Vivo de las mujeres decentes (Capítulo 11)

Rigo tiene una noche de sexo con los tíos de su novia.

Capítulo 11

El comienzo del curso no tuvo diferencias apenas con lo que fue el primero, solamente que ya teníamos la experiencia suficiente para no sorprendernos por las pequeñas novedades que se produjeron, pero en definitiva todo muy bien.

Con la primera que hablé de las dos chicas fue con Paula que me felicitó por el pedazo de novia que me había echado y que dada mi situación se tendría que buscar la vida en este segundo curso, aunque me iba a echar de menos mientras tanto.

En la cafetería me encontré con Mavi que me estaba buscando.

-Hola Rigo, por fin te encuentro, -me dijo como si yo la estuviera eludiendo-, tenemos que hablar de lo nuestro.

-Hola Mavi, tú me dirás que es eso de lo nuestro.

-Joder tío, me he pasado todo el verano pensando en nuestra relación, incluso he rechazado a un buen chico que está detrás de mí desde hace varios meses porque prefería seguir contigo.

-Pero Mavi, que lo nuestro no era nada formal, no sabes lo que siento haberte hecho creer otra cosa, nunca fue mi intención, además que sabes que nuestra relación no fue exclusiva, que yo seguía con Paula hasta el final del curso.

-No sé, bueno si lo sé, pero pensaba que en este segundo curso sería más propicio para nosotros dos. Rigo creo que estoy enamorada de ti, -al momento aparecieron unas lágrimas en sus ojos que me dejaron alelado-, y no sé qué voy a hacer ahora.

-Joder Mavi, tranquilízate por favor, -le dije alargándole un pañuelo de papel-, no sabes lo que me duele verte así, sabes que eres una de mis mejores amigas y siempre desearé lo mejor para ti, te lo digo de verdad, con el corazón en la mano.

Todo eso se lo dije acariciando su hombro y su brazo repetidamente. No estaba hablando para salir del paso, se lo decía con el cariño que le tenía por ser una gran amiga, quizás la mejor del curso pasado.

-Pronto conocerás a otro chico, Mavi, porque tú eres una chavala preciosa y seguro que va a ver una docena de tíos que se van a enamorar de ti en cuanto te conozcan y traten contigo, porque eres una buena persona, ya lo verás y me darás la razón.

-¿No hay ninguna posibilidad de que lo tuyo se de la vuelta? -Me preguntó.

-No Mavi, ninguna. -le aclaré para no dejarle un resquicio de esperanza que la hiciera estar pendiente de nosotros. Tampoco quise ahondar diciéndole que estaba enamorado de mi novia, porque seguro que le haría más daño.

Haciendo un esfuerzo se terminó de secar las últimas lágrimas, intentando una mueca que parecía una sonrisa.

-¿Has visto como ha vuelto Pedro? -me dijo algo más relajada-, casi no le conozco cuando lo tuve delante de mi.

Desde luego Mavi tenía un par de ovarios, siempre los sacó a relucir cuando hacía falta, pero en esta ocasión verdaderamente tenía mérito por la trascendencia del asunto.

-La verdad es que ha impresionado a todos y se ha echado una novia muy guapa, me la presentó en el pueblo -le dije siguiendo su táctica de relajación. ¿Vendrás a comer con los demás? -le pregunté finalmente porque tenía que irme ya.

-A ver si puedo.

No sabíamos como despedirnos, aunque lo más sencillo sería coger nuestra mochila y marcharnos a nuestros quehaceres, entonces dejé la mía encima de la mesa para poder abrir mis brazos, ella entendió lo que le pedía y nos fundimos en un fuerte abrazo que sellaría una nueva forma de ser amigos de ahora en adelante.

Al llegar a casa Pilar estaba terminando de ducharse, aquello me pareció una provocación.

-¿Tú crees que está bien que me recibas así?, -le dije mientras me quedaba en pelotas-, eso es provocar a las personas decentes.

