Vivencias y fantasías compartidas

Nos conocimos a traves de todorelatos y empezamos a escribirnos contándonos todo lo que pasaba por nuestra mente... Este es el caliente relato que surgió de nuestra relación donde hay de todo y para todos los gustos. Espero que os guste, aunque perdí su pista quién sabe porqué y lo lamentaré toda mi vida.

Queridos lectores… Alba y yo, Santi, os queremos presentar un relato surgido de unos correos cruzados entre nosotros que se iniciaron hará aproximadamente una semana.

Esos correos empiezan un día en el que leí uno de sus relatos y de manera sincera y atrevida, le mandé unos comentarios que inspiraron ese relato común de algo imaginado entre los dos y que va surgiendo correo tras correo. A nosotros nos parece original, excitante y diferente, aunque eso lo deben catalogar ustedes, queridos lectores de todorelatos

La cosa empieza así:

Primer e-mail de Alba:

Había perdido la cuenta de las copas que llevaba. No suelo beber, pero aquel día cometí el típico error de ahogar las penas en alcohol. Al principio mis amigos estaban preocupados, pero después empezaron a sentir el efecto de la bebida igual que yo, y cada uno se fue por su lado. A veces pasaba, y después nos encontrábamos y decidíamos volver a casa, o se iba cada uno por su cuenta, daba igual. Además, yo sabía cuidar muy bien de mí misma.

A mis dieciocho años, y después de la situación que había vivido, me sentía triste. Triste, deprimida, y sobre todo engañada. ¿Cómo pude ser tan tonta?

La cabeza me daba vueltas y sentía la garganta seca. Otra copa.

De pronto un compañero de clase se acercó y me dijo al oído:

  • ¡Venga, nos vamos a otro pub!

  • No, déjalo, estoy bien aquí – contesté. No me apetecía  nada.

  • No digas chorradas, ¿cómo te vas a quedar aquí sola?

  • Sola no, hay gente de clase por ahí. Además, ahora cuando me apetezca voy, es que ahora estoy cansada – mentí.

  • Bueno, como quieras, si no has venido en un rato te llamamos.

  • Vale.

Y desaparecieron, dejándome sola. Bebiendo, pensando, y pasando de la tristeza al odio en centésimas de segundo. Dejé la copa a medias para ir a los servicios, al fondo del local. Quería lavarme un poco la cara para despejarme.

Cuando salía, como por instinto me fijé en la gente.

Y entonces le vi. ¿Era Santi? Sí, parecía ser él. Era uno de mis profesores. Bueno, ex profesores, me había dado clase el año anterior. Siempre hubo un feeling especial, supongo que porque no nos trataba como a niños y nos sentíamos cercanos a él.

La intuición, las altas horas de la noche, las copas de más y mi estado de ánimo, hicieron que cogiera mi vaso y fuera a hablar con él.

Me acerqué de espaldas y le rocé suavemente con la mano.

  • Hola – saludé, tímida.

Se dio la vuelta, intrigado más por el roce que por mi voz, ya que ni siquiera yo misma me había oído.

  • ¿Alba? ¡Qué sorpresa! ¿Cómo estás?

Con una encantadora sonrisa se levantó y me dio dos besos.

  • Hola… bien… bueno… ¿Estás solo? Sólo venía a saludarte.

Debí ponerme roja porque se rió.

  • No seas vergonzosa, mujer, sí que estoy solo, siéntate.

  • Gracias

  • ¿Cómo va todo?

  • Bien, supongo… ¿Y a ti qué tal te va?

  • Como siempre. ¿Por qué lo supones, ha pasado algo? Pareces preocupada.

  • Cosas del amor, ya sabes.

Esbozó una pequeña sonrisa.

  • El amor, ¿eh? ¿Qué pasa, tienes novio?

Le miré a los ojos. Era fácil confiar en él.

  • Lo tenía, hasta que se ha ido con otra.

  • Vaya. Lo siento mucho. ¿Qué pasó?

Di un largo trago a la copa y le miré, negando con la cabeza.

  • No quiero aburrirte.

