Vive la France

Historia de amor entre dos seres singulares, normales en lo que cabe, existentes solo en la imaginación.

La mudanza no había sido precisamente la mejor idea de m madre, desde el divorcio no había logrado encontrar paz ni felicidad en aquella enorme casa de California, además de que jamás consiguió verdaderamente integrarse al vecindario, puesto que ella era extranjera, y su pétrea belleza además de su marcado acento habían alejado cualquier posible amistad. Así que tras un año de intentos fallidos había decidido regresar a su Francia natal, vendió la mansión y compro un bello piso en la capital de Francia, se llevo algunos muebles de la casa, aunque compro la gran mayoría; y a mí, bueno a mí me llevo a la fuerza, yo no quería irme de New Port, adoraba California y la idea de irnos a Paris no era del todo de mi agrado. Pero al final las promesas de independencia y un jugoso aumento en la mensualidad lograron convencerme.

Llegamos al aeropuerto Charles de Gaulle cerca de las 15:00 hrs hora local, estábamos en mitad del verano y el calor era insoportable. Algo verdaderamente horrible para mi gusto, gracias a mi madre que adoraba el hablar en francés sabía este a la perfección así que ese no era un problema. Esos primeros dos meses nos la pasamos viajando, yo fui a Londres por el Eurotúnel y fuimos a varios pueblos y otras ciudades a visitar a parientes de mi madre.

Finalmente llego el primer día de clases, al no conocer el ambiente al que me dirigía simplemente me vestí como normalmente lo haría en California, unos jeans, playera y unas sandalias, además de mi bandolera y la gorra. Me describiré a mi mismo, soy alto, 1,90 m, de pelo color arena y de tez pálida, aunque gracias a los largos años de bronceado había logrado ocultar a la perfección, además de que tengo un cuerpo esbelto, no exageradamente marcado pero si tengo un bien definido six-pack, gracias a las largas horas de surf en mi antiguo hogar, pero quizá lo mas interesante sean mis ojos, heredados de mi abuelo materno son de un extraño color violeta, o azul muy obscuro; lo que según mi madre me da un aire de misterio. Me lleve el extravagante Lamborghini azul y me fui hacia el colegio.

Mi llegada fue tranquila, ya que llegue temprano y no había casi nadie en el edificio, busque la oficina principal, donde me atendió una mujer ya mayor muy agradable, y me indico el edificio de la clase de historia, además de que me pidió que volviese a las 11:30 para que conociera la directora y me entrego una nota para el profesor de esa clase. Salí de la dirección y me dirigí al edificio C, para mi clase, pase delante del estacionamiento y vi que mi coche estaba rodeado por una multitud de jóvenes y niños que lo veían embelesado, no le di importancia y seguí caminando. Llegue a la clase y me senté en uno de los asientos de hasta atrás, dispuesto a sobrevivir ese día.

Y efectivamente para la hora del almuerzo yo solo intentaba sobrevivir, todo el mundo me había acosado, además de que era una especie de celebridad pues venia de Hollywood. Las preguntas y los nuevos amigos salían de las coladeras, podría jurar que cada nueva clase mínimo 10 gentes se presentaban, yo solo quería desaparecer. Así fue que en vez de almorzar decidí mejor comprarme un refresco y salir a sentarme en los jardines del colegio; me dirigí a un gran árbol y me senté en la sombra, recargado en el tronco. Llevaba ya unos 15 minutos relajado cuando alguien dijo:- cansado de todo el ajetreo eh-.

Yo solo di un respingo y abrí los ojos rápidamente, me encontré con un chavo como de unos 17 años, flaco, pero no esquelético, con pelo rubio dorado que llevaba en una colita, de facciones finas y elegantes, además de unos ojos grandes, de un color azul claro impresionantes.

  • No te levantes- me dijo.- se lo que es el primer día, a mi me sucedió lo mismo cuando llegue de Montecarlo.- y sonrió.

-Mi nombre es Maximillian, pero puedes llamarme Max.- y me tendió su mano.

