Vivo de las mujeres decentes (Capítulo 10)
Rigo y Pilar se hacen novios y tiene un encuentro de agradecimiento con los tíos de ella.
Capítulo 10
Teníamos que hablar seriamente de todo lo que nos concernía desde que hacía dos días nos habíamos conocido. Yo quería seguir disfrutando de ella, me encantaba su carácter, la simpatía que se desprendía en todos sus actos y aunque no fuera lo más importante, su belleza me impactó desde que la vi por primera vez.
Podríamos probar al menos un tiempo, para ver como se iban desarrollando los acontecimientos venideros. Tenía que probarme a mí mismo si era capaz de mantener una relación de pareja totalmente normal.
Pasamos varios días de la misma manera que los dos primeros y no nos habíamos atrevidos a establecer un diálogo sobre nuestra relación, así que fui yo el que dio el primer paso adelante. Estábamos echando una siesta después de regresar de comer en un bonito restaurante que ella conocía.
-Pilar cada día me siento más contento por estar a tu lado, te lo digo en serio, llevamos una semana prácticamente sin separarnos ni un minuto y mi mayor deseo sería que sigamos así, siempre que tú también lo quieras.
Ella se sentó apoyando su espalda en el cabecero de la cama, para mirarme sin dejarme entrever qué era lo que pensaba en esos momentos.
-Rigo, creo que me enamoré de ti desde el primer momento que te vi, lo que me estás proponiendo llevo dos días intentando planteártelo, pero no me atrevía porque no podría soportar una negativa por tu parte, -mientras me decía esto, sus ojos se estaban desbordando por lágrimas de felicidad-, claro que quiero estar contigo, no deseo otra cosa.
-Te juro que no te voy a decepcionar, quiero que nuestro compromiso lo sepa todo el mundo, los primeros tus tíos, porque son los culpables de que nos conociéramos, luego quiero que conozcas mi familia, estaré muy orgulloso de presentarte a mis padres y a mi hermana, que se enteren de la novia tan inteligente y preciosa que me he echado. Van a flipar, ya te digo. -le terminé de decir con una gran sonrisa mientras me acercaba a sus labios para darle un beso cariñoso.
-Espera que voy a llamar a mi tía, que la pobre no ha parado de animarme para que hablara contigo en estos días, -me decía al tiempo que cogía su móvil para poder llamarla-, seguro que hasta se emociona y todo.
Ella había puesto el manos libre para que pudiéramos hablar los dos con ella. Los tonos se sucedían hasta que por fin aceptó la llamada.
-Hola cielo, -le dijo Cristina-, espero que esta vez me hayas llamado para decirme que ya has hablado con Rigo.
Pilar soltó unas risas.
-Hola tía, sí ya hemos hablado, pero ha sido él quien al final me ha propuesto que sea su novia, además ha querido que seáis vosotros los primeros en saberlo.
Cristina no contestaba, aunque unos segundos más tarde oímos un sollozo y un agradecimiento a Sole que le acababa de dar un pañuelo.
-¿Ves cariño...? Ya te decía yo que tu tío había acertado de pleno al pedirme que te presentara a Rigo, -nos decía sin dejar de hipar-, vais a ser unos novios de escándalo.
-Gracias Cristina, -intervine yo-, sin vuestra ayuda no habría podido conocer a esta novia tan guapa que tengo ahora.
-Tenéis que venir a cenar con nosotros esta misma noche. José Luis estará a punto de llegar, el pobre estaba muy preocupado porque no te decidías a hablar con Rigo, así que se va a llevar una gran alegría cuando se lo diga.
-Está bien, -le dijo Pilar-, estaremos ahí en un par de horas.
-¿Conque te has echado una novia muy guapa? -me dijo nada más cortar la llamada, echándose encima mía-, la verdad es que has tenido suerte, teniendo en cuenta el novio tan feo que me he echado yo.
Los dos terminamos abrazados rodando encima del colchón de un lado a otro sin dejar de reírnos.
Más tarde llamé a mi madre para ponerla al día de lo que pasaba, sabiendo que ella allanaría el terreno al contárselo a mi padre porque él no se pondría muy contento, lo único que quería era que me centrara sobre todo en los estudios hasta que terminara la carrera. Si supiera todo lo que hice el curso anterior, seguro que le daba una lipotimia. A mi hermana no le andaría con tantos remilgos.
