Vivo de las mujeres decentes (Capítulo 18)

Pilar vuelve a tomar la palabra para relatar lo acontecido.

Capítulo 18

Menudo susto me llevé cuando entré al piso y Lina me avisó que en el salón estaban Rigo y León, cumpliéndose lo que mucho me temía que podía ocurrir, que me habían pillado in fraganti y nada menos que Rigo, mi novio.

La cosa se puso muy negra para mí, porque lo último que quería era que él me dejara. Ya he comentado antes que si hay una persona en el mundo a la que quería más que a nadie, ese era mi novio. A pesar que tengo cinco años más que él, en la práctica parece que es al revés, más que nada por su saber estar, porque es muy difícil verlo enfadado, porque no es nada celoso, porque es muy educado, porque quiere a las personas que yo quiero y sobre todo, porque está muy enamorado de mí.

Pero me equivoqué de cabo a rabo siéndole infiel, él no se merecía eso, cierto que lo hice solo con León y porque ya estaba enganchada a él antes de mi noviazgo con Rigo, pero yo no amaba a mi jardinero, tampoco me daba más placer follando que mi novio y ni yo misma entendía porqué lo hacía una y otra vez, incluso procurando ir por la casa dos veces en semana para encontrarme con él, por eso no tenía ni podía ofrecerle a Rigo la más mínima justificación.

Y no lo hice, eso fue lo primero que le dije cuando conseguí que habláramos antes de que se marchara y me abandonara. Creo que eso fue muy positivo para como se desarrolló después nuestra conversación.

En no muy buenas condiciones, pero al final conseguí que no se marchara esa tarde, aunque solo ha sido que ha pospuesto su decisión para dentro de unos días, o algo más, ya veremos.

Estoy diciendo todo esto y no paro de darle vueltas a lo mucho que voy a echar de menos a mi León e incluso a mi María, es que han sido casi año y medio teniendo relaciones con ellos, pero se lo he prometido a mi novio y los dos están ya en la calle junto con Lina, porque él tampoco ha querido verla más, pues vino a decirme que no soportaría que cada vez que ella lo viera, pensaría que era un cornudo consentido, por no haberse marchado de casa.

Pero bueno, eso lo he resuelto de inmediato con una buena indemnización a cada uno, incluso a Lina que solo lleva pocos meses con nosotros. Además todos han prometido no comentar lo que aquí a pasado con personas que nos puedan conocer.

Hace tres días que ocurrió y no puedo soportar que Rigo apenas me dirija la palabra, es un verdadero suplicio para mí. Al menos me ha dejado que duerma en la habitación de invitados. La noche pasada bajamos a cenar juntos porque yo no sé cocinar nada y esta noche él va a hacer la cena para los dos. Yo no dejo de hablarle todo el rato, por supuesto con mis expresiones de cariño, pero él solo me contesta con monosílabos o con gestos de cabeza. Pero por lo menos lo tengo a mi lado y sé que más pronto que tarde va a necesitar tener sexo, aunque temiendo estoy de que lo tenga con otra, pues aunque lo tengo muy merecido, si lo hace, me va a partir el corazón de parte a parte.

He tenido que desatender mis negocios porque no tengo más remedio que seleccionar a los tres nuevos empleados que van a sustituir a los que se han ido. Mis tíos me han enviado a su jardinero un par de días para que le dedique unas horas extras al mantenimiento del mío. También una empresa de limpieza está atendiendo la de mi casa y la del piso de la plaza, pero necesito encontrar personas que me den la confianza de los otros, cosa que cada vez veo más difícil.

Cuento con el apoyo de mis tíos para encontrar esos sustitutos y ellos están buscando más que yo misma. Mañana voy a entrevistar posiblemente a más de seis personas para ocupar esos puestos.