Me quitó el vaso de las manos con firmeza.

  • No me aburres, además, creo que ya has bebido bastante, no te imaginas la resaca que vas a tener mañana. Habla conmigo en vez de emborracharte.

Entonces sonreí yo.

  • Siempre has sido muy bueno con nosotros.

  • Me preocupo porque estéis bien. ¿Qué es lo que te ha pasado?

  • Pues no lo sé muy bien… Salía con un chico de mi edad, llevábamos ya seis meses. Pero es que había en ciertos aspectos que me…  bueno… - no sabía cómo decirlo y estaba segura de que me había puesto roja.

  • ¿Sí? Dime.

  • Joe, Santi, ¡que me da vergüenza!

Se rió con naturalidad.

  • Bah, aquí no hay sitio para la vergüenza.

  • Pues… ciertos… aspectos, en los que no terminábamos de encajar.

  • Ajá. ¿Cómo qué?

Estuve a punto de contárselo, pero  me acobardé y llevé la conversación por otros derroteros: que si le gustaba demasiado el fútbol, que si no me hacía caso, que si no soportábamos mutuamente a nuestros amigos… Eso nos llevó a estar hablando de la gente de clase, de los más y menos simpáticos… Y, al rato, dijo:

  • Todo eso suele ser habitual, pero, ¿sabes? Me cuesta creer que sólo por eso se haya ido con otra chica, sobre todo teniendo una novia tan guapa.

Noté mi cara arder.

  • Gracias

  • Es la verdad. ¿En serio piensas que te ha dejado por eso?

Al recordar las escenas vividas volvió a invadirme la rabia y dije:

  • No. Se fue con otra porque le herí en el orgullo. Intenté hacer una… bueno, una crítica suave y que aprendiéramos de ella, pero se lo tomó a la tremenda – ambos nos quedamos callados, mirándonos a los ojos y, bajando la mirada, dije – hablo de sexo.

  • Ah, ya. ¿No os gustaba lo mismo?

Otra vez me puse roja.

  • Joder, que me da mucho corte, de verdad, profe.

Me miró sonriendo.

  • Hacía mucho que no me llamabas profe.

  • Bueno, es que me acostumbré y me gustaba... ¿Te molesta?

  • En absoluto. Además, siendo tu profe te puedo enseñar cosas, ¿no? – dijo, pícaro – y lo primero es lo primero. Hay que desinhibirse. Vergüenzas fuera.

  • Es que no sé. Creo que vas a pensar mal de mí.

  • Alba, el mundo del sexo es muy amplio y casi todo está permitido para mí, siempre que sea de mutuo acuerdo, claro está. No voy a asustarme ni voy a juzgarte.

  • Vale, te lo cuento. Al mes de salir empezamos a tener relaciones sexuales. Ninguno de los dos éramos vírgenes. Y al principio muy bien, pero yo empezaba a tener ganas de probar cosas nuevas, y él es demasiado tradicional. Siempre tenía que ser en mi casa o en la suya cuando nuestros padres no estaban.

  • Entiendo. ¿Y qué querías tú?

  • Pues más acción, ¡no sé! Una vez intenté hacerlo en las escaleras de mi edificio, de madrugada, pero me detuvo y la verdad es que se me cortó el rollo.

  • Vamos, un poco soso el chaval – dijo con naturalidad.

Yo me reí.

  • Sí. Hace un par de semanas subió a mi casa. Empezó a besarme, a acariciarme con delicadeza… Yo siempre le decía que lo hiciera con más fuerza, que era demasiado delicado, pero no solía hacerme caso. Íbamos a acostarnos, pero es que aunque no te lo creas no conseguí excitarme.

  • Me lo creo.

  • Le dije que cambiáramos, que me tratara con más… bueno, más ímpetu… que cambiásemos de postura, que hablásemos durante el sexo

  • ¿Hablar? ¿Hablar cómo?

  • Él solía decirme, "hazme esto, o hazme lo otro", pero me gustaba el lenguaje más fuerte, no sé, algo que me excitara.

  • Más guarro – aclaró él.

