Vivo de las mujeres decentes (Capítulo 15)

Pilar es ahora la que cuenta cómo le pone los cuernos a su novio.

Capítulo 15

No sé qué me pasa, pero desde que conocí a Rigo todo en mí ha explotado de repente como un volcán que no tiene ningún tipo de preaviso. Yo que después de la separación del adúltero de mi ex-marido, vivía en una paz total después del tratamiento a que me sometí con mi psicóloga durante tres meses, lo que me permitió recuperar mi estabilidad emocional, aunque a eso también ayudó mi querido jardinero León, que sin prisas pero sin pausa, semana tras semana, me follaba como jamás me hizo el cabronazo de mi ex. También mi empleada María, que delante de cualquiera se comporta como una empleada modelo, en privado nos tratamos como dos buenas amigas, tan buenas como que hemos compartido cama entre nosotras y alguna vez acompañadas de León que tenía siempre fuelle para satisfacernos ampliamente a las dos.

Pero como ya digo llegó el torbellino de Rigo que me aflojó toda la tornillería de mi cuerpo nada más presentármelo mi tía Cristina, bueno ella es la mujer de mi tío José Luis y a los dos los quiero muchísimo desde que era una cría y sobre todo después de mi divorcio, pues ellos fueron otra parte muy importante en mi recuperación, esta vez por el cariño y su apoyo continuo, tan es así que no había día en que no nos comunicásemos tanto en persona, como por teléfono.

Tampoco debo olvidarme de mencionar a mis padres, con los que también he podido contar con su cariño durante todo este tiempo, pero se puede decir que tengo mucha más comunicación con mis tíos que con ellos. Por último está mi abuelo, tan cabrón como siempre, impartiendo la disciplina en la familia, pero que en el fondo es un alma bendita que me quiere a rabiar y con el que hago lo que quiero con solo hacerle dos mimos.

Nada más tenerlo delante de mí aquella mañana de mitad de verano, me convencí que él era el hombre de mi vida, me enamoré nada más verle y también oírle porque su voz transmite una dulzura increíble.

Por la descripción de mis tíos, más bien de mi tía, sabía que era un chaval joven, en realidad cinco años menos que yo, con unas condiciones innatas para follar como un descosido hasta hacerte llorar de placer, ella me lo traía para que volviera a hacerlo después de un año de abstinencia, también sabía que él llegó a su casa la tarde anterior y que habían dormido juntos con la anuencia de mi tío, que es un loco del sexo como todos sabéis, aparte de un bisexual empedernido. Mi tía me confesó un día que había una pareja fuera del club con la que se veían desde hacía tiempo, con él mi tío mantenía relaciones plenas y que alguna que otra vez le daba permiso para que se relajara con otro hombre. Pero los dos se querían muchísimo y no podían pasar el uno sin el otro.

La cuestión es que desde ese momento practicamente no nos hemos separado ni un solo día, salvo algunos que por motivos de trabajo he tenido que pernoctar fuera de nuestra provincia.

Tengo que confesar que me costó trabajo prescindir de mi jardinero y mi amante durante tanto tiempo, pero hablé con él que lo entendió bien volviendo a ser el trabajador disciplinado que siempre fue. También hablé con María que por supuesto aceptó dignamente la nueva situación.

Todo empezó a torcerse cuando comencé a trabajar en el diseño del piso de la plaza y Rigo se incorporaba al segundo curso en la universidad. Fui un día a comer a mi casa y allí se encontraba también León que ese día le tocaba trabajar en mis jardines. Todavía hacía algo de calor y él estaba trabajando con unas bermudas con el torso desnudo, yo salí en bikini para tomar un poco de sol y la verdad es que verlo a pocos metros de mí semidesnudo, me hizo recordar los muchos encuentros que habíamos mantenido en mi dormitorio y aquello me puso muy cachonda. En unas de las veces que se acercó más a mí, me preguntó si quería que me pusiera protección solar y yo le alargué la crema volviéndome de espaldas pero sentada en el borde de la hamaca. El asunto se nos fue a los dos de las manos cuando él tomó mis tetas para untarme crema allí también, entonces me volví para mirarlo a la cara y vi como el lo hacía con una cara llena de lascivia.