Ella miraba mis maniobras para despelotarme, echándose a reír cuando pegué tres saltos a un solo pie, porque el bóxer se me atrancó en el otro talón. Por fin pude introducirme en la mampara que apenas nos dejaba hueco para movernos, pero que a mí me importaba un pepino, así estaríamos más pegaditos.

-Tu polla no cabe aquí, -me dijo agarrándomela con un fuerte apretón en mitad del tallo-, no sé donde la vas a tener que meter.

-¿Serás guarra? Hoy estás muy guerrera tú. Sabes que la voy a meter en su funda natural.

-¿Sí? Qué miedo me das, a ver cómo vas a poder abrir la funda para guardar todo esto. -Me seguía provocando poniendo la polla hacia arriba  masajeándola muy despacio.

La coloqué en la esquina para comérmela a besos, darle chupetones en las tetas y apretones con mis dos manos en su hermoso culo. Tal como estaba le levanté una de sus piernas para ayudarla a colocar el rabo en su vagina, pues ella era la que maniobraba con el péndulo, consiguiendo en un momento meterle más de la mitad, porque con tanta agua mi preseminal se había diluido y solo quedaba su propio lubricante que ya estaba facilitando más polla en sus adentros.

Allí no se podía cambiar de postura, por lo que solo nos teníamos que preocupar de llegar a nuestros orgasmos, cosa que sucedió en varios minutos, quedando los dos hechos polvos por la incomodidad del sitio, pero satisfechos con el premio que nos habíamos dado.

Luego en la cama le tuve que contar todo lo que había hecho ese día en la universidad, incluidas las conversaciones con Paula y Mavi. No quería esconderle nada, pues sería un mal comienzo y además todo lo ocurrido lo podía contar.

-Te has podido callar lo de Mavi y te agradezco que no lo hayas hecho. Eso me da más confianza en ti, -me decía al tiempo que me pasaba los nudillos de su mano por mi cara que seguía manteniendo la barba de tres días-, sé siempre franco conmigo Rigo.

-¿Y tú? ¿Serás siempre sincera conmigo? -le dije acariciando su pelo sin dejar de mirarla a los ojos.

-Siempre amor mío, nunca te voy a engañar, -me respondió con una sonrisa pícara-, si no es necesario.

Entonces se le escapó una fuerte carcajada. Yo la eché sobre mí y le di una nalgada.

-Eso por mentirme cuando sea necesario... ¿Y cuando va a ser necesario? -le dije.

Ella seguía riendo encima mía, intentando darme un bocado en la barbilla del que yo trataba de defenderme.

-Cuando me ponga malita y no quiera que sufras por mí. -Me contestó dejándola entonces que me mordiera la barbilla y todo lo que quisiera comerme. Joder, me dejó desinflado.

-No digas eso ni en broma, cielo. Te quiero a mi lado dentro de cien años.

-Pero ten en cuenta que yo llegaré a ser una anciana antes que tú. -Me respondió con otra carcajada, con lo que se ganó otra nalgada por hacerme sufrir.

El segundo fin de semana después del comienzo del curso, vi que no tenía ningún interés en que nos fuésemos directamente a su casa, como hicimos el fin de semana anterior.

-¿Nos quedamos hoy aquí? -le pregunté-, mejor, porque los que no han viajado quieren que nos veamos esta noche, así que hoy será como la otra vez, pero terminaremos en la discoteca.

Ella no decía nada, solo me besaba dándome el mejor de los recibimientos, pero yo sabía que le pasaba algo, además no dejaba de mirar hacia el móvil con el peor de los disimulos, porque me estaba dando perfecta cuenta de su ansiedad. Pero bueno, la cosa se estaba calentando que era de lo que más ganas tenía, así que me puse de inmediato a la tarea convirtiendo los besos en morreos y las caricias en sobeteo marrano, haciendo que se olvidara del móvil en cuanto comenzó a gemir.

