Visitando tu cuerpo
El deseo no siempre lo calma la distancia. Esta es la historia de dos jóvenes que se vuelven a encontrar después de mucho tiempo y con demasiadas ganas.
Sucedió cuando era joven, tal vez demasiado, y lo escribí en ese momento. He tratado de adaptarlo y mejorarlo un poco, y espero que lo disfrutéis. Agradezco todos los comentarios que queráis aportar, y mientras continúo escribiendo algunas de las secuelas iré subiendo relatos antiguos para conocer cuál preferís que continúe.
No era la primera vez que nos veíamos pero sí una de las primeras. Yo me había buscado el hotel cerca de tu casa. La escusa era que no podríamos estar tan cómodos en tu casa y tu padre podría sentirse incómodo pero a mi se me llegaron a ocurrir otras muchas razones más importantes de poder contar con un lugar tranquilo. Me moría de ganas de verte de nuevo... el primer contacto que tuvimos fue dulce, tierno y... despertaron ganas de más. De demasiado más. Debía andarme con cuidado si no quería que me acabases odiando porque tenía demasiadas ganas de ti... pero tengo claro que no había hecho tantos kilómetros para abrazarte simplemente. Eras demasiado para mí y... me hacías soñar. Bajé del hotel para verte, habíamos quedado en dar una vuelta tempranito y luego salir por ahí si encontrábamos plan... cualquier cosa por estar contigo. Yo te había pedido entre bromas que ya que había ido hasta allí... me dejaras verte con tus mejores galas esos días. Ambos sabíamos que era sólo una coña pero... cuando te vi acercarte con esa faldita que dejaba ver tus piernas, me sentí muy satisfecho de haber soltado esa broma. Pero tuve que contenerme... era una de las primeras veces que llegábamos a vernos y tú tratabas de llamar la atención sobre tus piernas y sobre ese escote con el que hacía soñar la camiseta; y yo tenía que luchar por mantener la mirada en tus ojos. El día sería muy largo... y tendría el momento para disfrutar de la ropa en otro momento; tenía que dar una buena impresión. Nos abrazamos al vernos, reímos, te comenté que ese pelo ondulado te hacía increíble y... nos dimos un ligero pico. Ninguno de los dos tenía planeado actuar como si fuéramos pareja cuando a visitarte pero... simplemente no pudimos evitarlo. A mí me entraron ganas de besarte y tú parecía que no te molestaba en absoluto. Acto seguido, como si nada hubiera pasado, te cogí la mano y caminé a paso ligero para no darnos cuenta de lo que acababa de suceder...
La tarde comenzó con nosotros sentados en el parque para contarnos todo lo que nos quedaba por saber de nuestras vidas. Preguntamos por todo este tiempo desde la última vez que nos vimos, empezando a hablar sobre las tonterías más recientes y acabando por soltarnos hasta conseguir hablar de tu última pareja. La conversación abarcaba todo los ámbitos... adoraba hablar contigo, y me encantaba conocer dada rinconcito de tu vida para poder llegar a conocerte mejor. Me gustaría hacerte feliz jugando a ser el amor de nuestra vida en estos días que podía quedarme cerca de tu casa... y para eso necesitaba conocer todo sobre ti, conocer como llegar a hacerte feliz y poder darte lo mejor de mí. Preguntaba. Preguntaba por tu primer beso, tu primera relación, tu primera pelea... preguntaba por tus gustos, tus deseos, tus hobbies. Me encantaba conocer sobre ti, incluso volverte a escuchar las mismas cosas para poder captar detalles que otra vez no lograba captar. Continuamos hablando hasta que pasó demasiado tiempo y nos dimos cuenta que llegábamos tarde. Habías quedado con más gente para tratar de pasar la noche entretenida de fiesta pero... cuando trataste de darme prisa para que llegáramos a donde habíamos quedado...
-Espera. -Te diste la vuelta
-Llegamos tarde....
-Espera, por favor. -Te cogí la mano. Estabas de pie y yo todavía sentado en el banco. -Es que... ahora habrá más gente. Sabes que no me gusta llamar la atención cuando hay más gente y... tengo que pedirte una cosa. -Me miraste extrañada, tenías miedo por dónde fuera a atacar. -Es que ha pasado mucho tiempo desde la última vez que nos vimos, y sabes que lo he pasado deseando volver a verte... no podría perdonarme desaprovecharlo. Dame la oportunidad y te juro que no te arrepentirás.