Todavía tengo en la retina el único enfado de Rigo en todo el tiempo que lo conozco, pero es que León se tenía que haber ido y no retarlo, lo que hizo que ya no pudiera contener su cabreo y menudo puñetazo le dio al pobre, que hasta quedó grogui por un poco de tiempo y es que Rigo tiene una gran corpulencia pues muy alto y además va dos veces en semana al gimnasio y está muy fuerte.

Pero si cuento con todo el apoyo de mis tíos para encontrar nuevos empleados, no lo tengo en absoluto en la cuestión que más me importa y menuda bronca me echaron cuando les conté lo que pasó, espero que en la charla que tengan con Rigo dentro de dos días se pongan rotundamente de mi lado, porque supongo que con los amigos de la pandilla lo tengo todo perdido.

Mis padres todavía no saben nada, aunque están mosqueados por el despido de mis tres empleados, con los que estaba muy contenta. Mi abuelo ya me ha mandado un recado con su lugarteniente como le llamamos el resto de la familia, para decirme que tengo muy desatendidos a mis clientes, por lo que creo que alguno se habrá quejado de los pequeños retrasos en la presentación de los proyectos de los que me ocupo y eso que voy compaginando mis negocios con la búsqueda de los nuevos empleados.

La cena que preparó Rigo para los dos fue de lo más sencillo, pero al menos sirvió para que pudiéramos charlar un poco.

-Mañana posiblemente tendremos los sustitutos de los tres empleados despedidos, -le dije.

-¡Ah! Qué bien. -me respondió.

-Yo quisiera que se incorporaran este fin de semana, así tendré más tiempo para explicarles qué es lo que quiero de ellos en la casa, porque a la chica que se queda aquí se lo diré sobre la marcha.

-Ya. -Fue su respuesta.

-¿Te importaría acompañarme en la casa el fin de semana?

-Prefiero quedarme aquí.

-Vas a estar muy solo y yo allí tampoco te voy a molestar. Supongo que ahora tendrás que dedicar más tiempo a los estudios.

-Sí, pero ya he quedado con Mavi para repasar unos apuntes.

-¿Aquí?

-Si no quieres que sea aquí, nos iremos a mi piso de estudiante.

-No, ya sabes que en este piso podemos recibir a quien queramos.

-Por supuesto que lo sé y tú has hecho bastante uso de ese privilegio.

No me esperaba esa respuesta tan dura por parte de Rigo, que me dejó desolada sin saber qué responder. El resto de la cena no pude tragarla porque todo me sabía a serrín, pero tenía que reponerme y obviando lo que me dijo, intenté seguir con nuestra charla hasta el final de la cena, pues eran prácticamente los únicos momentos que podía sacarle algo de conversación.

-¿Cómo te van los estudios? -me interesé porque estaba muy cerca de los exámenes finales y todavía no me había dicho nada sobre este asunto.

-Creo que no voy a tener problemas para sacar el segundo curso.

La primera parrafada que me soltó sin segundas intenciones, seguro que para compensar la acusación de antes.

-Me alegro mucho oírte decir eso cielo, estoy muy orgullosa de ti por lo inteligente que eres.

-Además el domingo estoy citado en casa de tus tíos, para hablar sobre lo que ha pasado.

-¿Puedo estar yo también?

-No, es una conversación privada, aunque seguro que luego hablarán contigo cuando me haya ido.

-Y con tus compañeros, ¿Sigues pensando que lo vas a discutir con ellos?

-Ya lo estoy haciendo.

Sabía que lo quería hacer, pero que ya lo hubiese hecho hizo que se me encendieran todas las alarmas, aunque lo importante es que a pesar de que algunos le habrían aconsejado que me abandonara, todavía no lo había hecho y le quedaba discutirlo con mis tíos, de los que esperaba que me echaran una mano, que ahora hasta lo dudaba, porque a pesar que estábamos en continuo contacto, aún no me habían informado de la cita con Rigo de ese domingo.

-Prefiero no preguntarte qué es lo que te han aconsejado. -Le dije.

-Es que eso no te lo voy a contar ni aunque me lo preguntes.

