Vivo de las mujeres decentes (Capítulo 16)
Rigo cuenta los dos últimos días en la casa rural con el grupo swinger
Capítulo 16
Sabía que mi novia estaba más que dispuesta a follarse a su jardinero fiel, -como rezaba el título que tanto me hacía recordar la película de Fernando Meirelles, con una interpretación colosal de Rachel Weisz-, esa misma noche, de eso no me cabía ninguna duda y así ocurrió al final de la velada.
Lo que no me esperaba era que me incluyera a mí mismo en esas disposiciones y mucho menos que lo hiciéramos en nuestra propia habitación, cuando podíamos haberlo hecho en las habitaciones que nos habían dispuesto, que quizás era lo correcto, pero al parecer ella tenía mucho interés en que nadie más se inmiscuyera en lo que nos tenía preparado.
Estaba claro que mi novia deseaba que me congraciara con León al que esta noche lo tendría de nuevo como su amante, después de un año follando los dos, aunque mi cerebro seguía insinuándome que había algo o mucho más, pero si ella no me lo confesaba, tampoco me iba a pillar un trauma haciéndome suposiciones que podrían ser totalmente inciertas.
La verdad es que nuestro trío me dio un morbo tremendo, más que nada porque ella me hizo llegar más lejos en eso de tocar a un hombre, pues se la llegué a mamar hasta que se corrió en mi boca. A ella le tengo que dar las gracias por llevar la iniciativa en este tema, porque la verdad es que ya tenía desde hace algún tiempo muchas ganas de tener esas experiencias. Quería sopesar si eso sería desagradable para mí, pero no lo fue y no me importaría repetirlo de nuevo, ya sin que ella tuviera que forzar la situación.
Analizando el comportamiento de Pilar en relación con su jardinero, se podría llegar a la conclusión que ella sentía una gran atracción por él y así lo demostró con sus besos entregados a la pasión que ella le ponía antes, durante y después de follar con él, incluso cuando lo hacía conmigo no dejaba de besarlo ardientemente. Pero como dije antes, tengo que seguir acallando las voces que me envía mi cerebro. Tampoco entendía que ella me estuviera poniendo los cuernos, pues sabía que cada día la notaba más enamorada de mí, su familia y la mía estaban encantados con nuestra relación, sobre todo Cristina y José Luis que hasta me habían tomado verdadero cariño.
Por otra parte teníamos una conversación pendiente donde ella decidiría si seguía dándole empleo a León o lo cambiaba por otro jardinero, aunque francamente después de nuestro encuentro a tres, el chico había ganado muchos enteros para mí, ¿Pero sería capaz de repetirlo en un entorno distinto al de la pasada noche? ¿En su casa? No lo sabía y pensé que sería mejor dejar pasar el tiempo para ver qué nos deparaba el futuro. De momento yo sí seguiría respetando nuestro compromiso, como no podía ser de otra manera a pesar de que últimamente tanto Paula como Mavi me lo estaban poniendo difícil, la primera porque el rollete no terminaba de satisfacerla y la segunda porque seguía sin tener ninguna relación, al menos que yo supiera, la cosa es que cada una por su lado no paraban de insinuarse conmigo.
En cuanto al segundo día, llegamos sin problemas a la hora establecida para el desayuno. Enseguida me vi envuelto con los demás hablando con todos ellos, sin estar emparejados, en mi caso mi novia hablaba con José Luis de forma distendida mientras reían por algo que ella le contaba. Él le acariciaba el pelo con la mano del mismo brazo con el que le rodeaba sus hombros y la sobrina se abrazaba a su tío por la cintura, aunque pegándole sin pudor sus preciosas tetas en el torso, con una simple camiseta y sin sujetador como el resto de las partícipes en el evento.
Estaba comentando con Rafael el polvo que le echaron a mi novia, cuando se me acercó Rita por el otro lado.
-Me tienes abandonada preciosura, -me decía haciendo que Rafael y yo soltáramos unas risas-, oye -ahora se dirigió a él-, que es verdad, que anoche no quiso saber nada de mí el muy canalla y me lo tiene que compensar esta tarde, sí o sí.
Ahora nos reíamos los tres. Entonces la agarré por la cintura para darle un pico en la boca.