Le estaba retirando el sujetador cuando el puñetero móvil nos cortó el rollo, emitiendo un tono de llamada detrás de otro. Le iba a decir que lo dejara sonar, que ahora no era el momento de coger una llamada, pero el cuarto tono la hizo reaccionar pegando un salto desde mis rodillas donde estaba medio tendida, dándome un codazo en toda la barbilla que ya quisiera Mike Tyson en sus mejores momentos.

Con una teta al aire y la falda por la cintura agarró el móvil intentando al mismo tiempo recomponerse la ropa, como si la persona que la llamaba pudiera verla de esa guisa.

-¿Síii...? -Contestó al fin soltando un gallo en tan corto parloteo.

No sé qué era lo que la otra persona le decía, pero su cara iba tomando una expresión de felicidad, como si le hubiesen comunicado que ya podía recoger los gemelos de los que había sido mamá el día anterior.

-¿Y la entrada también? Vale, sí, sí, de acuerdo, una hora, claro, sí, no hay problema, gracias por todo. Chao.

Cuando cortó la llamada se volvió a mirarme con una sonrisa socarrona, joder no sabía si es que habíamos quedado con sus tíos, o nos íbamos a estrenar con el grupo swinger, ni idea de qué era lo que tanto la hacía sonreír, así que me preparé para lo que fuera mientras me frotaba mi maltrecha barbilla.

-Tacháaannn... -gritó con los brazos en alto dando un giro de 360 grados antes de lanzarse a mis brazos, con la mala suerte que me dio con todo el móvil en mitad de la frente, haciéndome un pequeño corte de nada, pero por el que salía un hilo de sangre que me estaba empapando la cara.

Menudo susto se llevó la pobre cuando se giró para mirarme después del grito que parece que pegué. Su rostro se quedó lívido, con medio móvil en su mano derecha y el otro medio tirado por el suelo junto con la batería, pero reaccionó de inmediato sacudiéndose lo que le quedaba en la mano para poder coger varios pañuelos de papel, a los que dobló muy rápido antes de apretarlos sobre la herida que dejó de sangrar.

-Vamos al aseo -me decía sin soltar el tapón que había hecho con los pañuelos-, vamos a lavar la herida con agua oxigenada y luego te la tapo con un poco de gasa.

Diez minutos después volvíamos a estar sentados en el maltrecho sofá del salón, que no era una joya precisamente porque la piel-plástico se estaba comenzando a despellejar. Si el pobre pudiera contar la de polvos que había echado sobre él... Ella no se atrevía ya a contarme de qué iba la llamada, porque solo estaba preocupada por mi pequeña herida, que solucionamos con un desinfectante y una tirita.

-Anda dame la noticia del ¡Tacháaannn!, pero sin moverte de donde estás. -le apremié soltado unas risas.

-Te lo cuento si te tomas el paracetamol, -negoció conmigo, pues yo no lo consideraba necesario-, que seguro que te dolerá el golpe que te di.

La verdad es que un buen golpe sí que me dio y como tampoco merecía la pena seguir negándome, asentí con la cabeza aceptando el trato.

-Que ya están acabados todos los trabajos en el nuevo piso, ahora lo están terminando de limpiar entre María y Sole, estoy loca por que lo veas, a ver qué te parece cómo lo he diseñado y el trabajo que ha hecho Raúl.

-Qué me va a parecer habiéndolo hecho tú misma, pues que tengo muy claro que me va a encantar. Venga, vámonos ya, si ellas siguen allí, hacemos una orgía entre los cuatro en la nueva cama para estrenarla.

-¿Serás animal? ¿Y porqué no llamamos a mi jardinero también y hacemos un completo? -Los dos reíamos a carcajadas, mientras ella cogía las llaves del nuevo piso para marcharnos.

En la puerta de la casa se volvió para hacerme tomar el paracetamol prometido. Luego nos marchamos.

