Vivir en el circo

La historia de un chico que encontró su camino....

VIVIR EN EL CIRCO

Cuando se cansó de los abusos de un padrastro alcohólico y golpeador Boby decidió marcharse de su casa horrible y miserable.

No tardó mucho tiempo en quedar bajo el cobijo de un circo que partió a muchos kilómetros de su casa. Haciendo así que empezara a olvidar la mala vida que había llevado hasta entonces.

La vida en el circo siempre fue dura, eso lo aprendió con el tiempo. Lo ubicaron en el carromato de Roland, el trapecista que había quedado solo hacía un par de años. su esposa se había volado con un mafioso de aquellas épocas.

El carromato era cómodo y de acuerdo al escalafón de Roland, era una de las estrellas del circo, así que lo cuidaban bien. Estar con el, convivir en su carromato, era una especie de suerte.

El lugar era amplio , constaba de una parte para estar, tipo sala de estar. Un lugar para dormir, donde estaba una cama amplia de una plaza y media tal vez y un sofá cama muy cómodo que Boby ocupo los primeros días.

Se convirtió rápidamente en una especie de asistente de Roland. Lo ayudaba mas que nada a entrenarse, ya que era muy riguroso en ese sentido. El trabajo era una pasión para el. todos los días. No paraba nunca.

Pasaban horas frente al trapecio a una altura mucho mas baja que la verdadera en las pruebas cuando la función de fines de semana lo requería.

Roland lo tomaba con sus fuertes brazos y se balanceaba llevándolo de un lado a otro. Boby no tenía vértigo, nunca lo había tenido. Sentía que volaba. Roland lo hacía sentir bien. Tenía buen humor y lo trataba como nunca lo trataron, como si fuese una persona.

Las figuras fueron haciéndose cada vez más difíciles. Una de ellas, en la que recién comenzaban a practicar consistía en que un momento dado, Boby debía sentarse sobre Roland mientras , por supuesto el trapecio se movía, subiendo y bajando, habían estado con eso durante toda una mañana, hasta que un momento dado, Roland se puso de mal humor y dio por terminada la sesión. Lo que a Boby le pareció extraño, no fue el arranque de mal humor de su maestro, sino la dureza que sintió en sus nalgas antes de que se diera por finalizado la práctica.

__¡Siento mi arranque de furia!__ le comento luego del almuerzo Roland

__¡Está bien no hay de que preocuparse!

__¡De veras no quise tratarte así!

__¡Roland, está bien, no te aflijas!!__ pidió Boby mirando el rostro del hombre angustiado.

__¡Es que no se que me sucede!

__¡Esta bien!

__¡No sé si esta tan bien!__ en eso llamaron a la puerta. La noche aún no caía, pero era un hermoso atardecer. Roland abrió la puerta.

__¡Oh, disculpe señor!__ dijo René, el chico de los mandados

__¿Qué sucede?

--Es que el señor Philip quiere ver a Boby,,,__

__¿Ahora?

__Si señor…

__Bien ahí voy…__ dijo Boby y salió detrás del chico. Roland se quedó dubitativo y pensativo. Boby no supo porque. Llegaron al carromato del jefe y dueño de aquel enorme circo. Estaba recién pintado. Como nuevo. Las cosas habían funcionado bien para el circo aquella temporada.

__¡Hola chico!__ saludo el señor Philip. El dueño del circo.

__¡Hola señor!__ dijo Boby

__Me debía una charla contigo, y me dije porque no hoy que Bella no está__ Bella era la esposa del señor jefe.

__Bueno señor y de que desea hablar…__ comentó el muchacho

__Quiero decirte que veo el efecto bueno que estas causando a Roland una de nuestras estrellas y eso se valora mucho, no se que le has hecho pero esta muy cambiado

__¿Para mal?

__Claro que no esta todo mas que bien. Tranquilo. Eso esta muy bien. Después que su mujer lo dejo el estaba muy deprimido, pero poco a poco ha salido y tu has sido de gran ayuda…

__Yo solo quiero ayudar señor

__¡Me gusta tu actitud, muchacho, me gusta!…

__Gracias señor

__Y ayudarías a cualquiera que lo necesitara…

__Sí señor..

__Muy bien, muy bien,..__ sonreía moviendo sus pequeñas manitas, el señor Philip era un simpático enano al que todos respetaban y querían mucho porque no era un mal tipo.