Tiré de ti. Iba a ser mi noche, aunque tenga que luchar por que lo sea. Tenía que atreverme... tenía que tener yo la iniciativa esta noche. Tiré de ti y te besé. Nada de besos suaves, nada de tonterías... te besé como llevaba deseándolo hacer mucho tiempo, apoyando mi mano en tu nuca y entrelazando mis dedos en tu pelo ondulado. Continuamos con el beso hasta que nos dimos cuenta que comenzaba a faltar el aire, y tras eso seguimos unos instantes más. Nada más separarme abrí los ojos y susurré 'esta noche déjate llevar. Te juro que nadie te tratará jamás como yo voy a hacerlo'. Otro suave roce de labios y luego me puse de pie y me puse a tu lado, para que me guiases. No fuiste capaz de reaccionar todavía, por lo que rodeé tu cintura con mis mano. 'Vamos... que parece que no te ha gustado'. Me sonreíste, te acercarte más a mi y caminamos con mis brazos rodeándote.
Me presentaste de nuevo a tus amigos con los que íbamos a pasar la noche. Yo trataba de ser amable sin llamar excesivamente la atención, mientras jugábamos a hacer como si no fuéramos nada aunque los dos deseáramos ser pareja. Te caían besos y abrazos dulces pero... no me gustaba que la gente comentara tonterías, por lo que trataba de ser disimulado. Cenamos algo que te invité, y cuando todos bajaron listos y arreglados empezó la noche. Fuimos a comprar bebidas y a empezar en un parque, como todas las noches, donde entre bromas empezaba a integrarme entre tus amigos. No quería dar una mala impresión porque sabía que eran personas importantes para ti, y quería que estuvieras orgullosa de que me hubieran conocido. No me atrae mucho beber pero algo de alcohol sí me sería útil en esta larga noche, y más si necesitaba algo para ser yo el que guíe esta noche. Aún así, veía como tú si llegabas a beber bastante. Aproveché y pedí que me acompañaras donde las bebidas para volver a rellenarme el vaso y así podíamos contar con algo de tranquilidad.
-Cuidado con tanto alcohol, anda.
-¿Tienes miedo que me ponga borracha?
-Tengo miedo a que quien decida esta noche sea el alcohol, y no tus ganas. -Me miraste retándome antes de responderme.
-No digas tonterías. El alcohol sólo hará que me atreva, pero las ganas llevan aquí mucho tiempo.
-Te voy a dar la mejor noche de tu vida, y necesito que la recuerdes. Cuida el alcohol, anda. O sino tendré que repetirla también por la mañana, y no creo que te deje con fuerzas. -Una sonrisa de oreja a oreja se dibujó en tu cara.
-Entonces beberé... porque la idea de repetirlo por la mañana me encanta. -Volviste a llenar el vaso de hielos.
-Pero puede que con alcohol no rindas igual, y te exigiré lo mejor. -Simplemente volcaste el vaso y dejaste caer los hielos.
-Captado. Esta noche tú mandas, mylord. -Te lo agradecí con un beso corto y sencillo mientras mantenía mis mirada en tus ojos
-Esta noche a mí me toca mandar y a ti gozar, mylady. -Con mi mano rodeé tu cadera para adivinar tu culo bajo esa fina falda. No te imaginas el asco que llego a sentir por tu ropa en esos mometnos, pero llegará el momento en el que estará en el suelo pisoteada. Esa idea siempre reconforta.