Empecé a sentirme cómoda, y no sólo eso. Mis pezones comenzaban a endurecerse y mi tanga a estar ligeramente húmedo. Eso fue lo que me llevó a decir:

  • Sí, más guarro. Incluso algún insulto – me dio vergüenza decirlo, pero también empezaba a excitarme y me lancé – follar fuerte. Que me obligara a hacer cosas.

  • ¿Obligarte?

  • Bueno, no es la palabra adecuada, más bien… un juego, como si él llevara las riendas.

Sonrió con malicia.

  • Huy, Albita, que me da que te gusta ser una putita obediente.

Tragué saliva, mirándole fijamente, preguntándome si de verdad había dicho eso o era fruto del alcohol. No contesté y me posó la mano en la rodilla, mirándome sonriente.

  • No pasa nada, es un juego, ¿sabes? Está genial que te gusten cosas diferentes. Ese noviete tuyo es un imbécil por haberte dejado escapar. ¿Tenía razón en lo que he dicho?

  • Sí – contesté, entre avergonzada y excitada – es verdad, me gustaría que alguna vez me trataran como a una putita, y que los dos disfrutáramos con el juego.

Su mirada ya empezaba a ser viciosa. La verdad es que había fantaseado muchas veces con él, mi profe, en el que podía confiar, tan cercano e inalcanzable a la vez. Pero jamás me imaginé ahí, hablando de sexo con él.

Se quedó callado. Me pregunté si él también estaría algo excitado, pero su postura me impedía comprobarlo. Me puse de pie y apoyé los codos en la barra, de espaldas, quedando así a su lado. Mis pezones estaban duros y se marcaban perfectamente a través del sujetador. No me pasó desapercibida su fugaz mirada a mis tetas y decidí jugar un poco.

  • ¿Bailamos? – pregunté, pasándome la lengua por los labios.

  • Claro

Nos acercamos a la pista, sorteando a la gente y empezamos a bailar. No es que yo sea una experta, pero me pareció una buena oportunidad de empezar a tontear y comencé a moverme, los brazos por mi cuerpo, las caderas hacia los lados en un suave vaivén, y rozando mi cuerpo con el suyo.

Sus ojos estaban fijos en los míos, taladrándome. Me excitaba y me turbaba a la vez. Me di la vuelta y empecé a bailar de espaldas, agarrando sus manos y poniéndolas en mis caderas.

Me agarró con firmeza y me pegó contra él, para después pasar a besarme el cuello.

  • Ese chico no sabe lo que se ha perdido – dijo.

  • Gracias… la verdad es que ya no me importa, sinceramente. Por lo menos ahora.

  • Me ha gustado lo que me contabas.

Mientras hablaba seguíamos moviéndonos, y mi culo empezó a frotarse contra su entrepierna.

  • A mí también, profe. Me… me excita mucho… la idea de que me dominen.

Enseguida me arrepentí de haberlo dicho. ¿De verdad eso había salido de mi boca? Pero, lejos de violentarle o de sorprenderle, me apretó más contra sí, diciendo:

  • Lo sé. Y a mí me gusta dominar.

Me di la vuelta, quedando de nuevo cara a cara.

  • ¿De verdad?

  • Sí, me da mucho morbo. Incluso he tenido una experiencia de este tipo con una chica de la escuela.

  • ¿De verdad? ¿Con quién?

Me miraba con vicio.

  • Se dice el pecado, pero no el pecador. Aunque se me ocurre otra personita con quien podría probar.

  • En… ¿en serio?

  • Es posible. ¿No te apetece que juguemos un poquito? - preguntó, rozándome un pezón como si hubiese sido sin querer.

La verdad es que el alcohol me ayuda a desinhibirme, y supongo que fue por eso por lo que no me tomó más de unos segundos contestar a su pregunta, sin ningún titubeo:

  • Uf. Está bien. Soy toda tuya, profe

Santi Responde y sigue el relato:

Después de aceptar mi propuesta, fabriqué un plan apropiado para ella y rápidamente intenté poner en marcha la primera fase que no fue otra que la de probar la realidad de su sumisión y de saber hasta dónde podría llegar su atrevimiento.

