Vivo de las mujeres decentes (Capítulo 21)
Rigo disfruta de una extraordinaria velada con sus amigos swingers, pero hay un problema con Pilar y León.
Capítulo 21
Curiosamente no estaba yo tan preocupado interiormente como creí que debería estar, así que pasamos de la entrada al salón acompañados por sus tíos que parecían más serios que nosotros mismos.
No sabía qué era lo que estaba pensando mi novia en esos momentos y quería llevarla a un aparte del salón para poder hablar con ella a solas, pero es que estaban casi todos los miembros del club que no cesaban de saludarnos, hasta que por fin me apartaron de ella quedando cada uno por su lado. Eran ya varias las ocasiones en las que tuve que eludir la bandeja con bebidas que nos ofrecía el miserable de León, del que no quería pensar que me estaba imponiendo su presencia intencionadamente, porque en realidad no lo veía más veces que las otras tres chicas y Juan, el marido de Lola que hacían lo mismo y de los que sí me suministraba de bebidas y viandas.
Fue mi novia la que se me volvió a acercar para cogerme de la mano y llevarme hacia la parte de atrás de la escalera, que partiendo del salón subía a las habitaciones de la casa, evitando así la interferencia de los demás en lo que me quería comentar.
-Estoy muy preocupada por la presencia de León y sobre todo por cómo te podría afectar a ti, -me decía muy seria-, yo no quiero tener ningún tipo de sexo con él, sabiendo que eso te va a molestar.
-¿Te ha dicho o insinuado algo?
-No lo sé, solo me mira con mucha insistencia y no dudo que va a querer follar conmigo esta noche.
-¿Qué podemos hacer entonces? -Le comenté porque los dos sabíamos que si nos quedábamos, ella no podría negarse a tener sexo con él, porque se armaría un escándalo.
-Todavía estamos a tiempo de marcharnos si quieres, bastaría con la excusa de que no me encuentro bien para irnos ahora mismo.
-Si es lo que tu deseas nos vamos, pero si a pesar del riesgo prefieres quedarte... también podríamos quedar con Isabel y Andrés la semana que viene para compensarles por nuestra partida.
-Bueno ya me he comprometido para estar esta noche con Rafael y José, Andrés también me ha comentado que tiene ganas de repetir conmigo, en fin, que no sé que responderte.
-¿Y con él, qué pasa si al final te folla?
-No tengo ningún problema en hacerlo dentro de esta velada, solo estoy preocupada por tu posible reacción.
-Vale, pues nos quedamos, si te folla esta noche no me voy a enfadar, te lo juro. Vámonos ya con los demás, pero antes dame un beso. -Le pedí.
Nos dimos un beso tipo medio y un abrazo antes de reintegrarnos de nuevo al grupo, pensando que le acababa de dar permiso para que se follara a su ex-amante. Al menos en esta ocasión si lo hacían no sería de manera infiel.
La velada fue espectacular, primero por el escenario que en esta ocasión era la casa de Isabel y Andrés, pues era el salón más amplio de todos los miembros del club, además de que los sofás se convertían en camas automáticamente con solo pulsar un botón. Segundo, por el espectáculo que montaron, después de la primera sesión de sexo de todos los asistentes, con los actores que animaron al personal de una forma que no habíamos conocido antes. Venían con un manager que nos explicó a todos que el grupo se componía de tres chicas y dos chicos, ambos casados con dos de las chicas que actuaban, los cinco eran muy jóvenes ya que ninguno aparentaba llegar a la treintena, aunque había una chica que era la más joven de todos que estaría sobre los 22 años, al menos no le echaba más y luego supimos que era precisamente la esposa del manager que debería andar cerca de los cincuenta. Y tercero, porque todo se desarrolló con un despliegue de atenciones a los presentes que no había visto en ningún otro evento, de forma que todos salimos más que satisfechos cuando todo terminó, excepto Pilar y yo que lo hicimos más preocupados que cuando entramos.
