Viuda casi virgen (III)

Continuación de segunda parte de Viuda Casi Virgen.

Viuda casi Virgen III.-

El fornido y atlético cuerpo juvenil de Ronny, se entrelazaba con el mío, sentía su rica desnudez y su imponente herramienta rozándome con insistencia mi humedecida y ardiente vagina, con la ayuda de mi propia mano encamine esa palpitante y dura cosa junto a los labios vaginales. (que a decir de Cibyll, los tenía igual que una niña de doce o catorce años) Estaba deseosa de ser penetrada, aunque me preocupaba que mi virginal zorrita no pudiera dar cabida a esa imponente verga. En un primer intento, aunque ustedes no lo crean, pero es mi verdad, porque solo yo lo viví, debí suplicarle a Ronny, que fuera metiéndolo muy despacio, pues mi canal vaginal no lo resistía y a pesar de mis deseos un dolor de desgarro me hacia frenar sus impulsos --- ¡Oh papito! --- Es demasiado para mí --- le decía --- mientras impulsaba al excitado muchacho a que quitara su grueso miembro de mi estrecha entrada vaginal. Ronny quiso desoír los ruegos e impulsó la penetración por unos centímetros más, pero yo alarmada lancé un grito diciendo ¡No, por favor No papito! --- quítalo Ronny querido, que me dañas.

El muchacho obedeció a mis súplicas, y con asombro observamos que este salía con muestras de sangre, sobre su cabezota. Pensando haberme producido una laceración interna, preocupado limpió su miembro con disimulo, mientras ordenaba las idea de cómo volver a atacar a su apetecida presa. --- Debemos --- dijo un tanto inquieto, buscar la forma de que te lo haga, pues te prometo que esta noche no me voy de aquí sin antes hacerte mía.

Sobre mi sangramiento, después supe por mi ginecóloga que mi marido no había logrado desflorarme por completo dada la pequeñez de su miembro y el sesenta por ciento del himen se mantenía elástico y resistente hasta que Ronny hizo lo suyo.

¡No sé que vamos hacer mi amor! --- le dije --- Tú debes saber que Alberto, ha sido el único hombre en mi vida sexual y para nuestra desgracia su pequeño pene nunca me provocó ni el más leve dolor, aunque tampoco me producía el placer que experimento contigo, te juro que me muero por hacerlo mi amor ... ¡créemelo! --- casi le suplicaba dándome mucha rabia que eso me estuviera sucediendo por mi inexperiencia y estrechez.

¡Cálmate! --- espetó el joven --- vamos hacer una prueba que me enseñó un amigo que tiene un problema parecido al mío y me ha dicho que da buen resultado.

Bien papito, estoy dispuesta a cooperar, pero por favor cuando te diga que te detengas, debes detenerte diablillo ¿Me entiendes? ..... ¡Si te entiendo!

Ronny quiso poner a prueba su precoz experiencia, que consistía en rebajar la fuerte erección de su pene hasta dejarlo flácido y blando, yo pensé que ello no le sería fácil pues su instinto de macho y animal rehusaba a bajar su libido y su gran deseo de penetrar como fuere a su apetecida vecina.---- ¡Ve a buscar una bolsa con hielo! --- me ordenó --- obedecí sin preguntar nada, cuando inició la aplicación del hielo sobre su gran pene, me di cuenta que se proponía. Así logrado un buen grado de flacidez, me pidió crema lubricante, con esta crema cubrió su miembro y mi entrada vaginal. Ronny separó los labios de mi lubricada zorrita, tomó nuevamente posición y ayudado por una mano fue introduciendo el flácido miembro que se amoldaba mi vagina, se me imaginaba cuando se hacen embutidos artesanales, que van metiendo la pasta a presión dentro de un cilindro, lo sentía frió por la acción del hielo, pero iba entrando con suavidad, pronto subió su temperatura y con los impulsos de Ronny, lo sentí lentamente agrandarse dentro de mi hasta tomar su estado normal, mi pobre zorrita de viuda joven se dilataba al máximo, notaba una fuerte presión dolorosa al principio pero soportable despues, hasta transformarse en agradable y llevadero, también mis gemidos se fueron transformando de lastimeros a gemidos de ricas sensaciones y avasallantes de placer, me estaba entregando a un hombre de verdad y lo trataba de disfrutar plenamente, todo era nuevo y súper placentero, ignoraba de que magnitud me vendría este primer orgasmo .

Él a su vez, sentía su miembro como enfundado en una estrecha y placentera vaina, se sentía dominador de la situación, me estremecía de cada envión disfrutando plenamente de mis caricias y de mi cuerpo y de mi boca. Ya pasado mi temor inicial a cada clavada suya, yo le respondía con una ondulante resistencia de mi pelvis, lo que hacía que la penetración fuera muy profunda, excitándome fuertemente el clítoris y el útero, sintiendo por instantes un goce tan intenso como nunca antes lo había podido experimentar. Yo respiraba profundamente al verme sofocada por el deleite irresistible que me producía esta primera y efectiva experiencia sexual. El muchacho me fornicaba con gran maestría e incontenible ímpetu y a pesar de sentirse embriagado de placer, trataba de no producir su eyaculación, puesto que quería sentir en toda su intensidad el pronto orgasmo de su bella y ardiente vecina.

No lo soporté más, una ola de delicioso estremecimiento empezó a sacudirme, una fuerte y misteriosa corriente convulsionaba todo mi cuerpo con deliciosos espasmos incontrolables, al poner mis músculos tensos de placer, apretaba más y mas el maravilloso pene de un agitado Ronny que no cesaba de bombear. Mi agitación se hizo espasmódica y delirante al sentir su descarga seminal dentro de mi, me estaba marcando con su sello y me hacía sentir en otra galaxia, hasta clavar mis uñas en forma inconsciente en la espalda del muchacho. Estuvimos pegados y unidos no sé por cuanto tiempo, sentía su miembro enfundado y sin bajar su dura estructura, nos acariciábamos y besábamos cual dos novios en su noche de boda y deseoso continuamos con mas ansias nuestras entregas, mis piernas ahora eran sustentadas sobre los hombros de Ronny y sus clavadas recorrían todo mi ardiente canal vaginal, tras el ventanal pudo fugazmente observar la lujuriosa mirada de Cibyll, que por su expresión delataba un fuerte orgasmo en secreto. Adoraba a mi muchachito que en un acto tan delicioso me había hecho perder mi real virginidad .

De lo que pasó con Cibyll y otras cosas sabrosas esperen mi próximo testimonio.

Daniela