Seguíamos bailando y ella estaba divina y muy, muy sexy… Falda corta y camiseta de tirantes con las tiras de su sujetador caídas en sus brazos por los movimientos del baile.

Alba tenía unos buenos pechos y unas buenas piernas así como una cinturilla de avispa… Estaba tremenda, para qué decirlo de otra forma.

Cuando acabó el baile y ya con una compostura seria le dije:

  • Putita mía, vas a hacer lo que te pida y voy a probar si son verdad esas ganas de ser mi zorrita a partir de hoy.

  • Jajaja – respondió ella con unas risas que eran provocadas en parte por la situación, por las cervezas copas y por el nerviosismo de una situación nueva para ella.

  • Yo no me reiría – le dije – vamos a ver de lo que eres capaz… sácate las braguitas que llevas puestas y prepáratelas para dárselas a algún chico que haya en el bar… ¿Ves a ese hombre que está en la barra solo mirando la pista y bebiendo un cubata? Debes ir y decirle que le regalas tus braguitas porque tu pareja, o sea yo, te lo ha pedido y que tú eres muy obediente. Luego le dirás que para que vea que no llevas nada debajo, te meta la mano por debajo de tu falda e inspeccione. Estate cinco minutos con él y luego vienes conmigo. Tócale su polla mientras él hace su trabajito y me cuentas luego lo dura que se la has puesto"

-"Pero Santi, jajajaja… ¿de verdad quieres que haga esto?¿Y tú eres ese profesor tan serio y educado que tenía en mi clase de diseño?, jajaja y parecías una mosquita muerta, jajajaja" Y mientras su mano se metía debajo de su falda para sacarse esa tanga de color rojito que llevaba puesta ese día me dijo "esto promete ser muy divertido y morboso profe… quiero ser su puta a partir de este mismo instante, jajajaja"

Dicho esto se fue con sus bragas en la mano hacia el hombre que yo le indiqué. Vi como se le acercaba a la oreja y empezaban a intercambiar palabras. Él a veces miraba hacia donde yo estaba y yo intentaba confirmarle con mi cara que lo que estaba oyendo era cierto. Hubo un instante que le enseñé mi pulgar hacia arriba en forma de OK para que no dudara.

En ese momento, vi como una de sus manos subían la falda por detrás de mi zorrita y manoseaban su culo. Se mantuvo así durante un buen rato y adiviné que la otra de sus manos estaba tocando a mi chica por delante… ella se giró hacia mi un par de veces y me cerraba uno de sus ojos en señal de que todo iba bien.

No os imagináis como me estaba poniendo de cachondo ante esa escena que además, se me hizo interminable.

Finalmente mi zorrita se acercó a mí y me dijo… "Dios mío… Estoy a mil quinientos, profesor… Me ha metido hasta dos dedos dentro de mi coñito y estaba a punto de correrme en sus manos con sus toqueteos… Hacer eso delante de todos, sabiendo que alguien podía verme y que usted me estaba mirando me ha excitado muchísimo… buffff… Le toqué su polla y la tenía a reventar, incluso me atreví a meter mi mano por su bragueta y la toque por encima de sus sleeps. Que cachonda estoy, profe!!! Necesito más, me ha gustado esto, bufff"

-"Ponte delante de mi mirando a ese hombre que como puedes ver, no nos quita ojo de encima… Vamos a demostrarle que eres mía y que solo he dejado que te probara para saber lo que de aquí a un ratito te voy a follar, ven acá"

Puse a mi zorrita de espaldas a mí. Estábamos en una zona oscura donde solo se veía lo que hacíamos si te fijabas mucho, cosa que si hacía aquel hombre. LE metí mi mano derecha por debajo de su falda y la apoye en mi pecho con su cabeza al lado de la mía. Empecé a tocarle su coño, mojadísimo, y a acariciar sus labios metiendo ligeramente uno de mis dedos dentro de su rajita. Ella gemía y me pedía más y ese hombre empezó a sobarse su pollón mientras nos miraba. Iba acariciando su coño aumentando el ritmo y la presión mientras le susurraba