Resumiendo un poco la velada, os diré que todo se desarrolló en cuatro fases, la primera fue de saludos y charlas mientras cenábamos las exquisiteces que nos ofrecían las tres chicas más Juan y León, junto a las bebidas compuestas por vinos, cervezas y refrescos. Luego comenzó la segunda fase cuando Andrés, el anfitrión, dio orden de bajar la intensidad de las luces, poner la música acorde con el ambiente sexual que se viviría en unos minutos, desplegar todos los sofás en camas, previo aviso a todos para que nadie sufriera un empujón indebido y el comienzo de quitarnos la ropa que llevábamos puesta, muy poca por cierto en el caso de las mujeres, que el servicio retiró prestamente en los carritos que para tal efecto manejaban.
A partir de ese momento comenzó la segunda fase, donde cada cual se iba acoplando para lo que sería el primer encuentro sexual. En mi caso fui requerido por Isabel, a la que todos le otorgaban el derecho de estrenar la noche con quien quisiera por ser la anfitriona. Lo que no me esperaba era que sus intenciones iban a ser compartirme con León unos minutos más tarde, cuando terminó con su tarea de distribuir los lubricantes, toallitas húmedas y secas y las pequeñas papeleras en las mesitas cercanas a los sofás-camas. Aunque sí que me importó, lo acepté sin ningún problema como todos esperaban de mí, cuando lo vi incorporarse a nuestra cama portando todavía el taparrabos que era su uniforme.
Otra cosa era la tensión que detecté entre nosotros dos, porque nos dedicamos a darle placer a ella sin apenas llegar a tocarnos entre nosotros, cosa que por otra parte nadie llegó a detectar, sobre todo por parte de Isabel a la que hicimos llegar a un sin fin de orgasmos. En la doble penetración él se corrió en el último de los orgasmos de ella, faltando que lo hiciera yo para terminar ese primer encuentro. Entonces León cometió el error de seguir en la cama para morrearse con ella mientras yo le daba a todo trapo en su coño, hasta conseguir que se volviera a correr al tiempo que lo iba a hacer yo mismo de forma inmediata, pero me salí para poner la polla entre los labios de ellos siguiendo con mis meneos de cadera para procurarme mi corrida, hasta que conseguí meterla en la boca de él que desde abajo me miraba de muy mala manera. Pero asiéndole del cogote terminé por darle una buena follada, hasta que le solté dos lingotazos de semen lo más adentro que pude, antes de cambiar a la boca de Isabel para que se llevara su parte proporcional y no se mosqueara conmigo. Cuando acabamos de limpiarnos con las toallitas, Isabel nos dio dos besos antes de darnos las gracias por nuestra entrega.
Ahora empezaba la tercera fase que se centró en la bacanal que montaron los cinco componentes del grupo de actores sexuales, después de la presentación que hizo el manager que ya cité y que fue toda en inglés por cierto. Pilar que también había terminado con su primer encuentro se hallaba a mi lado disfrutando ambos del espectáculo.
-¿Qué tal ha ido lo tuyo? -le pregunté mientras la tenía cogida por la cintura con mi mano sobándole las nalgas.
-Con José y Rafael, tal como te comenté, que me han follado muy bien los dos y no sé las veces que me he corrido hasta que lo han hecho ellos. ¿Y tú, qué tal con Isabel y León?
Al parecer había tenido tiempo para poder observar también mi primer encuentro de la noche.
-Sin problemas ¿Nos has visto? -le pregunté.
-Claro que os he visto, hasta he procurado que mis dos acompañantes terminaran antes, para poder ver cómo os comportabais y no me he perdido lo que le has hecho al final. Menos mal que nadie ha detectado nada extraño, salvo yo, por supuesto. Aunque puede que también lo hayan presenciado mis tíos que andaban por allí.
Delante de nosotros continuaba el espectáculo que fue muy morboso, teniendo en cuenta lo bien armados que estaban los chicos y las posturas casi imposibles que llegaron a adoptar los cinco a la vez en varias ocasiones, al final permitieron que algunos miembros del club disfrutaran de una buena mamada de ellas, así como los dos varones fueron mamados por casi todas las mujeres, incluida mi novia que lo hizo entre grandes risas como todas. El final fue la corrida abundante de los dos en las bocas de las tres chicas, que la recibieron con las lenguas todo lo afuera posible y repartiéndose la leche entre las tres, recibiendo entonces los aplausos de todos los asistentes.