__Te dije que Bella no está…

__Si señor

__Y cuando ella no esta yo me siento mal…muy mal, pero es mas fuerte que yo, no puedo reprimir lo que me pasa…

__No debe reprimirse señor…__ dijo inocente Boby

__¿De verdad no? Sí tienes razón…ven aquí Boby, ven…__ Boby se acercó. Se paró frente al dueño del circo. Este lo observó de arriba  abajo y vio que era un lindo y agraciado muchacho.

__¡Humm te va a ir bien en el circo!__ siguió mirando __¡Date la vuelta!__ le pidió a Boby. Este giro su cuerpo y le dio la espalda al jefe.

__¿Y que tal si te quitas la ropa?__  pidió Philip regodeándose

__¡Está bien señor!__ contestó Boby y en segundos estuvo desnudo. Cuerpo fibroso. Hermosas nalgas.

__¡Ahhh acércate!__ gruñó el jefe. Masajeó las nalgas. Las pellizco. Las abrió. Las olfateó. Les paso la lengua. Boby sintió un escalofrío. Movió sus caderas. Lamió el agujero. Boby suspiro y gimió despacio. Algo sorprendido además de caliente. Philip continuo con sus chupadas, además de abrir las cachas y jugar con un dedo en el anillo del joven. Con la lengua llegaba a las bolas de Boby, pasaba unos lengüetazos y este se retorcía y gemía. El dedo del jefe iba y venía en el túnel, ya se abría, ya se dilataba, ya chorreaba humedad y calentura.

__¡Tienes un agujero muy precioso, tu culito es tan  lindo, ahh, me calientas!!__ recitaba Philip, el enano dueño del circo.

La pija de Boby saltaba dura y elástica. Resoplaba sintiendo las caricias del jefe. Cuando Philip lo giro y quedó frente a el, le sugirió que lo ayudara a quitarse la ropa. Salto un grueso reptil. No era muy largo. Tenía buen tamaño, pero era grueso y la cabeza brillaba.

__¿Quieres darle un bocado?__ preguntó sonriente el jefe

__¡Oh si señor claro!__ contesto Boby relamiéndose

__¡Entonces tómala ahí está!__ volvió a decir Philip y el muchacho se perdió de rodillas para tomar aquella hermosa tranca. Abrió la boca y tragó, el jefe se recostó un poco y dio un primer gemido que le siguió a muchos mas. La poronga estaba muy dura. La saliva bañaba el pedazo. Con las manos masajeaba la espada, la tomaba férreamente. La sacudía armónicamente. La lengua bailaba sobre la piel de aquella vara. Philip se movía de un lado a otro del sillón sintiendo las corrientes eléctricas que lo avanzaban y se apoderaban de el.

__¡Ven aquí, levántate y trae esa crema que esta allí!__ dijo el jefe señalando con su dedo. Boby tomo la crema.

__¡Bien ese es mi chico ponte en tu agujero, anda!!!__ solicito Philip. Boby se unto bien la colita. Luego el jefe le pidió que acercara una banqueta que estaba cerca. Allí se subió Boby y apoyando sus manos en los costados del sillón fue sentándose sobre el mástil erguido. Philip abría las nalgas jóvenes, duras, deseables. La cabeza pujaba por entrar.

__¡Anda cógeme, me gusta, que cojan mi verga, y tu tienes un culito tan apretadito, oh, si mi dios, que lindo culito, eso, eso, cógeme!!!__ pedía a los gritos el macho que lo empernaba. Las nalgas se abrían cada vez mas. La entrada de Boby se estiraba, se dilataba, se ensanchaba a medida que la mecha gruesa se metía dentro de el. Una vez que entró toda. Boby se movió lento. Al principio. Philip apretaba con sus manitos las nalgas del chico. Boby comenzó a acelerar las subidas y bajadas, haciendo saltar su verga de una lado a otro. Frenético. Furioso. Sintiendo la barra de carne regodearse en su interior. Sentía las bolas de Philip golpeando. El hombrecito besaba la espalda del muchacho. Boby gemía gozando de la vergota clavada en su culo. La chupaba, la apretaba con su esfínter, quería vaciarla ya.

__¡Ahh ya viene chico, ya viene, te voy a llenar, ahhh, si, si!__ aullaba Philip en tanto largaba los chorros de semen en el interior de su culito. Llenando aquel tubo. Boby lanzaba su leche al aire. Cayendo sobre la butaca y sobre el piso. El macho mordía la espalda de Boby. La poronga seguía estando clavada, latiendo. Philip buscaba aire. Los cuerpos quedaron deshilachados por unos momentos. En eso se escucha un ruido de motor.

