Vivencias
Un reencuentro es el momento ideal para guardar un recuerdo en el corazón más que en la mente. Mi amistad con un hombre de negocios que definitivamente es y significará para mí siempre algo más que un amigo, pero siempre menos que un compromiso.
Llevábamos varios días hablando de vernos, siempre algo surgía, que si el trabajo, que si el estudio, etc Sin embargo, creo que ambos sabíamos la importancia de esta cita, después de dos meses que estuvimos distanciados sin hablarnos y enviándonos mensajes muy esporádicos que nos permitieran saber que aún estábamos ahí, retomamos el contacto y le dimos reset a nuestra amistad sin nombrar nada que nos recordara lo ocurrido. El problema por el cual se dio el distanciamiento fue lo de menos ese día, la ansiedad que viví esa semana fue eterna, concretamos la cita el mismo día que se llevó a cabo mediante un mensaje de texto que ya estaba dando por perdido ese día, pero al fin llegó a las 4:00p.m., después de esperar toda la semana que él se pronunciara al respecto. Imaginé que seguía enfermo como lo estuvo desde le principio de semana pero para mi fortuna ya se había recuperado y también sintió el mismo deseo de verme que yo sentía por él.
Que a las 6:30p.m. me recogía, no me convenía la hora así que le pedí que fuera después de las 8:00p.m. debido a que yo ya tenía otros compromisos adquiridos y el tiempo no me alcanzaba además para ducharme y poner mi presentación personal acorde con la ocasión. Fue emocionante bañarme, depilarme, aplicarme cremas y demás, para que él al verme recordara de mi cuerpo y mi piel lo mejor que ya meses atrás habíamos vivido. Me vestí con un blusón rosado de tiras, muy suelto hasta la cadera y en las piernas muy ceñido, que llegaba de largo hasta 10 dedos por encima de mis rodillas, con unos zapatos negros estilo mafalda, altos de suela tipo playa que tienen unas cintas negras que se atan en los tobillos. Por estos días estamos en invierno por lo cual no podía salir muy desabrigada y opté por abrigarme con un torero negro, para que no se perdiera la sensualidad del vestido. Me recogí el cabello en una cola alta, porque sabía de antemano todo lo que queríamos hacer. El muy puntual como siempre, llamó faltando cinco minutos para las 8:00p.m. a mi casa, yo había acabado de llegar de mis otras tareas del día, salí esperando que mi corazón se me saliera de los nervios al abrir la puerta y ver su carro de nuevo esperándome como hacia tanto no ocurría, para mi sorpresa no fue así, sentí algo muy natural como si el tiempo no hubiera transcurrido desde hacia 3 meses cuando lo me dejó en mi casa la última vez que salimos. Hablamos de muchas cosas, pero por mi mente solo pasaban pensamientos como porque tanta naturalidad, sería que le gustaba como estaba vestida o ni se habrá dado cuenta, que estará pensando y etc. Decidí no preocuparme, teníamos todo el tiempo del mundo para yo ver que tan a gusto se sentía él de nuevo con mi compañía. Compramos algo de licor para tomar, y nos fuimos para el motel, que bueno que fue el que más me gusta, eso aportó mucho a la noche que comenzaba.
Entramos a la habitación descargué mis cosas y nos servimos una copita de aguardiente, hace mucho no bebía pero la ocasión lo ameritaba definitivamente. Me quité el saco que llevaba puesto con la firme intención de que él pudiera ver bien mi vestido, le comenté que lo estaba estrenando ese día, me miró mucho, me mostró donde debería usarlo según él, que es una altura poco recomendable para caminar por la calle sola.
Siempre que vamos a estar juntos me gusta llegar a quitarme mis anillos, pulseras, reloj, aretes y cadenas si tengo, porque sé que después de comenzar es muy incómodo parar a quitármelos, y si no me los quitara fijo lo lastimaría con ellos, ese no es precisamente el recuerdo físico que me gusta dejar.
Al verme se dirigió a mi, me pidió que esperara que él me colaboraba, alcancé a quitarme solo un arete y el continuó con el resto, con todo el resto de indumentaria. El otro arete, prosiguió con la pulsera, los anillos, etc. Se sentó en la cama y me pidió que me sentara de lado en sus piernas, me senté en una y subí las piernas en la otra, él me hablaba de otras cosas mientras me miraba mucho, me acariciaba las piernas y los brazos, después desató las cintas de mis zapatos cuidadosamente me los quitó. Para que pudiera seguir con el vestido me puse de pié de espaldas a él, al subirme el vestido suspiró y me lo quitó del todo, eso comenzó a ponerme los bellos en punta, me dio media vuelta y al verle su cara pude cerciorarme que si le gustaba mucho lo que estaba viendo continuó quitándome el brassier straple que llevaba mientras con ansias besaba, chupaba y sobaba mis senos, los que siempre le han gustado tanto desde la primera vez que estuvimos hace 10 meses atrás. Sentirlo respirando en ellos, tan concentrado en vivir plenamente ese momento, me hizo darme cuenta que si me extrañó de verdad, que verme de nuevo desnuda ante él y dispuesta a repetir de nuevo toda la satisfacción que sentimos al hacer el amor lo hacia feliz. Paró y murmuró cosas sobre el problema ocurrido, pero yo no quise decir nada, él sabe que aunque me dolió mucho yo le dí pié a las cosas para que siguieran aun sabiendo que iba a sufrir por eso no le reprocho nada. Se levantó, me soltó el cabello, eso fue algo que me tomó por sorpresa, siempre pensé que le gustaba más que tuviera el cabello cogido para cuando hacemos el amor; me besó un rato muy largo, ese tal vez puedo asegurar que es el beso más largo y más sentido que nos hemos dado, mientras me tocaba la vagina, masajeaba mi clítoris y abría paso con sus dedos hasta el fondo, yo me sentía a punto de caerme y busqué su pene, ese que tanto había extrañado, para sentirlo caliente y crecido en mi mano.