-Sabes que disfruto muchísimo contigo, pero anoche se dieron otras circunstancias, no dudes que esta tarde voy a por ti. -Le dije con unas risas.
La comida se hizo esta vez en la propia casa rural, porque hacía un día espléndido y disponíamos de una zona ajardinada con césped, donde se ubicaba en un lateral una buena barbacoa con mucha leña apilada para nuestro uso. Sole y María colaboraron en la preparación de las carnes, pescados e incluso algún marisco y León lo hacía ofreciendo bebidas, aunque fue Andrés el que se encargó de preparar varias jarras de sangría que fue lo que más bebimos todos.
Poco antes había llegado la pareja formada por Alberto y su mujer Alicia, él era el que ya comenté anteriormente que tenía el pene más pequeño de todos, pero que participaba muy activamente follándose a todas las que se movían por sus alrededores. Su mujer estaba muy buena pues tenía unas piernas que calificaría de potentes, lo que le hacía un buen culo, unas tetas normales y una cara preciosa con unos ojos que no me cansaba de admirarlos. En otras veladas habíamos tenido relaciones y ahora esperaba repetir en los dos días que restaban a la fiesta, pues era una de las que más morbo me daba.
Entre la comida y los cafés ya en el interior de la casa, hubo un receso para que pudiésemos descansar en nuestras habitaciones.
-¿Qué tal estás hoy? -le pregunté a mi novia por si sentía alguna incomodidad en su vagina, después de las batallas del día anterior.
-Estoy bien, pero después cuando lleguemos a casa tendremos que hablar, -me dijo con un semblante serio.
-¿Hablar sobre qué?
-De muchas cosas, pero sobre todo de la pertenencia al club de ellos. Yo no lo tengo nada claro Rigo, quizás cuando seamos más mayores, pero ahora mismo como te digo, no lo veo.
-¿Prescindiríamos de todo?
-Bueno no, me refiero al club swinger expresamente, es que me agobia mucho el ambiente, yo preferiría algo más privado como hicimos el domingo pasado en casa de mis tíos.
-O lo que hicimos anoche con León, ¿No? -le pregunté.
-Eso también me gustó, porque lo hicimos tan privado como sería en nuestra casa.
-¡Ah! ¿Pero en nuestra casa también lo haríamos con él?
-No, no he dicho eso cielo, -me respondió-, pero ya que lo dices, dime lo que piensas tú sobre eso.
-No sé cariño, no sé... ¿Pero es que depende de mí?
-A ver, por supuesto que si uno de nosotros no quiere, no lo haríamos nunca más, pero si queremos los dos en un momento de calentura, yo no me negaría a repetirlo.
-¿Y ese momento de calentura sería muy a menudo? -le volví a tirar de la guita.
Ella rió casi con una carcajada.
-Hombre, los dos somos muy calientes y León se desenvuelve muy bien con nosotros, a mí al menos me dio mucho morbo ver cómo os tocasteis entre los dos.
-Pues es que yo tengo muchas dudas sobre vosotros, cariño, porque la verdad es que vi mucha entrega por tu parte, tendrías que verte desde fuera la pasión que ponías mientras le besabas.
A ella se le cortó la sonrisa que tenía en su cara para ponerse más que seria yo diría que un poco pálida.
-Es posible, -al menos me daba la razón-, pero ten en cuenta el tiempo que estuvimos teniendo sexo, para volver a repetirlo después de varios meses sin hacerlo.
El argumento fue bastante razonable, así que no quise insistir más por esa vía y traté de darle un respiro para que se tranquilizara.
-Llevas razón, puede que yo viera algo que no existe en la realidad, a ver si es que me estoy volviendo celoso, -le dije con una sonrisa, echándomela encima de mí para hacer que me aplastara-, tendré que hacer terapia o follar esta noche otra vez con León, a ver si se me pasa de golpe esa dolencia maligna.
Luego le dí dos nalgadas encima de su falda mientras los dos reíamos a carcajadas.
-No me gustan las terapias. -me respondió con una cara de pícara que tiraba para atrás-, prefiero lo otro.
Ahora volvimos a reír.
-Antes de marcharnos de nuevo a la fiesta, te adelanto que pienso como tú en cuanto a pertenecer al club swinger. La verdad es que a mí tampoco me gusta hacerlo de esta manera, también prefiero hacerlo con ellos de forma esporádica.