En el portal de la casa quedaban un par de operarios que estaban recogiendo algunos embalajes. Éstos la saludaron al vernos entrar para coger el ascensor. Enseguida subimos a la cuarta planta que era la última del edificio. En el rellano solo había dos puertas y la nuestra se encontraba abierta porque otros dos operarios se marchaban con varias bolsas llenas de muy diversos materiales, más bien de cajas y plásticos que habían contenido todo tipo de cosas del hogar.

María fue la que nos hizo pasar al interior terminando de sacar una última bolsa al descansillo mientras se despedía de los dos operarios y cerraba la puerta detrás nuestra.

-Señora Pilar, ya solo nos queda dar un último repaso y nos vamos, le dijo a ella.

Sole venía hacia nosotros con una gran sonrisa y nos dio dos besos a cada uno, lo que le hizo poner mala cara a María que al parecer no aceptaba tanta familiaridad por parte de la chica.

Luego Pilar tomó las riendas de la casa y cogiéndome de la mano súper emocionada, me fue mostrando todas la estancias de la nueva vivienda. Lo primero fue la cocina que era la que teníamos más cerca de la entrada, era espectacular, luego comprobé que ese adjetivo serviría para el resto de la casa. El frigorífico de dos puertas era propio para una familia numerosa de diez hijos por lo menos, estaba repleto de bebidas, verduras, embutidos, en fin, preparado para invitar a un regimiento.

El salón era espectacular, ¿Lo había dicho ya? Pues eso, con ese gran ventanal que daba acceso al pequeño balcón con vistas a la plaza, con un sofá espléndido chaise longue y unos muebles blancos y bajos, que daban un aspecto muy juvenil, una combinación muy apropiada del color de las paredes y una televisión enorme frente al sofá, que además tenía dos asientos eléctricos tipo relax.

En el cuarto pequeño se habían instalado unas estanterías de madera, para poder colocar todo tipo de cosas, era como el trastero de la vivienda.

Las dos siguientes habitaciones se usarían como dormitorios, el primero con dos camas y el segundo con una de 150, la tercera era un escritorio totalmente acondicionado para dos personas y luego llegamos al dormitorio principal, que como me figuraba tenía una gran cama de 2x2 metros, mesitas de noche para cada uno, un arcón, un mueble zapatero, un vestidor repleto de ropa y zapatos, el aseo con jacuzzi y ducha aparte, todo con un aire muy juvenil. El aseo del pasillo también poseía una ducha y se había rehecho por completo.

Más tarde Sole y María nos acompañaron a mi piso de alquiler, donde en dos maletas metimos lo que pudimos y dejamos todo preparado para un segundo viaje donde traeríamos el resto que considerábamos más imprescindible. En realidad casi todo eran enseres de Pilar, porque mío no quedó nada.

En el escritorio teníamos el rúter con salida para nuestros ordenadores portátiles, también disponíamos de un televisor más pequeño y dos mesas muy amplias y cómodas que nos permitían estar mirando hacia el ventanal de esa habitación.

Cuando terminamos de acondicionar todas nuestras pertinencias, con la ayuda de las dos chicas, todos decidimos darnos una ducha. Luego llegaron los tíos de Pilar para recoger a Sole, pero tanto Pilar como yo mismo les rogábamos que se quedaran a cenar con nosotros, cosa que aceptaron finalmente.

María y Sole se encargaron de prepararnos una cena estupenda para los cuatro en la mesa que teníamos en el salón para ocho comensales y ellas lo hicieron en la cocina donde disponían de una estupenda mesa para cuatro personas.

Ellos nos comentaron que en el grupo de swingers se había producido un indulto general para los que estaban sancionados, con lo que a la noche siguiente asistirían todos a la velada que se iba a celebrar nuevamente en su casa.

-¿Qué, no os decidís a acompañarnos? -Nos  preguntó José Luis-, tú ya sabes cómo es aquello y lo mucho que disfrutamos todos. -se dirigía ahora a mí.