-Por favor Pilar, solo una última vez, déjame tenerte una última vez, por favor -no dejaba de repetir mientras ya me amasaba las tetas sin ningún reparo y yo no le ponía ninguna traba.

Pronto me lo llevé a al dormitorio donde volvimos a rememorar nuestro pasado inmediato, con cerca de dos horas de sexo brutal. Después de apagar aquel calentón, me quedé muy arrepentida por los cuernos que le había puesto a mi novio, que nunca se lo hubiera merecido porque yo sabía que él me respetaba, a pesar de las insinuaciones de más de una.

Pero aquello no fue la última vez, sino que sin saber cómo cada día me apetecía más repetir aquella infidelidad. Incluso María intervenía de vez en cuando sumándose a nuestros encuentros de dos veces en semana, siempre que podía, claro.

Cuando hace unos días les llevé el primer taparrabos, estuvimos más de dos horas follando con el dichoso taparrabos cubriendo y descubriendo su polla, como si de un juego ritual se tratase. Luego le tuve que contar a Rigo una versión rocambolesca que al parecer no le gustó demasiado, pero yo me había convertido en una infiel y en una mentirosa de cuidado.

El Problema que se me planteaba era que no quería prescindir de ninguno de los dos, sabía que tarde o temprano el juego se descubriría, porque León ya se atrevía a quedar conmigo por Whatsapp, que yo en un principio le prohibí, pero que luego le toleré. Más de una mañana quedamos en el piso de la plaza mientras Rigo estaba en la universidad, pues León vivía muy cerca del centro y tardaba menos de diez minutos en llegar. También tenía el peligro de que Lina o María se fueran de la lengua, pero es que ya no lo podía parar, todo me daba un poco igual.

El día que le hice la prueba de la ropa a María y León delante de Rigo, sé que me pasé tres pueblos  al cogerle la polla para mostrársela a él, porque después comprobé que no le terminó de gustar.

Pero todo cambió cuando mis tíos nos propusieron acompañarlos junto a parte del grupo swinger a la casa rural. Francamente ahí vi el cielo abierto para llevar a cabo mis propósitos, cuando le pude convencer de que aceptara la intervención de León y María en sustitución de Juan y Lola, el matrimonio que se empleaba en la casa de Julia y que serían los que tendrían que haberlos acompañado.

Hubo un momento álgido cuando Rigo casi me pidió que despidiera a nuestro jardinero con argumentos en los que llevaba toda la razón, pero eso significaría más dificultades para poder seguir acostándome con León, así que al menos consintió que debatiéramos ese asunto a la vuelta de los tres días en la casa rural. Ese era el tiempo que yo precisaba para darle la vuelta a la tortilla, con el objetivo clarísimo en lograr que Rigo ni se llegara a volver plantear el despido de mi jardinero amante.

Sabía que tenía que ser paciente, aquello que tenía pensado no podía ocurrir en el primer acto sexual del grupo, todo lo contrario, debería ocurrir cuando el ambiente se hubiese relajado más, aunque ese relajamiento se debiera al agotamiento de los hombres que nos acompañaban, pero nunca al de mis dos amantes que tenían mucha más cuerda según conocía por mi mucha experiencia con ellos.

Para poder llevar a cabo mis propósitos debía dejar libertad de movimiento a mi novio, pero sin quedar nunca muy alejada de él por aquello de tenerlo controlado, sobre todo si se iba a una de aquellas habitaciones acompañado por otros, donde podría acabar por agotarse él también con sus últimas corridas, lo ideal es que le pillara cuando le quedaran por soltar las dos últimas, con eso tendría suficiente.

Me lo pusieron muy difícil los concuñados Samuel y Rafael, porque entre los dos me dieron de lo lindo por todos lados y lo peor fue lo que tardaron en correrse, pero lo pude solventar con raciones extras de lubricantes, aunque debo confesar que lo hicieron muy bien y que no me importaría repetir todo aquello con ellos, pues ni sé las veces que hicieron que me corriera, pero eso sería más adelante o la noche siguiente si se terciaba.