A la mañana siguiente me llamó para decirme que nos esperaban el domingo porque quería que comiéramos todos juntos. Cuando se lo dije a Pilar se puso algo nerviosa, no esperaba verse con mi familia tan pronto. Sus padres también estaban preocupados por nuestra relación, me costó trabajo que me lo dijera pero al final me confesó que pensaban que yo era muy joven para ella.
Al final mi familia quedó prendada de Pilar y la suya también creo que también quedaron contentos conmigo, seguro que pensaron que yo sería una buena compañía para ella después del año tan malo que había pasado desde que se divorció.
Habíamos trasladado parte de mis cosas desde la casa de alquiler a la casa de ella, donde definitivamente hacíamos vida de pareja. Me encontraba muy bien con esta nueva vida, sobre todo porque cada día estaba más colgado de mi novia.
Mis padres junto con mi hermana nos visitaron un día que por ser festivo, mi padre no trabajaba. Todos se quedaron gratamente sorprendidos de la casa de Pilar. María nos hizo una paella que tomamos en el cenador. La verdad es que echamos un día de piscina maravilloso y mi novia congenió tanto con mi madre y mi hermana, que habló con ellas más que yo mismo en los últimos cinco años.
Desde el principio ella me fue hablando dando pinceladas del porqué manejaba tantos fondos si no trabajaba. En definitiva toda la familia se mantenía del holding de empresas que llegó a crear el abuelo, el padre de su madre y de José Luis, su tío. El hombre se seguía manteniendo al frente de todo, pero cada vez delegaba más responsabilidades en su hijo José Luis y algo también en su yerno, el padre de ella. Pilar que era hija única y de momento nieta única del empresario, tenía un buen paquete de acciones en propiedad que le daban unos enormes dividendos cada año. También de su ex-marido consiguió una buena suma, por la demanda de divorcio que negociaron los abogados de la familia.
En cuanto al sexo, diría que como cualquier pareja que empieza su relación, pues hacíamos el amor a cualquier hora del día, siempre que nos viniera bien. Los dos queríamos dejar los preservativos que eran como un estorbo a esas alturas, por lo que de mutuo acuerdo nos hicimos unos análisis y ella acudió a su ginecóloga para que le recetara las píldoras anticonceptivas.
Nunca lo había hecho a pelo y fue toda una experiencia para los dos, sobre todo para mí, porque ella ya lo hacía con su ex-marido. Lo de María lo dejé por imposible, era raro el día que no se nos presentaba en medio de una follada, o simplemente desnudos los dos, para traernos cualquier cosa que le hubiésemos pedido, o bien, para cambiar las toallas, colocar la ropa limpia en el armario, llevarnos un aperitivo a la piscina, pero sobre todo traernos el desayuno por la mañana, ahí me fui dando cuenta que entraba con mucho sigilo para no despertarnos, luego se acercaba a cada uno de nosotros para susurrarnos que el desayuno estaba en la mesa de la terraza, acariciándonos por todo nuestro cuerpo sin ningún recato.
El jardinero seguía trabajando en la casa, pero ya no se molestaba en asediar con sus miradas a mi novia, ahora sabía que se iba a follar a María cada día al finalizar su jornada.
Su tíos nos visitaban más que sus padres, lo mismo que nosotros a ellos, habíamos engendrado una gran amistad, sobre todo con Cristina porque José Luis siempre estaba trabajando.
Ellos nos contaban todo lo que habían hecho en cada velada, no se cortaban en darnos todos los detalles de lo que consideraban más morboso. Lo que me dejó patidifuso fue enterarme de que las dos hermanas eran Julia y Adela, pues ella no me había contado nada y sí que era verdad que las tuve a las dos en la cama un montón de veces. También recordaba como en una ocasión Rafael se follaba a su cuñada justo a mi lado, mientras yo le daba caña a su esposa. Al marido de Adela no pude recordar quien era a pesar de que Cristina me daba detalles de él.
-Nena a ver si te apiadas de nosotros y os venís un día a una de nuestras veladas, -le pedía su tía-, que todos echamos de menos a Rigo, aunque tú no serías menos deseada en cuanto te conozcan.
Los dos reíamos con esas peticiones, pero ni nos planteábamos siquiera participar en aquellas reuniones swingers.
-Ya lo hablaremos entre nosotros cuando pasen tres años -le respondió Pilar con una gran carcajada.