La noche con los amigos empezó a caer en diversión. Cuando estuvieron a punto de alcohol, fuimos a un bar donde tratamos de bailar con la tontería. Yo disfrutaba de estar cerca de ti con esa faldita. Había momentos que nos superaban, donde tratabas de jugar con mis sentidos aprovechando la oscuridad de los locales. Me susurrabas 'tu esclava espera órdenes' mientras bailabas y tu cabeza se apoyaba sobre mi hombro, a lo que respondía 'la primera es mantenerla con ganas hasta que seas tú quién la sacie'. Me sonreíste mientras guiñabas un ojo a mi bragueta. Siempre te ha encantado jugar a seducirme de nuevo, y es algo que me pierde. Adoro cuando una mujer conoce sus armas y es capaz de utilizarlas; cuando demuestra que hará cualquier cosa, como por otra parte yo haría por ella. Jugabas bailando conmigo y bailando con el resto mientras no me quitabas ojo. Íbamos al baño y caíamos en interminables besos mientras yo te apoyaba contra la pared y acariciaba tus curvas. Apoyaba mi mano en tu vientre y subía arrastrándote de la camiseta, mientras me susurrabas 'soy tu esclava, no te pares, hazme ya tuya...'. 'No te olvides que soy yo quién decide el momento'. Y paraba a escasos centímetros de tu pecho. También jugaba con la falda, subiéndola al arrastrar la mano por el muslo dejando ver en ocasiones tu ropa interior negra. Apoyaba mi mano tu sexo pero nunca hacía nada aparte de apoyar, me encantaba ver cómo te revolcabas desesperada. 'No sé a qué esperas... soy tuya, no tengas límite'. Me separé unos centímetros, te miré a los ojos, sonreí y mientras hablaba mi mano subía por tu ropa interior hasta llegar a la goma, donde tiré de ella para colar un par de dedos y bajarlos lentamente al son de mis palabras, que caían lentamente. 'Espero a que llegues a estar tan loca como yo lo he estado por ti. Que llegues a desear tanto el momento como yo he tenido que sufrirlo interminables noches. Espero hasta que tengas tantas ganas de mí como yo de ti... porque cuando llegue el momento las voy a saciar. Todas. Todas las ganas que puedas llegar a tener de mí. Todas herramientas que se me ocurran para lograrlo las utilizaré... por lo que necesitas ganas, muchas ganas, para poder disfrutar de todo lo que te voy a dar. Esta noche conocerás el significado de desear algo... y disfrutarlo'. Mi mano ya empezaba a jugar con tu recortado bello púbico hasta llegar donde comenzaba tu sexo pero sólo se apoyó sobre él. Notaba el calor que emanaba de él. Tú habías cerrado los ojos mientras yo te susurraba, y mi cuerpo te aprisionaba contra la pared. Lo notaba húmedo bajo mi mano pero no jugué con él... sólo salí despacio mientras me clavabas tu mirada. 'Deséame. Deséame tanto como yo lo hago por ti. Deséame porque te voy a dar la mejor noche de tu vida... y debes estar atenta para no perderte un sólo detalle. Porque la vas a recordar siempre. Incluso estas palabras'. Con un mordisco en el lóbulo de la oreja y un beso en el cuello finalicé la conversación y salí de la zona de baños, tendiéndote la mano para que me siguieras pero sin esperarte.
Después de varios pubs fuimos a una discoteca a continuar con la pantomima mientras teníamos gente alrededor, y a jugar con nuestros deseos cuando no podíamos aguantar más. Yo llevaba duro desde hacía horas, y tú buscabas cualquier escusa para sentirme cerca de ti y corroborarlo. La noche se iba consumiendo y estaban pensando ya en volver, cosa que me iluminó el rostro. Tras las despedidas, te tendí la mano mientras decía 'se acerca tu momento', y te guié por un paseo lento a través del parque hacia nuestro destino. Ambos estábamos ansiosos y nerviosos, pero yo quería disfrutar del parque, de la tranquilidad, para poder recuperar todas las fuerzas que pensaba gastar esta noche. Necesitaba oxígeno para bombear todas las embestidas que te daría, necesitaba el aire para calmar los músculos que te poseerían y necesitaba mirarte para recordarme otra vez más porqué te llevaba necesitando tanto timepo. Te llevaba de la cintura mientras comentaba tonterías sobre cualquier tema... necesitaba unos momentos de descanso. Además, juré que te iba a saciar, y el momento especial y bonito también entraba dentro del parque. Te besaba el cabello, a veces iba detrás tuya abrazándote y trataba acompasar mi pecho con el tuyo. Aunque poco a poco las caricias dejaron de ser tan inocentes. Lentamente nos dirigíamos al hotel donde me alojaba e supiste perfectamente qué iba a pasar, a lo que optaste por avisar en tu casa que esta noche te quedabas a dormir en casa de uno de tus amigos, como otras veces ya habías hecho. Yo poco a poco iba poniéndome nervioso por cómo empezar el asunto... sabía que en el momento que empezara, el resto llegaría solo y sería increíble. Pero debía también encontrar el comienzo digno. En la puerta del hotel, cogiéndote de la mano, tiré levemente de ti para que parases.
-Disfruta ahora, lo vas a necesitar. Disfruta y sáciate del momento bonito y especial; de los besos, piropos y las suaves caricias con la yema de los dedos. Disfruta hasta que estés preparada, y ya no quieras más de esto. Nos quedamos aquí, si quieres; hablamos, reímos y disfrutamos de esta preciosa noche. Desde que entremos ahí dentro, el juego cambiará de reglas; por lo que te permito que seas tú quién decida cuando cambiar de normas.