La cosa era que si lograba que empatizaran compartiéndome en la cama, no dudaba que aquellos encuentros se podrían seguir produciendo, contando incluso con el beneplácito de mi novio. De momento ya había conseguido que me diera el visto bueno para que folláramos en una habitación los tres juntos, pero no podía ser en una habitación neutra donde podríamos ser interrumpidos por otros miembros, necesitaba más privacidad y eso se traducía en que el encuentro lo lleváramos a cabo en la habitación que nos asignaron al llegar.

-Rigo, ve tú a nuestra habitación, que yo voy a procurar llevarme allí a León, -le dije a mi novio, que algo extrañado me hizo caso.

Luego fui al encuentro de mi tío José Luis que estaba casi derrengado en uno de los sofás hablando tranquilamente con Andrés.

-Tío necesito que me hagas un favor, ¿Puedes venir? -Le dije tendiéndole mi mano-, perdona Andrés, -le dije a mi primer follador de la tarde, dándole un beso en la boca para que me perdonara, tornándolo a muy breve breve porque ya le vi ciertas intenciones.

-Tío, necesito que sustituyas a León en la barra que me lo quiero llevar para que esté conmigo un rato. -Le dije con todo el desparpajo de quien sabe con quien está tratando.

Primero me miró echando un vistazo a los alrededores al mismo tiempo. Luego me preguntó por mi novio y le dije la verdad que nos estaba esperando en nuestra habitación.

-Vete tranquila y tarda todo lo que quieras, pero procura que se vaya soltando un poco más en lo que tú ya sabes, -me dijo lanzándome un guiño.

-A ver lo que puedo hacer -le respondí mientras ya me terminaba de acercar a León para llevármelo de la mano a nuestro redil, pero éste tampoco se cortaba y ya me llevaba él a mí con el brazo por la cintura y la mano en mi desnudo culo, así entramos en nuestra habitación.

Como no habíamos hablado una palabra entre León y yo, él se creía que íbamos a estar solos, por lo que se quedó muy cortado al ver que nos estaba esperando Rigo.

-Pasad, -nos dijo mi novio con una leve sonrisa en la boca y esa voz tan grave que lo que era una palabra amable, parecía que se convertía en una orden.

Ambos penetramos en la habitación de la misma forma que traíamos por el pasillo, es decir, con su mano en mi culo y la mía en su cintura, pero enseguida nos soltamos y yo me acerqué a mi Rigo para abrazarme a él y darnos un morreo como si hiciera seis meses que no nos veíamos. Luego me giré para alargar mi mano hacia la de León, que se acercó a nosotros en principio para abrazarse a mí por detrás, pero poniéndome de lado, logré que quedásemos haciendo un triángulo perfecto, aunque solo era yo la que les rodeaba sus cuerpos con mis brazos, al menos conseguí que estuviesen pegados unos segundos.

Luego cogidos de la mano los llevé hasta la cama que ya había preparado Rigo para nuestro encuentro, allí me eché boca arriba haciendo que ellos quedaran a cada lado de mi cuerpo, besando primero a uno y luego al otro y así seguimos haciéndolo un buen rato alternativamente. No teníamos ninguna prisa por acabar lo que casi ni habíamos empezado. Ellos me acariciaban cada uno la mitad de mi cuerpo, como si hubiesen trazado una línea imaginaria que me dividiera en dos y yo, metiendo mis manos por debajo de sus brazos, conseguí hacerme con sus pollas que estaban extremadamente duras y con muchos preseminales mojando sus arietes. Entonces comencé a pajearlos muy suavemente, haciendo que nuestros besos fuesen ahora muchos más pasionales, pues notaba cómo ellos bombeaban en mis manos sin necesidad de que yo les siguiera pajeando.

Después hice que me soltasen las tetas pudiendo incorporarme para quedar de rodillas ante sus tremendas pollas y comenzar a mamarlas como si no hubiese un mañana. Aquello me tenía el chocho totalmente encharcado, sabiendo que no iba a tardar mucho en tenerlas en mi interior, primero uno, luego otro y por último los dos a la vez, tal como tenía calculado, aunque no las tenía todas conmigo debido a que la calentura de los tres podían desembocar en cambios sustanciales. Tenía que decidirme por quien iba a ser el primero en metérmela para que pudiera conseguir un primer orgasmo, pero no tenía dudas y ése iba a ser mi novio que era el que tenía todos los derechos contratados ante la ley del morbo supino, aunque le tenía preparada una pequeña sorpresa para ver cual iba a ser su reacción. Se lo había prometido a mi tío y quería intentarlo al menos.