-Le he contado a mi tío lo que hicimos anoche los tres y cómo tuvimos sexo oral con León, -me dijo para tenerme advertido por si él comentaba el tema conmigo-, para ellos eso no tiene ninguna importancia y me gustaría que tampoco se la des tú, porque quiero seguir viéndote hacerlo de nuevo.
-Te confieso que después de ver a todos éstos cómo me la chupaban a mí o entre ellos mismos, tenía mucha curiosidad por hacerlo yo también y me alegro que fueses tú la que me alentaras a hacerlo.
Luego nos arreglamos para irnos de nuevo al salón donde disfrutamos de una nueva noche de sexo muy placentera. A León le vimos pocas veces atendiendo el bar, porque fue sustituido por dos maridos mientras él se follaba a sus esposas. Yo me follé primero a Rita y luego a Alicia, tal como me había propuesto antes de empezar la fiesta. Esa noche no estuve muy pendiente de Pilar, por lo que después nos contaríamos lo que habíamos hecho, al igual que hacían las demás parejas. El último polvo lo eché con María y Sole. Por la noche dormimos solos mi novia y yo. A ella le conté todo lo que hice y ella me dijo que estuvo con tres miembros, entre ellos Alberto. Luego a requerimiento mío me detalló el polvo que echó con éste.
-Es verdad que la tiene muy pequeña, pero no tuve ningún problema en correrme dos veces con él, aunque quizás se ayudó de su mano más que los demás para que me corriera.
-¿Te has follado a León esta noche?
-No, porque el pobre ha estado muy solicitado por otras mujeres y algún que otro hombre.
-Entonces has podido hablar con él.
-Sí y quería venirse otra vez con nosotros, pero le he dicho que esta noche no, que para mañana lo hablaría primero contigo.
-Pero esto no sería por un calentón. -Le indiqué.
-No, que va, eso es porque él quiere volver a repetirlo, dice que lo disfrutó mucho.
Pero no pudimos seguir hablando de ese asunto porque unos nudillos golpearon la puerta de nuestra habitación.
-¿Sí? -Pregunté pensando que el jardinero quería hacer una última intentona.
La puerta se abrió para dar paso a la cabeza de Cristina, que nos dirigió una sonrisa al ver que estábamos solos en la cama.
-Éste, que no para de decirme que quiere que estemos un rato con vosotros, -nos dijo mientras entraba en la habitación llevando de la mano a José Luis-, pero si estáis cansados nos vamos.
A nosotros se nos escaparon unas risitas al ver la cara de él que nos miraba casi suplicando que le dejáramos quedarse. Entonces miré a mi novia y ambos asentimos palmeando el colchón para que buscaran acomodo a nuestro lado. Yo sabía que el interés de él era yo mismo, pero Cristina se puso a mi lado y José Luis al de mi novia.
Sin más diálogos acerqué mi boca a los pechos de Cristina y comencé a mamarlos con fuertes chupetones mientras ella comenzaba a pajearme la polla. Yo también la masturbaba desde una postura incómoda porque la cama no daba para nosotros cuatro, cosa que solucionó mi novia que diciendo que se estaba haciendo pis, se dirigió al baño dando pie a José Luis para que se acercara a nosotros con mejores espacios.
Su polla enseguida se incrustó en mi nalga izquierda donde no paró de restregarse, mientras ayudaba a su esposa en la paja que me hacía. Luego se separó un poco para poder chupármela más cómodamente. Ella ahora me besaba metiéndome toda la lengua y ahogando sus primeros gemidos en mi boca, mientras yo le estaba dándole a su clítoris lo más fuerte que podía, que no era mucho porque la cabeza de José Luis no me dejaba maniobrar.
-Espera, -le pedí a él-, deja que se la meta a tu esposa, que vas a hacer que me corra.
Él me hizo caso y paró de inmediato incorporándose para ver en qué postura íbamos a hacerlo. No fue ninguna postura extraña del Kamasutra, si no la más sencilla desde el inicio de los tiempos, es decir, la del misionero. Con su ayuda mi polla se coló hasta las bolas en su coño, entonces me desentendí de él y me puse a besarla a ella mientras le daba de lo lindo en su coño. En ese momento volvió mi novia a la cama sentándose junto a su tío, viendo como disfrutábamos nosotros de tan buena follada. Una de sus manos cogió la de su tío y la puso encima de mis nalgas para que me diera un buen sobeo, después se tendió junto a Cristina y agarrando la polla de José Luis, la puso entre su raja.