Cuando todo acabó y los actores se marcharon entre los agasajos que le dedicamos, mi novia y yo agarrados por la cintura nos dirigimos al bar para pedir dos mojitos a León, desechando en ese caso la disposición de Juan. Quería seguir poniendo en su sitio al ex-jardinero de mi novia y a fe que lo conseguí, porque seguía mirándome de peor manera que antes cuando le inundé la boca de leche.
-Sabes que de éste no me voy a librar esta noche, -me dijo Pilar-, querrá hacerte daño para desquitarse de lo que le has hecho hace un rato.
-No te preocupes, que lo tengo asumido, aunque quizás me una a a vosotros si tengo ocasión, igual le meto un pollazo en el culo para dejarlo contento del todo.
-No hagas eso porque se puede liar, no sabemos cómo va a reaccionar si le haces algo así. Deja que me folle y se vaya.
-Ya veremos. -le respondí para centrarnos en el segundo encuentro sexual que estaba a punto de iniciarse.
-Creo que ahora me tocará estar con Andrés que hace un momento me lo ha pedido.
-Vale, ve con él que yo iré a ver si puedo hacer un trío con Julia y Adela o Rita, a ver cómo me lo monto.
Sabía que para esta cuarta y última fase disponía de Julia con total seguridad por ser ella la que me invitó al evento de esa noche y así fue, pero ni Adela ni Rita estaban ya disponibles, por lo que me llevé a Alicia que sí lo estaba para irnos a una de las camas libres. No tuve problemas para procurarme un orgasmo con cada una de ellas, a las que follé de todas las maneras posibles haciendo que se corrieran con mis tres mejores instrumentos, es decir, mi lengua, mis dedos y cómo no, mi polla. No dejaba de preguntarme, sobre todo cuando la follaba, cómo era posible que Alicia pudiera disfrutar con la pollita de su marido, cuando mi tranca le entraba sin ninguna dificultad hasta las bolas, pidiéndome encima que le metiera más. Un día se lo tendría que preguntar, con la mejor de mis sonrisas y despreocupación, pero se lo preguntaría, porque me daba mucho morbo saberlo.
A mí me quedaba un tirito, pero los miembros varones estaban ya más que entregados después del segundo encuentro y raro sería el que se volviera a empalmar siquiera. Desde la barra del bar eché un vistazo a las diferentes camas viendo que solo tres de ellas seguían con gente encima. León no estaba en la barra, por lo que supuse que podría estar con Pilar. Pero no veía por ningún lado ni a uno, ni a otro. Aquello me alarmó un poco, así que eché un vistazo por si había algún sitio que pudiera estar más oculto a la visual que me ofrecía el salón desde allí, pero tampoco era el caso.
Iba a ir en busca de José Luis que estaba a tres metros de mí, cuando los vi bajar las escaleras acompañados por Andrés, procedentes de las habitaciones superiores. Habían estado follando en la mayor de las intimidades como luego me explicaría mi novia.
Los tres se dirigían a la barra del bar adonde yo me encontraba. León con su taparrabos dispuesto a retomar sus labores de barman, se cruzó conmigo de la forma más impertinente posible enviándome un guiño con mucha coña. Andrés se quedó charlando con algunos de sus invitados de esa noche y Pilar se vino hacia mí.
-Cuando llegó León a nuestro sofá-cama, le pedía Andrés que nos llevara a una de sus habitaciones, porque no quería que tú presenciaras como me follaba, ni que intervinieras en nuestro encuentro. Eso es todo. -Me soltó sin yo haber abierto la boca para interrogarla.
-Está bien. Ya habíamos acordado que no me enfadaría, por lo menos espero que luego me cuentes cómo ha sido eso, teniendo en cuenta que Juan se ha quedado él solo atendiendo a todo el personal durante el tiempo que León ha estado contigo.
Ella me asió por la cintura con los dos brazos para apretarse contra mí, pero yo tenía un último asalto pendiente para acabar la noche, así que agarré a Rita que estaba cerca de mí y me la llevé a ese sofá-cama que estaba más esquinado. Pronto se unió a nosotros José y Adela, siendo él más un lastre que otra cosa, porque no se llegó a follar a ninguna de las dos, más bien, me la chupaba cada vez que podía, pero el balance no fue malo y la verdad es que los cuatro lo pasamos estupendamente, sobre todo yo, que había llegado a follar con todas las mujeres con las que había fantaseado el día anterior.
