Visitando a Gaby
Gaby y yo, formamos una química maravillosa, ella fue mi nena consentida, obediente a los capiechos de Angie.
Visitando a Gaby
Conocí una hermosa nena, en un pequeño viaje, Gaby una hermosa nena de 20 años, de Ecuador, con un hermoso culo, bien levantadito, unas piernas torneadas y fuertes, que hacían juego con su culo, unas tetas preciosas, grandes y redondas, casi a mi altura pues yo mido 170 centímetros, de contextura mediana, ideal para mi que soy de contextura delgada, ella de hermosa piel blanca y la mía achocolatada, piel canela, de cabellos que le llegaban hasta debajo de sus hombros y los míos algo ondulados hasta cerca de mis hombros.
En cuanto la vi, quedé prendada de su cuerpo. Ella me miraba con sus grandes ojos de mirada coqueta, que resaltaban de sus depiladas cejas medianas. Nuestra conversación inicial fueron los relatos eróticos que disfrutábamos en todo momento, así la nena empezó a gustarme y decidimos darle más intimidad a nuestro romance. En la habitación de un hotel cercano, me abalancé sobre ella y le di un cálido beso, donde mi lengua se juntó con la suya como queriéndonos entrelazar en un momento de excitación inicial. Eso nos invitó a desnudarnos completamente y acariciarnos nuestros cuerpos, tocando todo su cuerpo con la delicadeza de una porcelana fina, sus piernas, sus nalgas, su vagina, sus tetas, sólo el contacto de mis manos en su cuerpo la estaban encendiendo, mientras me deleitaba con ella, le decía:
- Quieres ser la nena consentida de Angie.
- Sí quiero.
- Quieres que Angie, le de placer a tu cuerpo.
- Sí quiero.
- Quieres ser mi nena consentida y obediente.
- Sí, haré todo lo que tú me pidas.
- Y porque lo harías amor.
- Porque quiero ser tu nena consentida.
- Eso significa que Angie tendrá derechos sobre ti amor.
- Sí, sí, amor, quiero que seas mi dueña, que me poseas.
- Como deseas ser la nena consentida de Angie, su niña obediente, Angie te dará un premio.
- Sí mi ama, dame mi premio.
- Pues Angie, te relajará con un buen masaje.
- Oh, mi ama, que favorecida soy con tus manos en mi cuerpo.
- Bien amor, ve a la cama, boca abajo, al centro y abre un poco las piernas para mí.
- Así me quieres tener con las piernas bien abiertas.
- No tan abiertas amor, ligeramente abiertas.
Desde donde estaba, le empecé a frotar sus piernas, haciendo presión con mis manos y mis dedos mientras recorría sus piernas hasta el inicio de su culo, para luego concentrarme en sus nalgas, las presioné con débil fuerza, tratando de amasar ese bien empinado culo mientras ella descansaba su cabeza en sus dos brazos entrelazados. Luego me trepé en la cama y puse mi coño besando sus nalgas y con mis dos manos hacía presión desde la cintura hasta sus hombros, recorriendo su cuerpo, al llegar hasta sus hombros doblaba un poco las manos tratando de presionar con algo de fuerza sobre esa dura parte del cuerpo. Así mis manos subían y bajaban mientras mi coño se frotaba en sus nalgas, luego decidí darle un masaje por su costado desde el inicio de su raja hasta el inicio de sus tetas, tocándolas ligeramente con las yemas de mis dedos, para un costado y luego para el otro. Luego retomé el masaje desde el inicio de su culo hasta sus hombros pero esta vez la presión con la palma de mis manos era más fuerte. Hice que se volteara y repetí el masaje a sus piernas por delante con la misma intensidad que lo hice por detrás, desde los pies hasta su coño. Luego le hice tocamientos por los bordes de su vagina, con dos dedos de mi nao izquierda se la abrí y con un dedo de mi mano derecha le masajeé el interior de su coño, dentro de su coño estiraba y doblaba mi dedo, después hice círculos dentro de su coño para masajear las paredes de su coño. Este masaje nos estaba transportando más lejos que el deseo, tomé sus caderas y desde su vientre, pasando por su ombligo hasta su cuello, masajeando también sus tetas con mis dedos y con dos de mis dedos formando una tijerita jalaba sus pezones hacia arriba. Así me deleité con su cuerpo y la nena ardía tanto como yo. Me bajé de la cama, abrí mis piernas, y le dije:
- Angie ha relajado tu cuerpo. Ahora quiero que vengas a mí.