-No sé, deja que lo hablemos mi novia y yo. Tendríamos que convencernos primero que eso no es infidelidad y luego ya veremos -comenté mirando a Pilar más que a ningún otro.

Sole y María no dejaban de entrar y salir para atendernos en la cena, luego en los cafés y por último en las copas, aunque José Luis no podía tomar alcohol porque después tendría que conducir. Ninguna de las dos se perdían casi nada de lo que allí estábamos comentando.

-¿Porqué no os quedáis a dormir aquí? -les invité-, así no tienes que conducir ahora tan tarde.

Creía que pondrían pegas y que nos costaría convencerlos como ocurrió con la cena, pero aceptaron después de hablarlo entre ellos.

Poco después mi novia se fue con su tía a nuestro dormitorio para proveerla de pijamas para los tíos y Sole, que se quedaría en la habitación de dos camas y que compartiría con María.

En cuanto nos acostamos esa noche, iniciamos nuestras caricias preliminares para echar nuestro polvo de buenas noches, como solíamos hacer casi siempre. Luego follamos en varias posturas hasta que logré correrme coincidiendo con su segundo orgasmo.

-Joder Pilar, cómo has gritado esta noche, -se lo decía porque me pareció un poco exagerado, sabiendo que sus tíos se encontraban durmiendo dos habitaciones más allá de la nuestra-, tus tíos se habrán escandalizado.

-Ya lo sé, -me respondió-, pero es que Cristina me ha pedido que te deje estar con ellos un rato.

-Joder Pilar, supongo que te habrás negado, ¿Cómo vas a permitir una cosa así? -la idea a mí me parecía cojonuda, pues la verdad es que con Cristina solía echar unos polvos muy buenos, aunque no me entraba en la cabeza que Pilar me dejara ir.

-¿Tú crees que eso sería ponerme los cuernos?

-No, creo que no, si lo consientes... no sé cariño,  en todo caso sería porque tú me lo pidieras, si acaso me parece que eso se denomina cuernos consentidos. De todos modos, estate tranquila que no me la voy a follar.

-¿Tú crees que con una hora tendrás bastante?

-Pienso que sí, pero ¿Tú vendrías conmigo?

-Solo para dejarte allí, con ellos no puedo hacer nada.

-¿Y con otros sí? -le pregunté un poco mosqueado.

-No, tampoco, pero vamos que con ellos ni por asomo.

-De todos modos, lo que me pides no es muy normal.

-Bueno yo no te lo he pedido, ha sido Cristina.

Con esta propuesta mi polla seguía más tiesa que un garrote. Entonces ella se puso un tanga y una camiseta, luego me alargó el bóxer y cogidos de la mano nos fuimos a la habitación de sus tíos. Pilar dio un par de golpes muy tenues en la puerta y la abrió para pasar los dos al interior del dormitorio. Ellos estaban charlando echados boca arriba con unos grandes cojines a la espalda que le mantenían casi sentados. Los dos tenían puestos los pijamas que les entregó mi novia.

Enseguida Cristina vino hacia nosotros para darle un abrazo a mi novia.

-Gracias preciosa, ¿Una hora? -le preguntó.

-Sí, más o menos.

-Voy entonces a por Sole para que José Luis no esté solo. ¿Te vas a quedar? -luego le aclaró-, él no te va a tocar nena.

-Me quedaré un rato.

Cristina salió de la habitación sin decir nada más y al momento volvió con Sole que también traía puesto el pijama, pero sin sujetador, por lo que las tetas botaban escandalosamente a cada paso que daba. Sin ningún reparo entraba con otra disposición en sus ademanes, ahora no era la empleada que servía a sus señores, así que sin apenas detenerse en la entrada, se fue a la cama para desnudar a José Luis, al tiempo que lo hacía ella misma para quedarse también en pelotas.

