Vivencias y descubrimientos en la juventud
En plena ebullición de mis hormonas, y siendo un adicto al sexo como yo era, siempre había oportunidad de sumar experiencias y descubrir algunas cosas acerca de la sexualidad del hombre y su rendimiento en la cama.
Yo había quedado en deuda con Toño por la segunda que me había hecho con La Nena; una noche nos pusimos a llamar a cualquier número para hacerle bromas a quien respondiera; de pronto se me ocurrió una idea que resultó genial; tomé la guía telefónica y busqué el número de un bar cercano, marqué y cuando me respondieron pregunté por Carmen; enseguida se puso al habla una mujer que me informó que Carmen no había ido a trabajar ese día, pero que ella podía darle mi mensaje, yo le dije que prefería si hablábamos personalmente y nos pusimos de acuerdo para que la pasara buscando cuando ella terminara de trabajar.
Llegué al bar y pregunté por María que resultó ser una criatura muy linda; no era el tipo de mujer que uno se imagina trabajando en un lugar como ese. Nos fuimos hablando hasta el hotel y le confesé que en realidad no conocía a nadie en ese bar, pero que después de haberla conocido a ella, ardía en deseos de hacerle el amor.
Eres muy tremendo, pero tu también me gustaste, así es que vamos a tu hotel y no perdamos mas tiempo..."; yo le aclaré que no era mi hotel y que el hijo del dueño me había servido de cómplice.
Apenas entramos a la habitación, comencé a besarla y meterle mano por todas partes; aquella mujercita era muy ardiente y me correspondió de igual forma, nos besamos de forma salvaje mientras nos íbamos desnudando mutuamente; enseguida que la tuve sin nada encima, la coloqué sobre la cama y separando sus piernas la penetré sin miramientos hasta que mis bolas chocaron contra sus nalgas; María lanzó un quejido largo al tiempo que sus ojos se abrieron desmesuradamente acusando el dolor que le había causado aquella invasión repentina, pero enseguida cerró sus muslos alrededor de mi cintura y se acopló a mis movimientos siseando como una culebra; se notaba que le encantaba sentirse llena con mi virilidad porque casi enseguida aulló como una loba y se desató en una acabada bestial. Esa noche yo estaba ocioso y enseguida le descargué mi leche en su deliciosa vagina. Esperé unos pocos minutos y cuando volví a estar listo, la volví a penetrar; me sacié con su lengua, disfruté de sus menudas tetas y cuando acababa por segunda vez, me le uní y volví a descargarle mi leche.
Repetí la operación tres veces hasta que ella me dijo que la dejara descansar un poco...; "coges divino Armando, pero me tienes la cuquita ardiendo!"; "está bien, descansa un rato que yo voy a bajar y luego te daré una sorpresa...".
Bajé a la recepción y le dije a Toño..., "es toda tuya, eso sí, gózatela bien porque está buenísima y además le encanta hacer el amor, pero deja el teléfono descolgado...".
Cuando Toño entró en la habitación, María estaba en el baño; descolgó el auricular y esperó...; "¿quién eres tú, donde está Armando?", preguntó María un poco asustada...; "yo soy tu sorpresa, Armando me dijo que te tratara muy bien porque eras muy especial..."; "viéndolo bien, estás tan bueno como él, así que desnúdate y cógeme bien rico!!".
Esa noche me masturbé oyendo como Toño ponía a chillar a María cada vez que se la cogía. En la mañana bien temprano, bajó y ya empezaban a llegar los empleados del día..., "gracias mi pana!", "tranquilo, hoy por ti y mañana por mí...", soltamos la risa sin que nadie entendiera el motivo..., siempre es bueno contar con los amigos...
Uno de los grandes problemas que confrontan la mayoría de los hombres en la actualidad, es el hecho de no saber como satisfacer plenamente a las mujeres; entre otras cosas, por ignorancia y en un alto porcentaje, porque la eyaculación precoz se ha entronizado entre los miembros del sexo masculino:
Producto de lo anterior, no es extraño que las mujeres busquen en otros hombres la satisfacción que no consiguen con sus parejas y, lo triste de todo, es que encima hay machistas que las tildan de putas o cualquier otro calificativo, todo por no reconocer su propia incapacidad en el plano sexual; prueba de ello es lo que a continuación les narro.