Tenía que cambiar de tema porque lo veía cada vez más tenso y temí precipitar una decisión muy negativa por su parte, pero no me dejó hacerlo.

-¿Cómo habrías reaccionado tú si hubiese sido yo el que follara con otra, ocho meses de los diez que llevamos siendo novios?

Esa pregunta no me la esperaba, porque nunca me había planteado una cosa así, ¿Cómo lo iba a hacer si Rigo jamás me pondría los cuernos con otra?

-Lo pasaría muy mal, pero si veo que te arrepientes de verdad, como he hecho yo, te perdonaría. -Mejor decirle una pequeña mentirijilla, que responderle que primero le cortaría los huevos y luego lo tendría media hora bajo el agua de la piscina, todo eso acompañado con cien latigazos de esos que se repartían en los barcos piratas.

El día siguiente conseguí seleccionar mis nuevos empleados.

Marta era la chica que se iba a encargar del servicio del piso. Era muy parecida a Lina en cuanto a lo retraída que se mostró en la entrevista, en la que le tuve que sacar con sacacorchos que era de un pueblo del interior, que se apuntó en la agencia porque no conocía a nadie en la capital, su cocina era más de pueblo, pero sabía que con pedirle unos pequeños cambios, se amoldaría enseguida a nuestros gustos. Tenía 23 años, morena, escueta en su cuerpo, pues era baja y delgada y si la veías por detrás aparentaba 18 años.

Dolores la veía más conveniente para mi casa y Francisco que era su pareja sería nuestro jardinero y podría compartir su trabajo con otras casas si encontraba quien le contratara por la zona. Los dos venían también del interior buscando nuevas oportunidades, ella de 29 años y él de 27, muy educados los dos y al parecer con experiencia por las cartas de recomendación que me mostraron. Me quedé con una copia de las cartas, para que mi tío José Luis pudiera comprobar la veracidad de las mismas. Los dos se quedarían ya en la casa para comenzar su trabajo, pues todo estaba un poco abandonado y el agua de la piscina ya presentaba algunas algas, si bien, pendientes solo de las pesquisas de mi tío que para estas cosas era de lo más serio y no iba a consentir que trabajaran para mí sin tener plena confianza en ellos. Poseían un pequeño utilitario, lo que me descargaría de muchos desplazamientos que antes tenía que hacer con María.

Hice un esfuerzo para quedarme en la casa, porque el cuerpo me pedía volver al piso donde estaba mi novio, seguramente en compañía esa tarde de Mavi que era su compañera de estudios y una guarra que se quería follar a Rigo en el primer descuido de éste. No me lo invento, porque eso me lo contaba él antes de nuestro affaire, pero ahora no me contaba absolutamente nada, al final me quedé en la casa hasta mi regreso del domingo por la tarde-noche.

Los dos empleados funcionaron a mi total satisfacción durante ese día, sabiendo lo que tenían que hacer sin apenas tener que intervenir.

El lunes se incorporaba Marta para hacerse cargo de su empleo en el piso. Los tres tendrían un período de prueba de un mes y si todo iba bien, quedarían fijos en sus puestos indefinidamente.

Estaba muy preocupada por la cita de Rigo con mis tíos esa misma tarde, donde él no me dejó estar presente. A media tarde ellos me llamaron para decirme que Rigo estaba muy decidido a dejarme, pero que no perdiera las esperanzas porque trataron de hacerle ver que debería darme una segunda oportunidad, que lo que hice con ese chico fue una equivocación muy grave que ni su sobrina misma, ni nadie entendía cómo llegó a pasar, sobre todo teniendo en cuenta lo enamorada que estaba de mi novio, que lo habían hablado conmigo largo y tendido, comprobando lo arrepentida que estaba. Al final le pidieron que hiciera un esfuerzo y se lo pensara durante un tiempo más largo antes de tomar su decisión definitiva.