-Dame fuerte pero no me la metas que eres mi tío.
Enseguida inició él su tarea con unos envites potentes y muy rápidos con esa polla que no era nada pequeña, mientras apoyaba su cara en el hombro de mi novia que le abrazaba la espalda con sus brazos.
-Perdona, -le dijo un momento después mientras se recolocaba nuevamente sobre ella. Nos miramos los dos y mi novia me mostraba una leve sonrisa en su cara picarona.
Pilar no tardó mucho en correrse recibiendo también por parte de él una buena cantidad de leche encima de su vientre. Cristina iba por su segundo orgasmo cuando José Luis se incorporó intentando poner su polla entre nuestros labios, pero no sé porqué a mí no me gustó esa polla pringosa y no tuve más remedio que retirar mi boca de allí, aunque seguí con un ritmo más fuerte buscando mi propia liberación, a la espera de que ella se corriera primero. Cuando lo hizo, saqué mi polla de su interior y la dirigí hacia José Luis que ávido de ella se la tragó junto a toda la lefa que le solté. Luego muy risueños se despidieron de nosotros y se marcharon.
-Joder con tu tío, -le dije-, está descontrolado.
Los dos nos reíamos porque es que era verdad.
-Mejor no me preguntes -me dijo entre más risas-, porque no controla nada.
-No me digas que te la ha colado.
-Ya te digo, pues eso que no me preguntes, -terminó con otra carcajada a la que me uní-, pero es que en esa postura era normal que se colara en alguna ocasión.
El día siguiente llegaron las dos últimas parejas, así que salvo otras dos, el club llegó a estar al completo ese último día. Entre estas últimas venía Sara la más joven del grupo y su marido que también sería el más joven de todos, ninguno aparentaba haber llegado a los treinta. Ambos fueron muy festejados por el resto, pues no podía ser de otra manera porque los dos eran muy atractivos y como es lógico, tomé nota para volver a estar con ella esa tarde.
En un momento en que tuve León se encontraba a mi lado, al ver que no teníamos a nadie cerca de nosotros, me preguntó casi en un susurro.
-¿Rigo podemos repetir esta noche los tres?
Me quedé mirándolo fijamente a los ojos para encararme con él por su osadía, pero su cara no mostraba otra expresión que no fuera sumisión e incluso algo de temor ante mi respuesta, sus ojos no me sostenían la mirada y hasta llegó a darme pena.
-No sé León, luego lo comentaré con mi novia a ver qué hacemos, -él fue a pedirme una disculpa pero le paré con un gesto de mi mano-, no pasa nada y prefiero que me lo pidas a que lo hagáis sin mi permiso.
Luego me di media vuelta para seguir hablando con los demás, dejándolo sumido en un sinfín de dudas.
Esa última velada me olvidé por completo de Pilar y me centré en las chicas del club como si me estuviera despidiendo de ellas, esa era al menos la sensación que sentía. Sara estaba muy reclamada por todos, pero en un descanso donde coincidimos en la barra del bar, pude llevármela a una de las habitaciones del grupo, donde follamos más de una hora y porque su marido se acercó para acompañarnos hasta corrernos los tres haciéndole una doble penetración, porque en caso contrario hubiera seguido una hora más.
Cuando hicimos el receso para cenar, mi novia se acercó a mí seguro que para ver qué hacíamos con León.
-¿Qué tal cielo, como lo llevas hoy? -me pregunto.
-Pues he estado con Isabel y José haciendo un trío y luego con Sara la que ha llegado esta mañana, luego se nos unió Ángel el marido. Todo bien. ¿Y tú?
-Primero estuve precisamente con Ángel también y luego con Rafael y León hasta hace un rato.
-¿Con León? Es raro porque esta mañana me pidió repetir el trío del otro día, pero le dije que antes lo hablaríamos nosotros.
-Él no me ha dicho nada -me respondió.
-¿Cómo ha sido vuestro encuentro? -Le pedí algo mosqueado.
-Estábamos follando Rafael y yo, porque Adela se había retirado ya, cuando poco antes de terminar él se acercó para estar los últimos minutos con nosotros.