Cristina nos cogió de la mano a los dos, quedando Pilar sentada en los pies de la cama, mientras ella se acercó al butacón donde dejar el pijama que ya se estaba quitando. Yo me volvía hacia mi novia para que fuera ella la que me quitara el bóxer, dejándome también como mi madre me trajo al mundo. Después me dio unos cuantos meneos y un chupetón en mi erguida polla, sabiendo que me iba a entregar en unos segundos a Cristina para que me la follara. Antes de girarme, le quité la camiseta y le di un sobeo a cada teta. Luego sí me giré a darle a Cristina lo que estaba esperando.

Nos abrazamos de pie los dos para darnos un buen morreo, luego le besé por el cuello y me apoderé de las tetas dándole unos sonoros chupetones mientras le amasaba los glúteos. En la cama Sole le estaba haciendo una felación a José Luis, que no se perdía nada de lo que hacíamos nosotros, sobre todo de lo que me hacía su mujer en mi rabo al que no dejaba de pajear lentamente.

-Espera, deja que te la chupe primero, -me dijo hincando las rodillas en la alfombra, poniéndose a la altura perfecta para una buena mamada.

Desde luego con su gran experiencia en esa tarea y la cantidad extraordinaria que se metía en la boca de vez en cuando, me estaba llevando a un punto sin retorno, así que haciendo un esfuerzo conseguí pararla.

-No sigas, que me vas a hacer correr.

Entonces se incorporó para tenderse en la cama boca arriba dejando su pie izquierdo encima de los muslos de mi novia, mientras yo me posicionaba entre sus piernas para comerme ese coño rosado que ella me mostraba abriendo sus labios mayores con sus dos manos. En cuanto recibió el primer lametazo en la raja, flexionó las piernas para darme mejor acceso. El orgasmo le llegó en cuanto le encontré el punto G con mis dos dedos, para machacarlo a una buena velocidad. Ella se quedó temblando unos segundos, recuperándose de inmediato dedicándome una gran sonrisa.

-Joder nena, qué gusto, tu novio es único haciendo eso. Nadie ha hecho que me corra con tanta rapidez como lo hace él.

-Ya lo sé -le respondió ella-, y ahora vete preparando por lo que te va a meter.

-Deja que lo haga yo, -me dijo José Luis cogiendo mi polla para darle unos chupetones, antes de centrarla en la vagina de su esposa-, estoy enamorado de tu polla.

Esto último lo dijo soltando unas risas a las que respondió Cristina apretando su mano con una gran sonrisa.

-Fóllame bien, pero córrete en su boca ¿Sí? -le preguntó a su marido.

-Claro que sí cielo, sabes cómo me gusta eso Rigo, -casi me imploraba.

-Vale, -le dije-, a ver lo que aguanto.

Con el orgasmo que acababa de tener, tenía suficiente lubricación como para poder clavársela de un primer empujón sin que le causara ningún problema. Cristina es de orgasmo fácil, así que enseguida disfrutó de su segundo orgasmo. Pilar me abrazaba desde atrás sin dejar de darme unos muerdos en la nuca y el hombro. Sole estaba cabalgando a José Luis a un buen ritmo buscando también su corrida, pues al parecer él no se debía correr esa noche.

Cristina cambió de postura colocándose a cuatro patas, procurando que yo no tuviera que moverme, dejando de este modo que mi novia pudiera seguir con lo que estaba haciendo. Ahora fue Pilar la que me dio unos cuantos meneos antes de ponerla en la posición correcta. No esperé ni un segundo más y volví a penetrarla para darle un mete saca bastante fuerte, haciendo que se volviera a correr en un par de minutos.

Cristina se volvió de costado dándome a entender que estaba más que servida, por lo que me limpié bien la polla con unas servilletas húmedas y me volví para follarme ahora a mi novia que estaba más caliente que una combustión nuclear. Pero no había mucho sitio en esa parte de la cama y fue Cristina la que solucionó el problema sentándose en el butacón, dejándonos espacio suficiente para llevar a cabo mis propósitos. Primero la follé en la posición de misionero, luego la puse también a cuatro patas y miré a Sole que ya estaba descansando sentada en el borde de la cama.

