
-Un cortado, -le pedí dirigiendo mi vista a ella, o mejor dicho, a sus tetas que ya os dije que eran espléndidas a pesar de que el uniforme las tapaba bastante, pero yo conocía muy bien lo que había allí debajo. Ella sonriendo asintió-, gracias Lola, ¡Ah! Me alegro verte de nuevo.
-Para mí un té rojo -le pidió su jefa, que solo era su amiga cuando compartía cama con ella, sobre todo si intervenía Juan ¿Su jardinero? Pues sí, otro jardinero que también la sabía meter en caliente.
-¿Y Rafael? -le pregunté al no verlo en la casa.
-Está de viaje y regresa hoy mismo, ya le he enviado un mensaje diciéndole lo que te ha ocurrido con Pilar. ¿Me cuentas lo que ha pasado entre vosotros?
Pero en ese momento llegaban a la vez Rita y Adela, que hicieron sonar sus claxon haciéndose notar, pues parecía que no querían perderse mi respuesta que ya no ofrecí a Julia.
Ambos nos pusimos de pie para verlas entrar en menos de un minuto al salón. Enseguida se vinieron las dos para mí a darme un abrazo cada una, dejando en un segundo lugar a Julia que sonreía no dando crédito a las preferencias de su hermana y su amiga.
-¿Pero qué ha pasado con vosotros? -Me decía Adela por todo saludo.
-Nos tienes que contar lo ocurrido, -reiteraba Rita con cara de preocupación.
Lola entraba con una bandeja para servirnos a Julia y a mí, interesándose al mismo tiempo por lo que iban a tomar las últimas en llegar. Así fue cómo me encontré rodeado por cuatro mujeres muy interesadas en lo que les iba a contar sobre nuestra separación. Por fin tomamos asiento los cuatro, mientras Lola se retiraba a la cocina jodida por no enterarse del último chisme.
-No os voy a contar porqué lo hemos dejado, solo os diré que lo decidimos el domingo, pero los motivos no os lo puedo contar, eso es cosa nuestra.
-¿Pero es definitiva vuestra ruptura? -intervino Julia.
-Sí, muy definitiva, para siempre diría yo.
-Pero es que se os veía tan enamorados... no me lo puedo creer. -Decía Rita que mantenía su expresión de preocupada.
-Es que lo estábamos, -intervine yo de nuevo-, pero últimamente no nos entendíamos muy bien, así que hemos convenido dejarlo.
-¿Ha sido de mutuo acuerdo? -me preguntó más directamente Adela.
-No puedo deciros nada más, de verdad, no insistáis por ahí.
En esos momentos volvía Lola, con cara adusta por estar perdiéndose todo lo que hablábamos mientras estaba en la cocina. Luego de servirles sus infusiones, se sacó una bayeta del bolsillo para sacarle el polvo al mueble del salón más cercano a nosotros. De allí no se movió más en todo el resto de nuestra charla, por lo que el mueble quedó limpio para los dos años venideros.
-¿Podremos seguir viéndote a ti en nuestras veladas?
-De momento no, porque me marcho dos meses a Londres el próximo lunes a perfeccionar mi inglés. Cuando regrese no creo que vuelva a esos eventos, sin pareja no tiene mucho sentido hacerlo.
-¿Pero es que no vamos a volver a verte?
-A mí me veréis cuando queráis, pero no en vuestras reuniones semanales, si no en momentos como éste o en otros más atrevidos si nos ponemos de acuerdo.
-Te vamos a echar mucho de menos Rigo, -me dijo Rita intentando mejorar su expresión con una mueca parecida a una sonrisa.
-Y yo a todos vosotros, bueno, a vosotras más claro. -Le respondí con una sonrisa de verdad.
-Con la ilusión que le hacía a Rafael la reunión de mañana, qué pena, pero sabemos que no estarás para venir a vernos.
Venir a vernos quería decir, venir a follarnos, pero no estaba bien que acudiera tan pronto a una sesión de sexo como aquella, ganas no me faltaban, bueno, ya veríamos a la vuelta.
-No claro, en estos momentos no estoy todavía preparado. Igual os llamo para que vayáis a verme a Londres.
-Yo me apunto, -dijo Adela de inmediato, haciéndose eco las otras dos al unísono con la misma respuesta.
-Habrá que ser discretos en la habitación de un hotel, porque con vosotras tres seguro que nos deportan para España por la mañana.
Los cuatro soltamos unas carcajadas algo nerviosas, porque tampoco era lo correcto, teniendo en cuenta lo mal que lo estaba pasando en esos momentos de reciente ruptura.
-Oye que nosotros tenemos casa allí, -me dijo Adela que me dejó con las patas colgando. Toda esta gente vivían en otro mundo muy distinto al mío, que tampoco era malo, pero nada que ver-, y si quieres te puedes quedar en la casa esos dos meses como nuestro invitado, a Samuel le encantaría tenerte allí también.
-No sé... mi padre es quien ha arreglado todo el asunto del curso en Londres. No tengo ni idea de donde me voy a alojar, aunque me imagino que será lo suficientemente cerca para no tener que perder mucho tiempo en llegar al curso todos los días.
-Pues llámalo y que te lo diga, luego me llamas a mí para arreglarlo todo y por que quede algo lejos no te preocupes que Toñi, nuestra empleada del hogar se mueve en coche por Londres mejor que un taxista.
-Que sepas que nos vamos a llegar para darte ánimos en tu curso de inglés, -me dijo Rita ya más relajada con su cara risueña de siempre y que tanto me gustaba.
No es que hubiese olvidado a Pilar, pero estas mujeres casadas y muy decentes, me estaban levantando los ánimos para poder seguir adelante en mi vida, una ayuda que la agradecía de veras en esos momentos.