El calor había sido intenso durante la noche, cierto, tanto el interno como el externo; pero ambos también necesitábamos estos momentos. Nos sentamos en la puerta del hotel abrazados a hablar. Yo inhalaba tu pelo, tú jugabas con mi mano; yo te susurraba todo lo que había sentido desde la última vez que nos vimos, así como las cosas que me encantan de ti. Fue un momento mágico, cierto, pero yo me quedo con la mejor parte, cuando ladeaste la cabeza para poder mirarme a los ojos y me susurraste 'quiero el cambio de reglas. Necesito el cambio de juego. Quiero empezar a ser tu esclava esta noche'. Sonreí. 'Cuando te pida que cierres los ojos, hazlo. Cuando te pida que te sueltes, hazlo. Cuando te pida que pidas, hazlo. Aunque si por alguna razón te mueres de ganas de amarme y quieres intentar cambiar las reglas y ser tú quién me sometas ni siquiera lo digas, tendrás algo para atarme a mano. Tan sólo intentándo y.. quizás lo consigas'. Te besé, me levanté, te tendí la mano y entramos juntos al hotel.
Corríamos como niños inocentes que querían mostrarse un nuevo descubrimiento hasta encontrar mi habitación. Cuando llegamos, introduje la llave y abrí la puerta; pero no entré. Con la mano te hice un gesto para que parases. Cogí el cartelito de 'no molestar', y lo puse en el exterior de la puerta. Te sonreí 'me encanta hacer esto'. Saqué las llaves, las dejé en una cómoda al lado de la puerta y, antes de entrar, te miré. 'Cierra los ojos, y extiende los brazos'. Eso hiciste. Notaste cómo te levanté en brazos y te aferraste a mis hombros. De una patada en la puerta la abrí entera, y de otra patada la cerré. Me abalancé sobre la cama y te dejé caer. Abriste los ojos involuntariamente y me viste. En la mirada irradiaba pasión. No podía contenerla. Te estaba devorando con la vista, y no tenía ningún pudor en recorrer todas tus curvas. De un tirón me deshice de la camiseta, la tiré al suelo y me lancé sobre ti. Mis manos cogieron las tuyas y las llevaron a la cabecera de la cama, tratando de inmovilizarte. Cuando llegaron, comenzaron a recorrer desde tu muñeca hasta el hombro, mientras te susurraba 'dejemos ya las palabras, no nos hacen falta para comunicarnos'. Mientras devoraba tu escote. No podía evitarlo, llevaban llamándome toda la jodida noche. 'Además, seguro que se te ocurren cosas mejores que hacer con la boca...'. Siempre me ha encantado los duelos de palabras que montamos en esos momentos, pero esa vez simplemente te comí la boca para que no pudieras terminar la frase. No te besaba, te devoraba los labios. Trataba de memorizar cada matiz de tu sabor. Lo necesitaba. Mis manos llegaron a tus hombros, bajaron hasta tirar de los tirantes de la camiseta y hacer que se deslizasen por los hombros mientras mis yemas continuaban bajando hasta encontrar tus pechos. Llevaba deseandolos toda la noche y por fin los tenía entre mis dedos, necesitaba disfrutarlos. Con una mano me apoyaba en la cama mientras con la otra recorría tu cuerpo. Mi boca luchaba con tu lengua y sólo descansaba para jugar con tu cuello; mientras mi pierna se apoyaba en la cara interior de tus muslos y subía hasta hacer presión en el pubis. Tus manos se movieron de la cabecera para destrozarme la espalda, empezando con caricias y acabando con arañazos. Al notar tus uñas luchando contra la piel de mi espalda, mis instintos más salvajes se apoderaron de todas mis acciones, me separé un poco de tí para poder mirarte a los ojos y con ambas manos apoyadas en tu cadera las subí hasta quitarte la camiseta. El sujetador negro te quedaba genial, hay que reconocerlo; pero en estos momentos también sobraba. Me acerqué más a ti para abrazarte y deshacerme de él mientras tú provechaste para seguir desgarrándome la piel de la espalda y mordiéndome el cuello.
-Eres mi presa', jadeabas entre mordiscos, 'no te voy a dejar escapar. Eres mío y no te escaparás hasta que esté plenamente satisfecha.