__¡Oh mierda es Bella!!__ dice el jefe y saca la estaca del culito del chico. Lo corre.

__¡Ven, sal por allí, sal por allí!!__ le señala una pequeña portezuela escondida. Se sienten pasos y una puerta que se cierra.

__¡Te volveré a ver!!__ alcanza a decir Philip mientras cierra la portezuela. Boby sale chorreando leche, pero se siente feliz. Le gusta que lo cojan. Lo ha descubierto finalmente.

Han pasado días de lo de Philip. Roland esta en la tina redonda que tiene dentro de su carromato. Boby pasa la esponja por la espalda ancha del hombre. Lo hace suavemente. Ahora acaricia el pecho. Nota que las tetillas de Roland se ponen duritas. Sigue con su mano rozando el vientre y vuelve a subir. El hombre suspira y no dice nada. Solo traga saliva. Sin que Roland se de cuenta Boby esta totalmente desnudo. Aprovecha que en un momento el hombre cierra los ojos y se mete dentro de la tina. Roza con la mano la poronga dura y levantada del macho.

__Pero ¿Qué haces?__ pregunta Roland

__Hago lo que estas deseando hace rato__ dice el chico amasando la tremenda vergota alzada. Roza el pecho del hombre. Este gime. Llega a los labios y lo besa dulcemente. El macho no se resiste. Las manos de Boby alternan entre acariciar el pecho, las tetillas y el vientre del hombre y agarrar la poronga endurecida, sacudirla, masturbar la vergota rocosa. Mientras las bocas se comen entre si. Roland está muy caliente y saca una parte de su ser que Boby no conocía.

El joven lleva las manos del hombre a sus nalgas. Entre el agua el las soba. Las acaricia. No tarda en llevar sus dedos al ansiado anillo. Boby lo espera. Se hunden los dedos. Goza el macho y Boby se siente desfallecer.

__¡Ohh si, vas a meterla adentro, si, hunde tu estilete en mi, si papi, anda!!__ ruega Boby y esa voz, ese ruego hace que Roland tense sus fibrosos músculos de atleta e intente insertar su vigorosa serpiente en el recto del chico caliente.

Boby se sienta sobre el reptil. Lo hunde despacio. Lo clava dentro  profundamente. Lanzando suspiros y quejidos. Bramando mientras salta sobre esa pijota adorada. Roland muerde los labios del chico. Gime. Hacía tanto que deseaba estar dentro de aquel joven culito y ahora lo está haciendo. Con una mano Boby roza los huevos inflados del macho. Lo cabalga despiadado. Sabe que aquel hombre en cualquier momento se va a ir dentro de el y eso lo calienta un poco más. Quiere su leche dentro . Se siente una perra. Siente que es la perra de Roland, el trapecista. Sube y baja, sube y baja. Roland traga saliva. Chorrea saliva. Muerde el cuello del joven Boby que se sacude en su montura como un pez ensartado.

__¡Ahhh papito dame la lechita, si, dámela, quieres darme tu lechita!!1__ susurraba al oído ardiente de Roland que sucumbía plenamente a aquellos ruegos. Apretaba sus mandíbulas y lanzaba chorros infinitos dentro del canal del joven amante. Boby se tomaba del cuello del hombre y este mordía y besaba y chupaba el pecho del chico, en tanto terminaba de vaciarse.

La tranca latía dentro del hoyo. Casi quieto Boby acariciaba el cuello del macho. Roland buscaba la boca. Se fundían como animales. Boby sentía en su piel como chorreaba el líquido por sus nalgas y piernas y caía en el agua con jabón, sudores y jugos.

La serpiente se ablandaba. Salía de donde estaba. El vientre de Roland llevaba sobre el una gran descarga que el joven había depositado en el momento culmine. La verga de Boby también buscaba relajarse.

Quedaron unos instantes mas abrazados en el agua. Luego Boby se puso de pie y busco las toallas. Seco cuidadosamente la piel del hombre. Se detuvo en la poronga semi blanda. Las bolas gallardas. Las nalgas  duras y firmes., dentro de ellas. Roland lo acariciaba. Rozaba sus cabellos.

Así tomo una toalla y comenzó a darle el mismo tratamiento a Boby que veía como su herramienta se levantaba.

