Visitando a Papa en la cárcel

Después de 7 años me reencuentro con mi padre.

Eran 7 años, los que llevaba sin ver a mi padre, justo desde el día en que ingreso en prisión, mi madre y él, no quisieron que le visitará, decían que no tenía porque conocer ese ambiente. Aún le quedaba un año para poder salir, la condena había sido muy estricta, él al fin y al cabo, sólo iba de acompañante en el coche de su amigo, que embistió a otro vehículo, y huyó de allí. Al amigo le condenaron por homicidio y a mi padre por omisión de socorro, él alegó que del golpe perdió el conocimiento y no recordaba nada, pero no le creyeron y le condenaron. El no quiso ningún beneficio, y declaró que cumpliría la condena hasta el final. Yo tenía 14 años, en aquella época, el 38, ahora yo era ya una mujer de 21,y le seguía echando de menos.

Mi madre le visitaba, 4 veces al mes, 3 en el modulo de visitas y una en un vis a vis, osea de una manera más íntima. Los días de esta visita, yo sabía que podían estar a solas 1 hora en un cuarto, y hacer lo que quisieran sin supervision. Mamá, volvía súper contenta en esas visitas, su cara tenía otro aspecto, y parecía que cargaba pilas. Mi recuerdo de mi padre, era el de un hombre muy alto y fuerte, guapo y con muy buen sentido del humor. Además ese día, se le podían llevar cosas, ropa interior, algo de comida, cosas de aseo... En fin, así trascurrrian los años.

En esa semana, mi abuela materna tuvo una indisposición e ingreso en el hospital, la programaron una operación para el mismo día que mi madre tenía el vis a vis con papa, evidentmente no podía estar en los dos sitios, y si no acudía a la visita, la siguiente sería en el final del ciclo del mes siguiente. Ella pensó, que yo podía sustituirla y así ver a mi padre, con más comodidad, comunico a la prisión mi nombre y todo arreglado.

Ya he dicho que entonces yo tenía 21 años, mido 1,65 cm, 52 kilos, rubia de pelo largo, ojos verdes. Me gustaba vestir ajustadita, y eso hacía que mi culo y mis tetas se marcarán mucho, de echo, los hombres se paraban al verme y me decían muchas cosas por la calle. En aquella época yo no tenía novio, algún amigo íntimo, pero poco más. Aunque ya no era virgen, el sexo que había tenido no había sido muy placentero. Los chicos de mi edad, con los que había estado, no tenían mucho aguante, y terminaban antes de que yo me calentará del todo.

Llegó el día de la visita, y fui a la cárcel. Llevaba un paquete que mi madre había preparado para papá. En la entrada, comprobaron mi identidad, y pasaron por rayos x el paquete, más adelante había otro control. Un funcionario de mala cara, y con aspecto sucio, me dijo que la señora que cacheaba a las mujeres no había ido y no la habían sustituido, sino quería que me cacheara un hombre, estaba en mi derecho, pero no podría efectuar la visita. Acepte, que fuera un hombre quien lo hiciera, ya que estaba allí, no quería dejar de ver a Papa después de tanto tiempo. Me hicieron pasar a una sala, y el funcionario de aspecto sucio, me hizo levantar los brazos y abrir piernas. Sus manos recorrieron todo mi cuerpo muy despacio, entreteniendose especialmente en mis tetas, mi culo y la zona interior de mis muslos. Yo en un principio, estaba un poco asqueada, pero un poquito de excitación si que me entró. Supe al instante que el también, sus suspiros eran fuertes, y sus roces fueron más allá de lo legal. Después de sobarme todo lo que quiso, me hizo acompañarle a través de un montón de puertas y pasillos, a otro lugar. Abrió mediante una tarjeta una puerta grande y me hizo pasar. Era una celda grande, con 2 sillas, y una cama enorme, encima de ella, había sábanas embutidas en plástico y cerradas al vacío. Supuse que, cada vez que se usaba eso para los vis a vis, dejaban un juego de sábanas limpio para el siguiente presó. El funcionario me dijo que esperara allí, y con cierta ironía que me lo pasara bien.