-Yo soy Jasper.- y le devolví el saludo. Rápidamente se sentó a mi lado y comenzamos a platicar, Max era una persona verdaderamente agradable y pronto nos hicimos amigos, estuvimos platicando toda la hora del almuerzo y además coincidíamos en casi todas las clases. Para el final del día Max se había vuelto mi gran amigo; así que me ofrecí a llevarlo, pues su casa estaba de camino hacia la mía. Mientras caminamos al estacionamiento Max vio el Lamborghini azul y se quedo boquiabierto, la multitud de niños alrededor del coche parecía que no se había movido.

-vaya auto- dijo- quien será el millonario que trae eso al colegio.

Pero su expresión fue única cuando vio el llavero en mi mano y como con un clic se abrían los seguros y las luces del coche se encendían; toda la multitud dio un paso atrás con asombro, yo abrí la puerta rápidamente y salte al asiento del conductor, encendí el coche y abrí la puerta del copiloto, le urgí para que entrara y él aun no había terminado de cerrar la puerta cuando yo ya estaba avanzando con el coche. Dejamos atrás el estacionamiento del colegio relativamente rápido. Max, ya mas repuesto de la sorpresa comenzó a reírse, yo también reía, y en un momento dado Max puso su mano sobre la mía, las risas siguieron, pero note que Max no movía su mano, y de hecho yo no hacia nada por rechazarla; continuamos el viaje y seguimos charlando, la mano de Max siempre sobre la mía, tardamos casi 40 minutos en llegar a su casa, pero para mi pasaron volando, cuando me indico donde estacionarme y retiro su mano para salirse del coche. Yo sentí una especie de dolor y no me agrado que retirara su mano, pero logre controlarme y despedirme cortésmente de él.

Así se estableció una rutina, todas las mañanas veía a Max esperándome en el estacionamiento del colegio, y desde ese momento nos convertíamos en nuestras respectivas sombras, a excepción de Biología e Ingles el resto de las clases las teníamos juntos, nos sentábamos juntos en la cafetería e incluso llegamos a escaparnos varias veces del colegio. Éramos como quien dice inseparables, al llegar la hora de salida se repetía la misma rutina, ahora ya sin los mirones, acostumbrados al coche; yo le daba un aventón a casa, pero en cuanto Max cerraba la puerta y dejábamos atrás el estacionamiento del colegio su mano rápidamente se posaba sobre la mía, era un gesto relativamente inofensivo, y me atrevo a decir que hasta estúpido, pero era suficiente para hacerme desear que llegara ese momento desde que llegaba al colegio. Al principio el roce de manos parecía accidental, pero después de un tiempo, y Max al no sentir rechazo de mi parte comenzó a colocar su mano sobre la mía ya sin pudor o recato alguno.

Así pasaron los meses, y nunca salimos de ese sencillo gesto, pero llegaron las vacaciones de Navidad y el frío llego a Paris, mi madre me permitió regresar esa temporada a Newport con mi padre, así que estuve cerca de 2 semanas lejos de Max, de Paris y de mi nueva vida. Podría decir que me la pase de maravilla, vi a mis antiguos amigos y estuve disfrutando del clima y la playa al máximo, además de que las fiestas y eventos navideños eran increíbles, pero la verdad era que ansiaba que fuera de noche o de madrugada, para así conectarme al Messenger y chatear con Max, no podía pensar en otra cosa, solo quería verlo y volver a sentir su mano sobre mi mano.

Yo regresaba a Paris el 2 de Enero, pero mi madre no iba a ir a recogerme porque ella estaría otros 15 días mas en casa de sus parientes en la región de Provenza. Así que tendría que llegar e irme solo a casa. Lo primero que pensaba hacer era coger el coche y salir en busca de Max, pero mi mayor sorpresa fue el encontrar a Max esperándome en el andén del aeropuerto, tal fue mi alegría que corrí hacia él para saludarlo; las lágrimas comenzaron a llenar mis ojos. El solo repetía que la próxima vez que se me ocurriera irme tanto tiempo mínimo tendría que irse conmigo, pues no manejaba muy bien el estar sin su mejor amigo. Ambos reímos ante la ocurrencia, cogimos un taxi y nos dirigimos a mi casa.