Tus dientes se clavaban en mi cuello con fuerza pero sabiendo el límite, y tu lengua calmaba la zona tras cada mordisco. El broche de tu sujetador cedió y lo lancé contra la pared de la habitación. Por fin libres. Tú simplemente abriste los brazos para no ofrecerme ninguna resistencia. Siempre te ha encantado ver cómo mis ojos siguen brillando al admirar tus pechos. Nunca sentiste que tuvieras unos pechos atractivos, simplemente del montón tirando a pequeños pero... ver mi miraba cómo los observaba mientras mis manos jugaban cada uno con uno... lo adorabas. Algo en ti lo adoraba. Todo en ti lo adoraba. La sensación de que mis manos manosearan tus pechos, mientras mi boca saltaba de pezón en pezón para devorarlo te hacía jadear y estremecerte. Apoyabas tu mano sobre mi cabello y me guiabas, mientras entre suspiros suplicabas que nunca parara. 'Disfrútalas, te llevan esperando mucho tiempo'. Yo no podía dejar de devorar tus pezones. Los sentía suaves, esponjosos, absolutamente erectos para que mi lengua pueda luchar contra ellos a tratar de derribarlos. No sé cuánto tiempo disfruté de estar así pero no lo suficiente. Me cogiste del cuello, tratando de agarrarme del pelo, y tiraste para alejarme. 'Para, que me toca a mí. No eres el único que necesita alimentarse, egoista'. Mi mirada sólo irradiaba deseo'. 'Túmbate y deja hacer las cosas a los que de verdad saben'. Obedecí.
Me tumbé a un lado en la gran cama de matrimonio y tú saltaste sobre mí sin esperar un segundo. Empezaste besándome y bajando a besos por mi cuello, recorriendo con la lengua la nuez, bajando a mordiscos por el pecho mientras tus manos recorrían todo mi torso, recorriendo las suaves líneas que dejaban mis músculos en tensión. El momento me mantenía alerta, y sentías el abdomen duro mientras lo recorrías a besos. Tus manos jugaban con mi pecho. Bajabas, bajabas sin pausa, hasta que te acercaste al vientre y tus manos se deshicieron rápido del botón de los vaqueros. Fue un movimiento rápido y certero. Lo bajaste desde los laterales dejándome simplemente con la fina tela de los gayumbos que no conseguía contener la fuerza de la erección y la sentías contra tu pecho. Mientras, tus labios jugaban con el hueso de mi cadera y recorrían el músculo que señalaba hacia el pubis. Lo adorabas, y tratabas de agarrarlo entre los dientes. Tus manos dejaron el pantalón en las rodillas, y con tus labios al descender arrastraste el calzoncillo lentamente. Al subir de nuevo tu mano no dudaste en coger el miembro sobre la tela fina de algodón, mientras tu boca deslizaba poco a poco la goma. Con la mano libre te ayudaste a quitarme los calzoncillos. Te incorporaste mientras mantenías tus ojos en los míos, 'espero que me sacie, porque tengo mucha hambre'. Simplemente pude jadear cuando liberaste mi polla y chocó contra tu pecho. La agarraste con el mástil con una mano y acercaste la boca para empezar a saborearla. Sólo era capaz de articular gemidos. Tus labios se adaptaban a su forma y lo humedecían para ir preparando el terreono. No tenías una boca excesivamente grande pero parecía hecha para estas cosas. No tenías mucha práctica y sin embargo te entregabas, haciendo que sólo fuese capaz de jadear. Apoyaba mi mano en tu cabellera rizada tratando de darle acompañamiento a tus movimientos, hasta que cogiste un coletero para recorgértela y acabar antes. No tenía palabras que decir. Cerré los ojos y me dejé llevar mientras tus manos trabajaban compenetradas con tu boca. Lo hacías de maravilla, y continuaste hasta que conseguí articular entre jadeos un 'para'. Levantaste la cabeza. Estabas absorta y te despertó mi voz. Me miraste sonrojada, pensando que lo estabas haciendo mal. Me mirabas a la cara casi con miedo, y tus labios trataron de vocalizar un 'lo siento'.. pero mi voz te interrumpió antes. Por suerte estos segundos pude retener aire para tener fuerzas de hablar, 'como sigas haciéndolo tan bien... ambos lo vamos a lamentar'. No pudiste evitar la sonrisa que recorrió tu rostro, y tampoco pudiste evitar continuar incluso con más ganas que antes.