Al minuto se abrió de nuevo la puerta y vi a mi padre. Estaba igual que la última vez que le vi, exceptuando que ahora tenía perilla y la cabeza rapada. Nos abrazamos con lágrimas en los ojos, y me decía que no tenía que haber ido. Halago lo guapa que estaba, que ya era una mujer, que pronto saldría, y poco a poco nos pusimos al día. Abrió su paquete y se alegro de lo que mamá le había enviado. De repente, me dijo que pusiéramos la sabana en la cama, que estaríamos mejor sentados ahí. Lo hicimos y nos sentamos muy juntos, su brazo sobre mis hombros, yo le contaba cosas de la universidad, y de mis amigas, y el me abrazaba y besaba de continuo. Vio la hora, y me dijo que aún quedaba un rato de visita, que nos tumbaramos como cuando yo era pequeña y que me quería acariciar. No vi nada malo en eso, y recorde como acariciaba cuando yo era niña, mi espalda, desde la nuca hasta mis nalgas. Me tumbe como dijo y al momento su mano subió mi camisa y empezó la caricia, yo llevaba sujetador y él lo desabrocho, para que ningún obstáculo interrumpiera el masaje. Sus manos eran grandes, y cuando bajaba por mi espalda, llegaba mucho más abajo de mis nalgas. Me hablaba al oído, muy bajito, diciéndome que era preciosa, que mi piel era suave, que le gustaba mi olor. Poco a poco, fue bajando poco a poco mi falda, y con ella mis bragas, sus caricias en mi culo ya eran más que evidentes, su mano se metía entre mis glúteos, y sus susurros al oído se convirtieron en besos. Yo estaba inmóvil, mi padre, mi héroe, me estaba metiendo mano, no sabía como actuar. Poco a poco me giro, y quedó con su boca pegada a mis labios, me empezó a dar pequeños besos alrededor de mi boca, ahora sus manos apretaban mis pechos, luego su lengua empezó a entrar en mi boca, jugaba dentro de mi. Yo no sabía cómo hacer, abajo en mi coñito notaba mucha humedad, mi padre me estaba poniendo cachonda, y había algo duro que hacía presión contra mi muslo. Pensé que tenía que parar aquello, pero no encontré las fuerzas para hacerlo. Ahora mi padre me comía la boca y con una mano jugaba con mis pezones, mientras que con la otra, note como desabrochaba sus pantalones. Una vez que lo consiguió, la apoyo en la entrada de mi coño, y comenzó a apretar poco a poco, la humedad que yo tenía le facilito el trabajo, y entro toda dentro de mi. Era la polla más grande que me había entrado nunca, mi padre siguió comiéndome la boca, y con su aparato en mi interior, comenzó un vaivén, fuerte y rítmico, su polla entraba mucho más adentro que ninguna otra lo hubiera echo, sus huevos grandes chocaban contra mi con violencia, notaba que me corría, un orgasmo salvaje salió de mi alma, pero a continuación llegaba otro y otro. Mi padre me estaba llevando a donde nadie había conseguido. Era una muñeca en sus manos, allí empalada, mi coño completamente lleno, sus caricias en mis tetas me hacían gritar, su lengua corriendo por mi cara....

Cuando menos me lo esperaba, salió de mi, y rápidamente, se empezó a correr encima de mi, multitud de chorros de leche, llegaron a mi cara, a mi boca y a mis tetas. Le escuche decir, que aún no quería ser abuelo. Poco a poco, recupere la consciència, mi padre me había echado el polvo del siglo, no se si era bueno o malo, pero me había corrido como nunca. Papa limpio de mi su semen, me ayudo a vestirme y oímos al funcionario decir que la visita se había acabado. Me abrazo y beso en la frente. Salimos cada uno acompañado por un funcionario diferente. Al volver a casa, mamá me preguntó y la dije que todo había ido muy bien, y que a partir de ahora las visitas nos las repartiriamos.