Ahí había una tarjeta de mi madre en donde me explicaba que lamentaba no estar para recibirme, pero que si me apetecía podía ir a la casa de su prima Laureen en la costa Azul para mis últimos 5 días de vacaciones. Me duche y puse ropa mas formal, Max me esperaba en la sala de televisión, en donde tenia puesta una película "Un amor para recordar" con Mandy Moore. Yo me senté a su lado y me puse a ver la película, comenzamos a hablar de las vacaciones y lo que habíamos hecho, la película termino y nosotros solo pusimos el canal de música; seguimos platicando largo rato, hasta que Max se quedo dormido, yo solo me acurruque y también me dormí enseguida. La mañana nos encontró a ambos profundamente dormidos, no se en que momento de la noche sucedió pero Max había quedado justo encima de mi, con su rostro enterrado en mi cuello, cuando me desperté y sentí su respiración me puse tenso. No porque la situación me asustara, sino porque estaba muy cómodo, podría haberme quedado así por el resto de mi vida, pero en eso sonó el teléfono, Max se despertó sobresaltado y se paro precipitadamente, yo solo me estire y alcance el teléfono que estaba en la mesita. Era mi madre, preguntándome si iría a casa de la prima a seguir disfrutando del mar, yo me moría de ganas, pero tenia mas ganas de estar cerca de Max, así que le pregunte a mi madre si podía invitarlo, ella estuvo encantada con la idea y prometió telefonear a la madre de Max para decirle que ella estaría con nosotros y así no hubiera ningún problema. Max estaba encantado, pues solo había vuelto al mar unas 10 veces desde que se mudo de Montecarlo y adoraba la costa azul. Rápidamente hablo a casa y gracias a la mentira de mi madre conseguimos el permiso, quedamos de vernos en la puerta de su casa en hora y media para ya irnos a la playa.

Max me estaba esperando en la entrada de su edificio, llevaba una maleta y una mochila pequeña, así que en menos de dos segundos ya estábamos camino a la carretera. El viaje fue rápido, con la mano de Max sobre la mía durante todo el trayecto. Llegamos esa misma noche, en parte gracias a mi manía por manejar con una rapidez excesiva y en parte porque no podía esperar a ver a Max en la playa. Esa noche ambos estábamos agotados así que caímos rendidos casi al instante.

El día siguiente nos la pasamos en la playa, pues Max estaba necio de conseguir un bronceado, regresamos a comer a la casa, después nos duchamos y nos fuimos al pueblo en la tarde. Cenamos en un restaurante cerca de la bahía de Montecarlo y luego fuimos al antro. Yo había comenzado a beber desde temprano, así que para esas horas ya estaba bastante borracho, pronto comencé bailar y a divertirme, mientras bailaba sentí que alguien bailaba conmigo, que se movía muy cerca de mí, así que abrí los ojos. Una chava rubia estaba bailando al compas marcado por mis improvisados pasos de baile, yo solo sonreí y me deje llevar, pero me acorde de Max y comencé a buscarlo con la mirada, lo vi cerca de mi en la pista, bailando con una pelirroja muy bella. Se movía de manera sensual y excitante. Me sentí celoso, infinitamente celoso de la pelirroja, luego molesto, ya que Max era mi amigo y nada mas, el podía hacer con su vida lo que quisiera. Pero yo me seguía enojando, hasta que finalmente enfurecido me acerque a Max y le dije secamente:- ya me voy, te dejo la puerta abierta-. Y sin esperar respuesta me marche. Pedí el coche al valet y mientras lo esperaba Max llego a mi lado, no dijo nada solo se paro cerca de mi. Para mis adentros estaba feliz de que me hubiera seguido, pero ahora ello significaba que debería de darle una explicación y no se me ocurría otra mas que la verdad, pero eso era arriesgarme a que el se molestara conmigo.

Estuvimos en silencio todo el camino de regreso, y cuando llegamos a la casa, yo salí huyendo, abrí la puerta y en tres pasos llegue hacia la puerta del baño, entre y abrí las llaves de la bañera, cuando estuvo lista solo me desnude y me introduje en el agua. Los minutos pasaron y cada vez yo me encontraba mucho mas relajado. Tocaron a la puerta del baño, era Max, preguntaba si podía pasar, yo le dije que si. La puerta se abrió y me dio a un Max que parecía esculpido por los dioses, era hermoso; me quede embelesado mirándolo y solo reaccione porque el tosió disimuladamente. Me pregunto que había pasado, que porque me había ido tan molesto del antro. Estaba nervioso, se le notaba, hablaba además muy rápido. En un intento por calmarlo intente ponerme de pie en la bañera, pero el agua y el jabón, junto con la rapidez del movimiento me hicieron perder el equilibrio y comencé a caer, pero antes de que tocara el suelo las manos de Max me detuvieron, pero no impidieron que yo acabara abrazado a él y él a mí.