-Métete ahí y ayuda a Pilar, -le pedí.

Ella le dio la vuelta a la cama y en unos momentos estaba comiéndole el coño a mi novia, al mismo tiempo que me sobaba los huevos con su mano y su dedo pulgar se restregaba en mi ano. Con todas esas maniobras y las embestidas que le estaba dando a Pilar, no tardamos en corrernos, ella primero y yo esperé un poco a que terminara para salirme y echarle toda la corrida en la boca a José Luis que ya la estaba esperando.

Luego me puse de pie para marcharnos a nuestro dormitorio, pues la faena ya estaba realizada, aunque mi rabo seguía lógicamente empalmado. Cristina se levantó del butacón y echándome los brazos al cuello me dio un último morreo.

-Gracias Rigo, has estado genial, como siempre.

Sole se incorporó también, pero el beso se lo dio a mi novia al tiempo que amasaba una de sus tetas. Pilar se quedó indecisa unos momentos sorprendida por ese beso, pero después se repuso cogiendo los dos senos de Sole mientras repetía el morreo.

-¿Nos vamos cielo? -le dije a Pilar con mi mano tendida para coger la de ella.

Ya salíamos los tres de la habitación cerrando Pilar la puerta viendo como Sole no apartaba su mirada de mi enhiesto rabo.

-Te has quedado con las ganas ¿Verdad? -le preguntó, haciendo que apartara su mirada de mi rabo para fijarla en los ojos de Pilar, asintiendo con la cabeza y alzando los hombros como si la cosa ya no tuviera remedio.

-Anda, vente con nosotros. ¿Te importa cielo?

Joder, qué me iba a importar si las estuve follando más de media noche.

Cuando María nos despertó con sus clásicas caricias para ofrecernos el desayuno, Sole hacía más de dos horas que se había marchado junto con los tíos de mi novia. Cómo nos hacíamos los remolones, comenzó a tirar de las sábanas porque las quería lavar antes de irnos a la casa de Pilar, haciendo que nos levantáramos sí o sí. Después ella pegó una carrerilla para encerrarse en el aseo y yo me tuve que ir al del pasillo para aliviar mi vejiga y otros recipientes internos.

El desayuno nos lo había servido en la mesa de la cocina, donde María no dejaba de entrar y salir llevando sábanas, toallas y todo lo que habíamos usado la noche anterior.

-Oye Pilar, María debe saber todo lo que pasó aquí anoche, ¿No?.

-Pues claro, ¿No viste como miraba desde la puerta del dormitorio? -me dijo como si fuese lo más obvio del mundo.

-¿Del nuestro o del de tus tíos?

-De los dos, no se perdió nada de lo que hicimos.

-Otra cosa, ¿has visto como nos toca por las mañanas? Cada día se corta menos con los dos, -le dije-, hoy me ha dado un buen sobeo en la polla porque no terminaba de despertarme.

-¿Quieres que le regañe?

-No, si a ti no te molesta, déjala, lo mismo terminamos haciendo otro trío como hicimos con Sole esta noche, porque la cabrona tiene un buen polvo. -Terminé provocándola como siempre para ver qué decía.

-Hombre, desnuda seguro que te gustaría más todavía, tiene dos buenas tetas, muy distintas a las mías.

Esto último lo tuvo que oír al pasar delante de nosotros camino del lavadero con otro montón de sábanas. Pero la cabrona no dijo nada, solo mostró una sonrisa en su cara. Antes de salir, mi novia la hice detenerse.

-María, estamos hablando de tetas, -le dijo-, ¿Nos  puedes enseñar las tuyas?