Cuando llegué al piso Rigo no se encontraba allí, así que con muchos nervios me acerqué a la habitación para comprobar que todas sus pertenencias seguían en su sitio. Yo le había enviado un mensaje diciéndole que llegaría en una hora al piso, pero no me contestó nada a pesar que sabía que lo había leído. El hecho de que la tarde anterior estuviera con Mavi para estudiar era un motivo de máxima preocupación para mí.

Me preparé una cena muy ligera quedándome luego en el salón tomando una copa de vino blanco, esperando el regreso de mi amado y rogando porque aquel líquido me ayudara a dormir esa noche.

Él regresó algo más tarde y se vino al salón para sentarse en el butacón que se había convertido en su asiento habitual, huyendo seguramente del más mínimo contacto conmigo en el sofá.

-Voy a seguir pensándolo una semana más, el viernes te diré lo que voy a hacer.

-¿Quieres que te ponga una copa de este vino? Es muy bueno.

-Prefiero una cerveza, -me respondió yendo al frigorífico para hacerse con ella.

-¿Has cenado? -le pregunté intentando que sonara como si entre nosotros todo seguía como siempre.

-Sí, con Pedro.

Asentí con la cabeza y una mueca de sonrisa, porque sabía que habrían estado hablando también de lo nuestro y no quería ni suponer cuales fueron los consejos de su amigo. Pero llevábamos muchos días sin sexo e intenté algo que podría ser definitivo para inclinar la balanza a mi favor.

-Rigo, mi amor, -le dije algo más bajo-, ¿Me dejas dormir esta semana contigo? Solo quiero estar abrazada a ti mientras duermo, sobre todo si ésta pudiera ser la última que estamos juntos.

-No creo que sea lo más correcto, dada nuestra situación. -Me respondió con toda la lógica del mundo. Yo solo asentí por toda respuesta.

Entonces le conté la contratación de los nuevos empleados, cómo eran de apariencia, que ya estaba trabajando la pareja en nuestra casa y que al día siguiente me quedaría en el piso por la mañana para hablar con Marta y ver cómo se desenvolvía. Que por la tarde reanudaría mis quehaceres laborales, después de comprobar que el almuerzo que me iba a preparar la chica, superaba mis expectativas.

Cuando terminé de informarle de los nuevos cambios, creí que se iría al dormitorio con el último sorbo que le dio a la botella de cerveza, pero insólitamente me confesó algo que no me esperaba.

-Ayer estuvo aquí Mavi como te dije. Quiero que sepas que solo estudiamos como teníamos previsto, luego cenamos y se marchó.

Me estaba diciendo que no había follado con ella, haciendo que mis nervios se relajaran porque ni le quería preguntar para no saberlo. Él me había dicho que en esos días no iba a respetar ningún compromiso conmigo, lo que quería decir que se iba a acostar con todas las que se le pusieran por delante.

-Gracias mi amor, -le respondí muy sinceramente-, me tranquiliza mucho saberlo. ¿Te puedo decir que te quiero?

Él me miró extrañado por la pregunta, luego asintió con un atisbo de sonrisa que nadie que no lo conociera como yo la hubiera percibido.

Como despedida deposité la copa de vino en la mesa y me incorporé para irme a dormir.

-Buenas noche mi cielo, me voy a la cama.

-Acepto que duermas conmigo, con una almohada de separación.

Me volví con la intención de arrojarme a sus brazos con mis ojos bañándose ya con las primeras lágrimas, pero él me puso una mano delante como si se tratara de un parapeto contra mi ímpetu.

-Sin demostraciones de cariño de momento. -Me lo dijo como una advertencia de que podría incluso dar marcha atrás, si ese iba a ser mi comportamiento.

-Sí, cielo, como tú quieras, -le dije entre sollozos de alegría.

Luego me fui a mi habitación de castigo a ponerme el tanga más provocador que tenía y que iba a ser mi única vestimenta para dormir esa noche con él. Por último entré a nuestro dormitorio sintiéndome casi eufórica, mientras portaba una pequeña almohada de separación debajo del brazo.