-"Lo estás haciendo muy bien putita… Mmmm, que mojadito tienes tu chocho. Estás cachonda ¿verdad cielo?...Mmmm…. Voy a hacer que te corras mientras ese hombre te está mirando viendo lo zorra que has sido al ir y dejarte tocar"

-"Bufff, profesor… Estoy muy caliente y necesito correrme… Quiero que me clave su polla dentro de mi coño porque ya no aguanto más…BUfff, como me estoy poniendo de mojada, Diossss, Diossssss… mueva más esos dedos que si sigue así me voy a correr como nunca profesor… vamosss, ahhhh"

-"Lo estás haciendo muy bien zorrita… Mi polla te la clavaré después de que te hayas corrido como una autentica guarra pero antes quiero oír como gimes de placer y como te corres delante de tu profe mirando a ese hombre mientras lo haces, vamos zorrita mía…grita todo lo que quieras que nadie excepto yo va a oír tus alaridos"

-"Profesooorrr… Como me gusta lo que me hace… Estoy a puntito de correrme con ese dedo que tiene clavado en mi coño… Uggghhhh, Uggghhhh, buffff, vamos más rápido, más rápido…aggghhhh, Dios mio que gustazoooohhhh oooohhhhhh, oooooohhhhhhh, me corro profesor me corrrooooo, me corroooooohhhhhhhhhhhhhhh"

Noté como le fallaban las piernas mientras se corría y como ese hombre debió percatarse de que mi zorrita se había corrido como una loca. Vi comse levantaba y se iba la baño (imaginé que para hacerse una paja como Dios manda, jaja).

No quería que nos viera a la salida así que lo más rápido que pude cogí mis cosas y le dije a ella que fuera a buscar su chaqueta y que nos veriamos a la salida.

Una vez los dos en la puerta del bar, nos dirigimos a mi coche que estaba aparcado en un parking público de la zona y entramos en él coche.

-"Como estás cielo" le pregunté mientras la miraba acariciando su pierna "¿Quieres ser mi putita a partir de hoy o renuncias?

-"Quiero ser tu zorra, profe… Me ha gustado horrores lo que hoy he vivido en ese bar y me lo he pasado en grande… Ha sido genial"

-"Seguiremos quedando y viviendo situaciones similares encanto… Esto solo ha sido el inicio de nuestro futuro como pareja. Lo pasaremos fenomenal" le dije mientras seguía acariciándola… Ella mientras me desabrochó mi pantalón y con sus manos saco mi polla dejándola al aire

-"Una buena puta sabe hacer buenas mamadas, profe… ¿me deja probar?"

Y dicho esto me hizo la mejor mamada que nunca me habían hecho, seguramente me influyó todo lo que había visto y vivido con ella esa noche. Consiguió hacerme correr en su boca en menos de un minuto y se tragó toda la leche que derramó mi caliente polla.

La acerqué a su casa y nos dimos los teléfonos citándonos para el siguiente sábado a las 20:00h. Una buena cena, y luego

Alba

Llegué a casa muy tarde, y la verdad es que, pese a todo lo vivido, me quedé dormida enseguida.

Me desperté sobre las doce con una horrible resaca. Sin verme capaz de encender la luz, abrí los ojos poco a poco, intentando acostumbrarme a la poca claridad que entraba por la persiana a medio echar, y me quedé boca arriba, dubitativa.

"¿Lo de ayer pasó de verdad?" pensé.

Instintivamente cogí el móvil de encima de la mesilla y lo miré. Fui hasta la guía y empecé a bajar nombres. Sí, ahí estaba. Santi.

Aunque me dolía todo y seguía agotada, con los recuerdos de la noche anterior, mis piernas se entreabrieron, y mi mano derecha empezó a bajar lentamente hasta llegar a mi coñito depilado, que empezaba a mojarse. Al principio las caricias eran suaves y tímidas, como si quisiera hacerlo durar, pero enseguida tuve que empezar a meterme dedos fuertemente y pellizcarme los pezones, moviendo el pulgar en el clítoris, frotándolo.