La velada había terminado y ya nos disponíamos a marcharnos cuando se nos acercaron Adela y Julia junto a sus maridos, para invitarnos a estar con ellos el miércoles por la tarde, tal como yo le había pedido a ésta última en nuestro encuentro de esa noche. Mi novia como suponía me dejó a mí la responsabilidad de aceptar y no dudé en hacerlo con la mejor de mis sonrisas. Si me tenía que ir a Londres, quería hacerlo repitiendo nuevamente la mayor de mis fantasías. También se acercaron a despedirse los tíos de Pilar que nos invitaban a comer con ellos en unas horas, que también aceptamos.
Cuando llegamos a la casa, entramos a la cocina porque ella se quería tomar una sal de fruta. A ver si es que le había sentado mal la leche de León, me pregunté yo con cierta ironía.
-Oye Rigo, que no ha habido ninguna cosa extraña en mi encuentro con León. -Me dijo como si le hubiera estado dando vueltas al asunto.
-Alguien lo habrá tenido que autorizar para que dejara solo a Juan, ¿No crees?
-No lo sé, cielo. Solo sé lo que te conté allí, -me contestó tratando de no mirarme a la cara.
-¿Cuanto tiempo pasó con vosotros?
Se quedó dudando un poco, pero seguro que pensó que yo lo pudiera saber, por lo que optó por decirme la verdad.
-Se vino al principio de estar con Andrés. En el sofá-cama no llegamos a hacer casi nada.
-¿Me puedes contar los detalles de vuestro encuentro?
-¿Crees que es necesario que lo sepas? Prefiero no hacerlo, porque te puede incomodar.
-Está bien, no me lo cuentes si no quieres. ¿Queda algo que yo deba saber?
-¿Sobre qué?
-Se habrá interesado por tus motivos para no contestarle a sus mensajes y por haberle bloqueado. -Esto se lo dije en un tono afirmativo.
-Sí, me lo preguntó cuando Andrés fue al servicio, pero le contesté que lo nuestro se acabó el día que tú nos descubriste y que no siguiera por ahí, porque eso era puro acoso.
No pudimos seguir hablando ya que en esos momentos se presentaba en la cocina Dolores, que se estaba anudando el cinturón de una escueta bata que estaba bien para sus noches con Francisco, pero algo atrevida en nuestra presencia.
-Perdonen los señoritos, me acabo de despertar y les he oído llegar a la cocina. ¿Necesitan que les prepare alguna cosa?
-No Dolores, -le respondió mi novia-, pero ya que estás aquí aprovecho para decirte que mañana comeremos fuera, así que prepáranos un desayuno muy sencillo para las once de la mañana. ¡Ah! Y el jacuzzi para los dos, media hora más tarde.
-Claro que sí señorita Pilar, deje que yo limpie el vaso. -Casi le quitó el vaso que había utilizado para la sal de fruta, que enjuagó bajo el grifo antes de meterlo en el lavavajillas, consiguiendo enseñarme más de la mitad de sus tetas y buena parte de sus nalgas al agacharse.
A Pilar ese detalle no le pasó por alto, llegándome a mirar con ojos interrogantes para saber si yo también había visto lo mismo que ella y asentí al tiempo que mostraba una sonrisa irónica. Claro está que mi novia presentaba una pinta de mujer fatal con ese mini-vestido que no podía con ella, pero desde luego el servicio estaba algo preocupante últimamente.
Por la mañana, Dolores no tuvo ningún problema en descorrer las cortinas y abrir los ventanales de la terraza donde cubrió la mesa con una mantelería apropiada para ella. Luego se marchó de nuevo sin decir nada, volviendo unos minutos más tarde con la bandeja del desayuno, sencillo como le pidió Pilar, pero del que podrían quedar saciados cuarenta personas. A continuación se acercó a mí que estaba más cerca de ella, para darme un meneo en mi hombro opuesto que repitió varias veces hasta que me fui estirando antes de abrir mi primer ojo. No era desagradable despertarse de esa manera, mientras sentía cómo sus tetas se apoyaban en mi torso. Entonces dio la vuelta a la cama y le dio varios cachetes muy suaves en el culo desnudo de mi novia que tampoco se quería despertar, pero que no tuvo más remedio que hacerlo porque Dolores no cejaba en su empeño.