Una noche llegaron al hotel cuatro compañeros de clase; venían con una morena espectacular que según nos dijeron, quería que se la cogieran varios hombres, pero solo lo haría por detrás; aquello nos excitó muchísimo, fuimos subiendo de uno en uno, éramos seis en total; cuando me tocó el turno, aquella mujer me descifró el misterio...; "me encanta que me cojan varios machos, pero no estoy dispuesta a perder mi virguito hasta que no me case..."; después de unos besos y manoseos, se tendió boca arriba y separando sus piernas bien en alto, me invitó...; "ven y méteme ese güevote, cógeme bien rico y hazme acabar porque tus amigos no han podido, apenas lo meten, se vacían como un grifo roto; espero que siendo el último, no me defraudes..."; "tranquila carajita, que ahora vas a saber lo que es acabar bien rico por ese culito!".
Estuve con ella cuarenta y cinco minutos de los cuales, por lo menos veinte, los dediqué a acariciar su cuerpo de mil formas distintas; estimulé sus puntos más sensibles y cada cierto tiempo, le insinuaba una penetración, pero sin llegar a consumarla; ella, que ya estaba deseosa por lograr un orgasmo, llegó a un estado de ansiedad tal, que me gritó: "O me lo metes ya, o te voy a dar un coñazo!..."; yo no me inmuté, penetré su dilatado agujero con dos dedos y mientras ella suspiraba y gemía anticipándose al placer que seguramente le seguiría de inmediato, todavía me di el lujo de ordenarle ; "Quiero que tú misma te cojas, te quiero ver gozando sobre mi verga "; me deje caer boca arriba y coloqué mis manos debajo de mi cabeza.
La morena me miró con cara de arrechera, pero decidió hacer lo que le había ordenado, se colocó a horcajadas sobre mí y retándome con la mirada, buscó mi verga con una mano y muy despacio, se fue empalando hasta que sentí mis bolas chocar contra sus voluminosas nalgas; me agarró los brazos con ambas manos y empezó a moverse a un ritmo desenfrenado, hacia atrás y hacia delante, hacia arriba y hacia abajo, rotaba su cintura como si quisiera dislocar mi falo, mientras, no dejaba de mirarme con expresión desafiante ; "crees que no soy capaz de cogerte?, pues ahora quien te va a hacer acabar soy yo a ti!..."; fue un reto muy placentero, la dejé que se moviera a placer y comencé a estimular sus pezones con mis manos y boca, aquel tratamiento, sumado a su deseo por lograr un orgasmo, la hicieron explotar en una acabada de antología; los ojos le brillaban de una forma impresionante y las contracciones de su esfínter, estuvieron a punto de hacerme acabar, pero de algo tenía que servir el control que había aprendido a ejercer sobre mi cuerpo.
Siguió cabalgándome y noté que había perdido el control, el hecho de no haberme provocado un orgasmo, la desconcertó y entonces me aproveché de la situación; esperé hasta que acabó por segunda vez y me puse al mando. Hice que se colocara hincada en la moqueta con su abdomen pegado a la esquina del colchón, eso evitaría que su cuerpo se desplazara hacia delante cuando yo embistiera su trasero; entre en ella despacio, dejándole sentir cada milímetro de carne hasta que estuve totalmente dentro; me mantuve inmóvil por unos segundos que deben haberle parecido una eternidad y entonces inicié una serie de arremetidas, largas y fuertes.
Se tornó frenética, la tomé por su larga cabellera y halé su cabeza hacia atrás mientras no dejaba de moverme en su interior, busqué su boca con la otra mano y le ofrecí mis dedos, tomó tres entre sus labios y comenzó a succionar con pasión desmedida mientras yo le imprimía un movimiento de mete y saca a mi mano. El resultado no pudo ser mejor, sus orgasmos se sucedían casi sin intervalo entre uno y otro, ya cuando acabó por tercera vez en esa posición, mi autocontrol no servía para nada; me dejé llevar por todas las sensaciones acumuladas y mientras ella ejercía presión alrededor de mi verga, producto de los espasmos de su ano, le inundé los intestinos con mi leche. Bajamos juntos y los otros empezaron a increparme...; "Coño chamo!, te pasaste!, casi te quedas toda la noche con ella"; "cállense todos, que alguno tenía que hacerme acabar y solo él lo logró, este si es un padrote, me dejó el culito destrozado, pero me hizo gozar como ninguno de ustedes pudo hacerlo!!"; y se marchó sola dejando a mis amigos bien picados por lo que había dicho de mí.
A raíz de ese episodio, solía conversar con mis amigos sobre sus actividades sexuales y de esa forma, me percaté que lamentablemente para ellos, la media en la duración de un coito, no pasaba de cinco minutos; no era casualidad que les resultara difícil complacer a las muchachas con las que salían.
Recordé a María y no pude menos que agradecerle, una vez más, todo lo que me había enseñado acerca de cómo complacer a una mujer