Sin hacer ruido para que no me oyeran mis hermanos, mis dedos siguieron masajeando mi sexo chorreante hasta que sentí el orgasmo llegar, en una fuerte oleada de placer.

A medida que me corría la cara de Santi aparecía en mi mente como grabada a fuego, y las escenas de la noche anterior, acompañadas de sus morbosas palabras, se sucedían en mi cerebro como una fuente inagotable.

Relajé los músculos, respirando agitadamente, disfrutando de mi orgasmo. Agarré el móvil con decisión y mandé un mensaje:

"Buenos días, profe. Me acabo de despertar y he tenido que masturbarme, no tienes ni idea de cómo me pones…Se me va a hacer eterna la semana. Besos de tu putita"

Y se me hizo larga, sí. Muy, muy larga

..

Pero, por suerte, el sábado llegó. Y yo, que estaba sola en casa, tenía la cama como si acabase de pasar un huracán, intentando decidir qué ropa ponerme.

Pensé en no llevar ropa interior. Sería morboso. Pero después deseché la idea. ¿Y si a él le gustaba más que la llevase? Al fin y al cabo, si el sábado anterior hubiese sido así, no habría podido regalarle el tanga a aquel tío

Elegí sujetador y tanga blancos, de encaje, transparente. Después me puse un vestido rojo, finito, de manga corta, con un generoso escote que no mostraba nada pero lo insinuaba, y que me llegaba por la mitad del muslo. Dejé el pelo suelto sobre los hombros, me puse unos zapatos negros y salí de casa.

Teníamos la suerte de no vivir lejos, así que ni siquiera cogí el autobús. Algo nerviosa por el reencuentro y con el calor apretando bastante a pesar de la hora que era, me aproximé con decisión a mi destino. ¿Cómo me recibiría? ¿Qué hacía nada más verle? ¿Le daba un beso, o no? Miles de preguntas se agolpaban en mi mente. Llevaba toda la semana convenciéndome a mí misma de que todo lo sucedido había sido fruto del alcohol, pero era una tontería. Ahí estaba yo, sobria, andando hacia su casa. Y tampoco habíamos estado borrachos cuando nos mandamos todos esos mensajes picantes a lo largo de la semana… O cuando me dijo el miércoles que no me masturbara, para tenerme bien caliente el sábado… Y que si me corría me castigaría… ¿Castigarme? Un escalofrío me había recorrido la espalda cuando lo dijo. Un escalofrío de placer, puro y duro, imaginando su mano azotándome. Pero le había obedecido.

  • Tranquilo, que seré una putita obediente – le había dicho.

Ocho en punto, y llamé al timbre de su casa. Me abrió enseguida, vestido de manera informal, pero elegante. Contradictorio. Como él. Y como yo. Y como los sentimientos que me embargaban cada vez que le veía. La excitación y la timidez, el morbo y el miedo a lo desconocido, la humillación y el vicio, el dolor y los orgasmos. Nuestra relación era una eterna y adictiva contradicción.

  • Hola, preciosa – me saludó.

  • Hola profe

Me invitó a pasar, y todas las dudas que me habían invadido quedaron resueltas cuando, nada más cerrar la puerta, me empujó contra ella y me besó, con pasión, explorando con su lengua la mía que yo, por supuesto, le entregaba con ansia y con placer.

Santi

Cerré la puerta de casa y empujé a Alba contra ella besándola y metiendo mi lengua lo más profundo que pude dentro de su boca. Mientras la besaba tocaba su vestido y todo lo que escondía bajo su tela.

Metí mi mano bajo el vestido y empecé a bajar su braguita bajando a besar su cuello para que mi mano pudiera llegar a quitársela. Ella subió ligeramente su pierna para ayudarme y una vez quité su tanga blanco de encaje, seguí con esos besos, con su lengua y manoseando su culo y su coño depilado.

Recorrí su raja suavemente mojando mi dedo con nuestra saliva mezclada y acariciando sus labios y su clítoris hasta que pude introducir la punta de mi dedo dentro de su mojado coño. Empecé a follarla con mi dedo mientras ella necesitaba dejar los besos para emitir pequeños gemidos ahogados por mi boca que delataban el placer que le estaba dando.