En un momento dejé a mi novio en posición de ser cabalgado por mí, por lo que no tardé en agarrar su pollón y metérmelo hasta topar con los huevos, pero enseguida me salí.

-León, cariño, ponme un poco de lubricante en la vagina que menudas pollas tenéis los dos, -le pedí a mi jardinero, que presto a cumplir mis deseos, agarró el tubo lubricante que teníamos en la mesita de noche, luego se impregnó dos dedos de su mano derecha para meterlos casi con urgencia en mi vagina, tropezando sus manos continuamente con la polla de mi novio que no podía apenas apartar-, échale un poco a él también, -le pedí sin pronunciar la tan temida palabra que le pudiese asustar.

Él con el bote por encima del glande le dejó caer un chorro de lubricante, al tiempo que me miraba por si me parecía suficiente.

-Úntala bien cielo, -le volví a pedir, porque al parecer no quiso entender mi gesto.

Entonces rojo como un tomate, acercó su mano al falo que me iba a penetrar de nuevo y le extendió el lubricante por todo él. Luego yo me icé un poco intentando la penetración mirándolo de nuevo a sus ojos, apremiándole a que la pusiera en el lugar debido para que yo me pudiera empalar en una bajada con manos libres. Por fin entendió que sus vacilaciones no me iban a hacer retroceder en lo que pretendía de él, no dudando ya en agarrar el cipote y ponerlo en la entrada de mi vagina después de varios restregones en la raja de mi coño.

Ahora sí me dejé caer todo mi cuerpo sobre mi novio, enterrándome esa magnífica polla por las que tantas cabronas suspiraban, comenzando un suave ritmo de mis caderas haciendo que entrara y saliera de mi coño, con una cadencia perfecta para que más pronto que tarde nos llevara a tocar el cielo con la punta de su rabo.

-Acércame tu pene que te lo quiero mamar, -le pedí a mi amante que obedeció de inmediato.

Rigo me tenía cogido un pecho con su mano derecha, mientras la izquierda la apoyaba en su vientre intentando retirarla de las piernas de León. Entonces agarré esa mano que no hacía nada y la llevé conmigo a tocar la polla que estaba mamando, sin que él se negara en ningún momento, más bien parecía que tenía ganas o curiosidad por hacerlo. Ahora mi amante acercó su boca a la mía para morrearnos, lo que hizo que Rigo se soltara momentáneamente de su polla, pero el mismo León le agarró la mano para que volviera a pajearlo junto con la suya, aunque luego lo dejó hacer nuevamente a él solo. Entonces me acerqué a besarme con mi novio que no dejaba de penetrarme desde abajo cada vez más fuerte.

-Me gustaría que la probaras junto conmigo, está muy sabrosa y te va a encantar, ¿Quieres? -le pregunté muy bajito.

El asintió también con un ligero movimiento de cabeza y León que no se había perdido nada, acercó sus caderas a nuestras cabezas para que Rigo que no le soltaba la polla, pudiera colocarla entre nuestros labios donde primero se la chupábamos entre los dos, pero luego cada uno se la metía alternativamente en la boca según la dirigía mi novio, ayudados además por los movimientos de caderas de León que nos la follaba sin descanso, sujetando con su mano derecha la cabeza del que en cada momento se la tragaba.

Yo sabía que aquello nos iba a hacer estallar a los tres, porque Rigo incrementó sus embestidas buscando nuestra culminación, pero es que para nuestro amante aquella iba a ser su primera corrida y se ve que los dos lo estábamos haciendo muy bien como le delataba la expresión de su rostro, junto a los primeros gruñidos justo antes de soltar el primer disparo en la boca de mi novio, que se la sacó de inmediato para dirigir el siguiente a la mía, bueno, el siguiente y todos los demás dejándonos también mucha lefa en nuestros rostros. Con unos últimos envites los dos nos corrimos dejándonos media vida entre los fluidos que aportamos.