-Señorita Pilar, es la hora del desayuno que ya tienen dispuesto en la terraza.
-Gracias Dolores, -le respondió sin llegar a mover un dedo.
Pero la otra no se fue hasta que logró que ella se sentara en el borde de la cama, mientras yo desnudo me dirigía al aseo para hacer un pis y echarme agua en la cara antes de desayunar. Mirando mi polla, fue su único momento de distracción antes de marcharse de la habitación.
Durante el desayuno me sentía muy confuso por la disposición de León para poder ir a follar con Pilar, pero en esos momentos todo se me mezclaba en mi cerebro, porque las imágenes de mis folladas con todas esas mujeres no dejaban de asaltarme también, incluso nuestro próximo encuentro con Julia y Adela para el próximo miércoles, también influían en el batiburrillo que asediaba mi mente. Tampoco sabía cómo iba a terminar nuestro almuerzo con Cristina y José Luis, pensar en ésta última me puso la polla morcillona, en fin, que necesitaba olvidarme de todo eso y centrarme en ese desayuno que estaba delicioso.
-Uhmmm... qué bueno está todo ésto, le dije a mi novia mientras me comía un cruasán muy crujiente.
-Dolores se ha pasado con el desayuno y no vamos a poder almorzar en la casa de mis tíos.
-Pues nos tomamos los postres y luego nos vamos a su habitación a echar un rato.
Ella soltó unas risas que yo acompañé.
-Yo tengo el coñito para echar muchos polvos. -Me respondió poniendo los ojos en blanco.
-¿Te folló muy duro tu ex-jardinero?
Ella me miró, sin saber si tomárselo a risa o algo más serio, pero al ver mi sonrisa ladina, no dudó en responder con otras risas.
-Durísimo, ya sabes lo que gasta el cabrón ese, sobre todo en su segundo orgasmo por lo que tardó en correrse. Me tenía que haber puesto algo de lubricante.
-¿Y Andrés no te folló?
-Claro que sí, pero él duró muy poco y se dedicó a ayudarnos a nosotros dos hasta el final.
Estos comentarios centralizaron en mi mente de nuevo el punto que tanto me confundía.
-Sigo sin tener claro quien fue la persona que autorizó a León a ausentarse de su puesto para el que fue contratado esta noche, además que no fueron unos minutos, según tú misma, estuvo con vosotros desde el inicio, lo que vienen a ser casi dos horas hasta que os vi bajar las escaleras.
Ella volvió a ponerse más seria.
-Igual se fue sin más -me respondió.
-No creo Pilar, tuvo que autorizarle Andrés o Isabel, su mujer. Ellos demostraron tener muy controladas todas las actividades, los tiempos de cada una de ellas y por supuesto a los empleados que se hicieron cargo del servicio y él fue contratado para ayudar a Juan, no para que lo dejara solo en las dos sesiones de sexo de la noche.
-¿Tú crees que él le pediría a Isabel permiso para estar con nosotros? -me preguntó.
-No me cuadra que se atreviera a tanto siendo un simple empleado. Entiendo que ella al ser la anfitriona y haberlo contratado personalmente, decidiera disfrutar de un trío con dos chicos tan jóvenes como nosotros, pero darle permiso para que se ausentara otra vez, francamente no lo veo.
Después de esta charla los dos guardamos un silencio tenso, yo esperando que ella ofreciera algún argumento y ella no queriendo profundizar en el asunto.
Nuevamente llegó Dolores a interrumpir nuestras cavilaciones para informarnos que el jacuzzi estaba preparado, pero no tenía yo el cuerpo para media hora de burbujas, así que excusándome con Pilar, me di una ducha mientras ella se quedó preocupada dentro de ese jacuzzi.
Luego me vestí y me fui al cenador del jardín para llamar a Andrés, tenía que hacer que me cuadrara lo que ocurrió con el jardinero infiel.