__¡Ven vamos a la cama!__ pidió Roland. Allí se acostaron y el hombre metió de un bocado la pija del joven, en su golosa boca. La verga de Boby se potenció y cobró vida. Tragaba y comía Roland y escuchaba los gemidos del jovenzuelo en llamas. Lamía las bolas y volvía al pene. El joven Boby se retorcía en espasmos de lujuria mundana.  Cuando no pudo aguantar largó sus fluidos en la bocaza del hombre. Trago lo que más pudo. Y no largo aquella pija hasta dejarla seca por completo.

Quedaron acostados a lo largo de la cama completamente desnudos. Boby besaba la boca del macho. Tomaba su propio gusto. Entre caricias y caricias. Se chupaban las lenguas. Se mordían suavemente los labios y los cuellos. Roland no recordaba cuando había sido la última vez que había tenido sexo con tanto placer.

Jugando, jugando Boby terminó metiéndose en su boca el reptil del hombre que había cobrado vida nuevamente. Duro. Enorme. Esplendoroso. Lo mamaba y arrancaba quejidos de locura de la garganta del trapecista. Con la saliva lo bañaba totalmente. La barra de carne palpitaba en los dientes del muchacho. La lengua fileteaba el contorno de las bolas de Roland.

__¡Ahhh así mi chiquillo, así, cómeme, no sabes cuanto lo deseaba!!__ alcanza a decir en palabras el macho alzado. Afiebrado por completo, casi fuera de si. Gira el cuerpo del joven y abre las nalgas con sus manos fuertes y decididas. Encuentra el agujero y pega su boca allí. Besa el ojete de Boby. La lengua del macho penetra hasta lo mas hondo. Boby succiona más rápido. Con ansias. Quiere devorar esa carne. Tragar y tragar. Roland abre el culito del joven. Con la lengua acaricia el interior. Lo llena con su saliva y el anillo se abre cada vez más. Boby traga una bola, la saborea y luego mete en su boca la otra. El hombre gime y chupa mas fuerte el culito del joven. Ahora la lengua del joven busca el agujero de Roland, da un brinco, un shock de electricidad recorre la espina dorsal del macho afiebrado. Goza. Deja que hurguen en su recóndita intimidad. Resbalan dentro de su aro. Boby vuelve a hacerse cargo del mástil bravío. Lo sacude. Lo acaricia con sus manos como un preciado trofeo.

Roland se corre de su lugar. Coloca de espaldas a Boby. Sube las piernas del chico por sobre sus hombros. La cola bien empinada. Apoya la poronga en la entrada. Boby lo guía. Lentamente empujando entierra el sable en el culito del joven que brama de placer al sentir otra vez aquella daga que lo quema. Aquella daga que lo lleva derechito a los infiernos abrazadores del placer. Roland lo penetra y se hamaca dentro del joven. Boby se agarra de los hombros del macho. Este acelera las embestidas. Va y viene dentro del culo. Gimen y suspiran. Roland besa la boca del muchacho. Las lenguas se chocan. Se chupan.  Las piernas de Boby bajan un poco. Ahora abrazan las caderas del macho. Lo aprietan no quieren que salga de donde está. Lo ahogan. La poronga del hombre se sostiene inflamada y erguida dentro del estuche. Serrucha. Taladra. Lo coge sin contemplaciones. El joven grita y chilla como una niña. Roland se eriza aún más. Boby muerde la oreja del hombre. Muerde las tetillas y las chupa.

El macho se encabrita. Las bolas se endurecen un poco más. Están a punto de estallar. Bombea sin descanso. Es vital, es mayor que Boby pero está en plenitud. Siente los cimbronazos, el hormigueo, vibraciones, empieza a soltar los escupitajos. Vuelve a llenar el culito del joven que se mueve irracional. Roland resopla agitado. Su ritmo se sosiega. Se aquieta. No saca el perno del canal. Se acomoda sobre el vientre pegoteado de Boby que ha largado un suculento caramelo, su verga también busca calmarse. Aún se mueve, cabecea, pero lentamente busca un reposo. Los amantes se besan, con menos fervor, más tranquilos.

A partir de ese día Boby y Roland cogían en todas partes. Cada vez que podían. Cuando se encontraban. Alguna vez lo hicieron parados en el trapecio. Roland estaba enloquecido con el joven. Le encantaba su culito. Su forma de moverlo. Apenas se desvestía en el carromato ya tenía una erección. El solía pensar que ni con su esposa le pasaba eso.