- Que desea de mi, mi Angie.
- Angie te pide que te pongas de rodillas y le muestres tu agradecimiento.
- Cómo agradecerás a tu Angie.
- Pues le voy a comer el coño para que mi ama goce.
- Sabía que tú eras mi nena.
Y mi nena se aplicó en una gran comida de coño, buscando mi clítoris con su lengua, metiéndome tres dedos al coño y con su mano libre me acariciaba el culo pegando mi coño a su cara. Me corrí en su cara y ella me recibió amorosamente, tuve que usar mis dos manos para tenerla pegada a mi coño. Así nos subimos a la cama, descansamos unos minutos pero no cesamos en nuestros toqueteos para volver a encendernos. Ambas de costado acariciando nuestras caderas, nuestros muslos, nuestros culos, besándonos nuestras tetas, diez minutos de erotismo. Y luego mi nena se sentó en la cama con la intención de levantarse limpiando con su mano la esencia de mis flujos.
Que haces amor, no te gusta el sabor de mi coño.
No es eso, lo que pasa es que .
Y sin dejar que termine la frase la golpeé en su mejilla izquierda, haciéndole mover un poco su cabeza. Me miró fijamente a los ojos sin pronunciar palabra. Me levanté de la cama, la jalé del brazo y puse su cara contra la pared, sus tetas pegadas a la pared con su culo levantado mirándome para que fuera mío. Con mi mano izquierda hice presión en su espalda para que se mantuviera firma y con la derecha le di unas nalgadas. Una, dos, tres, cuatro y mientras la nalgueaba duro, le decía:
- Has ofendido a tu Angie. Ella te quiere sucia con el olor de su coño.
- Lo siento mi ama. Es que quería estar limpia para usted.
- Pero no me preguntaste amor, si te quería así.
- Lo se, lo siento, no volverá a suceder, no quiero ofenderla.
- Cuatro, cinco, seis, siete, seguían los azotes a sus nalgas. Luego con mis dos manos rodeé su cintura y la sujeté fuerte chocando sus nalgas a mi coño.
- Es que Angie quiere que seas su nena consentida, obediente. Si no te va castigar.
- Lo sé, soy culpable por no respetar su autoridad. Déjeme ser su nena consentida. Castígueme si quiere, pero quiero estar a su lado.
De espaldas a mi, con mis manos empecé a frotar todo su cuerpo, deteniéndome en sus nalgas dándole suaves mordisquitos, dándole tiernos besos, sujetando sus caderas con mis manos, subiendo con mis caricias y mis besos hasta llegar a su cuello. La llevé hasta el filo de la cama, la hice abrir de piernas para meter mi cara en su coño y con mis manos sostenía las piernas abiertas de mi nena, mi lengua subía y bajaba al ritmo de mi cabeza. Luego bajé sus piernas, me salí de ella pero aún la mantenía con las piernas abiertas y uní mi coño al de ella y me empecé a frotar sin delicadeza mientras la sostenía ahora de las caderas, mientras ella más se excitaba, más me abría las piernas. Así nos dimos tal placer hasta que mi cuerpo quedó encima del de ella.
Al salir del hotel, salimos tomadas de la manos, cuando cruzamos la puerta del hotel tomó mi mano con sus dos manos, se pegó a mi y posó su cabeza sobre mi hombro, prometiéndonos vernos al día siguiente, diez en punto de la mañana.