Todo fue muy rápido, yo intente balbucear un gracias, pero ya todo salía sobrando, los ojos de Max y los míos decían lo mismo; te deseo, y así era, de pronto Max comenzó a acerca sus labios a los míos, y yo comencé a estirarme para alcanzarlo. El resultado, bueno pues fue un beso mágico, el mejor eso de toda mi vida. Yo abrí un poco los labios como auto reflejo y Max introdujo su lengua, fue algo increíble, el sentir su boca calida y el roce con su lengua era maravilloso, podría jurar que a los dos se nos olvido respirar, estuvimos así por varios minutos, explorando nuestras bocas, hasta que Max se hizo hacia atrás y se separo de mi, me dolió romper su contacto, y le mire nervioso buscando alguna señal que me indicara que había hecho mal. El solo se río y me dijo:- tranquilo, créeme no me voy a ir a ninguna parte, he deseado esto por demasiado tiempo. Y sonrió, comenzó a desnudarse delante de mí, de una manera sensual y erótica, muuuyy excitante, cuando ya solo tenia el slip se acero al borde de la bañera y con la expresión más inocente del mundo me pidió si le ayudaba a quitárselo. Mis manos actuaron con voluntad propia, y en menos de dos segundos tenia delante de mí a la verga de Max, era preciosa, larga y esbelta, como su dueño. De muy buen tamaño también. Aunque nunca lo había hecho algo me pidió que me la metiera en la boca, y no lo dude, me moría de ganas de hacerlo y fue increíble, el sentir ese falo grande y duro, pero a la vez caliente y suave me embeleso, era lo mejor que había probado en mi vida. Comencé a besarlo y a lamerlo de arriba abajo, fascinado por la mezcla de sabores, fue la primer mamada de mi vida, y yo estaba en el cielo y Max en la gloria. Se la estuve mamando durante unos minutos hasta que el me dijo que si no quería que me llenara la boca de leche parara. Fue muy extraño pero en lugar de parar mame con mas fuerza, Max intento detenerme, pero fue inútil, a los pocos segundos comenzó a eyacular en mi boca, fue delicioso, así debe de saber el cielo pensé.

Tras la mamada Max me atrajo hacia si y me beso, buscando restos de su leche en mi boca. El beso fue de nuevo mágico, entonces se agacho y sin mediar palabra me la empezó a mamar, lo hacia delicioso, yo solo podía gemir y decirle que si que siguiera, que no parase, al poco tiempo me corrí en su boca, al igual que yo el trago todo mi semen y luego me beso, compartiendo conmigo mi leche.

Con un movimiento rápido me salí de la bañera, me estaba estirando por una toalla cuando la mano de Max me detuvo, el tomo la toalla y comenzó a secarme lo hacia con cuidado y cada parte que secaba le daba un beso, los dedos, las palmas, toso mi cuerpo, en eso se coloco delante de mi y me dijo:- quiero ser tuyo, hazme tuyo. Yo lo mire a la cara y solo asentí con la cabeza, el tomo mi mano y nos dirigimos al cuarto, me tumbo sobre la cara y empezó a darme un masaje, mi verga despertó a los pocos segundos, entonces él empezó a pasársela por la raja de su culo, eso me éxito mucho y mi verga alcanzo un tamaño insospechado, Max sonrió y se coloco directamente sobre mi verga, me lubrico con su saliva y se introdujo un dedo en el ano para dilatarlo, después otro mas y hasta un tercero, yo para ese entonces estaba excitadísimo. No podía esperar a penetrar a Max, finalmente retiro sus dedos y coloco mi verga a la entrada de su culo y comenzó sentarse lentamente sobre mi verga. La cesación fue increíble, yo no paraba de gemir y Max solo cerrada los ojos e intentaba decir algo coherente, finalmente la tuvo toda dentro, fue maravilloso, me sentí parte de Max, y le sentí mío, comenzó a subir de nuevo, pero ahora contrajo su esfínter, lo que apretó mi verga en su culo, eso me volvía loco, era sencillamente maravilloso, así comenzó a aumentar la velocidad hasta que ya no pude mas y sentí que me corría, intente retirar mi verga del interior de Max pero el se clavo hasta el fondo y me dijo :- Ni te atrevas. Esto me excito sobremanera e hizo que al instante me corriera.