Tenías el ritmo, el movimiento de la cabeza y tu boca se adaptaba a ella y mi mano simplemente te iba acompañando agarrado a tu coleta. Tuve que pedirte tres veces más que pararas... necesitaba jugar yo, pero no era capaz de terminar voluntariamente con esa sensación. Mi cuerpo rezaba porque no parases nunca, pero siempre tengo una parte que suplicaba mi momento. Y conseguí que esa parte gobernara mis manos para apartarte, hacer que me miraras a los ojos. 'Esto te va a costar caro'. Te planté un beso sin importarme lo que estuvieras haciendo hasta ese momento, necesitaba besarte. 'Me has hecho disfrutar como nunca... y no pienso parar hasta que oigan en tu casa los gemidos'. Me incorporé para cogerte de la cadera, te levanté en peso y te tumbé bocarriba. 'Como trates de pararme, morderé'. No pude vocalizar nada más. Abrí tus piernas, apoyé las rodillas, me recosté y empecé a devorar desde el interior de tu rodilla hasta el pubis. La falda estaba subida después de tanto juego, y tu sexo lo cubría la suave tela negra de la ropa interior. Mientras besaba tus muslos, notaba como estaba totalmente encharcada. Era una delicia observarlo... y mientras mis besos recorrían tus muslos hasta la ingle. 'Déjate de tonterías y cómemelo ya, eso ya está demasiado caliente'. Me parecía demasiado oír esa frase salir de ti. 'Si tanto lo quieres... ¿Por qué está todavía tapado? así no puedo hacer nada..'. Mientras yo aferraba mis manos a tus piernas, tu te incoporabas levemente para subir la falda hasta la cintura y apartabas la suave tela para dejarlo al descubierto... dirán lo que quieran, pero en ese momento me supo a gloria. Simplemente me limité a lo que pedías, entregarme. Primero como toma de contacto recorrí todos sus rincones con la punta de la lengua, hasta encontrar la perlita de la felicidad en la parte de arriba. Mis dedos disfrutaban de que estuvieras empapada para empezar a jugar con tus labios y bajar poco a poco. Una de tus manos estaba en tu pecho y la otra apoyada en tu muslo. Los dedos de mi mano derecha se pasaban los labios separándolos con los dedos mientras mi lengua estimulaba, lentamente al principio, tu clítoris y la otra mano disfrutaba de jugar con tu trasero. Jugué con tu sexo... jugué primero con la ayuda de un dedo, pero otro le vino para socorrerle. Cuando dos dedos estaban jugando dentro de ti, y el resto de la mano trataba de acariciar el peritoneo... oí como suplicabas 'te quiero dentro. Nada de dedos. Quiero toda la polla que antes he conseguido contener en mi boca... me la merezco dentro de mí'. No eras tú la que hablaba. No podías ser tú. Pero a alguien así... es imposible decirle que no. Simplemente busqué el paquete de preservativos, me puse uno y... no tuve problemas para entrar. Te embestí.. primero luchamos yo sobre ti, cambiamos a que me cabalgaras tú y jugamos a que fueras mi gatita. Te levanté en peso, luchamos en la pared; te tumbé contra la mesa... luchamos durante horas. Primero mi soldado cayó una vez... lo volviste a revivir con un beso. Cogí otro preservativo y agradecí haber traído 3 cajas.. Seguimos luchando. Tenía fuerzas de sobra. Teníamos ganas de sobra. Algunas veces terminaba dentro de ti en el preservativo, y otras salía y te pringaba sin querer. El baño no se libró de ser utilizado, apoyada en el lavabo, con un pie sobre la taza del váter... de nuevo contra la pared. Notabas como la presión en tu espalda aumentaba a cada sacudida.. pero te encantaba. Cualquier cosa te encantaba. Había momentos en los que para recuperarme necesitaba descansar y me arrodillaba para continuar con la lengua. Nos pasamos horas, hasta que nuestros cuerpos sudaban ácidos y nuestros músculos susurraban que parásemos. Entonces seguimos, en la cama, moviéndonos como animales, hasta que caímos rendidos sin poder continuar. Nos dormimos. Desnudos. Con mi mano sobre tu cuerpo tratando de protegerte. Nos dormimos hasta que me desperté bien entrada la mañana. Tenía los tímpanos doloridos de tus gemidos, el cuerpo destrozado del ejercicio y la piel en carne viva de tus arañazos y mordiscos.
Me desperté, y lo primero que pude hacer es despertarte entre besos y caricias. Bebí agua, recuperé líquidos y repetimos la noche por la mañana. El cuerpo se podría curar del dolor, pero estas ganas eran imposibles de saciar. Nada importaba más que tú y yo... enganchados.