De momento se quedó parada de pie a mi lado mirando a su señora para ver si le daba su consentimiento. Mi novia asintió con dos movimientos de cabeza y ella se desabotonó la camisa blanca de su uniforme, mostrando un sujetador nada atractivo que lo tapaba todo, luego tiró de ella para sacarla de la falda y dejarla en la otra silla vacía. Por último se desabrochó el cierre del sujetador que también dejó sobre la camisa, poniendo sus manos por debajo de los senos haciéndome ver que me los estaba ofreciendo para que hiciera con ellos lo que me pareciera bien. La verdad es que ese tipo de pecho me encantaba, más por haberlas visto por Internet que en persona y es que las areolas sobresalían ostensiblemente de las propias tetas y de ellas emergían unos pezones largos y anchos que eran para estar chupándolos dos horas y media por lo menos.

Le hice un gesto con la mano para que se acercara, dando ella dos pasos cortos situándose delante de mí, entonces bajó sus brazos para dejarlos sueltos a cada lado de su cuerpo, quedando en libertad esas tetas que no se caían para nada a pesar que eran totalmente naturales. Alcé mis dos manos dejándolas apoyadas por encima de sus pezones, al tiempo que mis pulgares hacían círculos sobre ellos que los notaba durísimos. Luego los sostuve por abajo para darle unos cuantos apretones y terminar besando cada pezón.

-Joder María, qué buenas tetas te gastas, -le elogié esa parte de su cuerpo.

Mi novia la miraba a ella y luego a mí mostrando una gran sonrisa en su cara, dándome su visto bueno. Luego María recogió su camisa y el sujetador y se marchó para seguir con sus quehaceres.

-Necesito una buena ducha o un buen jacuzzi, -le dije a mi novia-, ¿Qué prefieres tú?

-El jacuzzi, pero te portas bien, que esta noche me has dejado el chochete para el desguace. -me respondió con una carcajada.

-Joder cariño, que mira como estoy -le dije señalando mi pene, porque con lo de María se había puesto a tono.

-Es que no tienes descanso, mamonazo.

Luego le pedimos a María que nos preparara el jacuzzi, mientras terminábamos de tomarnos el zumo de naranja que era lo único que nos quedaba.

Estando los dos en la bañera, María se presentó con una crema para la irritación vaginal que le entregó a mi novia, dejando claro que también estaba atenta a lo que hablábamos en su ausencia.

-Tendremos que hablar sobre todo lo que pasó esta noche, -le dije- no sé si ésto ha sido una excepción o si quieres que sigamos con estos juegos.

-No sé Rigo, no me he planteado nada. Creo que lo mejor será olvidarnos de lo que ha pasado. Ha sido un favor que le debíamos a mis tíos que querían estar contigo una vez más y ya está.

-¿Qué sentiste al verme follar con Cristina y con Sole? -le pregunté porque sentía mucha curiosidad por saberlo.

-Muchos celos, demasiados diría yo, sobre todo al principio cuando te besabas con Cristina, después me calmé pensando que si yo no te lo hubiese pedido, tú no estarías allí con ella. Con Sole fue otra cosa, porque tuvimos bastante filing entre las dos, ya sabes, lo cierto es que lo disfruté mucho.

-Te hago muchas preguntas sobre este asunto porque apenas tengo experiencia en las relaciones de noviazgo y la verdad es que no te imagino teniendo relaciones con otro hombre. Sin embargo, tú no dudaste en que yo las tuviera con dos mujeres esta noche.

Ella procesaba en su mente lo que le explicaba mostrando una gran seriedad en la expresión de su rostro, pero no me decía nada. Entonces seguí yo.

-Imagínate que hubiesen estado Julia y Rafael junto a tus tíos en esa habitación. ¿Te hubieses dejado tocar por el marido de Julia?

-No, creo que no, además a ti tampoco te hubiera gustado que lo hiciera.

-Yo ya no sé qué es lo que me gusta y lo que no me gusta.