Caí rendido en la cama, respirando ajetreadamente, entonces sentí como Max se separaba de mi ya flácida verga, comenzó a mamármela de nuevo y me la dejo toda limpia, entonces se dirigió a la parte sensible entre los testículos y el ano, fue increíble y todo lo que yo pude hacer fue separar mis piernas, levantar el culo y exclamar ¡follame! Max me miro cautivado, y pidió permiso para continuar, yo solo asentí, el acerco su verga a mi virgen orificio y coloco un poco de saliva en la punta de la misma, después se coloco en la entrada de mi ano y me dijo:- relájate. Y así lo hice, al principio me dolió en el alma, y Max hasta pensó en retirarla pues si me estaba lastimando, pero fue más la excitación y me la quede toda dentro hasta que el dolor desaprecio y sentí un placer único, algo que nunca había sentido. Max acelero el ritmo de sus embestidas hasta que finalmente se corrió dentro de mi, cayo exhausto al lado de mí. Yo busque su boca con la mía y le bese de nuevo, estas ves un beso de amor y no solo de pasión, después le abrace y me dormí.

A la mañana siguiente desperté y el cuerpo de Max seguía al lado del mío, con su cabeza sobre mi pecho, era maravilloso, me entretuve mirándolo por unos momentos, hasta que pudo más la necesidad y me pare al servicio, Max estaba agotado, así que no se despertó. Ya levantado decidí hacer el desayuno, así que baje a la cocina, prepare café y huevos, estaba a mitad del proceso cuando oí ruidos como de carrera en la habitación, subí corriendo para chocar con un Max mal vestido en las escaleras, yo seguía desnudo, el me miro y una sonrisa surco todo su rostro, la duda asomaba en sus ojos.

-¿Qué tienes?- Pregunte.

-Pensé que te habías ido y que ahora me odiabas por lo de anoche.

-Odiarte por la mejor noche de mi vida, amor.- Esta última palabra la dije sin pesar, desde dentro. Eso para Max fue mágico, su sonrisa lo decía todo, parecía que tenía luz propia, acerco su cara a la mía y me rodeo con sus brazos, me miro unos instantes y después me beso, me beso con amor, con deseo, con pasión, con cariño, con lujuria, con necesidad. Me dijo todo lo que quería decirme en ese beso.

Cuando nos separamos el me dijo que le había gustado desde el primer día, que había sido feliz cuando le deje posar su mano sobre mi mano, y que la amistad había transformado su deseo por mi en un enamoramiento fuera de lo normal, que se había vuelto dependiente de mi. Yo le confesé que me pasaba lo mismo, que aunque me había considerado heterosexual toda mi vida con él había sentido algo increíble.

Entonces el me dijo te amo, Jas te pertenezco por completo, soy y siempre seré solo tuyo, si quieres que me vaya me iré, si quieres que me quede me quedare, solo quiero que sepas que (y se levo la mano al corazón) te entrego todo mi corazón. Una lágrima rodo por mi mejilla y mirándole a los ojos le respondí:- entonces si me perteneces te prohíbo que me dejes, te prohíbo que te alejes de mí, no quiero volver a estar lejos de ti Max, si tú me perteneces entonces solo puedo decirte que yo ya no soy un ser independiente, soy parte de ti.

Ambos teníamos lagrimas en los ojos, y nos volvimos a besar, luego bajamos a desayunar, nos bañamos y salimos a la playa, no podía parar de besarlo, de abrazarlo de tocarlo, se había vuelto mi todo, cuando regresamos a Paris mi madre se mostro encantada con mi novio, siempre había sido muy liberal, y permitió sin objeción alguna que Max se mudara a la casa, los padres de Max ya sospechaban de la preferencia de su hijo y también se mostraron felices de que yo fuera su novio. Al día de hoy, casi 3 años después Max y yo seguimos igual de enamorados que aquella primera vez, solo se que lo amo y que me ama para siempre.