A la mañana siguiente, Gaby no llegó. Pude verla al día siguiente, no me hizo gracia que me dejaran plantada. En cuanto la vi le di un gran beso en la boca y buscamos intimidad para mostrarle mi inconformidad por su conducta. No nos dijimos nada, solo nos desnudamos, despacio, sin prisa. Pero las cosas no iban a ser fáciles para ella pues la hice poner en cuatro patas al filo de la cama, de pie yo, en el piso del cuarto, admirando ese hermoso culo. Posé mi mano izquierda en su costado, cerca de sus tetas, sosteniéndome en ella y con la otra le di una gran azotada en su culo, me sentí un poco mal por maltratar ese rico culo. Y cada vez con más fuerza por su desobediencia.
- Por qué me has hecho esto amor.
- Perdóneme, pero no quise faltarle.
Y en cada azote de mis manos, hacía que su cuerpo se fuera hacia adelante, a tal punto que su cara casi besaba la cama por la violencia de mis golpes. Así, me puse detrás de su culo y se lo empujé hacia adelante cayendo de cara en la cama y me subí en ella poniendo mi coño en su espalda, detrás de su ombligo, apoyando mi mano derecha en su cara y con la otra levanté su cabeza jalándola de su cabello, haciéndole daño, mirándome ella con sus ojos vidriosos apunto de soltar una lágrima.
- Quieres que tu Angie te castigue y vuelvas a ser su nena consentida.
- Si ama, te he desobedecido, merezco tu castigo.
- Pero, por qué tenías que rebelarte si tu Angie te ama.
Me bajé de la cama sin soltarle el cabello, y tirándola de él, la hice bajar de la cama. La puse con medio cuerpo en la cama desde la cintura a la cabeza, sus piernas descansaban en el piso con sus rodilla apoyadas en el mismo, teniendo una amplia vista de su culo, redondo, empinado y muy apetitoso. No pude resistirme, y le una buena acariciada, unas buenas lamidas, concentrándome en su raja. Hice que su culo se levantara un poco, fijé dos dedos en la cama con la intención que mi nena se los clavara ella misma y con la mano derecha le metí un dedo en el culo. Así que cuando ella se iba hacia adelante se clavaba los dedos de mi mano izquierda y cuando se hacía para atrás se metía mi dedo de la mano derecha, mis dedos violaban su culo y su coño y ella lo disfrutaba. Nos trepamos a la cama luego, ella echada en la cama y yo encima de ella, su cabeza a los pies de la cama y yo del otro lado, para hacernos un delicioso 69. En mi boca tenía su coño y en la de ella estaba el mío, sosteniendo mis nalgas con sus manos. Estuvimos dándonos placer con nuestras bocas, nuestra lengua y nuestros dedos y nos saciamos de gusto quedando encima de ella descansando de esa comida de coño que nos hicimos. Me puse al centro de la cama y mi nena Gaby puso su cabeza en mis tetas abrazada a mi cuello y mis caderas con sus piernas dobladas encima de las mías, acurrucada a mi lado besando mis tetas cada tres segundos que estaban al alcance de su boca.
Un descanso reparador sin duda, luego de ello nos fuimos al baño darnos un baño juntas, las amantes, enamorada una de la otra. Ya en el baño nos pusimos al centro de la ducha, juntando nuestros cuerpos mientras el agua caía sobre nuestras cabezas, nuestros labios se unían, nuestros pechos se besaban y nuestros coños se rozaban, apretadas en un suave abrazo al tiempo que acariciaba sus mejillas.
- Oh mi nena, he disfrutado mucho contigo.
- Aquí estoy para usted, quiero ser suya siempre.
- Lo se, mi nena consentida, pero serás mi pequeña obediente.
- Lo seré siempre para usted mi Angie.
- Lo juro, lo juro, siempre suya, mis pechos, mis nalgas, mi boca son suyas mi ama, mi amor, eres dueña de mi, te amo.
Desde el fondo de mi corazón, mi hermosa Gaby, ecuatoriana de hermoso culo y pechos deseables, sabes que en verdad te amo y deseo.