El se quitó la ropa y continuamos besándonos al mismo tiempo que nos masturbábamos, yo me subí encima de él, me senté encima de su miembro para penetrarme, quería tanto sentirlo de nuevo adentro, pero no conté con que desde hacia 5 meses que no tenía relaciones y me dolió mucho porque estaba muy cerrada de nuevo. Entonces él me pidió que me pusiera en 4 con la cara contra la cama, para regular muy despacio la penetración. Me dolía mucho pero se abrió de nuevo camino profundamente dentro de mi, cuando ya no dolió tanto comenzó a bombear con un ritmo más acelerado, yo ya estaba al borde de un orgasmo, comencé a sudar y él me acostó en la cama dejé mi mente en blanco y me entregué completamente a lo que él me hacia, yo pasaba mis manos por todo su cuerpo y él hacia todo lo que quería con el mío, lo sentí de nuevo tocándome, penetrándome, mirándome mientras yo lo disfrutaba como nunca, con su manera tan única de concentrarse en mis orgasmos. A veces me siento en deuda con él, intento pensar en diversas formas de recompensarlo y por eso soy tan cuidadosa hasta con mi preparación para que él se sienta a gusto solo con verme al salir de mi casa.
Después de esta primera vuelta, nos sentamos a tomar otra copa de aguardiente, hacia calor y puse a llenar el jacuzzi, el se sentó dentro mientas se llenaba y yo regulaba las llaves para que el agua estuviera lo más caliente que yo pudiera soportar, así nos duraría tibia largo rato. Nos sentamos y hablamos muchas cosas, yo jugaba con enredar mis piernas entre las de él, tomábamos más licor y llegó un momento en el que mi deseo volvió a despertar, el contacto de su piel con la mía dentro del agua detona algo que aún es nuevo para mi, porque es un detalle que yo no sabia hasta que comencé a vivir con él diversas experiencias sexuales. Me gusta dedicarme también a satisfacerlo como él lo hace conmigo, sé que le fascina que le hagan felación y a mi me fascina hacerla así que ni corta ni perezosa, le di un beso muy mojado y le pedí que se sentara al borde del jacuzzi dejando la piernas adentro, tomé su pene y comencé a masturbarlo, pasé mi lengua por alrededor de la cabeza y lo introduje en mi boca, chupándolo y masturbándolo al mismo tiempo, lamía sus testículos y jugueteaba con ellos con la mano izquierda mientas la derecha no dejaba de masturbarlo, me llevé su miembro hasta lo más profundo que pudiera dentro de mi boca sobándolo con la lengua e imitando tragarlo, yo estaba dispuesta a terminar mi trabajo completamente porque me gusta tragar su semen.
Pero él me pidió que siguiéramos en la cama, salimos del jacuzzi, me secó y no esperó que yo lo secara, se secó rápido y nos acostamos en la cama a continuar en un 69 que me encantó, para ese momento ya yo estaba afectada por el licor, pero las sensaciones eran más profundas aún. El me hacia el sexo oral con la firme intención de no dejarme pensar en nada más, y yo luchaba por igualar el placer que yo sentía, lo seguí haciendo hasta el momento en el que él me giró y me penetró más deliciosamente que la primera vez, yo cabalgando sobre su cuerpo sentía como entraba profundamente y salía de nuevo, mientras miraba su cara me concentré en moverme con mucha energía para que él alcanzara el máximo placer dentro de mi. Sus ojos de vez en cuando se abrían para ver mi cuerpo desnudo, mis senos en movimiento y mi mirada morbosa ávida de sus gemidos, de sus fluidos y de su sudor. Con un gesto de dolor pude comprobar que había alcanzado mi propósito, es la señal para descansar. Me acosté a su lado mientras él tomaba aliento, serví dos copas de aguardiente de nuevo, y continuamos hablando.
Son tan acogedores esos momentos en los que ambos estamos desnudos completamente, hablando sin preocupaciones y mirándonos en la completa privacidad de una habitación, tan dispuestos a seguir y satisfacer cualquier iniciativa sexual del otro. Como la última sesión de sexo antes de irnos, más corta pero igual de intensa, escurriéndonos hasta las últimas ganas que teníamos reprimidas al llegar, cuando siento así su piel cálida y su sudor en mi cuerpo yo siento que algo de él me acompañará hasta el día siguiente.
Después de descansar un momento, nos dispusimos a irnos, me vestí y me peiné mientras miraba en el espejo que mi rostro tenía un cambio notorio de cuando llegué hasta ese momento. Él lo sabe y a mí en realidad ya no me importa que lo sepa, que me gusta hacer el amor con él, me gusta mucho. Así yo no sea una mujer enferma por sexo, porque en realidad son más largas las temporadas sin tener compañero sexual que las temporadas sexualmente activa. Ya estoy muy acostumbrada a autosatisfacerme, es mejor no perder esa costumbre, para que cuando ya no tenga a "mi más que amigo" al lado, recuerde cada instante de los que he vivido y cada sensación que me ha provocado, mucho material lúdico para mis momentos en soledad. Pero sobre todo, muchas pajas en su nombre el día que ya no esté a mi lado.