Los tres quedamos ahora tendidos boca arriba quedando yo en el centro. En esos momentos no estaba como para discurrir mucho, pero sabía que mi primer objetivo estaba más que cumplido. Rigo no solo aceptaba follarme en compañía de mi amante, si no, que además había sentido placer comiéndole el rabo. Aunque con algunas reticencias León también había realizado sus primeros pinitos con la polla de mi novio. Por último yo había disfrutado de uno de los mejores orgasmos de mi vida y me encontraba súper feliz viendo como marchaba todo.

Sabía que a mi novio le quedaba un último tirito antes de bajar la bandera y que León tenía muchas ganas de follarme también, así que volvimos los tres a las andadas, ahora sin líneas imaginarias que parecieran insalvables. Si yo le ponía la mano a uno en la polla del otro, no la retiraban ni aunque les dejara hacer solos a ellos.

-¿Qué hacemos ahora? -les pregunté en un susurro a los dos, mientras los besaba casi sin girar la cara porque los tres manteníamos los labios muy cercanos.

-Ahora te va a follar León, -nos dijo mi novio-, y me la vais a chupar entre los dos, pero me correré luego en una doble penetración, aunque mi leche será para vosotros.

Los tres sonreímos abiertamente ante la nueva tarea que se nos avecinaba, cumpliéndose todo tal como lo describió mi novio.

Había pasado bastante tiempo desde que me llevé a León de la barra del bar, así que le pedí que se diera una ducha rápida y que volviera a sus quehaceres. Luego que él se fue nosotros también nos duchamos antes de acercarnos nuevamente al salón donde se encontraban ya la mayoría de los miembros del club y los que faltaban estarían durmiendo por el agotamiento de tanta follada. Lo curioso era que todos los que estábamos allí continuábamos en pelota picada, aunque sin ningún tío empalmado ni ninguna mujer con los pezones duros por el deseo.

Las charlas más que nada se centraban en lo que cada cual había llegado a hacer esa noche y con quiénes lo había hecho. Algunas esposas le preguntaban al marido por estas cuestiones, o al revés. Era casi increíble que ni siquiera se hubiesen interesado lo que hacía su pareja cuando estaban todos a la vista en plena faena, al menos al principio. En fin no tenía muy claro si Rigo o yo misma seguiríamos acudiendo a esas veladas, o lo dejaríamos solo para eventos más esporádicos. Lo que sí teníamos claro es que allí no se detectaba ningún tipo de desapego entre las parejas, que tampoco había conatos de celos por ningún lado y sobre todo que nadie mostraba preferencias por follar con alguien en concreto, con menosprecio hacia los demás. Si había algo de eso sería en otros ámbitos más privados, pero no allí.

Hice un aparte con María para preguntarle cómo le había ido la velada, confesándome que se había acostado con mis tíos porque al parecer él le tenía muchas ganas desde hacía tiempo y quería que Cristina estuviera presente. Que no me preocupara por ella, que esa noche iba a dormir con Julia y Rafael a petición de ellos.

Pero yo no me quedaba conforme del todo y le pedí a Sole que durmiera con nosotros, pues seguía teniendo ganas de hembra esa noche y con ella ya sabía que me iba a quedar la mar de satisfecha. Por último le pregunté a León que me dijo que dormiría solo, porque después de salir de nuestra habitación, José y Rita le habían hecho una mamada y estaba hecho polvo.

Poco después todos nos retiramos a nuestras habitaciones. A la nuestra llegó Sole unos minutos después. Venía encantada porque esa noche no se había estrenado todavía, pero nosotros le solucionamos ese problemilla en la siguiente hora, primero dándole un buen espectáculo a mi novio entre las dos y luego terminando por ser follada en una última demostración de generosidad por parte de Rigo.

Tampoco era que el patio estuvo en silencio desde ese momento, porque no paraban de oírse gemidos por doquier, así como ruidos de puertas al abrirse y cerrarse para continuar con los intercambios que algunos no daban por finalizados.

Estaba próximo el segundo día de los tres que estaríamos en ese lugar y yo me encontraba casi eufórica por las metas conseguidas, aunque no dejaba de hacerme mil y una preguntas sobre lo que estaría pensando Rigo.

¿Se olvidaría de querer que despidiera a mi jardinero?

¿Seguiríamos disfrutando los tres en una misma cama?

¿Me daría permiso para tener relaciones con León a solas?

Y la peor de todas las preguntas:

¿Estaría pensando en dejarme?