Roland también sabía que Boby era un chico muy fogoso y que por lo tanto le gustaba que lo cogieran y no perdería oportunidad de hacerlo con quien sea. Sabía que aquello no sería eterno.

Un día de tantos lo envían al joven a darle una mano al cuidador de los caballos porque estaba atrasado. No conocía muy bien a Joaquín. Este era un hombre mayor, tal vez cercano a los sesenta años. Bien cuidados, pero se notaba que era grande. Así y todo era muy vital. Allí estaba con la horquilla acomodando la alfalfa.

__¡Ah Boby!¡Como estas hijo!¡Alcánzame esos cubos con agua!

__Sí señor__ allá fue con los baldes cargados de agua. Moviendo su cintura. Joaquín observó.

__¿Donde los dejo?__ preguntó el chico

__¡Allí en las bandejas aquellas!__ señaló el lugar. Fue con los baldes. El pantaloncito de Boby era muy ajustado. Cuando se agachó, el hombre vio el culito apretado de aquel chico.

Nunca le había prestado demasiada atención, además el siempre estaba con el trapecista, por eso se le había escapado aquel culito precioso que le mostraba sin remilgos Boby. Le empezó a gustar al viejo Joaquín. Empezó a babear cuando le gustaba alguien. Boby iba y venía delante del hombre y meneaba las caderas un poco mas cada vez. El hombre se sintió alzado. Arrebatado por la presencia de aquel joven . En un momento el chico se quitó la remera. El pecho que le mostró a Joaquín lo arrebato de tal manera que la erección que tuvo fue fulminante. Para completar el cuadro uno de los caballos, empezó a mostrar su enorme pija colgando.

__¡Guauuu!__ acotó Boby__ ¡Tremendo pedazo!!

__¡Ah ves, es como su dueño!!__ se rio Joaquín a carcajadas

__¡Mentira!!__ desafió el joven

__¿Quieres ver?

__¡Claro!__ acepto el desafío urgente Boby. Ni lerdo ni perezoso el hombre bajo sus pantalones claros y apareció una morcilla enorme. Latiendo. moviéndose como una víbora. Se inflaba. Crecía. Se endurecía. Boby abrió grandes los ojos y se acercó más. La miró y miro a Joaquín que sonreía baboso y ya muy caliente.

__¡Puedes,  anda!__  no alcanzó a decir así que Boby con sus manos atrapó la carne. La toco y acarició, estaba como loco por aquella poronga. De rodillas paso la lengua. La estaca se levantó en unas lamidas. Abrió la boca y comió. El hombre enloquecido acariciaba la cabeza de Boby que succionaba feroz. Con las manos hurgaba en las bolas de Joaquín. Las sopesaba y tocaba.

Así estuvieron un momento, luego el macho tomo de los hombros al joven, quitó sus ropas. Beso la boca de Boby. Lamió y chupo las tetillas. Acarició la verga creciente y palpitante. Lo dio vuelta y entró en medio de las cavernas frescas, suaves. Hundió su estilete mortal. Notó que se abría para el infinitamente. Beso el agujero. El chico gemía y se entregaba poseído, sacando su precioso culo hacia atrás. dándoselo sin recelos. Joaquín lo colocó sobre las barandas que hacían de cerco del corral. Boby se sentó, sacando sus nalgas hacia atrás. parado Joaquín buscó la entrada. apoyó la cabezota del choto. Empujo. Dio un gritito el chico, pero aún así empujo su cola hacia el miembro. Fue penetrando trabajosamente, a pesar del lloriqueo del chico, que no se amilanaba y quería mas pijota.

__¡Ya entra papi, dámela, ya entra siii!!__ a lo que el hombre sin dudarlo fue metiendo centímetro a centímetro de aquella voraz serpiente. Por fin estuvo dentro. El hombre sentía como estaba bien apretadita su tronco dentro del joven. Latía. Se prendía de los hombros de Boby, mordía el cuello del chico. Cuando la funda se adaptó al morcillón ir y venir dentro no fue dificultoso, pero el hombre maduro sabía que largaría su leche de un momento a otro, hacía tanto que no entraba en alguien que  su excitación podía más. Así es que se agarró de los hombros del muchacho y su descarga fue poderosa. El culito del chico rebalsaba de lechita de macho alzado. Bombeó un poco más y luego se retiró chorreando jugos, la verga del chico se había descargado en las piernas y barrotes y pisos de aquel corral. Joaquín antes de que se fuera le dijo a Boby que quería volver a estar con el. El chico lo beso en la boca y sonriendo se fue. -