Más tarde estando los dos sentados en la terraza de nuestro dormitorio, me sorprendió mi novia comentando este asunto.
-Vaya con mis tíos, la verdad es que sorprende lo mucho que se quieren y lo fácil que es para ellos compartirse con los demás del grupo, -me dijo-, encima están deseando que llegue el siguiente sábado para volver a repetirlo.
-Es que si no has estado allí no se puede entender, -le di mi opinión-, es algo increíble, no solo se intercambian con otros, si no que se ayudan entre ellos para procurarle un orgasmo a su pareja, mientras tienen sexo con otra persona, sea de su mismo sexo o del otro. Tampoco he podido observar que algunos tengan preferencias por hacerlo más habitualmente con nadie. Eso quizás lo hagan después en privado entre dos parejas, como nos han comentado alguna vez tus tíos, pero allí todos practican sexo con todos.
-Pero a ti te echan de menos, según dicen mis tíos, -me dijo queríendome hacer ver que conmigo sí que habían algunas preferencias.
-Es posible que yo les haga disfrutar algo más debido a mi juventud y porqué no decirlo a mis habilidades para darles placer, pero luego cada uno va a lo suyo, ya te digo.
-Y al tamaño de tu miembro sinvergüenza -me soltó con una carcajada mientras me daba un apretón en semejante sitio.
-Eso también parece que les gusta.
Los dos reíamos mientras comenzábamos a besarnos y tocarnos por todo el cuerpo.
-Te aseguro que tú también provocarías un escándalo si te presentaras en una de sus reuniones. Estás buenísima cabrona y serías la más joven de todas las chicas del grupo.
Aquello parecía que la calentó más de la cuenta y me lo demostró de una manera inequívoca en los siguientes minutos.
-¿Sabes lo que harían contigo guarrilla? -la intentaba calentar más aún-, te cogerían los diez tíos unos detrás de otro, algunos te harían una penetración doble que te provocarían cien orgasmos seguidos.
Apenas llegué a rozarle el clítoris con mis dedos cuando ella se tensó como si hubiese recibido una descarga eléctrica y después de unas cuantas fricciones le llegó el primer orgasmo. Estaba claro que las fantasías guarras le habían gustado y mucho.
Faltaba poco para el comienzo de las clases y poder reencontrarnos de nuevo el grupo de amigos del primer curso, entre ellos como no, Paula y Mavi de las que desconocía todo lo que habían hecho durante las vacaciones de verano, porque la verdad es que no nos habíamos puesto en contacto ni una sola vez. Yo sí que había hecho un gran cambio por el compromiso con Pilar. Tenía muchas ganas de que la conocieran. Mi novia sabía de todas mis andanzas con Mavi y Paula, incluido el trío que hicimos para que a ésta última le sirviera de preparación a las futuras veladas de los swingers, pero eso era ya agua pasada.
Mi piso de alquiler estaba fenomenal para un estudiante como yo, pero Pilar quería estar conmigo también en la capital durante los días que tendría clases y pretendía que estuviésemos en una vivienda algo mejor, así que una tarde se fue a ver a su abuelo sin mí, porque el puñetero todavía no había dado su consentimiento a nuestro compromiso. Cuando regresó traía las llaves de otro piso situado en la misma plaza, muy cerca de donde se encontraba el mío. Fuimos a verlo comprobando que estaba ubicado en un edificio antiguo, pero que estaba totalmente reformado. Lo que más me impactó era la altura de los techos, las ventanas y las puertas de interior, así como que todas las ventanas de los cuatro dormitorios y del salón daban a la plaza y a un patio interior la cocina, el lavadero, dos cuartos de baño y una pequeña habitación de la que desconocía cual era su utilidad.
El piso estaba solo en las paredes, pues no había ni muebles, ni lámparas, ni nada tenía que lo pudiera hacer habitable.
-Solo le falta pintarlo y amueblarlo, -me decía mi novia con una gran sonrisa-, me encargaré de su diseño y espero tenerlo listo en un mes.
-Pero cielo, vas a necesitar mucha ayuda para tenerlo en ese tiempo. -le razoné.
-Y la vamos a tener porque de la instalación se va a encargar Raúl, el que fuera pareja de mi tío José Luis que es el mejor decorador de interiores que tenemos aquí, -me decía con la ilusión del que le espera el mejor trabajo de su vida-, tú solo dime donde quieres que pongamos tu sala de estudio.