Desabroché su vestido y lo dejé caer hasta su cintura soltando con una de mis manos el cierre trasero del sujetador liberando sus hermosos pechos de esa prisión.

Bajé mi boca hasta sus pezones y empecé a besarlos, lamerlos y a morderlos suave pero fuerte mientras mi dedo entraba y salía de su coño y otro de mis dedos buscaba el agujero de su culo para follarla por ahí también.

Imaginaos la escena… Apoyada en la puerta mientras yo mordía y acariciaba con una mano y mi boca sus pechos y con la otra le follaba por su mojada cueva y por su culo, estrecho.

-Mmmm, profe… que gusto me estás dando por Dios… bufff, como me gusta que me trates así y que me des placer después de haber estado a dieta y no haberme corrido como me oredenaste… mmmmm, aaahhhhgggg como me gusta Diosss miooohhh, sigue por favor, no pares de darme placer… haz que tu putita se corra por favor que no puedo maaaassshshh ooohhhh, ohhhhhh, oooohhhhhh

Pero entes de que llegara su orgasmo paré de golpe y le dije

-Tú eres mi puta, Alba y no debes correrte aun. Ahora debes darme placer a mí. Esto es lo que hacen las verdaderas putas y no quiero que de momento tengas el honor de tener un orgasmo… Te quiero bien caliente para luego Alba.

Desnúdate y quédate con los zapatos puestos. Arrodíllate y hazme la mejor mamada que puedas para que yo pueda llenar tu boquita de leche caliente, chúpame la polla hasta que reviente de placer. ¿A qué esperas zorrita mía?

-Si profe- Se despojo de la ropa, se arrodilló y cogió con ambas manos mis huevos y mi polla erecta para empezar a lamerla desde la base de mis huevos hasta la punta. Empezó a hacerme una mamada soberana metiéndose la polla hasta su garganta y empezó el típico movimiento de succionarla arriba y abajo acompañando esa mamada con una de sus manos que me pajeaba al mismo ritmo y con la otra dándome un masaje en los huevos… Me encontraba en la gloria.

-Mmmm muy bien Alba. Sigue así zorrita mía que lo estás haciendo genial… Vamos sigue con este ritmo que me matas cielo, mmmm, oohhhh esto es la gloria por Diossshh, que bien la estás chupando Alba, sigue, sigue, sigue así que me estas matandoooohhhh de placeeeer cieloooohhhh- Seguía chupando cada vez con más ganas y con más ritmo mientras los chucleteos de la mamada se oían en toda la entrada de mi casa. Cogí su cabello y empecé a marcarle el ritmo adecuada para que me viniera el orgasmo. – Así zorra, este es el ritmo, chas, chas, chas, chupa golfa, comete toda mi polla que me estás matando de gusto, así, vamooossss, como me gusta zorra…buufff, bufffff, no quiero que se caiga ni una gota al suelo d emi corrida, ¿entiendes zorra?¿Entiendes?- Le dije mientras tiraba de su pelo para que me mirara. Me apresuré con los movimientos hasta que llego ese final esperado

-ME corro puta, me corroohhhh zorraahhhhh, me corrrrohhhhh Albahhh, ahhh, ahhhggg!!!!!

Me corrí y tragó todo lo que pudo de mi lechada, aunque por la comisura de sus labios quedaban restos de leche.

-Profe ¿lo hice bien?... Estoy muy caliente, ¿puedo hacerme una paja y correrme por favor?

-Aun no puedes… Vete al baño, límpiate bien y vístete que nos vamos

-¿Dónde vamos profe?

-Es una sorpresa pero prepárate porque vas a correrte más de una vez. Vas a saber lo que es gozar y lo que es follar de verdad. Vas a ser mi puta esta noche y vamos a disfrutar de esa aventura los dos. Eres un encanto de chica, Alba y me alegra haberte encontrado para poder vivir todo esto contigo… No ha hecho más que empezar nuestra aventura.