-Pues sí que te tiene ganas el chico éste.
-Bueno Rigo, eso no se puede considerar nada extraño en este entorno, ha entrado a la habitación, se ha corrido con nosotros y ya está, no hay que darle más vueltas. Lo otro solo se hará si los dos lo aceptamos.
-Pues ahora después de la cena no va a poder ser porque la otra pareja que ha entrado esta mañana me ha pedido que vaya a su habitación con ellos. Si tienes muchas ganas de estar con León, o te lo follas ahora o que luego se venga a dormir con nosotros. -Terminé por decirle porque ya estaba un poco harto de ellos.
Ella no dijo nada más, solo que se pegaba mucho a mí como si no quisiera que me fuera con ese matrimonio, pero era la última noche y estábamos allí para compartirnos con los demás, aunque cada vez pesaba más en mí la idea de no volver a una de estas veladas en un buen tiempo.
Ellos eran Antonio y Carmen, él era alto y ella muy bajita pero muy bien proporcionada, morena y muy guapa, de algo más de treinta años los dos. Sabía que estuve con Carmen una vez, pero no recordaba si tuvimos relaciones o ella lo hacía en la cama con otro. En cuanto llegaron se los presenté a mi novia, porque al parecer nadie lo había hecho hasta ese momento y Antonio también se quedó prendado de Pilar, así que todos de acuerdo nos dirigimos a una de las habitaciones que estaban disponibles.
Antonio tenía la pija en proporción con su cuerpo, lo que muchas veces no se cumplía para nada, pero éste tenía una polla de buen tamaño y sobre todo de grueso calibre. No me extrañó para nada que Pilar se embadurnara con bastante gel lubricante, porque seguro que no quería estar incómoda si al final pasábamos la noche con nuestro jardinero. Hizo bien, porque el chico le metía unos buenos pollazos durante todo el tiempo que duró su coito, pero no era de los que más duraban, porque coincidió con mi novia en el orgasmo, gracias a las maniobras de sus dedos en el coño de ella.
Luego me demostró el interés de participar con su esposa en nuestra follada, porque apenas nos dejaba follar ya a la mínima oportunidad me la estaba chupando con el mayor de los deleites por su parte. Pilar se dedicó a partir de ese momento a darle placer a Carmen y es que él no se llegó a empalmar ni una sola vez más, incluso solo se le ponía morcillona cuando me chupaba el rabo, de todos modos su esposa se llevó un buen recuerdo mío y también de mi novia, por supuesto la lefa me la pidió Antonio para él que no repartió nada con su mujer.
Hicimos el último receso de esos tres días para charlar un rato en el salón con los demás antes de retirarnos todos a dormir, o lo que sea, porque se denotaba un cierto nerviosismo entre todas las parejas. No dejaban de cuchichear entre ellos, al parecer poniéndose de acuerdo para ver con quien iba a dormir cada uno esa última noche. Me temía que alguno nos propusiera también a nosotros una alternativa y así fue con la propuesta que nos hacían Andrés e Isabel.
-¿Qué os parece si nos cambiamos para dormir? -Nos preguntó Isabel que quería pasar la noche conmigo.
-Es que hemos quedado con León, -le comentó enseguida Pilar para no dejarle opciones-, si no fuera por eso, sería un placer para nosotros.
Osea, que ya lo tenía hablado y decidido con él aunque todavía no me había dicho nada.
-Claro chicos, no pasa nada, -nos dijo Andrés-, a ver si quedamos en otra ocasión.
Luego se marcharon buscando una segunda opción entre los socios compañeros suyos. Yo me quedé preguntándome qué era lo que habrían hablado entre mi novia y su jardinero. Pero ella que era muy inteligente se dio cuenta enseguida de que yo estaba muy pensativo y se olió cual era el motivo.
-Es que León me ha pedido ahora a mí que si podía dormir con nosotros esta noche, -me dijo ella-, y no quería que se llevara una desilusión. Tú ya me habías dicho que se podía venir.
-Está bien, pues que se venga, igual le doy por el culo, -le dije con una leve sonrisa.
-Me parece que la realidad es que no quieres que venga, ¿Verdad?
-Claro que quiero que venga, prefiero verte con él que imaginármelo, dile que le estaremos esperándolo, te espero en la habitación.