-Serás cabrona, prefiero que lo decidas tú, -le dije soltando una gran carcajada-, si en el otro piso yo estudiaba en el salón.
-¿Ah, sí? Pues te voy a preparar este cuartito, así no te distraes mientra estudias -me dijo sacándome la lengua y dando media vuelta para echar a correr al ver que levantaba mis brazos en actitud amenazante poniendo cara de malo-, socorroooo... que alguien me ayude...
Conseguí atraparla en la última habitación para echármela al hombro y entrar en un aseo que era el único sitio donde podía sentarme y ponerla tendida con el vientre sobre mis muslos. Ella se debatía diciéndome de todo mientras yo le subía la falda dejando sus maravillosos glúteos al aire.
-Plas... Toma, éste por hacerme correr, plas... Toma, éste por desobedecerme, plas... Toma, éste por elegir el peor cuarto de estudio, plas... y éste porque va a ser el último antes de follarte.
-¿Ya está, ese el el castigo que me ibas a dar, porqué no me pegas uno como haría un hombre de pelo en pecho? -me decía volviendo la cara desde abajo, sacándome la lengua de nuevo.
-Plaaasss, Toma, éste por salida, plaaasss... toma, éste por provocarme, plaaasss... toma, éste por putilla, plaaasss... y éste por dejarte follar en el club.
Ahora su culo estaba muy colorado y mi polla a reventar, así que sin decirnos nada entramos en una competición a ver quien se desnudaba antes, después la senté en la encimera de mármol del lavabo para clavársela sin más precauciones, porque de lubricación estábamos los dos más que sobrados.
El primer orgasmo le llegó demasiado pronto, por lo que tuve que esperar al segundo para correrme junto a ella, no se podía hacer mucho más allí, así que entre risas nos fuimos vistiendo para seguir tomando las medidas de todas las estancias de la casa.
A partir de ese día ella entró en una vorágine de idas y venidas a las oficinas de Raúl y al propio piso, no dejando que la acompañara a ninguno de los dos lugares, así que la primera semana me la pasé como siempre en casa de Pilar, la segunda en mi piso de alquiler preparando el comienzo inmediato del segundo curso en la universidad. Algunos días nos veíamos para comer y ya se quedaba conmigo, o bien, comíamos cada uno por su cuenta y luego a media tarde se venía ella para mi piso de alquiler.
-Quien te ha visto y quien te ve -le decía para chincharla en la cama de mi dormitorio-, como te vea tu abuelo en este piso, te echa de la familia.
-Éste es un piso muy decente y la cama, estando tú en ella más decente todavía.
-Oye te deberías cabrear conmigo de vez en cuando, ¿A ver si me estás escondiendo esa faceta de bruja para no asustarme antes de que te haga diez niños?
Ella volvía a reírse con todas las tonterías que le decía, pero la verdad es que nunca se enfadaba por nada delante de mí.
La mañana anterior al comienzo de las clases me encontraba solo en mi casa, cuando recibí una primera llamada de Pedro avisándome que ya se encontraba en la capital y que estaba llamando a todos los de nuestro grupo para quedar a cenar esa noche. Yo le dije que contaran conmigo y que llevaría a mi nueva novia para que la conocieran todos.
-Eres un cabrón con suerte, tío, -me decía con buen humor-, yo me dejo la novia en el pueblo y tú ya la tienes aquí.
-Es lo que hay Pedro y vas a flipar porque es un pibón.
-Joder, Rigo eres la leche. Por cierto ¿Has dejado de asistir a las orgías del grupo? -me preguntaba el muy animal, aunque la verdad que orgías sí que parecían.
-Claro hombre, ya te he dicho que tengo novia y que vivo con ella, luego hablamos. Chao.
-Joder... -fue lo que me dijo como saludo de despedida antes de cortar la llamada.
Cuando se lo dije a Pilar esa tarde, se metió dos horas en el aseo para retocarse un poco, según me dijo, luego se probó casi todo lo que tenía en mi piso para que yo le escogiera la ropa que llevaría puesta. También se esmeró con la lencería, aunque como el único que la iba a ver era yo, le seleccioné la más guarra de todas, más un pantalón americano y un polo de cuello vuelto porque por la noche ya refrescaba. De calzado unas deportivas, por supuesto aunque no dejaba de mirar de soslayo sus carísimas sandalias con unos taconazos de punta de aguja. También le advertí que iríamos a una pizzería o a un chino por si se quería disfrazar para que nadie la reconociese, lo que hizo que me estuviera dando cojinazos hasta que se le agotó el brazo.
Poco antes de la hora prevista para nuestra reunión me volvió a llamar Pedro para darme el punto de encuentro, que era el de siempre, y que irían todos.
Hacia allá nos fuimos andando los dos cogidos de la mano porque el bar de copas estaba en una calle adyacente a la plaza principal, donde se encontraba la vivienda que estaba terminando de acondicionar mi novia.
-¿Me puedes decir para cuando vamos a tener disponible el piso? -le pregunté señalando con la mirada los balcones correspondientes al mismo.
-Se mira pero no se toca, -me respondió con una sonrisa la muy ladina-, ya falta menos.
-Serás cabrona...
Ella se reía agarrándose a mi brazo por si tropezaba con tanto cachondeo.
Enseguida llegamos a donde nos esperaba Pedro con unos cuantos más, Mavi entre ellos, pero no Paula. Todo fueron abrazos como no podía ser de otra manera, también con ella que parecía que no me quería soltar por lo largo que fue. Yo les presenté a Pilar como mi novia, quedando todos boquiabiertos, porque aunque ya los había avisado mi amigo Pedro, no terminaban de creerse mi buena suerte, pero es que de verdad Pilar estaba guapísima esa tarde, no sé si debido a los retoques que se había dado y que yo no detectaba por ninguna parte.
Mavi era caso y aparte, estaba un poco rara y parecía la que menos alegría mostraba por nuestro reencuentro. Paula que llegó un poco más tarde, también me dio un fuerte abrazo, luego reaccionó con más naturalidad con mi novia que no dejaron de hablar toda la noche de sus cosas. Ella nos comentó que al final lo había dejado con su novio desde hacía más de un mes.
De allí nos fuimos al final al restaurante chino que tenía un ambiente mucho más privado que la pizzería. Mavi me echaba miradas como pidiéndome explicaciones, no sabiendo a qué venía esa actitud, seguro que me lo aclararía cuando me pillara en la universidad.
Después de la cena la velada no daba para mucho más pues todos queríamos estar frescos para el primer día de clases, así que nos despedimos en la misma puerta del chino y nos fuimos cada uno para su casa. En un rato estábamos nuevamente en mi piso de estudiante, echados los dos en la cama boca arriba, si bien, la lencería que le escogí a Pilar no me ayudaba a coger el sueño. La muy cochina no paraba de echarme la pierna por encima de las mías, llegando pasear su rodilla por lo alto de mi paquete, con movimientos suaves arriba y abajo hasta lograr despertar al péndulo como le llamaba mi madre.
-¿Quieres tomarte la lechecita antes de dormir? -le pregunté porque la cabrona no terminaba de tragarse ni una sola de mis corridas, aguantaba hasta el final para luego retirarse siempre, aunque le pusiera la cara hecha una guarrería.
-¿Se la tomaban tus amigas? -me inquirió con cara de pícara redomada.
-Las dos y muchas noches, sobre todo Paula que quería ser una experta antes de ir a su primera velada, incluso a su prueba con tus tíos, si vieras como se tragaba la leche de él...
-Calla guarro, que me da ansias solo de pensarlo.
-Te dará ansias también en el chochete porque tu tanga está muy mojado, -se lo dije mientras le pasaba mi mano por su entrepierna.
-Ahí sí que no me da reparo para tragármela toda, cabronazo.
-¿Te ha visto alguien que no sea yo la lencería que llevas puesta?
-Solo el jardinero me la vio un día, pero fue de espaldas mientras me desnudaba.
-Serás mentirosa... seguro que lo calentaste un buen rato antes de quitártela tú o te la arrancase él -le dije justo cuando la iba a morrear de forma canalla.
Nuestras fantasías sexuales siempre iban por los mismos derroteros, metiendo a uno o más de uno en nuestra cama. Cada vez dándoles más notoriedad a esas figuras imaginarias, pero con nombre y apellidos tan reales como la vida misma.
A la mañana siguiente madrugué para poder coger el metro a tiempo. Cuando me fui Pilar seguía durmiendo como una bendita.
Había empezado el segundo curso.